Tras salir prácticamente huyendo de Dyrhólaey, llegaba a la puerta de Skógasafn a las dos y media de una tarde que, tras estar a punto de torcerse definitivamente, ahora daba señales de un nuevo cambio. Esta vez, a mejor. En pleno mes de febrero, no esperaba coincidir con muchos visitantes, pero me sorprendió que apenas habría tres coches en el aparcamiento. Además, los ocupantes de uno de ellos tan solo parecían estar interesados en fotografiar las casas con techo de césped desde fuera de la valla, sin aparentar tener la menor intención de entrar al museo. Prácticamente lo tendría solo para mí.
Decidí comenzar mi recorrido por el museo etnográfico cubierto. Entraría en calor y, con algo de suerte, mientras hacía la visita quizá acabase de mejorar el día. En caso contrario, habría más nieve y las fotos de la parte descubierta serían incluso más atractivas. Además, su entrada se encontraba justo detrás del mostrador que hacía las veces de taquilla. Todo eran ventajas.
El edificio principal contiene aproximadamente 15.000 piezas, divididas en varias colecciones. Encontraremos objetos relacionados con la pesca, agricultura, mobiliario y artesanía o la historia natural. Además, atesora los archivos de los antiguos condados de Rangárvallasýsla y Vestur-Skaftafellssýsla. Sus salas son una buena muestra de la pobreza material en la que, hasta tiempos muy recientes, vivía Islandia. Como los tablones laterales que se utilizaban en las camas, compartidas por varias personas, que permitían su uso durante el día como asientos. Una forma de optimizar el escaso espacio y el todavía más escaso calor.
Apenas encontraremos un puñado de objetos con cierto valor artístico y, por ejemplo, los juguetes antiguos son toscas tallas de madera o huesos de animales. Quizá esa sea la mayor virtud del museo. Al permitirnos apreciar las difíciles condiciones de vida de una Islandia no tan remota, nos hará apreciar en su justo valor el asombroso cambio que ha experimentado el país en las últimas décadas.
La pieza de mayor tamaño de esta sección del museo es también un buen exponente de dicho cambio. El Pétursey es un simple bote de remos, con un par de mástiles auxiliares, construido en 1855 por los granjeros locales. La costa meridional de Islandia carece de puertos naturales. Para poder vararlo en las kilométricas playas de arena negra, el bote apenas tenía quilla. Su tripulación, de 17 personas, salía a pescar bacalao en primavera e invierno, alternando la pesca con las tareas agrícolas. A pesar de ser una embarcación inestable y carente del mas mínimo abrigo frente a las inclemencias atmosféricas, estuvo en uso hasta 1946.
Skógasafn debe su existencia a la iniciativa de Þórður Tómasson. Nacido en 1921 en Vallnatún, a poco más de 14 kilómetros de distancia del actual museo, comenzó desde muy joven a interesarse por los objetos antiguos que eran desechados por sus vecinos. En 1949 lograría fundar el primer museo, inicialmente alojado en una sala de las escuelas públicas de Skógar. Desde 1959 hasta su jubilación, en 2013, fue el conservador de las colecciones. Según dicen, en aquella época era relativamente frecuente encontrarlo en la recepción y, en muchas ocasiones, guiaba personalmente a los visitantes. El edificio que actualmente contiene las colecciones se levantó en dos fases, en 1954-1955 y 1990-1995.
Sin duda la parte más llamativa del museo es su sección al aire libre, compuesta por una mezcla entre edificios antiguos trasladados a Skógar y otros modernos, pero levantados con materiales y técnicas tradicionales. Todos ellos son magníficos ejemplos de la arquitectura tradicional del sur de Islandia, cuyo interés se acrecienta por las recreaciones de sus interiores, realizadas a partir de elementos originales.
Las casas con techo de césped se utilizaron en Islandia desde los tiempos del landnámsöld hasta comienzos del siglo XX. Inicialmente, se inspiraban en las «casas largas» características de otros países escandinavos, como la høvdinghuset que podemos ver reconstruida en Borg. A partir del siglo XIV se fueron adaptando a las cambiantes condiciones y necesidades de la sociedad rural islandesa. Los edificios se dividían en varias dependencias, interconectadas entre sí. Las pocas que han llegado a nuestros días son fruto de un nuevo cambio, que comenzó a lo largo del siglo XVIII, cuando las diversas dependencias volvieron a agruparse en un continuo. Aunque esta vez, en lugar de un gran tejado longitudinal, cada edificio mantuvo su propio techo, creando los curiosos conjuntos, tan fotogénicos, que encontraremos en varios lugares de la isla.
El grupo que podemos ver en Skógasafn incluye una baðstofa (habitación comunitaria, donde se dormía, comía y trabajaba), cocina con chimenea, despensa, salón, dormitorio, almacén y establo. El mobiliario procede de varias granjas de la zona y en su mayor parte es del siglo XIX. Por ejemplo, el interior de la baðstofa es de 1895 y el dormitorio de 1838. También encontraremos una herrería, algo más moderna.
En la parte superior del museo al aire libre hay una iglesia, Skógakirkja, construida a base de elementos procedentes de diversos emplazamientos. El interior es de la iglesia de Kálfholt (1879), las ventanas de Gröf (1898) y el altar de Ásólfsskáli (1768). Las campanas son de los años 1600 (Höfðabrekka) y 1742 (Ásar, en Skaftártunga). El resto del mobiliario interior es de los siglos XVII y XVIII. Todo ello envuelto por un edificio que, a pesar de su aspecto, es de factura moderna.
La granja de Skál, en Síða, fue construida entre 1919 y 1920, estando habitada hasta 1970. En 1989 fue trasladada a Skógar. Las habitaciones está situadas sobre los establos, para aprovechar el calor generado por los animales. El almacén anexo procede de la granja de Gröf, en Skaftártunga, y está datado en los alrededores de 1870.
La casa de Holt, en Síða, se edificó en 1878 con madera de deriva, con la excepción de los paneles de la habitación occidental, que proceden del naufragio del buque-hospital St. Paul, embarrancado frente a Meðalland en 1899. Otra muestra de la penuria de materiales que, hasta tiempos recientes, caracterizaba a Islandia. La casa estuvo habitada hasta 1974 y fue reconstruida en Skógar en 1980.
Completa el conjunto el edificio de las escuelas de Dyrhólar, en las inmediaciones de Vik. Fue construido en 1901 y reformado en 1908, cuando en Islandia se hizo obligatoria la escolarización de los niños con edades entre 10 y 14 años. Estuvo en uso hasta 1968 y se trasladó a Skógar en 1999 – 2000.
En 2002 se abrió un nuevo edificio, dedicado a la tecnología. Principalmente, a la evolución del transporte y las telecomunicaciones en Islandia durante los siglos XIX y XX. A priori, podría parecer la parte menos atractiva del museo, pero contiene una notable cantidad de medios de transporte históricos. Desde esquís y furgonetas hasta botes de remos y avionetas. Además, podremos ver material telegráfico, equipos de radio o teléfonos móviles. Todo ello complementado con numerosos paneles informativos, explicando la evolución de las complicadas comunicaciones de Islandia. Desde los tiempos en que el correo se distribuía a caballo, vadeando ríos, hasta las comunicaciones vía satélite.
El conjunto me pareció muy interesante y bastante por encima de los museos, un tanto «de andar por casa», que es frecuente encontrar en los lugares más insospechados de Islandia. Ofrece un poco de todo. Si eres aficionado a la fotografía, el museo al aire libre te permitirá obtener unas magníficas tomas de arquitectura popular, en un entorno atractivo. La colección de vehículos antiguos resulta especialmente notable, para un país pequeño y tradicionalmente mal comunicado como Islandia. El museo etnográfico es una perfecta introducción a la historia reciente de la isla. Y si, como en mi caso, has contraído el «mal de Islandia», los gráficos y mapas antiguos te permitirán conocer la complicada evolución del transporte y la red de comunicaciones de la isla. Un buen complemento a la deslumbrante naturaleza de la Tierra de Hielo, sobre todo si su inhóspito clima se empeña en complicarte el día.
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Para ampliar la información.
La página Viajes Islandia tiene una entrada sobre el Museo de Skógar: https://viajesislandia.com/museo-skogar-islandia.
En inglés, la web oficial de Skógasafn está en https://www.skogasafn.is/.
En Guide to Iceland hay una entrada muy completa sobre el museo y sus alrededores: https://guidetoiceland.is/connect-with-locals/regina/skogar-museum-a-very-interesting-regional-museum-in-south-iceland.
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