Islandia es un lugar extraño y complicado en cualquier época del año. Su largo invierno logra potenciar ambas circunstancias, sobre todo para aquellos que vivimos mucho más al sur. La pregunta que suelen hacerse aquellos que planifican por primera vez un viaje a la Tierra de Hielo es si será una buena opción, o incluso una posibilidad, hacerlo en pleno invierno subártico. Si este es tu caso, en esta guía intentaré aclarar tus dudas. Siempre basándome en mi experiencia personal, adquirida a lo largo de cuatro viajes invernales, durante los que he pasado un total de 42 días recorriendo buena parte de la isla.

Islandia, el 2 de febrero de 2009

Islandia, el 2 de febrero de 2009 (© NASA).

Antes de comenzar, una última advertencia. Esta es una guía larga y densa, escrita por alguien que conoce y ama profundamente Islandia. Si estás buscando información rápida, para un viaje «fast-food» a la isla, esta entrada no es para ti. En otros lugares encontrarás guías que, en mucho menos de la décima parte de texto, te explicarán los lugares «imprescindibles» que visitar en Islandia. Todo muy apañadito, resumidito y fácil de digerir en diez o quince minutos. Aquí, además de leer un texto que supera las 14.000 palabras, deberás pasar horas buceando entre las entradas del blog a las que hago referencia. La elección es tuya.

Los pros y los contras.

Viajar a Islandia en pleno invierno tiene varios puntos a su favor, aunque también tiene sus contras. Intentaré desgranarlos a continuación, para que puedas tomar una decisión informada.

Aeropuerto de Keflavik

Aeropuerto de Keflavik.

Tras el paréntesis de la pandemia, vuelve a haber vuelos directos a Islandia desde algunos aeropuertos españoles. Los precios suelen ser más reducidos que en verano, aunque también deberás tener en cuenta que hay menos opciones, sobre todo después de la brusca desaparición de Play Airline. Tampoco ha reanudado su servicio invernal el ferri que enlaza Hirtshals, en el norte de Dinamarca, con Seyðisfjörður, en el este de Islandia. Según escribo estas líneas, es imposible realizar la singladura entre finales de diciembre y mediados de marzo.

Repostando en Egilsstaðir

Repostando en Egilsstaðir.

Una vez en Islandia, en invierno no suele haber problemas para alquilar coche. Con la ventaja añadida de que suelen ser más baratos (o menos caros, si queremos ser más precisos) que en verano. Pero parte de este ahorro se verá compensado por tener que alquilar un coche con tracción a las cuatro ruedas y el mejor seguro que te ofrezca la empresa de alquiler. En sentido estricto, ninguno de los dos es imprescindible, sobre todo si únicamente vas a recorrer el sur de la isla. Pero sí recomendables.

En la entrada del hotel Siglo

En la entrada del hotel Siglo.

También ahorrarás dinero en los alojamientos. Personalmente suelo dormir en hoteles, donde los precios fuera de temporada son sensiblemente más bajos. Pero no debes confiarte. En la costa meridional, la zona más turística de Islandia, entra dentro de lo posible tener problemas incluso en pleno invierno. En consecuencia, los precios pueden acabar siendo casi tan disparatados como en verano. En el norte de la isla, el problema puede venir por el cierre de establecimientos. Si vas a viajar por esa zona, mi consejo es que compruebes previamente los hoteles que aceptan reservas.

Masificación en Seljalandsfoss

Masificación en Seljalandsfoss.

Verás menos saturación en los espacios turísticos, aunque en los más emblemáticos, como Haukadalur o Seljalandsfoss, quizá no haya mucha diferencia. Por contra, en otros llegarás a estar virtualmente solo. Aquí el principal problema está en que muchos lugares pueden ser inaccesibles. En Leirhnjúkur o Þakgil, por poner un par de ejemplos, ni siquiera suele estar abierta la carretera de acceso. Otros, como Landmannalaugar, tan solo serán accesibles en excursiones organizadas. Bastante caras, por cierto.

Paisaje nevado junto a Hverir

Paisaje nevado junto a Hverir.

Respecto al paisaje, es bastante probable, aunque no seguro, que buena parte de Islandia esté cubierta por un manto blanco. Indudablemente hermoso, aunque privará a la isla de uno de sus rasgos más distintivos: los insólitos colores y texturas de sus campos. Por otra parte, la extraña mezcla entre el hielo y el calor que mana de la tierra vuelve aún más irreales otros lugares, como Hverir o el antes mencionado Haukadalur. Lo mismo ocurre con las cascadas, que en muchas ocasiones adquieren formas tan caprichosas como sorprendentes. Aunque también pueden acabar convertidas en un bloque helado y cubierto de nieve, completamente indistinguible del paisaje circundante.

Fulmar en Lónsvik

Fulmar en Lónsvik.

Como es de esperar, la fauna se ve afectada por el invierno. Es imposible observar aves migratorias, como los populares frailecillos. Aunque siempre quedarán las gaviotas y los fulmares. Tampoco es temporada de avistamiento de ballenas. Por contra, resulta relativamente fácil ver, en el sureste de la isla, los renos que pasan el verano en las Tierras Altas orientales. También es posible avistar focas, sobre todo si recorres algún fiordo remoto.

Reynisdrangar desde Lágey

Reynisdrangar desde Lágey.

Los días son bastante cortos, aunque Islandia está demasiado al sur para que exista la oscuridad total. Incluso en el norte de la isla, durante el solsticio de invierno podrás disfrutar de seis horas de luz. Cinco de ellas con un precioso tono dorado, en un amanecer que casi se confunde con el siguiente atardecer. El mismo día, en Vík í Mýrdal, cerca del extremo meridional de Islandia, el número de horas con luz se incrementa hasta siete. Tres meses más tarde, en la recta final del invierno subártico, ya serán casi catorce.

El Mývatn entre Hofði y Klasar

El Mývatn entre Hofði y Klasar.

El clima es tan errático como en cualquier otra época del año. En mis viajes invernales he disfrutado de jornadas espléndidas y otras insufribles. Sobre todo por el viento, el gran enemigo de todo viaje a Islandia, incluso en verano. La temperatura más baja a la que he estado al aire libre en Islandia ha sido de -22ºC, en el entorno del lago Mývatn. Pero no es lo habitual. A la mañana siguiente había subido a los -3ºC. Una temperatura relativamente normal, en esa época y a esas horas, en cualquier lugar del centro de España. En general, el frío será el menor de tus problemas.

La última aurora

Aurora al sur de Hveragerði.

Por último, las auroras. Si quieres tener posibilidades de verlas, deberás viajar en invierno, cuando los días son cortos. En verano, simplemente no hay oscuridad suficiente para que sean visibles. Aun así, nadie puede garantizarte que vayas a conseguirlo. Si aciertas con un periodo de baja actividad solar o, lo que es mucho más sencillo en Islandia, con cielos nublados, será imposible. Nunca hagas del avistamiento de auroras el motivo principal de tu viaje a Islandia. Puedes volver a casa decepcionado.

El invierno.

Un equívoco bastante común de aquellos que vivimos en climas más cálidos consiste en pensar que, en Islandia, el ciclo de las estaciones es similar al nuestro. Grave error. Islandia roza el círculo polar ártico y está en una zona muy expuesta del Atlántico septentrional, con el añadido de la cercanía a la gélida Groenlandia. Que, como he mencionado anteriormente, las temperaturas no sean excesivamente bajas, no implica que el clima sea agradable. El viento, la lluvia, la nieve y el granizo pueden hacer acto de presencia en cualquier momento y sin previo aviso. A veces, creando situaciones realmente complicadas. En Islandia el clima puede matarte. Nunca lo olvides.

Tóin entre la nieve

Tóin entre la nieve.

Más allá de lo que diga el calendario, la duración real del invierno variará de un año a otro. Comenzará con la primera nevada seria, generalmente a finales de octubre o principios de noviembre. Terminará con la última, que se suele dar a finales de abril. Aunque, como siempre, hay que tener en cuenta que el clima no se comporta linealmente. Lo mismo podrás tener un día espléndido en pleno mes de febrero que otro infernal a mediados de mayo. En 2022, el primer temporal golpeó el noreste de la Ring Road a finales de septiembre. Dos años más tarde, una copiosa nevada tardía cerró el mismo tramo durante tres días, a mediados de junio. Por tanto, nunca puedes dar nada por sentado. En Islandia la naturaleza tiene siempre la última palabra, sobre todo en invierno. Adáptate.

En cualquier caso, el clima de Islandia está influenciado por la Corriente del Golfo y sus aguas cálidas. Por tanto, en la zona costera, que es donde estarás casi siempre, las temperaturas no suelen ser excesivamente bajas. Si nos centramos en Reikiavik, el mes más frío del año es enero, con las medias de mínimas y máximas moviéndose entre -2 °C y 2 °C. En la ciudad suele nevar entre el 25 de octubre y el 26 de abril. La temperatura más baja jamás registrada es de -28,5 °C, el 21 de enero de 1918. La situación empeora según nos alejemos de la costa. Por ejemplo, en el Círculo Dorado o la zona del Mývatn. Aquí las temperaturas suelen ser más bajas y la amplitud térmica, entre el día y la noche, bastante más elevada. Si a esto se une el viento, la situación puede acabar siendo bastante desagradable.

La ropa.

El truco es ir siempre correctamente vestido. Como dicen en Noruega, «no hay mal clima, hay mala ropa».

En Islandia es fundamental adoptar la típica estrategia tipo «cebolla». Varias capas de ropa, que puedas ir poniéndote y quitándote en función de la evolución de la temperatura, el viento, la lluvia, la nieve o tu nivel de actividad física, que también afectará tu grado de percepción del frío. Siempre disponiendo de una capa exterior impermeable. Si acabas empapado, no te servirá de mucho toda la ropa que lleves puesta.

Ponte los crampones

Ponte los crampones.

En los pies, lleva siempre unos buenos calcetines térmicos de lana. O dos, si piensas que va a hacer mucho frío. Como calzado, botas de montaña, a ser posible impermeables y que te cubran el tobillo. Y siempre son recomendables unos crampones pequeños «de quita y pon». Puede que los necesites incluso para bajar del coche.

En las piernas, uno (o dos) pantalones térmicos. Por encima, un pantalón normal. Y un pantalón impermeable, por si acaso. Además de protegerte de la lluvia o la nieve, puede servirte como cortavientos. Un vendaval intenso acelerará tu pérdida de calor corporal y tu percepción del frío.

Sobre el cuerpo, nuevamente una o dos capas de ropa térmica, en función de la previsión meteorológica y la zona que pienses recorrer. Por encima, una camisa normal y un buen jersey, a ser posible de lana. Como última capa, un buen abrigo resistente al agua y con capucha. Aun así, es aconsejable llevar un chubasquero adicional. Por muy impermeable que sea tu abrigo, entra dentro de lo posible que acabe empapado.

Un equipaje para Islandia

Un equipaje para Islandia

En la cabeza, un gorro de lana que pueda cubrirte las orejas y una braga o un pasamontañas protegiéndote el cuello. Dependiendo del día que haga y la zona que vayas a recorrer, también pueden ser necesarias gafas de sol. Unos buenos guantes, por supuesto impermeables. Y, si vas a caminar por el campo, bastones de senderismo. Siempre que me he confiado y los he dejado en el coche, he acabado arrepintiéndome.

Ten siempre en cuenta que en el interior de los edificios la temperatura suele ser muy alta. Puede que estés en tu hotel, desayunando a 22ºC, mientras por las ventanas entra un sol espléndido. En esas condiciones, hay que hacer un esfuerzo para vestirse correctamente. Entre los que viajan por primera vez a Islandia, es bastante común cometer el error de salir al exterior sin la ropa necesaria. Error que puede verse agravado por uno de los tan bruscos como habituales giros en el clima de la isla. Nunca te confíes.

El viaje hasta Islandia.

En invierno solo hay una forma de llegar a Islandia: en avión. Si viajas desde España, hay vuelos directos desde Barcelona y algunas zonas turísticas del país, como Alicante y las Islas Canarias. Al fin y al cabo, España es un destino de invierno muy popular entre los islandeses, que vienen a nuestro país buscando justo lo contrario que nosotros en el suyo. En invierno, Icelandair vuela directo desde Barcelona, Alicante y las Islas Canarias. Con las demás, deberás hacer escala, generalmente en Amsterdam o algún aeropuerto del Reino Unido o Alemania. Desde América, hay vuelos directos entre Keflavik y diversos aeropuertos de Estados Unidos y Canadá. Según escribo esta entrada, no parece haber ningún vuelo directo a países hispanoamericanos. Deberás hacer escala.

Sobrevolando Keflavik

Sobrevolando Keflavik.

Ten en cuenta que Keflavik es un aeropuerto con cierto grado de complejidad. Al propio clima de Islandia se une el de sus zonas limítrofes, haciendo relativamente frecuentes los problemas. Los he sufrido en mis propias carnes un par de ocasiones. En otra, faltó muy poco para que el vuelo acabase siendo desviado al aeropuerto de Edimburgo. La posibilidad de sufrir retrasos en los vuelos debe formar parte de la planificación de cualquier viaje invernal a Islandia.

Los desplazamientos internos.

Más allá de Reikiavik y su periferia, el transporte público es prácticamente inexistente. Hay líneas de autobús, que puedes ver en https://www.straeto.is/en. Pero están pensadas para la población local, no para el turismo. Sus horarios, frecuencias y puntos de parada no te servirán de mucho. La excepción es el transporte entre el aeropuerto y Reikiavik. Además de la línea regular, hay empresas como Flybus, que operan autobuses entre el aeropuerto y la capital, manteniendo el servicio mientras haya vuelos llegando o saliendo de la terminal.

Por tanto, una vez en Islandia llega el segundo dilema: ¿cómo me muevo por la isla? Si no tienes experiencia conduciendo en condiciones complicadas, a veces sobre carreteras cubiertas de nieve y hielo, puede que tu mejor opción sea apuntarte a un viaje organizado por la isla. Los hay en todas las épocas del año y te aislarán de buena parte de la complejidad inherente a todo viaje por la Tierra de Hielo. Pero también te privarán de una parte de su embrujo. Poder viajar a tu ritmo, eligiendo los lugares que visitas y el tiempo que pasas en ellos, con la posibilidad de evitar los espacios más masificados, o recorrer zonas apenas tocadas por el turismo, estará fuera de tu alcance.

Otra opción es hacer de Reikiavik tu base y contratar excursiones diarias desde la capital. No es muy recomendable. Reikiavik está en una esquina de la isla, por lo que tus opciones de llegar a muchos lugares son muy limitadas, sobre todo en invierno. Más allá del Círculo Dorado, el tramo occidental de la costa meridional y Snæfellsnes, tan solo podrás recorrer Reikiavik y participar en alguna cacería de auroras. Si vas a estar tres o cuatro días, puede ser una opción razonable. A partir de cinco, lo descartaría totalmente.

Limpiando el coche al amanecer

Limpiando el coche al amanecer.

La opción más complicada, pero también la más interesante, es alquilar un vehículo y explorar Islandia a tu aire. Puede ser intimidante, sobre todo si vives en latitudes cálidas, pero el propio reto dará un interés adicional a tu viaje. Lo importante es afrontarlo con la suficiente preparación y, como siempre en Islandia, reconocer tus propios límites y si ha llegado el momento de dar media vuelta. En cualquier caso, conducir por Islandia en invierno tiene cierta complejidad. Suficiente para merecer dos entradas en el blog. Una genérica, sobre la conducción invernal, que puedes ver en Conducir en Islandia: el invierno. Otra más específica, en la que explico el código de colores utilizado en la mejor página de información del estado de las carreteras de Islandia: Entendiendo umferdin.is. Si te estás planteando recorrer Islandia al volante de un vehículo, antes deberías leer la primera. Si ya lo has decidido, léete las dos.

Los alojamientos.

Alojarse en Islandia nunca resulta barato. En invierno, al menos lograrás que sea menos caro. Aunque en algunas zonas de la costa meridional, puede que apenas notes la diferencia.

Una de las opciones que eligen muchos viajeros es dormir en una furgoneta camperizada. No tengo experiencia directa, pero sí puedo trasmitirte algunas ideas generales. Por una parte, te dará cierta libertad a la hora de moverte, sin tantas preocupaciones por encontrar alojamiento. Y el alquiler de la campervan será generalmente inferior a la suma de un vehículo y alojamientos más convencionales. Pero no todo son ventajas. Dormir en una campervan en pleno invierno islandés puede ser bastante duro. Además, en Islandia la acampada libre está estrictamente prohibida. Tendrás que ir saltando de camping en camping. Y si ya resulta complicado conducir un vehículo normal, una campervan medianamente grande puede ser una pesadilla. Los accidentes causados por el viento lateral son bastante frecuentes, así como ver vehículos prácticamente detenidos en la carretera, con sus conductores tan atenazados por el miedo que apenas son capaces de seguir avanzando. En cualquier caso, si quieres explorar esta opción, te recomiendo que leas las dos entradas del blog Viajar tu Destino, donde Alberto y Manuela narran su experiencia personal: https://viajartudestino.com/guia-para-viajar-por-islandia-en-una-camper/ y https://viajartudestino.com/como-son-los-camping-en-islandia/. Aunque debes tener en cuenta que su viaje fue en verano.

Hotel Frámtid

Hotel Frámtid.

Tampoco tengo experiencia directa en alojamientos turísticos, tipo Airbnb. Personalmente, es una fórmula que no me atrae. Menos aún en un lugar logísticamente complicado como Islandia. Mi forma favorita de moverme es saltando de hotel en hotel. En invierno, fuera del sur de la isla, suelen tener precios razonables. También es común que dispongan de restaurantes. Algo fundamental, si estás recorriendo zonas apenas pobladas. La mayor precaución que debes tener es ser algo previsor. Haz reservas que puedas cancelar, por si el clima se tuerce y al final no eres capaz de llegar a tu destino. En el sur, no te confíes. Personalmente, he tenido problemas para encontrar alojamiento en pleno mes de febrero en lugares como Höfn o Kirkjubæjarklaustur. En el norte, el problema estará en el posible cierre de muchos hoteles. Antes de emprender la ruta, es aconsejable asegurarse de que hay algún alojamiento abierto en tu destino. En cualquier caso, hay una larga entrada del blog dedicada exclusivamente a este asunto. Puedes verla en Islandia, de hotel en hotel.

La comida.

Si viajas a Islandia por su gastronomía, claramente te estás equivocando. No es que en Islandia se coma mal, pero no hay una cocina realmente sofisticada y la variedad de productos es un tanto limitada. Más allá de los manidos platos para salir del paso, tipo pizzas y hamburguesas, básicamente suelo alimentarme a base de cordero, bacalao y trucha ártica. Generalmente bien cocinados y acompañados por generosas guarniciones, procedentes de los numerosos invernaderos que hay desparramados por toda la isla. Acaba resultando un tanto monótono, pero es parte del precio a pagar por conocer uno de los países más deslumbrantes del planeta.

Desayuno en Ásgarður

Desayuno en Ásgarður.

En cualquier caso, sobre todo en invierno, cuando viajo por Islandia tiendo a hacer dos comidas fuertes al día. La primera, un desayuno contundente, a ser posible con platos calientes, como los consabidos huevos revueltos con bacon. Remato el día con una cena temprana, tras la llegada de la noche. Entre medias, o no tomo nada o, a lo sumo, alguna chocolatina o barrita energética. Los días de invierno son demasiado cortos para perder horas de luz haciendo una comida formal. Además de la dificultad que tendrás en muchas zonas para encontrar algo que se parezca remotamente a un restaurante.

Evidentemente, si viajas en campervan podrás organizarte de otra forma y comer allá donde te venga bien. En cualquier caso, seguiría pareciéndome una pérdida de tiempo detenerte a mediodía, ponerte a cocinar y luego comer tranquilamente, mientras el sol se acerca inexorablemente al ocaso. Mi consejo sería el mismo. Si no eres capaz de aguantar desde el desayuno hasta la cena (que en realidad será más bien una merienda), prepara algo que puedas tomar rápidamente sobre la marcha.

Cenando en Gistihúsið

Cenando en Gistihúsið.

Respecto a los restaurantes concretos, siempre desayuno en el hotel y solo ceno fuera si este no dispone de restaurante. En prácticamente todos he cenado estupendamente, aunque también he de decir que no son especialmente baratos. Fuera de los hoteles, tengo buenos recuerdos del Kaffi Krús en Selfoss, Ishusid Pizzeria en Höfn, Skaftfell Bistro y Kaffi Lára El Grillo Bar en Seyðisfjörður, Naustið en Húsavik, el sorprendente Teni (cenar en un etíope es lo último que pensaba hacer en Islandia) en Blönduós y Sjávarpakkhúsið, en Stykkishólmur. De los restaurantes de hoteles que conozco, son especialmente recomendables los del Hótel Klaustur en Kirkjubæjarklaustur y el Gistihúsið de Egilsstaðir.

Las rutas.

Recomendar una ruta para recorrer Islandia me parece una misión tan pretenciosa como arriesgada. Hay demasiados factores para tenerlos todos en cuenta. El tiempo del que puedas disponer, tus preferencias personales, el presupuesto con que cuentes, tu ritmo y forma de viajar o las propias condiciones meteorológicas concretas que encuentres, por poner unos cuantos ejemplos. En su lugar, te propondré varias rutas parciales, que podrás combinar de diversas maneras en función de todas estas variables. A continuación encontrarás una descripción genérica de los posibles itinerarios, con vínculos a entradas donde podrás ampliar la información. Generalmente enlazaré con entradas de visitas en invierno, aunque puede haber excepciones. Bien por no haber ninguna en el blog, bien por tener especial interés alguna entrada sobre una visita en otra época del año.

Reikiavik.

La capital de Islandia no es mi lugar favorito de la isla. Al fin y al cabo, no deja de ser una pequeña ciudad, similar a otras que puedes encontrar en Escandinavia. Nada excepcional. Sin embargo, entra dentro de lo posible que las circunstancias, o la curiosidad, te lleven a sus calles. Mi consejo es que no dediques más de un día a visitar Reikiavik. Si tu viaje es corto, incluso lo reduciría a medio. Islandia tiene demasiadas maravillas naturales que ver, en muchos casos únicas en el planeta. Mi otro consejo es que lo dejes para el final. En este caso por un motivo práctico. Si el clima se tuerce en el último momento, siempre será mejor que te encuentres cerca del aeropuerto y en la parte más civilizada de Islandia.

Fachada del Museo Nacional de Islandia

Fachada del museo.

Nunca he paseado por Reikiavik en invierno. En muchas ocasiones, hasta evito rodear su periferia. En todo caso, puedes ver dos paseos veraniegos en Un paseo por Reikiavik y Revisitando Reikiavik. Aunque en invierno puedes encontrar las calles nevadas, en general te servirán de guía. Mi única visita invernal a la ciudad fue exclusivamente para conocer uno de sus museos, como puedes ver en Un paseo por la historia en el museo nacional de Islandia.

El Círculo Dorado.

El Círculo Dorado es la ruta clásica de Islandia. Si tu visita es breve y solo tienes tiempo de hacer una excursión, esta debería ser tu elección. Si no tienes coche, también es sencillo hacer la ruta en un grupo organizado. Todos los días salen excursiones desde Reikiavik. Salvo que el clima o el estado de las carreteras lo impidan.

La ruta ofrece diversas variantes, aunque hay tres visitas imprescindibles: Þingvellir, Haukadalur y Gullfoss. Si te limitas a estos tres lugares, en realidad realizarás un recorrido lineal que, entre ida y vuelta desde el centro de Reikiavik, sumará 232 kilómetros. Pero ten en cuenta que te estás adentrando en el interior de Islandia. El aparcamiento de Gullfoss está casi en el límite de las Tierras Altas. Entra dentro de lo posible que encuentres hielo o nieve en las carreteras. Como siempre, mi consejo es que intentes llegar lo más lejos posible y luego regreses tranquilamente, saltando de visita en visita. Y no olvides la regla básica del invierno islandés: si encuentras problemas y tienes que dar media vuelta, no dudes en hacerlo.

Gullfoss.

Gullfoss desde el mirador inferior

Gullfoss desde el mirador inferior.

Siguiendo este criterio, la espectacular Gullfoss debería ser tu primera visita en el círculo. De sus dos aparcamientos, en la actualidad el inferior está reservado para personas con problemas de movilidad. Suele haber bastantes visitantes, aunque el lugar es lo suficientemente grande como para poder encontrar cierta tranquilidad. Ten en cuenta que el mirador que hay entre los dos saltos de agua puede estar cerrado en invierno. Aun así, entre los miradores superiores y el que hay junto al aparcamiento inferior, tendrás para pasar un buen rato. También deberás considerar que, probablemente, sea el sitio de Islandia en el que pases más frío. Está bastante hacia el interior y es uno de los más altos que podrás visitar en invierno. Si además tienes la «suerte» de que el viento descienda por el valle del Hvitá, puede ser un pequeño infierno. Encontrarás mi primera visita invernal en Gullfoss en invierno. La segunda, en Gullfoss, la cascada dorada.

Haukadalur.

Strokkur en acción

Strokkur en acción.

El «valle de los cuervos» es el hogar de Strokkur, el géiser más regular de Islandia. También de Geysir, el más famoso y aquel que dio nombre al fenómeno, aunque ahora sus erupciones suelen tardar años en producirse. En cualquier caso, más allá de los géiseres, el lugar está lleno de pequeñas charcas hidrotermales y de arroyos humeantes. Un entorno extraño en cualquier época del año, que en invierno roza lo irreal. En Haukadalur en invierno puedes ver una visita realizada en febrero.

Þingvellir.

Almannagjá en invierno

Almannagjá en invierno.

Þingvellir es un lugar fascinante, tanto por su geología, como por su importancia histórica. Aunque en realidad la gran grieta de Almannagjá no sea, como suele decirse, el límite entre las placas tectónicas norteamericana y euroasiática, sí forma parte del sistema de fisuras que parte Islandia en dos. Además, en la grieta encontrarás la roca donde se reunía el parlamento de Islandia durante la Edad Media y donde se proclamó la república independiente en mayo de 1944. Puedes ver una visita invernal en Un paseo invernal por Þingvellir.

Otros lugares en el círculo.

Con esto habrás cubierto la parte imprescindible. Si te sobra tiempo, hay diversas visitas, como Faxafoss o Hvannagjá. Personalmente, te recomendaría dos.

Brúarfoss en invierno

Brúarfoss en invierno.

La primera, sin salirte de la ruta lineal, la hermosa Brúarfoss. Antes era complicado llegar hasta la cascada en invierno. Ahora hay un nuevo aparcamiento, de pago, que lo hace bastante más sencillo. Aún así, entra dentro de lo posible que encuentres la pista de acceso con bastante nieve. Puedes ver una visita en invierno en Brúarfoss en invierno.

La otra opción, el cráter de Kerið, te obligaría a realizar una ruta más parecida a un círculo. Personalmente no te lo recomiendo. Además de complicarte (y alargar) el itinerario, Kerið no es mi cráter favorito de Islandia. Pero si no vas a visitar otro, puede ser una buena opción. Jamás he estado en invierno, pero puedes ver una visita veraniega en El cráter de Kerið.

Snæfellsnes.

La península de Snæfellsnes es una de las zonas más deslumbrantes de Islandia. También es una de las más complicadas, al menos entre aquellas que podrás visitar en invierno. Personalmente, siempre que he estado en Snæfellsnes he tenido problemas con el clima y las carreteras. Incluso en pleno mes de agosto. Lo que no impide que sea una buena escapada desde Reikiavik, aunque mi consejo es que, si puedes, pases al menos una noche en la península, para poderla explorar con más calma. Si hay habitación libre y te llega el presupuesto, una magnífica opción es el hotel Búðir. Un lugar que conjuga su historia con un espléndido emplazamiento.

Un día en el oeste de Snæfellsnes

En el oeste de Snæfellsnes.

La mejor prueba de que es posible realizar un recorrido interesante de Snæfellsnes en un solo día es mi primera visita a la península, en una jornada de febrero. Puedes verla en Un día en Snæfellsnes. Ten en cuenta que me di un buen madrugón y regresé a Reikiavik de noche. No te recomiendo intentarlo el día antes de tener que subir a un avión en Keflavik. Sé que eso es precisamente lo que describo en la entrada, pero era mi primer viaje invernal a Islandia. En el fondo, no sabía muy bien lo que hacía. A modo de ejemplo, puedes ver otra visita a la península, en un día bastante más complicado, en la entrada De Borgarnes a Hveragerði (dando un rodeo por Snæfellsnes).

Eldborg í Hnappadal.

Eldborg desde el aire

Eldborg desde el aire.

Tras desviarte por la carretera 54, justo al norte de Borgarnes, el primer lugar interesante que encontrarás en la península será el hermoso cráter de Eldborg í Hnappadal. Es perfectamente visible desde la carretera, que describe un amplio arco centrado en el cráter. Si quieres intentar llegar, deberás aparcar en la pequeña granja de Snorrastaðir y, desde allí, caminar unos tres kilómetros hasta el cráter. En invierno, no siempre es posible. Personalmente lo conseguí al tercer intento, que puedes ver en Eldborg, el castillo de fuego.

Ytri Tunga.

Gélido amanecer

Gélido amanecer en Ytri Tunga.

La carretera 54 avanza en paralelo a la costa meridional, a cierta distancia del mar. Unos 19 kilómetros al oeste del desvío de la carretera 56, verás otro desvío, en este caso a tu izquierda, que lleva a Ytri Tunga. La playa tiene fama de ser uno de los mejores lugares de Islandia para ver focas, aunque en mi única visita no logré ver ninguna. En cualquier caso, el lugar merece una breve visita.

Búðir.

Suave nevada en Búðakirkja

Suave nevada en Búðakirkja.

Tras reincorporarnos a Snæfellsnesvegur y recorrer casi 19 kilómetros hacia el oeste, llegaremos al desvío de la carretera 574. Una vez gires a la izquierda, en otros 700 metros deberás tomar un nuevo desvío, en esta ocasión para dirigirte a Búðakirkja, la célebre iglesia negra de Búðir. Nunca ha sido uno de mis lugares favoritos de Snæfellsnes, pero está tan cerca de la carretera, que puede merecer una pausa. Aunque debes tener en cuenta que te adentrarás en carreteras locales, que quizá tengan bastante nieve.

Arnarstapi.

Gatklettur

Gatklettur.

Siguiendo hacia el oeste, tu siguiente escala debería ser Arnarstapi. Una pequeña localidad, con cierta importancia histórica y una costa tan extraña como fascinante. Acantilados de columnas basálticas, arcos naturales, cuevas, simas… El lugar tiene un poco de todo, con las montañas del oeste de Snæfellsnes como impresionante telón de fondo. Ten en cuenta que la propia orografía hace que la zona tenga cierto nivel de riesgo. Sobre todo en invierno, cuando algunas grietas pueden estar ocultas bajo la nieve. No te salgas de los caminos marcados. En la entrada Arnarstapi puedes ver mi primera visita invernal.

Hellnar.

Costa de Hellnahraun

Costa de Hellnahraun.

Todavía más al oeste, encontrarás la aún más pequeña Hellnar. Hay una senda que une ambas localidades, atravesando el campo de lava de Hellnahraun, pero en invierno suele ser impracticable. También es bastante probable que la carretera de Hellnar esté cerrada. Tan solo he logrado llegar en una ocasión, que puedes ver en Un paseo invernal por Hellnar.

Malarrif.

Lóndrangar

Lóndrangar.

Malarrif es el extremo meridional de la península. Poco antes de llegar a su desvío, encontrarás un pequeño aparcamiento, con una senda que lleva hasta un mirador con unas espléndidas vistas sobre la costa y las dos extrañas agujas de roca de Lóndrangar, que en realidad son los restos erosionados de un antiguo volcán.

Malarrifsviti

Malarrifsviti.

El desvío de Malarrif te llevará al aparcamiento del centro de visitantes del parque nacional de Snæfellsjökull. Allí encontrarás un pequeño museo, que te ayudará a comprender el entrono que estás recorriendo, y el faro de Malarrifsviti. También hay una senda que lleva a los pies de Lóndrangar, aunque nunca he tenido ocasión de recorrerla.

Djúpalónssandur.

Djúpalónssandur

Djúpalónssandur.

Djúpalónssandur, tu siguiente destino, es una de las playas más fascinantes de Islandia, con sus negros guijarros rodeados por extrañas formaciones de lava. También es una de las más peligrosas, al estar orientada hacia el sur, en la parte más expuesta de la península. Ten mucho cuidado con las olas solitarias. Por último, debes tener en cuenta que la carretera de acceso no siempre estará abierta. Mi tasa de fracasos intentando llegar a Djúpalónssandur está en el 33%. En Djúpalónssandur puedes ver mi primera visita a la playa, durante un espléndido día de febrero.

Saxhóll.

Saxhóll desde la carretera 574

Saxhóll desde la carretera 574.

La carretera 574 sigue hacia el norte camino del cráter de Saxhóll, que está a escasos metros de su asfalto. Desde el aparcamiento, una escalera metálica permite acceder a la parte alta del cráter. Si el día está despejado, al propio interés del cráter se unen las vistas sobre Neshraun y el Snæfellsjökull. Puedes ver una visita invernal en El cráter de Saxhóll.

Skarðsvík.

Skarðsvík, en Snæfellsnes

Skarðsvík.

La 574 alcanza la costa septentrional de Snæfellsnes junto al cruce con la carretera 579. Esta lleva al faro de Öndverðarnes, pero jamás he logrado pasar de la playa de Skarðsvík. En invierno, incluso puede ser complicado llegar hasta Skarðsvík. El premio es una playa de arena clara, toda una rareza en Islandia, ensalzada por las oscuras rocas que la rodean. Si el día está lo suficientemente claro, al otro lado del Breiðafjörður podrás ver la no tan lejana costa meridional de los Fiordos del Oeste.

Al sur de Fróðárheiði

Al sur de Fróðárheiði.

A partir de aquí, comienza el regreso hacia el este. Básicamente tienes dos opciones. La primera, atravesar el paso de Fróðárheiði, regresando al sur de la península en las inmediaciones de Búðakirkja. El descenso hacia la costa meridional tiene su interés, aunque la carretera puede entrañar cierta complejidad.

Kirkjufell.

Kirkjufell

Kirkjufell.

La otra opción, que seguramente sea la preferida por la mayor parte de los lectores, sería seguir por la costa norte hasta Kirkjufell, el otro icono turístico de la península. El conjunto formado por la montaña y la cercana Kirkjufellsfoss tiene su interés. Pero, para mi gusto, suele haber demasiada gente. En cualquier caso, puedes ver una visita invernal en esta entrada del blog.

La luna se pone al norte de Vatnaleið

La luna se pone al norte de Vatnaleið.

Desde Kirkjufell, lo razonable es regresar al sur de la península por la carretera 56, atravesando Vatnaleið. Stykkishólmur, el principal puerto de Snæfellsnes, no justificaría un hipotético desvío, salvo que tengas intención de llegar a los Fiordos del Oeste en ferri.

Reykjanes.

Es virtualmente imposible visitar Islandia sin pasar por Reykjanes. Sobre todo, porque el aeropuerto internacional de Keflavik se encuentra cerca de su extremo noroccidental. Sin embargo, hasta hace poco, con la única excepción de la Laguna Azul, la península era ignorada por buena parte de aquellos que visitan Islandia. El reciente ciclo eruptivo en la península ha tenido un doble efecto. En su primera etapa, entre marzo de 2021 y agosto de 2023, fue un auténtico imán para el turismo. La zona que rodeaba Geldingadalir se convirtió en el destino preferente de todos aquellos que tuvimos la suerte de poder ir a Islandia por aquellas fechas.

Grindavik en febrero de 2024

Grindavik en febrero de 2024.

En cambio el siguiente ciclo, en Sundhnúkagígar, ha resultado mucho más complicado. Las erupciones son en un terreno más llano, sin lugares elevados en las inmediaciones que permitan contemplarlas con seguridad. También emiten más gases tóxicos. Por último, con el turismo de Islandia recuperando sus niveles habituales, previos a la pandemia, el gobierno de la isla está siendo mucho más cauto a la hora de permitir acercarse a la lava fundida. Temen, con razón, la publicidad negativa que podría suponer un accidente grave. A esto debemos añadir los cierres periódicos de Grindavik y los cortes esporádicos en las carreteras 43, 425 y 427, que dejan la península prácticamente partida en dos, con la carretera 41 como único vínculo entre el este y el oeste.

El suroeste de Reykjanes.

Gran ola rompiendo en Brimketill

Gran ola rompiendo en Brimketill.

La zona más interesante de Reykjanes es su esquina suroeste, donde encontrarás Reykjanestá, el extremo suroccidental de Islandia. Ten en cuenta que es un lugar muy expuesto, por lo que es relativamente sencillo que la meteorología sea bastante adversa. Muy cerca, encontrarás Gunnuhver, una de las áreas geotermales más activas de Islandia. El lugar es muy interesante, aunque la proximidad de varias plantas industriales logra privarlo de la belleza primigenia que tanto me fascina de Islandia. Un poco más al este llegarás a Brimketill. Un pequeño mirador sobre la costa. Si aciertas con un día sin oleaje, su principal atractivo es la piscina natural que hay a sus pies. Interesante, pero en absoluto excepcional. Por contra, con oleaje intenso, el lugar es espectacular. Aunque también puede ser peligroso.

Krýsuvíkurvegur.

En la orilla del lago Kleifarvatn

En la orilla del lago Kleifarvatn.

Al este de Grindavik, tienes tres lugares muy próximos entre sí, todos ellos cerca de Krýsuvíkurvegur, una de las pocas carreteras que unen el norte y el sur de la península. Antes de las erupciones en Sundhnúkagígar, Krýsuvíkurvegur solía estar cerrada en invierno. La desaparición de la carretera 43 bajo la lava ha incrementado su importancia, por lo que últimamente es habitual que sea transitable. Según llegas desde Reikiavik, la carretera 42 recorre la orilla occidental del lago Kleifarvatn, donde hay varios miradores para detenerte y contemplar el extraño paisaje. Una vez dejes atrás el lago, encontrarás a tu derecha el área geotermal de Seltún. Aunque no hay ninguna entrada en el blog dedicada exclusivamente a mis visitas invernales, puedes ver dos sobre visitas en primavera y otoño: El área geotermal de Seltún y Seltún, un área geotermal en Krýsuvík. Por último, si no hay demasiada nieve en el campo, justo antes de incorporarte a la 427 encontrarás a mano izquierda un desvío (sin señalizar) que lleva a Eldborg við Geitahlíð.

La Ring Road.

La carretera nacional 1 (Þjóðvegur 1 en islandés), que da la vuelta a buena parte de Islandia, es un imán para muchos de los que viajan a la isla. En mi opinión, esto es un grave error, sobre todo en invierno. Es cierto que recorrer la Ring Road puede darte la (falsa) sensación de que estás conociendo toda Islandia. Pero, sobre todo si es tu primer viaje invernal a la isla, el exceso de ambición puede ser contraproducente. A no ser que tengas al menos dos semanas disponibles, intentar hacer el anillo completo te obligará a pasar demasiadas horas conduciendo y muy pocas disfrutando de los paisajes y lugares que recorres. Por no hablar de la complejidad añadida de atravesar algunas zonas con muy mal clima y virtualmente despobladas, donde los cortes de carretera son relativamente frecuentes.

Hacia el este por la Ring Road

Hacia el este por la Ring Road.

En cualquier caso, describiré a continuación un recorrido completo de la Ring Road, en sentido contrario a las agujas del reloj. Algo igual de válido que realizarlo en sentido dextrógiro. En cualquier caso, mi recomendación es que, si dispones de menos de catorce días, limites tu recorrido a la costa sur, complementándolo con el Círculo Dorado, Reykjanes y Snæfellsnes, en función del clima y del tiempo disponible. Tendrás lugares de sobra para un viaje inolvidable.

La costa sur.

Los 407 kilómetros de la Ring Road que recorren la costa meridional de Islandia, entre Hveragerði y Höfn, son simplemente espectaculares. Desde la misma carretera verás cascadas, volcanes, acantilados, glaciares, campos de lava o lagunas llenas de icebergs. La distancia podría hacerte pensar que en un par de días, uno hacia el este y otro de vuelta hacia el oeste, podrás conocer la zona. Falso. Más allá de que en Islandia las carreteras cunden muy poco, sería posible pasar diez días recorriendo este tramo de la Ring Road y aún te faltaría tiempo para realizar todas las visitas.

La Ring Road al sur de Skaftafell

La Ring Road al sur de Skaftafell.

Tal como he indicado anteriormente, comenzaré la ruta de oeste a este, describiendo brevemente los principales lugares que te irás encontrando y que, generalmente, serán accesibles en invierno. Lo cual no quiere decir que debas visitarlos todos, ni que este sea el orden correcto. Mi recomendación es que emplees un mínimo de cuatro jornadas en la zona. Dos hacia el este y otras dos hacia el oeste. Si dispones de más días, utiliza dos en ir hacia el este y regresa con más calma hacia el oeste. La idea es siempre la misma: no estar en el otro extremo de Islandia el día antes de tener que subir a un avión en Keflavik.

Hveragerði.

El puente sobre el Varmá

El puente sobre el Varmá.

Más allá de ser un buen sitio para dormir, Hveragerði es otro de los lugares de Islandia que solemos ignorar casi todos los que visitamos la Tierra de Hielo. Sin embargo, la pequeña ciudad tiene un área hidrotermal extraordinariamente activa, que puede merecer una pausa. En la entrada Invierno en Hveragerði encontrarás una visita invernal.

Caballos en Rangárþing eystra

Caballos en Rangárþing eystra.

Al este de Hveragerði se extiende el tramo menos atractivo del sur de la Ring Road. Su mayor interés pueden ser las granjas de caballos y los ríos que vas atravesando, como el caudaloso Ölfusá, en Selfoss, o el Þjórsá. Poco después de superar Hella, comienza a adivinarse el final de la llanura del suroeste de Islandia y el paisaje empieza a cambiar. Sabiendo mirar, hacia tu izquierda podrás ver la mole del Hekla, uno de los volcanes más activos y temidos de Islandia. Si el día está claro, al frente tendrás la cima cubierta de hielo del Eyjafjallajökull, el volcán que en 2010 colapsó el tráfico aéreo de media Europa.

Seljalandsfoss.

Poco después de superar el puente sobre el Þverá, la carretera enfila hacia una cascada, que en ocasiones parece estar perfectamente alineada con el eje de esta. Se trata de Seljalandsfoss, quizá la cascada más masificada de Islandia. Habrás visto cientos de fotos de Seljalandsfoss, cuya principal característica es la posibilidad de entrar a la gran oquedad que hay detrás de la cascada. Sin duda interesante, aunque puede que tengas que hacer una larga fila para lograrlo. Un breve paseo te llevará hasta la cercana Gljúfrabúi, «escondida» en una pequeña garganta, que se puede recorrer. Siempre que lleves calzado adecuado y el arroyo no venga crecido.

Seljalandsfoss en invierno

Seljalandsfoss en invierno.

Retomando la ruta hacia el este, comenzarás a avanzar en paralelo a los acantilados meridionales del Eyjafjallajökull. Desde los que se descuelga la sutil Drifandi. Si el día está claro, a tu derecha, más allá de la llanura costera, podrás ver lo que puedes tomar por un grupo de pequeñas montañas. En realidad se trata del archipiélago de las Vestman, de las cuales tan solo está habitada Heimaey. Ir en invierno puede ser un tanto complicado, pues estarás a merced de los caprichos del mar. En cualquier caso, puedes ver una excursión veraniega en esta entrada del blog.

Skógafoss.

Skógafoss en invierno

Skógafoss en invierno.

Tras avanzar unos 25 kilómetros al este de Drifandi, siempre con los impresionantes riscos a tu izquierda, según cruzas el pequeño puente sobre el Skógá aparecerá a tu izquierda una de las cascadas más espectaculares de Islandia: la hermosa Skógafoss. Aunque nunca he dedicado una entrada a mis visitas invernales a la cascada, puedes ver mi primera visita, en verano, en Skógafoss.

Casas con techo de césped

Casas con techo de césped.

Sin regresar a la Ring Road, apenas 1.700 metros al este encontrarás Skógasafn. Un hermoso museo etnográfico, que puede ser una magnífica opción durante un día de mal tiempo, o una forma perfecta de conocer la historia y cultura de Islandia. Desde el mismo aparcamiento de Skógasafn, un breve paseo te llevará a Kvernufoss. Otra cascada en la que es posible visitar la cavidad posterior y que, al menos de momento, suele ser relativamente tranquila.

Sólheimajökull.

En el Sólheimajökull

Frente al Sólheimajökull.

Una vez vuelvas a la Ring Road, otro breve trayecto de apenas 6.100 metros te llevará al desvío hacia la carretera 221. Sus poco más de 4 kilómetros de asfalto conducen a las inmediaciones del Sólheimajökull, la lengua más meridional del Mýrdalsjökull y uno de los glaciares más accesibles de Islandia. Tan solo lo he visitado en primavera. Puedes verlo en esta entrada: En el Sólheimajökull.

Dyrhólaey.

La luna sobre Arnardrangur

La luna sobre Arnardrangur.

El siguiente desvío está 13,7 kilómetros más al este, en este caso para tomar la 218 rumbo a Dyrhólaey. Tras avanzar otros 4.900 metros, la carretera se divide en dos. El desvío de la derecha lleva al faro y los acantilados de Háey, la parte alta del promontorio. Si sigues recto acabarás en Lágey, la parte baja. Ambas son interesantes. Puedes ver ambos lugares en dos hermosos días consecutivos, en las entradas Atardecer en Háey y Amanecer en Lágey. Por contra, si lo que te interesa es ver las condiciones tan variables que puedes llegar a encontrarte, te recomiendo una entrada sobre un apacible atardecer invernal y otra sobre una jornada bastante más complicada.

Reynisfjara.

Dyrhólaey desde el este de Reynisfjara

Dyrhólaey desde el este de Reynisfjara.

La playa más famosa de Islandia está apenas unos metros al este de Lágey, aunque para llegar tendrás que dar un rodeo de 19 kilómetros. Reynisfjara es sin duda hermosa, aunque para mi gusto suele tener demasiados visitantes. Además, debes tener en cuenta que es un lugar bastante peligroso, en el que casi todos los años hay algún accidente mortal. Nunca te acerques a la orilla y procura no dar la espalda al mar. Sus olas solitarias tienen fama de ser las más traicioneras de la isla. Puedes ver una visita invernal en esta entrada.

Eldhraun.

Tras reincorporarte a la Ring Road, no tardarás en llegar a Vík í Mýrdal, la localidad más meridional de Islandia. Un tramo bordeando los contrafuertes meridionales del Katla y otro atravesando la llanura aluvial de Mýrdalssandur te llevarán al puente sobre el Kúðafljót. El río formado por la confluencia de los ríos Hólmsá, Tungufljót y Eldvatn, a los que debemos añadir uno de los brazos del caótico Skaftá.

Musgo y nieve en Eldhraun

Musgo y nieve en Eldhraun.

Más allá del puente, se extiende uno de los paisajes más extraños de Islandia: la gran llanura de Eldhraun. Con una superficie de 565 km², es el mayor campo de lava de Islandia y uno de los más extensos del mundo. Con el aliciente de estar cubierto por una capa de musgo asombrosamente esponjoso, que da al lugar un aspecto irreal. Lo malo de recorrerlo en invierno es que entra dentro de lo posible encontrarlo convertido en una monótona llanura blanca. Puedes ver un recorrido durante el verano en Los campos de musgo de Eldhraun.

Fjaðrárgljúfur.

Fjaðrárgljúfur en invierno

Fjaðrárgljúfur en invierno.

Cerca del extremo septentrional de Eldhraun, un desvío a la izquierda nos llevará a la carretera 208 y a otro de los lugares más extraños de Islandia: el cañón de Fjaðrárgljúfur. Ten en cuenta que la carretera puede estar en malas condiciones y la senda que recorre el lado oriental del cañón cubierta de nieve. Además, quizá esté cerrado alguno de los miradores más expuestos, en el borde del cañón. En cualquier caso, aunque sea otro lugar que resulta más atractivo en verano, merece la pena intentarlo. En Fjaðrárgljúfur en invierno encontrarás una visita realizada en febrero.

Al este de Kirkjubæjarklaustur.

Foss á Síðu

Foss á Síðu.

Tras dejar atrás Kirkjubæjarklaustur, seguirás avanzando hacia el este, con contrafuertes montañosos a tu izquierda y una gran llanura costera a la derecha. Dependiendo del frío que haga, verás varias cascadas descolgándose desde las alturas, a un paso de la Ring Road. La más famosa y escénica es Foss á Síðu, junto a la granja homónima.

Una pausa junto al Lomagnupur

Una pausa junto al Lomagnupur.

Después vienen más llanuras y más contrafuertes, aunque poco a poco un gran mojón de roca va adueñándose del paisaje. Se trata de Lómagnúpur, una de las montañas emblemáticas de Islandia, cuya silueta se puede reconocer desde muchos kilómetros a la redonda. Aunque su vista más famosa es llegando desde el este, cuando durante varios kilómetros está perfectamente alineado con la Ring Road. En cualquier caso, Lómagnúpur significa que estás llegado a Skeiðarársandur. Si pensabas que lo que llevabas visto de Islandia era difícilmente superable, prepárate para cambiar de opinión.

Hielo en Skeiðarársandur

Hielo en Skeiðarársandur.

Skeiðarársandur es una gran llanura aluvial, formada a base de los jökulhlaup que periódicamente asolan la zona. Su extraña belleza es difícil de apreciar, sobre todo si es tu primer viaje a Islandia y sus negras arenas están cubiertas de nieve. En cualquier caso, lo que hace que el lugar sea deslumbrante es el paisaje que tienes a tu izquierda y al frente, formado por una gran sucesión de lenguas glaciares, descolgándose desde el gran Vatnajökull. Por volumen, la mayor masa de hielo de Europa. La primera que encontraremos a la izquierda es Skeiðarárjökull, desparramándose por un frente de 15 kilómetros.

El Öræfajökull desde Háalda

El Öræfajökull desde Háalda.

Mientras tanto hacia el este, si el día está despejado, cada vez será más evidente la presencia de una acumulación de cimas blancas. Se trata del Öræfajökull, que es a la vez el mayor volcán de Islandia y el punto más alto de la isla. Un lugar fascinante, cuyos hielos se entremezclan con los del Vatnajökull y del que se descuelgan numerosas lenguas. La llanura está salpicada por restos de infraestructuras, destrozadas en sucesivas riadas. Destacan los hierros retorcidos que hay entre la amplia curva hacia la izquierda de la Ring Road y el desvío de Skaftafell. Es todo lo que queda del antiguo puente sobre el Skeiðará. Merece la pena hacer una breve pausa y leer los paneles informativos. Te ayudarán a comprender el extraño lugar que recorres.

Skaftafell.

Apenas 2.600 metros más allá de los restos del puente, encontrarás a mano izquierda el desvío de la carretera 998, que lleva al aparcamiento de Skaftafellsstofa. Una de las paradas imprescindibles de cualquier viaje por el sur de Islandia. El centro de visitantes es el punto de partida para numerosas excursiones. Aunque no todas serán practicables en invierno, prepárate para pasar unas cuantas horas en el lugar.

Lengua glaciar del Skaftafellsjökull

Lengua glaciar del Skaftafellsjökull.

Desde Skaftafellsstofa, una amplia y cómoda senda conduce al frente glaciar del Skaftafell. La misma senda es utilizada por las excursiones que recorren la superficie del glaciar. Por tentador que pueda parecerte, ni se te ocurra intentar adentrarte en el glaciar por libre. Si tu afán explorador aún no está saciado, siempre podrás apuntarte a una excursión organizada, o recorrer por libre la senda que bordea la laguna glaciar, por encima de una antigua morrena. Suele ser bastante tranquila y ofrece una buena perspectiva sobre el Skaftafellsjökull. Puedes ver esta zona en Un paseo hasta el Skaftafellsjökull.

Svartifoss en invierno

Svartifoss en invierno.

La otra excursión clásica en la zona es hasta Svartifoss. La «Cascada Negra», rodeada de extrañas formaciones basálticas y, en invierno, quizá también de espectaculares carámbanos. El lugar es sin duda interesante y la ruta de acceso pasa junto a otra cascada, pero siempre me ha parecido que Svartifoss tiene más fama de la que merece. En cualquier caso, si andas sobrado de tiempo puede ser un destino interesante. En esta entrada del blog verás una excursión invernal hasta la cascada.

El Skaftafellsjökull desde Sjónarnípa

El Skaftafellsjökull desde Sjónarnípa.

Si hace buen día, una magnífica opción es combinar la excursión a Svartifoss con otra más larga, hasta Sjónarnípa. En una jornada despejada las vistas desde el mirador son espectaculares, permitiéndote apreciar el Skaftafellsjökull en toda su extensión, con Hvannadalshnjúkur, el techo de Islandia, como telón de fondo. Incluido el desvío a la cascada, son 7.200 metros de caminata. Puedes ver una descripción más detallada en El mirador de Sjónarnípa.

Svínafellsjökull.

De vuelta a la Ring Road, otro breve trayecto, de apenas 2.500 metros, te llevará al desvío que conduce al Svínafellsjökull. La pista está sin asfaltar, al menos según escribo esta entrada. Pero apenas son 750 metros que, seguidos de un breve paseo de otros 750 metros, te permitirán contemplar el que, en mi opinión, es el glaciar más hermoso de Islandia. Ten en cuenta que en invierno la senda de acceso puede convertirse en una plancha de hielo. No olvides los crampones. Puedes ver un paseo invernal por esta ruta en Fotografiando el Svínafellsjökull. Hay otro acceso al glaciar, algo más al sureste, que puedes ver en El Svínafellsjökull en invierno.

Fotografiando el Svínafellsjökull

Fotografiando el Svínafellsjökull.

A partir del Svínafellsjökull, la Ring Road describe un amplio arco, mientras va bordeando los contrafuertes meridionales del Öræfajökull. A tu izquierda, irás dejando una tras otra las diversas lenguas que se descuelgan desde el glaciar principal, aunque en invierno pueden ser difíciles de distinguir del paisaje blanco circundante. En el lado positivo, suele ser más sencillo encontrar cielos despejados, que permiten contemplar la impresionante grandeza del paisaje que vas recorriendo. Puedes ver un recorrido invernal de este tramo concreto de la carretera en Al sur del Öræfajökull.

Kvíárjökull.

Atardecer frente al Kvíárjökull

Atardecer frente al Kvíárjökull.

De las lenguas glaciares que vas dejando de lado, una de las más interesantes es el Kvíárjökull. Sus antiguas morrenas destacan sobre la llanura costera, obligando a la Ring Road a dar un pequeño rodeo hacia el este. La pista de acceso apenas mide 350 metros, aunque entra dentro de lo posible que en invierno sea intransitable. Si logras llegar al aparcamiento, un paseo de apenas 50 metros te llevará hasta el primer punto panorámico sobre el glaciar. Otros 300 metros y estarás junto al borde de su laguna. En invierno, puede ser complicado acercarse más. Aunque la foto superior es de una visita en febrero, en el blog encontrarás una entrada sobre un paseo realizado en septiembre: Frente al Kvíárjökull.

Fjallsárlón.

Fjallsárlón y el Fjallsjökull

Fjallsárlón y el Fjallsjökull.

Retomando la ruta hacia el este, la siguiente posibilidad es visitar Fjallsárlón. Una laguna glaciar que, sin ser tan espectacular como la cercana Jökulsárlón, no deja de tener su interés. Con la ventaja añadida de que, al ser bastante más pequeña, resulta más sencillo apreciar la lengua glaciar a la que debe su origen. Si aciertas con un día claro, la vista, con el Öræfajökull como telón de fondo, es impresionante. También suele ser un lugar más tranquilo que Jökulsárlón, aunque no esperes disfrutar de la espléndida soledad en la que, probablemente, hayas podido visitar Kvíárjökull. Por último, ten en cuenta que la carretera de acceso, o incluso el aparcamiento, pueden tener su dificultad. He visto más de un coche atascado intentando llegar a Fjallsárlón. Una vez más, la entrada en el blog es de una excursión en agosto, aunque la foto superior corresponde a una visita en febrero de 2022.

Jökulsárlón y Breiðamerkursandur.

Paseando junto a Jökulsárlón

Paseando junto a Jökulsárlón.

De vuelta a la Ring Road, un trayecto de 5 kilómetros te llevará a otro de los lugares más deslumbrantes de Islandia: Jökulsárlón, conocida entre los turistas como «Glacier Lagoon». El aparcamiento principal esta a la izquierda de la carretera, nada más salir del puente de un solo carril que salta sobre el Jökulsá á Breiðamerkursandi, el corto río que sirve de desagüe a la laguna. Esta es impresionante, sobre todo si jamás has podido contemplar icebergs en primera persona. En el lado negativo, es un lugar bastante concurrido, aunque siempre es posible caminar por su borde oriental, hasta quedarte completamente solo. En invierno, Jökulsárlón es un lugar errático, pues quizá esté completamente congelada y el frío dificulta la formación de icebergs, que además pueden quedar bloqueados hacia el norte, junto a la lejana lengua glaciar del Breiðamerkurjökull. Puedes ver mi primera visita invernal a la laguna en esta entrada del blog.

Día de invierno en Breiðamerkursandur

Día de invierno en Breiðamerkursandur.

Justo al sur de la laguna está Breiðamerkursandur, popularmente conocida como «Diamond Beach», la playa de los diamantes. Debe su nombre a los bloques de hielo que, tras salir a mar abierto por el Jökulsá á Breiðamerkursandi, quedan varados en sus negras arenas, creando uno de los espectáculos más extraños de Islandia. Y también de los más esquivos, pues nadie puede garantizarte cuánto hielo saldrá al mar o si las corrientes y el oleaje lo devolverán a la playa. En cualquier caso, un breve paseo desde el aparcamiento de Jökulsárlón, pasando bajo el puente de la Ring Road, te llevará al lado oriental de la playa. Puedes ver un largo recorrido invernal por la playa en Intentando fotografiar Breiðamerkursandur. Si quieres ver su lado occidental, en una jornada bien distinta, puedes visitar Jökulsárlón y Breiðamerkursandur en invierno.

Dentro del laberinto

Dentro de la cueva de hielo.

Por último, el aparcamiento de Jökulsárlón es el punto de salida de numerosas excursiones por la zona. Quizá las más populares sean aquellas que visitan las cuevas de hielo del Breiðamerkurjökull. Una actividad que generalmente solo se puede realizar en invierno, cuando se considera que las cuevas son lo suficientemente estables. Aunque no soy muy amigo de las actividades «enlatadas», puedes ver una visita a una cueva de hielo en esta entrada del blog.

Entre Jökulsárlón y Höfn.

Jökulsárlón puede ser un buen punto final para tu viaje por el sur de Islandia. El paisaje que hay más allá sigue siendo fascinante, pero no más que aquel que acabas de recorrer. Además, los glaciares van quedando cada vez más lejos de la carretera, con un acceso complicado. Algún mirador, como la pequeña colina de Eskey, ofrece una hermosa vista sobre la llanura de Heinabergssandur, con un impresionante fondo de lenguas glaciares. Pero incluso los escasos 30 metros de altura de la colina pueden ser suficientes para que, en invierno, sea inaccesible.

Ocaso en el puerto de Höfn

Ocaso en el puerto de Höfn.

Höfn, la capital del municipio de Hornafjörður y su único núcleo urbano digno de tal nombre, apenas supera los 2.000 habitantes. Un pequeño puerto pesquero, con un bonito emplazamiento y varios hoteles y restaurantes. Pero que, por sí mismo, quizá no justifique recorrer los 80 kilómetros que lo separan del aparcamiento de Jökulsárlón.

Vestrahorn y Stokksnes.

El único motivo por el que, si vas a limitar tu itinerario a la costa meridional de Islandia, prolongaría mi viaje al este de Jökulsárlón, sería visitar el impresionante entorno de Vestrahorn, el Cuerno del Oeste. Uno de los lugares favoritos de todo fotógrafo de paisaje que recorre la Tierra de Hielo y un auténtico festival para los sentidos. La playa negra de Stokksnes, la laguna costera y las dunas cubiertas de hierba reseca, todo ello con Klifatindur formando un imponente telón de fondo, forman un escenario lleno de posibilidades, en el que fácilmente podrías pasar todo un día. Encontrarás la entrada sobre mi primera visita invernal en Stokksnes y la última, más centrada en la fotografía, en Amanecer invernal en Vestrahorn.

Amanecer invernal en Vestrahorn

Amanecer invernal en Vestrahorn.

En Stokksnes, estarás a 509 kilómetros del aeropuerto de Keflavik. Una distancia que, según Google, deberías recorrer en seis horas y media. En invierno, fácilmente puedes tardar el doble. O directamente acabar quedándote bloqueado por el camino. Nunca te confíes y cuenta con un mínimo de dos o tres días para regresar al aeropuerto. Aún así, quizá acabes yendo demasiado justo, o incluso perdiendo el vuelo. Ten siempre en cuenta que el clima en Islandia es tremendamente inestable. Puedes tener un día espléndido en Jökulsárlón y un infierno en Vík í Mýrdal. O al revés. La mejor forma de evitar accidentes es contar con margen para poder ir despacio o incluso detenerte a pasar la noche y esperar una mejoría del tiempo. Islandia, prisas e invierno son una combinación nefasta.

Los Fiordos del Este.

Sí, en vez de regresar hacia el oeste, decides seguir adelante, apenas unos metros más allá del desvío de Stokksnes el túnel de Almannaskarðsgöng es la puerta a un mundo aún más remoto, agreste y solitario que aquel que llevas varios días recorriendo. Habrás entrado en los mágicos Fiordos del Este. Una de las regiones más hermosas de Islandia. Una belleza quizá más convencional, sin enormes glaciares o extraños fenómenos geológicos, pero no por ello menos interesante.

Eystrahorn.

Reflejos en Eystrahorn

Reflejos en Eystrahorn.

Tu primera parada debería ser Eystrahorn, el Cuerno del Este. Un lugar bastante menos conocido que su hermano del oeste pero que, en mi modesta opinión, no tiene nada que envidiar a aquel. Es más, si tienes que elegir entre visitar uno de los dos, quédate con el del este. Está más a mano, hay menos gente, es más abarcable y no tendrás que pagar para acceder. Además, el conjunto formado por Hvalnesfjall, la playa de Fjörur y la laguna de Lón se complementa con la amplia bahía de Lónsvik y el imponente fondo de montañas para, en invierno, formar uno de los paisajes más deslumbrantes de Islandia. En Eystrahorn, el Cuerno del Este, puedes ver mi segunda visita invernal al lugar. En Fotografiando Eystrahorn encontrarás una entrada más centrada en la fotografía.

Þvottárskriður desde el sur

Þvottárskriður desde el sur.

Los siguientes diez kilómetros de carretera, recorriendo los enormes canchales de la costa de Þvottárskriður, quizá sean los más espectaculares de toda la Ring Road. La carretera recorre una costa agreste y desolada, ofreciendo la posibilidad de detenerte en varios miradores. Si aciertas con un día claro, prepárate para emplear un mínimo de treinta minutos en recorrerla.

Lækjavik.

Playa de Lækjavik

Playa de Lækjavik.

Justo al final de los canchales, un desvío a la derecha conduce a la playa de Lækjavik. Una pequeña joya, no demasiado conocida, desde la que hay una hermosa vista de la costa que acabas de atravesar. Ten en cuenta que la carretera de acceso puede ser complicada. En mi primera visita, que puedes ver en esta entrada del blog, no me atreví a bajar con el coche.

Berufjörður.

Llueve en Langabúð

Llueve en Langabúð.

Siguiendo hacia el norte, un trayecto de 45 kilómetros te llevará a Djúpivogur, el núcleo urbano más meridional de los Fiordos del Este. Apenas cuenta con 500 habitantes, pero tiene un hotel, algún restaurante y uno de los edificios más antiguos de Islandia. Puede ser un buen lugar para hacer noche. Aunque trata de una escala de crucero, en pleno verano, encontrarás información sobre el lugar en la entrada Escala en Djúpivogur.

Sveinstekksfoss en invierno

Sveinstekksfoss en invierno.

En realidad Djúpivogur está en la esquina sureste del Berufjörður. El más hermoso de los fiordos que vas a poder visitar durante el invierno, con el añadido de que apenas tendrás que desviarte de la Ring Road. La única excepción será para visitar Sveinsstekksfoss. Una cascada pequeña, pero que suele tener un interesante equilibrio entre el agua y el hielo, creando extrañas figuras.

El sol ilumina la cima del Goðaborg

El sol ilumina la cima del Goðaborg.

De regreso a la Ring Road, poco después de dejar a tu izquierda la granja de Lindarbrekka, encontrarás a mano derecha un aparcamiento con una zona de picnic. Las vistas sobre las montañas de la zona final del fiordo son impresionantes. Tanto el monte Dys, a cuyos pies acabas de pasar, como Smátindur, en la orilla opuesta del fiordo. Aunque tienen un serio rival en las que disfrutarás desde Blábjörg, mientras avanzas hacia el sureste por la otra orilla del fiordo. A la espléndida silueta piramidal de Goðaborg se une el interés de sus extraños acantilados de toba volcánica.

Rumbo a Egilsstaðir.

A partir de aquí, la carretera sigue zigzagueando por la costa, saltando de fiordo en fiordo. Pequeños faros, diminutas poblaciones, agrestes montañas y valles que desaparecen entre cumbres nevadas van formando hermosas escenas, que podrás contemplar, o no, en función de la caprichosa meteorología de la zona. Un fiordo puede estar completamente blanco y el siguiente con la nieve replegada a las alturas. En uno estar granizando y en otro hacer un sol espléndido. Recorrer este tramo de la Ring Road es toda una experiencia, que te recomiendo saborear con calma.

Fáskrúðsfjörður

Fáskrúðsfjörður.

Poco antes de llegar a Fáskrúðsfjörður, la Ring Road enfila hacia el interior, rumbo al túnel de Fáskrúðsfjarðargöng. Tras recorrer fugazmente un pequeño tramo del Reyðarfjörður, la carretera vuelve a separarse de la costa, esta vez definitivamente, camino de Egilsstaðir. Puedes ver un recorrido invernal de la Ring Road al norte de Djúpivogur, incluido un desvío por Norðfjarðarvegur, en De Djúpivogur a Egilsstaðir. O un recorrido en sentido contrario, en unas condiciones bastante más complicadas, en De Egilsstaðir a Höfn.

Excursiones desde Egilsstaðir.

Egilsstaðir es la capital del este de Islandia. Una ciudad moderna, incluso para el estándar islandés, pero también la base perfecta para explorar la parte septentrional de los Fiordos del Este, pues todas las carreteras de la zona convergen en sus calles. Además, cuenta con varios hoteles, restaurantes y comercios. Incluso tiene un aeropuerto regional.

Una breve excursión a Seyðisfjörður

Seyðisfjörður.

El fiordo más cercano a Egilsstaðir es el Seyðisfjörður. La carretera 93 tiene un trazado y un firme razonables y suele estar abierta en invierno, aunque nunca debes confiarte. Ten en cuenta que Seyðisfjarðarvegur es un callejón sin salida y corres el riesgo de tener que pasar varios días esperando a que vuelvan a abrir la carretera. Hay un proyecto para construir un túnel bajo Fjarðarheiði, que está previsto inaugurar en 2032. La ruta ganará en seguridad, pero en invierno seguramente deje de ser posible realizar el espectacular descenso hacia el fiordo. Una vez en Seyðisfjörður, puedes dar un paseo por su reducida trama urbana, en la que destaca la clásica vista de Seyðisfjarðarkirkja, aunque quizá el arco iris esté oculto bajo la nieve. Otra opción es recorrer la orilla septentrional del fiordo hasta Vestdalsfossar. Puedes ver mi primera visita invernal, llegando en barco, en Día de invierno en Seyðisfjörður. La última, yendo en coche desde Egilsstaðir, en Una breve excursión a Seyðisfjörður.

Regresando a Vatnsskarð

Regresando a Vatnsskarð.

El más septentrional de los Fiordos del Este es Borgarfjörður eystri. La ruta, desde el centro de Egilsstaðir hasta el puerto de Bakkagerði, es de 76 kilómetros. De camino, tendrás que atravesar Vatnsskarð, uno de los pasos de montaña más hermosos de Islandia. Aunque también puede ser una trampa, al tener que regresar atravesando el mismo puerto. Con el añadido de que la carretera 94 no tiene servicio invernal todos los días. Por lo demás, Bakkagerði es uno de los lugares más remotos de Islandia a los que suele ser posible llegar en pleno invierno. Puedes ver un breve recorrido por la zona en Una excursión invernal a Borgarfjörður eystri.

Hengifoss en invierno

Hengifoss en invierno.

Aunque sea tierra adentro, una última opción estando en Egilsstaðir es intentar visitar Hengifoss. Una de las cascadas más espectaculares de la isla. Ten en cuenta que la senda de acceso puede ser impracticable y que, incluso en el mejor de los casos, en invierno quizá no logres acercarte demasiado a la cascada. Pero la excursión merece la pena, con el añadido de pasar junto a Litlanesfoss. Otro precioso salto de agua, enmarcado por columnas de basalto. Aunque fracasé en mi primer intento invernal de llegar a Hengifoss, lo logré en el segundo. Puedes verlo en Hengifoss en invierno.

El norte.

Atravesando Möðrudalsöræfum

Atravesando Möðrudalsöræfum.

Has terminado tus excursiones desde Egilsstaðir y llega la hora de comenzar el regreso a Keflavik. Si consultas el mapa de Google, quizá veas que te recomienda dos rutas: 677 kilómetros por el norte y 677 kilómetros por el sur. ¿Cuál es la más conveniente? Para empezar, la ruta real por el sur es de 744 kilómetros. El «atajo» por el paso de Öxi probablemente esté cerrado en invierno. O, si se da la extraña circunstancia de que esté abierto, las condiciones de la carretera serán nefastas. Más aún en sentido descendente. Si has recorrido la costa meridional con la calma que merece, lo más razonable puede ser regresar por el norte. Aunque también debes tener en cuenta que esta opción te obligará a recorrer Möðrudalsöræfum. El tramo a mayor altitud de la Ring Road, que en realidad atraviesa el extremo nororiental de las Tierras Altas. Al final, puede que sean el clima y el estado de las carreteras los factores que decidan tu ruta de regreso a la Islandia más civilizada.

Más allá de Egilsstaðir.

Stuðlagil en invierno

Stuðlagil en invierno.

Si finalmente regresas por el norte y hay poca nieve, quizá puedas llegar hasta el mirador occidental de Stuðlagil. No es tan espectacular como el lado este del cañón, pero es más accesible. Aún así, ten en cuenta que el último tramo de carretera apenas tiene mantenimiento invernal y es una prolongada rampa descendente. Entra dentro de lo posible que puedas bajar, pero seas incapaz de volver a subir. En Stuðlagil en invierno puedes ver una visita realizada en febrero.

Al este de Vegaskarð

Amanece al este de Vegaskarð.

Tras reincorporarte a la Ring Road y atravesar Möðrudalsöræfum, la ruta comienza a descender camino de Útland. En las inmediaciones de Jökulkinn hay un pequeño aparcamiento, a la derecha de la carretera, con unas vistas espléndidas sobre la llanura, Vegaskarð y, si el día está despejado, Herðubreið. La hermosa montaña cuya silueta domina los desolados paisajes de las Tierras Altas nororientales.

Dettifoss en otoño

Dettifoss en otoño.

Una vez finalizado el descenso, la Ring Road pasa entre Vegahnjúkur y Sauðahnjúkur, adentrándose en un pequeño valle que te llevará hasta el puente sobre el Jökulsá á Fjöllum, uno de los principales ríos del norte de la isla. 9.700 metros al oeste del puente está el desvío de la 862. La ruta «civilizada» para llegar a la espectacular Dettifoss. En invierno, es probable que la carretera esté cerrada. Pero si tienes la suerte de que sea posible llegar al aparcamiento occidental de Dettifoss, el desvío de 48 kilómetros, entre ida y vuelta, puede merecer la pena. Aunque también deberás tener en cuenta que los 900 metros de la senda entre el aparcamiento y el mirador pueden ser un pequeño infierno. Y que la vista desde el oeste tine dos problemas. El primero, que el mirador principal puede estar envuelto entre el agua que pulveriza la cascada, haciendo que esta sea completamente invisible. Además, algunos senderos y miradores estarán cerrados. Quizá debas conformarte con la vista que tienes sobre estas líneas, mucho menos espectacular que la que pude disfrutar durante mi visita en verano, por el lado «salvaje» de Dettifoss, que puedes ver en la primera parte de la entrada En el cañón de Jökulsárgljúfur.

Hverir en invierno

Hverir en invierno.

Otro salto, en esta ocasión de 20 kilómetros, nos llevará a uno de los lugares más extraños de la isla: Hverir. La zona geotermal es un auténtico festival para los sentidos, sobre todo el olfato. En invierno, puede que parte de su extraña paleta de colores esté oculta bajo la nieve. Pero siempre permanecerán los sonidos de los gases escapando a la atmósfera, los penachos de vapor levantándose espectralmente hacia el cielo y, sobre todo, el intenso olor a azufre. Si, en condiciones normales, Hverir es un lugar que parece sacado de otro planeta, el invierno logra hacerlo aún más irreal, como puedes ver en esta entrada del blog.

El lago Mývatn.

Justo al oeste de Hverir, el paso de Námaskarð es la puerta de entrada a una de las zonas más fascinantes de Islandia: el lago Mývatn. Tras superar el paso, encontrarás a mano izquierda un pequeño mirador, desde el que podrás comenzar a familiarizarte con el entorno que vas a recorrer. Mi recomendación es que, poco después de descender a la llanura, abandones brevemente la Ring Road, para rodear el lago por el sur.

El Mývatn, además de un lugar fascinante, es un pequeño oasis de civilización en el interior de Islandia, relativamente alejado del mar y su efecto benigno, que atempera los inviernos islandeses. Es el lugar de Islandia donde he sentido la temperatura más baja: -22ºC. También es la zona más turística del norte de Islandia, por lo que encontrarás hoteles, restaurantes y todo tipo de infraestructuras. En resumen, un buen lugar en el que pasar al menos una noche, aprovechando para disfrutar con calma de sus numerosas maravillas.

Grjótagjá

Grjótagjá.

Quizá la menos deslumbrante de todas sea Grjótagjá, la primera que te encontrarás según llegas desde el este. En cualquier caso Grjótagjá tiene cierto interés que, para los seguidores de cierta serie de ficción, se ve incrementado por su aparición en la misma. Ten en cuenta que el entorno, lleno de fisuras que pueden estar ocultas por la nieve, tendrá cierto nivel de riesgo. Y que la carretera 860, que pasa junto a su aparcamiento, también puede tener cierta dificultad. La única vez que intenté llegar al lugar en invierno, fracasé tanto desde el extremo norte como desde el oeste de la carretera. De todos modos, no creo que el interior de la cueva sea muy distinto al que pude contemplar durante mi visita en verano.

Cráter de Hverfjall

Cráter de Hverfjall.

Otro lugar que nunca he visitado en invierno es el cráter de Hverfjall. Remontar sus 160 metros de altura y recorrer los más de 3 kilómetros de su perímetro puede ser duro, sobre todo con viento o si hay mucha nieve, pero sé que, al menos de vez en cuando, es posible. En cualquier caso, puedes ver una visita en verano en El cráter de Hverfjall.

Llegando a Gatklettur

Llegando a Gatklettur.

En cambio, sí he logrado realizar un largo recorrido por Dimmuborgir, más allá de la zona más transitada. Dimmuborgir es un pequeño laberinto, en el que puede resultar sencillo perderse. Nunca salgas de las rutas marcadas. Por contra, su propia orografía ofrece cierta protección frente al demencial viento islandés, por lo que puede ser una buena alternativa en un día desapacible. En Dimmuborgir en invierno puedes ver una visita realizada en febrero.

Al sur de Hofði

Al sur de Hofði.

Hofði es uno de los lugares de Islandia que más gana con el invierno. El pequeño bosque se convierte en un espacio aún más mágico, ensalzado por su irreal entorno. Desde las extrañas formaciones de Klasar, hasta la enorme silueta del Hverfjall, pasando por un lago Mývatn que quizá esté congelado, al menos parcialmente. Encontrarás un paseo invernal por la península visitando esta entrada del blog.

Caminando sobre un pseudocráter

Caminando sobre un pseudocráter.

Al oeste de Hofði, la última visita en la zona del lago serían los pseudocráteres de Skútustaðir. Una de las formaciones geológicas más peculiares de Islandia. En invierno, suele ser imposible recorrer todo su perímetro, pero pasarás justo al lado de su aparcamiento, por lo que merece la pena realizar una pausa y al menos subir al cráter más cercano a la carretera.

Al oeste de los cráteres, terminarías tu desvío por el sur del lago y te reincorporarías a la Ring Road, camino del que quizá sea el lugar más visitado en el norte de Islandia.

Goðafoss.

Goðafoss en invierno

Goðafoss en invierno.

Goðafoss, la «Cascada de los Dioses», está entre los espacios de Islandia más favorecidos por el invierno. A la hermosa combinación de hielo y agua se une la menor presencia de visitantes y, si el manto blanco es lo suficientemente espeso, la virtual desaparición de las rampas de hormigón, que han ido apoderándose lentamente de su entorno. En el lado negativo, puede que su aparcamiento occidental esté cerrado, al igual que la breve senda que, en la orilla este del Skjálfandafljót, permite bajar hasta la orilla del río. En Fotografiando Goðafoss en invierno puedes ver la mejor visita que jamás he realizado a la cascada.

Akureyri.

Tarde de invierno en Akureyri

Tarde de invierno en Akureyri.

La capital de facto del norte de Islandia apenas alcanza los 20.000 habitantes. Un par de calles con cierto atractivo, una iglesia de hormigón construida en 1940, un jardín botánico, algún museo y varios comercios y hoteles. También tiene el segundo aeropuerto internacional de Islandia, su segundo puerto de cruceros y hasta algún que otro semáforo. Toda una ciudad, para el estándar islandés. A pesar de tenerle cierto cariño, pues fue el primer lugar que pisé en la isla, apenas suelo detenerme en sus calles. Generalmente, lo justo para estirar un poco las piernas mientras curioseo la sección de guías y libros sobre Islandia en la sucursal local de Penninn Eymundsson.

Al oeste de Akureyri.

Hraundrangi

Hraundrangi.

Tras avanzar unos pocos kilómetros en paralelo al Eyjafjörður, la Ring Road gira hacia el suroeste, rodeando el sur de la península de Tröllaskagi mientras atraviesa el valle de Öxnadalur, rumbo al paso de Öxnadalsheiði. El puerto de montaña, con 540 metros de altitud, puede ser uno de los puntos más complicados de tu ruta por el norte de Islandia. En cualquier caso, al formar parte de la red principal, el servicio de quitanieves suele mantenerlo razonablemente limpio. Antes de llegar al puerto, mientras avanzas por la parte baja del valle, podrás observar a tu derecha una de las cimas más llamativas de Islandia. Se trata del Hraundrangi, elevando su aguda silueta hasta los 1.075 metros de altitud.

En el sur de Skagafjörður

En el sur de Skagafjörður.

Cuando salgas de las montañas, llegarás al amplio valle de Skagafjörður, atravesado por el río Héraðsvötn. Se trata de la región agrícola más rica del norte de Islandia, donde dicen que hay más caballos que personas. Al norte, el valle termina en el fiordo homónimo, pero la Ring Road no se acerca a la costa. Gira hacia el oeste, camino de Varmahlíð, para rodear por el sur las montañas de la península de Skagi. Tan solo se acerca fugazmente al mar en Blönduós, para después girar hacia el sur, camino de Reikiavik.

El páramo hacia el oeste

El páramo hacia el oeste.

Unos 20 kilómetros al sur de Blönduós encontrarás a la derecha el aparcamiento de Þrístapar. Un lugar extraño y desolado, donde tuvo lugar la última ejecución de Islandia. Justo enfrente, al otro lado de la Ring Road, están las colinas de Vatnsdalshólar. Una formación cuyo origen no acaba de estar claro. Puedes ver una breve visita invernal a Þrístapar en esta entrada del blog.

A partir de Laugarbakki, la Ring Road gira hacia el sur, camino de Reikiavik. Si dispones del tiempo suficiente, podrás desviarte hacia los Fiordos del Oeste. Una región hermosa, pero quizá la más complicada que puedes recorrer en Islandia durante el invierno. La describo brevemente un poco más adelante.

Otra opción es recorrer la península de Snæfellsnes, descrita anteriormente en esta misma entrada. Aunque la ruta directa, atajando por las carreteras 59 y 54 hacia Stykkishólmur, puede parecer tentadora, únicamente te la recomiendo si tienes experiencia previa conduciendo en Islandia durante el invierno. Puedes ver un recorrido invernal de esa ruta al final de esta entrada. Generalmente será más recomendable seguir hasta Borgarnes y adentrarte en la península por el mucho más civilizado tramo meridional de la carretera 54.

De vuelta al suroeste.

Si no realizas ninguno de estos desvíos, tu ruta se encaminará decididamente hacia el sur, de vuelta a Reikiavik y el suroeste de Islandia.

Grábrók.

Grábrók en otoño

Grábrók en otoño.

Quizá la visita más interesante de este tramo de la Ring Road sea el cráter de Grábrók. Su aparcamiento está a escasos metros de la carretera y buena parte de la ruta a pie está formada por escalones y plataformas de madera, que en principio deberían ser transitables en invierno. Personalmente, tan solo he visitado el lugar en otoño. Más allá del propio interés de Grábrók, podrás disfrutar de unas vistas interesantes sobre el paisaje circundante.

Hvalfjörður.

Si vas algo sobrado de tiempo y quieres salirte un poco de las rutas más convencionales, un rodeo por el Hvalfjörður, poco antes de llegar a Reikiavik, puede ser una magnífica opción. Una ruta tranquila por lo que, antes de que abrieran el túnel de Hvalfjarðargöng, era el trazado original de la Ring Road. Puedes ver un recorrido invernal del fiordo en Hvalfjörður en invierno.

Carámbanos en el Hvalfjörður

Carámbanos en el Hvalfjörður.

El extremo sur de la carretera 47 está a tan solo 37 kilómetros del centro de Reikiavik. Si tu objetivo era dar la vuelta a Islandia en invierno, estarás a punto de cumplirlo.

La Carretera de la Costa Ártica.

Pero si eres más ambicioso, o más observador, habrás podido comprobar que la Ring Road deja de lado la mayor parte de la costa septentrional de la isla. Desde hace unos años, el gobierno islandés intenta promocionar una nueva ruta, conocida como Carretera de la Costa Ártica, que pretende enmendar esta falta. Ruta que tiene dos versiones, dependiendo de la época del año. La invernal es bastante más reducida y se va entrelazando con la Ring Road. Es una opción complicada y con tramos muy solitarios, pero de una belleza arrebatadora. Que en realidad se componga de una serie de tramos, que van saliendo de la Ring Road para regresar a la misma unos kilómetros más adelante, te permitirá realizar las visitas clásicas descritas anteriormente, mientras eliges las secciones concretas en que te interesa desviarte. O aquellas que sean transitables.

De Vopnafjörður a Húsavík.

Þorvaldsstaðir, en Bakkaflói

Þorvaldsstaðir, en Bakkaflói.

Aunque Vopnafjörður no forma parte de su trazado oficial, si vas en invierno y llegas desde el este, tendrás que desviarte de la Ring Road por la carretera 85, que lleva a dicha localidad. Un poco más al norte, llegarás a Bakkafjörður, el extremo oriental de la ruta. A partir de ahí, la carretera va razonablemente ceñida a la costa, recorriendo la desolada costa de Bakkaflói, para luego atajar por el interior de Langanes hacia Þórshöfn. Después, se alternan los tramos de costa con otros más hacia el interior, hasta llegar a Húsavík, que puede ser un buen lugar para hacer noche. Puedes ver este itinerario en sentido este-oeste en De Egilsstaðir a Húsavík. En sentido contrario, en De Húsavík a Möðrudalur. Una ruta hermosa pero dura, por una región bastante despoblada.

Frente al Arctic Henge

Frente al Arctic Henge.

De camino, si las carreteras están despejadas, una opción es desviarse hacia el norte hasta Raufarhöfn y el Arctic Henge. Pero ten en cuenta que la carretera suele ser un callejón sin salida, por lo que no debes confiarte, sobre todo si el clima es adverso. Una vez en Húsavík, el regreso a la Ring Road se hace por la 85, que te dejará al oeste de Fosshóll. O por la 87, si lo que quieres es explorar el mágico entorno del Mývatn. Que es mi recomendación personal.

De Akureyri a Blönduós.

Si solo vas a hacer una sección de la Carretera de la Costa Ártica, esta sería mi recomendación. Al menos, su primera sección, hasta el Skagafjörður, como detallaré más adelante.

Atardecer invernal en Héðinsfjörður

Atardecer invernal en Héðinsfjörður.

El desvío de la carretera 82 está unos kilómetros al norte de Akureyri. La ruta avanza en paralelo a la orilla occidental del Eyjafjörður hasta el túnel de Múlagöng. Después, en Ólafsfjörður, gira hacia el interior. Pero tú deberás seguir por la 76, atravesando los túneles de Héðinsfjarðargöng, hasta Siglufjörður. Puedes ver esta ruta en la segunda parte de la entrada Del lago Mývatn a Siglufjörður en invierno.

Primeras luces en Siglufjörður

Primeras luces en Siglufjörður.

Siglufjörður es una pequeña joya, con un hermoso emplazamiento y mi hotel favorito de Islandia. En esta entrada describo un breve paseo invernal por sus calles. Un lugar muy interesante, aunque puede ser complicado encontrarlo abierto en invierno, es su Museo del Arenque.

Flókadalur

Flókadalur.

Más allá de Siglufjörður, la carretera recorre un hermoso tramo de costa, para luego recorrer la también interesante comarca de Fljót. Si vas con tiempo, al sur de Fljót puede ser una buena opción desviarte hasta Hólar, uno de los lugares con mayor importancia histórica del norte de Islandia.

Al sur del Skagafjörður

Playa en el Skagafjörður.

En el cruce de la 76 con la 75 tienes dos opciones. Si vas justo de tiempo, o el estado de las carreteras es complicado, puedes seguir por la 76 hacia el sur, hasta reincorporarte a la Ring Road. La otra opción es girar hacia el oeste, rumbo a Sauðárkrókur, para regresar a la Ring Road en Blönduós. El mayor atractivo de esta última ruta es la fotogénica costa del Skagafjörður, ya que la pista que bordea la península de Skagi suele estar cerrada en invierno y deberás atajar por el interior, recorriendo la carretera 73.

La península de Vatnsnes.

Hvítserkur en invierno

Hvítserkur en invierno.

El tramo más occidental de la carretera recorre la costa de la península de Vatnsnes. Otra zona que, durante el invierno, puedes encontrar cerrada. Su mayor interés es Hvítserkur, a cuyo mirador se accede por la carretera 711. Aunque, llegando desde el este, también puedes atajar por la 716. En todo caso, ambas están sin asfaltar y pueden estar en muy malas condiciones. En mi opinión, es un desvío que no merece la pena. Aunque he visitado Hvítserkur en invierno, la única entrada del blog sobre la península es de un recorrido en verano.

Los fiordos del Oeste.

De todas las zonas de Islandia a las que puedes llegar en invierno por tus propios medios, quizá la más aislada y complicada sean los Fiordos del Oeste. No te recomiendo intentarlo si es tu primer viaje invernal a la isla, incluso si las condiciones pueden parecer favorables. El clima en la región es todavía más variable que en el resto de Islandia y entra dentro de lo posible que acabes quedándote bloqueado. En cualquier caso, si te decides, tienes tres rutas de acceso. Si llegas recorriendo la Ring Road desde el este, puedes desviarte por la carretera 68 al llegar al extremo meridional del Hrútafjörður. O tomar la ruta más convencional en invierno, siguiendo por la Ring Road hasta el desvío de la 60. En este caso, una vez atravieses el puente sobre el Gilsfjörður deberás desviarte por la 61, que lleva hacia Ísafjörður, la capital de los fiordos occidentales. La última, el ferri desde Stykkishólmur, quizá parezca una buena opción si vas directamente desde Reikiavik. Aunque, como puedes ver en Una travesía invernal en el Baldur, durante el invierno puede convertirse en un callejón sin salida.

Ísafjörður en invierno

Ísafjörður en invierno.

Es muy difícil recomendar un itinerario invernal por la región. El clima, las complicadas carreteras y la escasez de población e infraestructuras dificultan ceñirse a un plan preestablecido. Una buena muestra es mi recorrido invernal de cinco días, que acabó siendo tan interesante como caótico, y que puedes ver en Invierno en los Fiordos del Oeste.

Dynjandi en invierno

Dynjandi en invierno.

Por tanto, no daré la menor indicación de rutas a seguir, que pueden ser completamente inviables. Tan solo te aconsejaré dos lugares que, si decides aventurarte por la zona, deberían formar parte de tu itinerario: Ísafjörður (puedes ver una visita en Ísafjörður en invierno) y la mágica Dynjandi (Dynjandi en invierno). Llegar al primero debería ser razonablemente sencillo. Alcanzar en invierno la cascada más hermosa de Islandia puede ser imposible, o al menos complicado.

Las Tierras Altas.

Normalmente, escucharás que las Tierras Altas de Islandia son inaccesibles en invierno, al estar sus carreteras marcadas como intransitables. Lo cual quiere decir que si te adentras en una de ellas, puedes meterte en un buen lío, al no estar cubierto por el seguro de tu vehículo de alquiler. Además, te arriesgas a tener que pagar el elevado coste de un hipotético rescate, en caso de que este sea necesario.

Una pausa en Blafellshals

Una pausa en Blafellshals.

Sin embargo, sigue siendo posible realizar excursiones guiadas por la zona, a bordo de los Super-Jeep que utilizan algunas de las empresas de excursiones. Ten en cuenta que son actividades muy caras y que las Tierras Altas pierden parte de su encanto en invierno, al estar cubiertas por un monótono manto blanco. A cambio, conocerás un entorno todavía más extremo, mientras vives una pequeña aventura. En cualquier caso, si quieres ver una excursión invernal por la zona, puedes visitar la serie de entradas que comienza en Ásgarður, una aventura invernal en las Tierras Altas.

Las auroras boreales.

Más allá de sus deslumbrantes paisajes, otro de los motivos para viajar a Islandia en invierno suele ser contemplar auroras boreales. Un fenómeno increíblemente hermoso, imposible de disfrutar en verano, aunque tampoco puedes estar seguro de lograr verlo en invierno. Tal como dije en la introducción, nunca hagas del avistamiento de auroras la razón principal de tu viaje a Islandia. Puedes volver a casa decepcionado.

Aurora boreal en Borgarnes

Aurora boreal en Borgarnes.

Para ver una aurora necesitas cuatro factores: un índice KP alto, que no haya nubes, noche cerrada y estar al aire libre en un lugar razonablemente oscuro. El índice KP depende de la actividad solar. En Islandia, generalmente se pueden ver auroras con un KP igual o superior a 3, aunque las he llegado a ver con KP 2. Las nubes son el factor más complicado, en un país con muy mal clima, que además es muy errático. Nunca puedes estar seguro de que, incluso en medio de un temporal, se abra un claro y aparezca una aurora, como la que puedes ver en la foto que hay sobre estas líneas. Pero tampoco tienes garantía de lo contrario. Un frente nuboso imprevisto puede arruinar tus opciones.

Aurora hacia el norte

Aurora a mediados de septiembre.

Respecto a la noche, suele decirse que la temporada de auroras comienza en septiembre y termina en abril. Sobre todo, porque en los meses de verano las horas de oscuridad total o bien son muy pocas, obligándote a permanecer despierto hasta altas horas de la madrugada, o incluso inexistentes, en las proximidades del solsticio de verano. Sobre la oscuridad, hay diversos mitos, con poco o ningún fundamento. Es cierto que la luna llena, o la contaminación lumínica, pueden complicar el avistamiento de auroras. Pero si el fenómeno es medianamente intenso, podrás verlo en una noche con luna o incluso desde una ciudad. Una de las mejores auroras que he contemplado en mi vida pude verla en el mismo centro de Tromsø, en Noruega. En Islandia, no es complicado encontrar lugares oscuros y despoblados, sobre todo si vas conduciendo un vehículo de alquiler. Si estás en Reikiavik sin medio de transporte y hay previsión de una buena aurora, cualquier lugar del paseo marítimo, al norte de la ciudad, puede ser suficiente para verla. Aunque lo habitual es acercarse al faro de Grótta, donde hay menos luz.

Aurora en Möðrudalur

Tenue aurora en Möðrudalur.

Otra falsa creencia es que las auroras apenas son visibles con el ojo desnudo. Leerás en algunos lugares que sus característicos tonos verdosos solo pueden apreciarse al hacer una fotografía, mientras que, a simple vista, aparecen como tenues nubes grisáceas. Aunque, en algunas ocasiones, pueda ser así, cualquier aurora medianamente intensa aparecerá ante tu vista como una etérea cortina verde, ondulando lentamente en el firmamento. Si tienes la suerte de ver una aurora realmente intensa, incluso podrás disfrutar de una «cascada» de colores, descolgándose desde el cielo.

Previsión del 12 de septiembre

Previsión del 12 de septiembre.

Por último, contestar una pregunta recurrente: ¿cuál es la mejor aplicación de móvil para «cazar» auroras en Islandia? La respuesta es sencilla: ninguna. Mi consejo es que consultes directamente la página web del servicio meteorológico islandés, que tiene una sección dedicada a las auroras. Allí encontrarás la previsión de actividad solar, la cubierta de nubes, la fase de la luna y las horas de oscuridad. Puedes verla en este vínculo.

Conclusiones.

Si has llegado hasta aquí, enhorabuena. Comienzas a estar preparado para realizar uno de los viajes más impresionantes de tu vida. Un viaje duro, complicado y lleno de incertidumbre, pero que te llevará literalmente a otro planeta. A un lugar apasionante, donde el hielo se mezcla con el fuego que mana de la tierra, para crear un entorno tan distinto a todo lo que conoces, que en ocasiones te llegará a parecer irreal. Un sueño adictivo, al que probablemente querrás regresar una y otra vez.

Intentando llegar a Grjótagjá

Intentando llegar a Grjótagjá.

Pero Islandia en invierno no es un buen lugar para las improvisaciones. Además de lo que acabas de leer y los numerosos vínculos que el texto contenía, te recomiendo echar un vistazo al siguiente mapa, donde encontrarás todas las entradas sobre mis experiencias invernales en la isla, debidamente geolocalizadas. A continuación, encontrarás una breve sección de vínculos útiles, algunos dentro del blog, pero otros externos, que también te recomiendo consultar. Por último, si necesitas más información sobre algún punto concreto, no dudes en utilizar la sección de comentarios. Intentaré ayudarte en la medida de lo posible.

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Para ampliar la información.

Nunca he realizado un recorrido por Islandia que pueda calificarse como convencional. Mis dos primeras visitas fueron un tanto atípicas y han acabado condicionando el resto de mis itinerarios por la isla. En cualquier caso, quizá te pueda venir bien consultar mis cuatro viajes invernales por la Tierra de Hielo.

El primero, llegando a Seyðisfjörður en ferri, está en Islandia en invierno. Fue extraño, al ser un recorrido lineal, muy poco habitual en la isla. Por lo demás, fue aquel en el que realicé la mayor parte de las visitas clásicas del invierno islandés.

La segunda ocasión, pasé diez días rodeando la isla, con un clima deplorable. Puedes verlo en Diez días de invierno en Islandia. Ya sé que he dicho anteriormente que es necesario más tiempo para dar la vuelta a la isla. Pero debes tener en cuenta que directamente me salté varios de los lugares más populares, como el Círculo Dorado, que ya había visitado en el anterior recorrido. Además de en verano.

Mi tercer viaje fue el más largo y caótico. Sobre todo, por incluir en el itinerario los Fiordos del Oeste. Su entrada en el blog está en Más allá de la Ring Road: 17 días de invierno en Islandia.

El cuarto estuvo condicionado por una incursión en la Tierras Altas: Invierno en el sur de Islandia.

Si nunca has viajado a la isla, también te interesará leer la entrada del blog donde respondo a varias preguntas frecuentes sobre Islandia.

Además, pueden serte útiles otras entradas del blog, que te permitirán profundizar en aspectos concretos de Islandia, como su historia, geología, problemas con el turismo o la conservación de su entorno.

En inglés, las tres páginas web que deben formar parte de tu rutina diaria durante cualquier viaje invernal por Islandia son:

safetravel.is, para todo tipo de alertas. También puedes descargar una aplicación, muy útil para notificar cualquier problema.

umferdin.is muestra el estado de las carreteras. La web puede ser un poco intimidante, por lo que he preparado una guía que te ayudará a sacar todo su partido: Entendiendo umferdin.is.

Por último, vedur.is te dará la información meteorológica mas fiable de Islandia.