En la Vía di Roma, muy cerca de las ruinas del palacio de Teodorico, hay una iglesia de ladrillo visto que, de no ser por su nártex de mármol blanco, podría pasar casi desapercibida. Sin embargo, su interior alberga algunos de los mosaicos más notables de Rávena. Un conjunto que, además, nos cuenta la turbulenta historia de la ciudad en los inciertos años de la Alta Edad Media, cuando oriente y occidente pugnaban por la posesión de Rávena y de toda Italia. Una lucha que también tenía matices religiosos, enfrentando a cristianos católicos, ortodoxos y arrianos, mientras dejaba sus huellas en los muros de San Apolinar.

Exterior de San Apolinar el Nuevo

Exterior de San Apolinar el Nuevo.

El templo fue construido en el 505 por orden de Teodorico, quien se había hecho con el control de Rávena doce años antes, mediante el expeditivo método de asesinar con sus propias manos a Odoacro, con quien había acordado compartir el gobierno de Italia. Por su proximidad al palacio de Teodorico, es frecuente leer que San Apolinar fue edificado para ser su capilla palatina. Sin embargo, no hay ninguna evidencia de dicha circunstancia. Ni tan siquiera podemos estar seguros de que el concepto de capilla palatina fuera equivalente al que tenemos en la actualidad.

Nave central de San Apolinar el Nuevo

Nave central de San Apolinar el Nuevo.

El interior de la iglesia se compone de tres naves, de las cuales la central es notablemente más ancha y alta que las laterales. El ábside, construido en el siglo XVI, es de estilo barroco. En la restauración de 1950 se decidió ocultarlo tras una supuesta recreación del original, que se había derrumbado en el siglo VIII, basada en el de la iglesia del Santo Espíritu, la antigua catedral arriana. Esta reconstrucción fue eliminada en la última década del siglo XX, dando a la iglesia su aspecto actual. En el siglo XVI, también se alteró el nivel del suelo, elevándolo entre 1,25 y 1,5 metros. Se piensa que, en el proceso, fue destruida la franja de estuco pintado en oro que supuestamente había bajo los mosaicos inferiores.

Parte superior de los mosaicos

Parte superior de los mosaicos.

Pero la auténtica joya de San Apolinar son los mosaicos de su nave central, que también han sufrido notables modificaciones. Aparentemente, los únicos completamente originales son los de las franjas media y superior. Los más elevados describen escenas del Nuevo Testamento. En la pared norte, 13 milagros y parábolas de Jesús, quien es representado sin barba y con aspecto juvenil. En la meridional, 13 escenas de su pasión, con un Jesús más maduro y barbudo. Debajo, junto a los huecos de las ventanas que iluminan la nave central, encontraremos las imágenes de 32 profetas, vestidos con túnicas blancas y portando libros o pergaminos que simbolizan su sabiduría.

Representación del palacio de Teodorico

Representación del palacio de Teodorico.

En cambio, la franja inferior de mosaicos, la más vistosa de todas, sufrió notables modificaciones tras la conquista de Rávena por el general Flavio Belisario. La pared sur muestra una procesión de mártires, partiendo desde un edificio con la inscripción PALATIVM, que probablemente representa el palacio de Teodorico. La escena fue alterada por orden del arzobispo Agnellus, cuando la iglesia pasó a ser utilizada para el rito católico. Al estilo de la damnatio memoriae de los romanos clásicos, se eliminó toda referencia a Teodorico. Se piensa que había una imagen suya en el centro de su palacio, donde ahora podemos ver un fondo dorado entre cortinas. Aparentemente, también se eliminaron otros notables ostrogodos, representados entre las columnas laterales del palacio, de los que quedaron, como único vestigio, algunas extremidades sin sentido aparente, recortadas sobre dichas columnas.

Jesús entre los ángeles

Jesús entre los ángeles.

La procesión llega hasta una figura de Jesús, rodeado por cuatro ángeles. Aquí también es evidente el cambio de estilo entre las figuras de los mártires y las de Cristo y su séquito. La escena original estaría compuesta por Teodorico rodeado de sus cortesanos. Curiosamente, la figura de Jesucristo volvió a ser modificada en el siglo XIX. Un cetro sustituyó al libro con la inscripción «Ego sum Rex gloriae» que anteriormente sostenía entre sus manos.

Puerto de Classe

Puerto de Classe.

La pared norte está ocupada principalmente por mujeres. Un fiel reflejo de la estricta separación entre sexos vigente en la época. La procesión de vírgenes mártires arranca desde el puerto de Classe (CIVI CLASSIS), para llegar al trono en el que se sienta la Madre de Dios, con Jesús sobre sus faldas. María está rodeada por cuatro arcángeles y, entre éstos y la procesión, hay una representación de los Reyes Magos. Una de las más antiguas de las que tenemos constancia.

Reyes Magos

Reyes Magos.

Tanto la representación de los Magos de Oriente como la de María rodeada de arcángeles son fruto de la modificación ordenada por Agnellus. Inicialmente, el lugar de María estaría ocupado por la esposa de Teodorico y su séquito. También se piensa que, sobre los muros de Classe, habría la imagen de varios notables ostrogodos. Por último, hay quien quiere ver en la aparición, en la pared reservada a las mujeres, de los tres Reyes de Oriente, una referencia a la Santísima Trinidad, en clara oposición a las creencias arrianas.

María entre los arcángeles

María entre los arcángeles.

Los mosaicos de San Apolinar son un auténtico rompecabezas, sobre el que se han vertido ríos de tinta intentando dilucidar su composición inicial y sus posibles modificaciones. El motivo del orden de los mártires o las vírgenes en sus respectivas procesiones, el significado de las escenas del Nuevo Testamento y su representación concreta o la explicación de la elección de cada uno de los profetas. Probablemente, nunca lleguemos a saber con certeza qué impulsó a sus creadores o a aquellos que alteraron su configuración inicial. Por ignorar, hasta desconocemos el motivo que llevó a modificar la figura de Cristo en el siglo XIX. Tan solo estamos seguros de que nos permiten vislumbrar, aunque sea vagamente, uno de los momentos más fascinantes de los albores de la Edad Media. Aquel en el que, por un breve lapso de tiempo, parecía posible regresar a la dorada época en que el Mediterráneo era una unidad política, económica y cultural. Un faro de civilización en el extremo occidental del Viejo Mundo.

Para ampliar la información:

La Cámara del Arte tiene una entrada sobre la basílica: https://lacamaradelarte.com/obra/mosaicos-de-san-apolinar-el-nuevo/.

Muy interesante, pese a la desagradable marca de agua, el análisis en https://xdoc.mx/preview/document-5fc721ab7a74f.

En https://depuertoenpuerto.com/entre-los-dolomitas-y-ravena/ se puede ver todo nuestro itinerario por el nordeste de Italia.

En inglés, la página oficial de San Apolinar está en https://www.ravennamosaici.it/en/basilica-of-saintapollinare-nuovo/.

En la web de turismo de Rávena hay información práctica sobre el lugar: https://www.turismo.ra.it/en/culture-and-history/religious-buildings/basilica-santapollinare-nuovo/.

El blog Corvinus contiene un interesante análisis de los mosaicos: https://corvinus.nl/2016/07/25/ravenna-santapollinare-nuovo/.

Quien quiera profundizar más en la obra, puede descargar un PDF en https://www.academia.edu/40439998/The_Iconographical_Programme_of_the_Sant_Apollinare_Nuovo_Basilica_in_Ravenna_an_Early_Byzantine_Palimpsest.