La caminata hasta Sjónarnípa no estaba en mis planes iniciales para el día. Acabó siendo fruto tanto de una relativa masificación en la senda de Svartifoss, como de tener la suerte de acertar con un día espléndido, que parecía más propio de principios de primavera en Madrid que del duro invierno islandés. Ambos factores me animaron a reorganizar mi plan para el resto de la mañana. En cualquier caso, de no haber sido por el cielo azul, casi completamente despejado, unido a la previsión de que el resto del día iba a seguir en la misma linea, ni se me habría ocurrido emprender la excursión. Jugar con el invierno en Islandia puede ser bastante peligroso.
Desde la bifurcación para descender a Svartifoss hasta el mirador hay 2,3 kilómetros de distancia. La senda está marcada en los planos del parque como «exigente», a pesar de lo cual no me pareció especialmente complicada. El ascenso se hace suavemente, hasta llegar a una cota máxima de 370 metros de altura algo antes de alcanzar el mirador. Sus tramos no son homogéneos, con zonas formadas por cómodas pasarelas de madera, otras en las que un amplio sendero está delimitado por bordes de piedra, hasta algunas en las que hay que avanzar por un estrecho paso entre la vegetación. Éstas últimas eran las más complicadas, al menos en invierno, pues la nieve se acumulaba sobre el camino y era difícil adivinar su espesor y consistencia, por lo que en alguna ocasión acabé hundiéndome más de 30 centímetros. En cualquier caso, la ruta estaba bien señalizada, con postes de madera repartidos regularmente, que ayudaban a no perder el rumbo.
Según ascendía, las vistas eran impresionantes. La ladera por la que avanzaba el sendero estaba en su mayor parte cubierta por una vegetación baja, que en invierno era poco más que un amasijo de ramas resecas, cuyo tono rojizo contrastaba vivamente con el blanco de la nieve y el azul del cielo. Por contra, en otras zonas no había atisbo alguno de vegetación y el terreno se presentaba cubierto por un inmaculado manto blanco.
Hacia el sur, se extendía la llanura de Skeiðarársandur, atravesada por la Ruta 1 y varios ríos por los que desaguan las lenguas glaciares al sur del Vatnajökull. A lo lejos, una brillante cinta dorada marcaba la linea de costa, sobre la que flotaban algunas nubes, que lentamente se alejaban hacia el mediodía. Apenas hacía viento, por lo que la sensación térmica, a pesar de estar a varios grados bajo cero, era de calor, acentuado por la cantidad de ropa que llevaba puesta y el esfuerzo físico. Para evitar comenzar a sudar, tuve que acabar desabrochándome parte de la ropa.
Tarde 45 minutos en llegar hasta el mirador, donde la vista me dejó literalmente sin palabras. A mis pies, se extendía el Skaftafellsjökull, que podía ver en toda su extensión. Desde su nacimiento, en el extremo meridional del Vatnajökull, hasta su fin, en la laguna glaciar junto a la que había estado unas horas antes. El glaciar, con sus diferentes texturas y sutiles cambios de color, entre el blanco puro y los tenues tonos azulados, era impresionante.
Frente a mi, más allá del Skaftafellsjökull, se extendía una sucesión de picos nevados, separando el Skaftafellsjökull del vecino Svínafellsjökull, otra de las lenguas del Vatnajökull. A pesar de la espléndida mañana, unas nubes se aferraban a la doble cima del Hrútfjallstindar, de 1877 metros de altura. Más allá del Svínafellsjökull, llamaba la atención el abrupto pico del Tindaborg, aunque no superaba los 1695 metros de altura. Todavía más lejos, también rodeado por un tenue manto de nubes, se erigía el Hvannadalshnjúkur, el techo de Islandia, con 2110 metros de altura. En realidad, el Hvannadalshnjúkur es el borde noroccidental del volcán Öræfajökull, el mayor geológicamente activo de la isla. Normalmente cubierto por el Vatnajökull, el volcán entró en erupción en 1362 y 1728, aunque ha tenido cierta actividad en años recientes.
Estuve aproximadamente media hora disfrutando del espectacular panorama, durante la que únicamente pasó por el mirador una persona, cargada con una voluminosa cámara réflex. Finalmente, poco después de la una de la tarde, decidí que iba siendo hora de emprender el regreso. Éste lo hice por la ruta directa, de tres kilómetros, que lleva directamente al centro de visitantes. El camino se hace en buena parte por la parte superior de la cornisa de Skaftafellsheiði, ofreciendo unas vistas magníficas sobre el extremo meridional del Skaftafellsjökull y su laguna glaciar, completamente congelada.
Al igual que a primera hora de la mañana, cuando estuve frente a la lengua del Skaftafellsjökull, resultaba complicado apreciar las verdaderas dimensiones del impresionante lugar. Pero de nuevo vino en mi ayuda un grupo de excursionistas, andando sobre su superficie helada. Apenas unos puntos negros sobre el hielo, en la parte inferior izquierda de la foto, que permiten hacerse una idea de las dimensiones de la masa de hielo.
La ruta también está marcada como «exigente» y me pareció más complicada que la que había seguido para ascender. Algunas partes atravesaban laderas con bastante pendiente, en las que el camino desaparecía en la nieve y había que extremar la precaución. Otras veces había que descender por «escaleras» improvisadas, en las que el hielo se alternaba con la nieve. Por contra, otras zonas estaban formadas por pasarelas de madera, bastante cómodas de atravesar. Al final, tarde una hora y cuarto en llegar al aparcamiento, aunque parte del tiempo lo pasé disfrutando de las espléndidas vistas.
La excursión me llevó aproximadamente 135 minutos, desde que dejé la senda principal en las proximidades de Svartifoss. Si añadimos el tiempo para llegar a la cascada, el recorrido total fue de 7.200 metros, en los que empleé tres horas y cuarto. A pesar de hacerla en febrero, no me pareció una ruta especialmente complicada. En verano, imagino que lo será todavía menos. Por contra las vistas, tanto desde el mirador como desde las dos rutas de acceso, son espectaculares. Un recorrido altamente recomendable. Aunque, como siempre en Islandia, antes de aventurarse en el, hay que tener muy en cuenta tanto las condiciones como la previsión meteorológicas.
En wikiloc es posible descargar las coordenadas de la ruta: https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/svartifoss-mirador-de-sjonarnipa-18984116.
En https://depuertoenpuerto.com/islandia-en-invierno/ se puede ver mi primer itinerario invernal por Islandia.
En inglés, en la web del Parque Nacional de Vatnajökull hay una página dedicada a las rutas de senderismo en la zona de Skaftafell: https://www.vatnajokulsthjodgardur.is/en/areas/skaftafell/plan-your-visit/hiking.
El blog The Outbound Collective tiene un post sobre el recorrido: https://www.theoutbound.com/iceland/hiking/hike-to-sjonarnipa.
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