Habíamos conocido fugazmente la región en nuestro primer viaje a Islandia. Una escala en Ísafjörður bastó para que cayéramos rendidos ante su etéreo embrujo. Entre las persistentes nieblas y brumas de sus fiordos se consolidó la fascinación de nuestro primer contacto con la isla, durante la escala del día anterior en Akureyri. Sin embargo aquella jornada, además de breve, tuvo su lado amargo. Nuestra falta de experiencia conduciendo por sus complicadas carreteras nos impidió llegar a Dynjandi, la impresionante cascada que nos habíamos marcado como objetivo principal del día. Tuvieron que pasar cuatro años para que regresáramos a intentar enmendar aquel fracaso.
Organizamos nuestro retorno a Vestfirðir, el nombre islandés de los Fiordos del Oeste, como un viaje dentro de otro viaje, mucho más amplio, por la mitad occidental de Islandia. Entraríamos en la región por su extremo oriental, en las inmediaciones del Hrútafjörður. Desde allí, recorreríamos su intrincada geografía en sentido levógiro. La idea era visitar la mayor parte posible de la costa. Sabíamos que era imposible recorrerla entera. No hay carreteras en Hornstrandir y, en otras zonas, éstas tenían fama de ser complicadas. Ya veríamos lo que lográbamos.
En cualquier caso, el planteamiento del viaje era muy similar al del resto del recorrido por Islandia: saltar de hotel en hotel, realizando trayectos no demasiado largos, que nos dejaran tiempo suficiente para ir visitando los lugares que quedaran de camino. La única excepción sería Patreksfjörður, donde pasaríamos dos noches, utilizando la pequeña población como base para recorrer el extremo suroccidental de Vestfirðir. Y, por supuesto, no nos olvidaríamos de Dynjandi. En realidad, la joya de los Fiordos del Oeste era el eje sobre el que pivotaba todo el itinerario por la región. A priori, su punto culminante.
El recorrido, día por día, quedó como sigue:
Día 1. Rumbo a los Fiordos del Oeste.
Día 2. De Djúpavík a Heydalur.
Día 3. De Heydalur a Ísafjörður.
Día 4. De Ísafjörður a Patreksfjörður.
Día 5. Una excursión desde Patreksfjörður.
Día 6. De Patreksfjördur a Laugar.
He de reconocer que regresábamos a los Fiordos del Oeste con cierto temor. Pese a la brevedad de nuestra anterior visita, el listón había quedado muy alto. Temíamos sufrir una decepción. Nuestros recelos resultaron infundados. Vestfirðir nos recibió con sus mejores galas, en forma de una densa cubierta de nubes, que apenas nos permitió ver unos cuantos jirones de cielo azul. Hay fotografías y videos de la región en jornadas espléndidas, completamente despejadas y sin una nube en el horizonte. Por tanto, sé que esos días existen, aunque nunca haya logrado verlos en primera persona. No me importa. Prefiero sus días grises y cargados de niebla. Dan a la región un aire etéreo, que acrecienta su enigmático embrujo y forma parte de la esencia de Vestfirðir.
A la hora de recorrer la región, hay que tener en cuenta la escasa densidad de población. Sus 9.409 kilómetros cuadrados apenas están poblados por 7.300 personas, de las cuales casi la mitad se concentra en la capital. Tampoco hay demasiado turismo. Lo que es bueno para disfrutar de su salvaje entorno, puede resultar un problema a la hora de los servicios disponibles. Hay pocas gasolineras y menos hoteles. Tampoco abundan los restaurantes. Aunque las distancias no parezcan muy largas en kilómetros, sí lo pueden ser en tiempo. Algo bastante común en Islandia. Es importante planificar los itinerarios teniéndolo en cuenta.
Otro factor a considerar es el meteorológico. Estamos en una de las regiones más extremas de Islandia, tan solo superada por las Tierras Altas. El clima es muy inestable y son frecuentes los vendavales y los aguaceros. Por no hablar de las nevadas durante el largo invierno subártico. Tenlo en cuenta, permanece siempre atento a las alarmas de safetravel.is y procura tener planes flexibles. Sobre todo, nunca te confíes. En toda Islandia, es posible pasar de un día apacible a un infierno en cuestión de minutos. En Vestfirðir, expuesta a los rigores de la cercana Groenlandia, es aun peor.
La eterna pregunta de todo el que se acerca a la región es cuántos días se necesitan para visitarla. Como siempre, dependerá de los gustos y preferencias personales. En esta ocasión estuvimos seis días y, a pesar de que ya conocíamos algunos lugares, nos quedaron otros por ver. Deberíamos haber dedicado un día adicional a la salvaje costa de Strandir. También nos habría gustado realizar una excursión a la todavía más salvaje Hornstrandir. Además de faltarnos tiempo, la escasez de turismo, debido a los últimos coletazos de la pandemia, hizo que apenas hubiera barcos cubriendo el trayecto desde Ísafjörður. Y un día adicional en la zona suroeste no nos habría venido mal. Quizá nos habríamos animado a intentar un segundo asalto a Svalvogavegur. En total, otros tres días, elevando el total a nueve. Sería el máximo de tiempo que dedicaría a la zona.
En el otro extremo, creo que el mínimo debería estar en dos días. Un itinerario rápido podría ser llegar en el primer ferry desde Stykkishólmur y limitar la visita al extremo suroccidental de la región, durmiendo en Patreksfjörður. A la ida, podrías visitar Rauðisandur y Látrabjarg. De regreso al ferry, dar un rodeo hasta Dynjandi. Puede parecer poco, pero si no dispones de más días, mi consejo es el mismo que en el resto de la isla: es mejor ceñirte a una zona y conocerla con cierta calma y detalle que pasarte el día intentando devorar kilómetros por las carreteras de Islandia. Si, además, quieres conocer Ísafjörður y sus alrededores, el mínimo sería de tres jornadas.
Independientemente de los días que dediques a recorrerlos, los Fiordos del Oeste no te decepcionarán. Son tan distintos al resto de la isla que, en algunos momentos, te parecerá estar en otro país. Quizá no sean tan fotogénicos como Landmannalaugar o Kerlingarfjöll, ni tan espectaculares como Dettifoss o Jökulsárlón. Pero el embrujo de sus paisajes, la amabilidad de sus habitantes y la sensación de estar en un lugar remoto, harán de esa parte de tu viaje por Islandia una experiencia inolvidable.
Regresé a la región en invierno. En https://depuertoenpuerto.com/invierno-en-los-fiordos-del-oeste/ encontrarás una descripción del recorrido.
En https://depuertoenpuerto.com/category/europa/escandinavia/islandia/fiordos-del-oeste/ están todas las entradas del blog sobre los Fiordos del Oeste.
Nuestro itinerario por los Fiordos del Oeste tan solo fue un capítulo de un viaje más largo por la Islandia menos trillada, que puedes ver en https://depuertoenpuerto.com/dieciseis-dias-en-islandia/.
Quien solo tenga tiempo de hacer un breve recorrido por la región, puede encontrar inspiración en la interesante entrada de Singularia: https://singularia.blog/2022/10/28/fiordos-del-oeste-islandia-guia-sensorial/.
También es digno de mención el itinerario descrito en el blog Fotografiando Viajes: https://fotografiandoviajes.com/fiordos-oeste-islandia-vestfirdir-que-ver/.
Algo mas prolongado el que describen en Viajar por Libre: https://www.viajarporlibre.net/fiordos-del-oeste-islandia/.
En inglés, la web oficial de turismo de los Fiordos del Oeste está en https://www.westfjords.is/.
Muy interesante el artículo sobre la región en Guide to Iceland: https://guidetoiceland.is/nature-info/the-wild-westfjords-of-iceland.
La misma web tiene una entrada sobre las carreteras de la zona: https://guidetoiceland.is/connect-with-locals/stephen.midgley.7/westfjords-roads-a-complete-guide.
Como en todo viaje por Islandia, imprescindible visitar todos los días la página safetravel.is.
En https://umferdin.is/landshluti/vestfirdir encontraremos información específica sobre las condiciones de las carreteras de Vestfirðir.
Qué maravilla leer largo y tendido sobre los Fiordos del Oeste, y comprobar que no estoy solo en el club de viajeros fascinados por esa región. ¡Todo un detalle, tu enlace y tu mención a mi post! Muchas gracias por eso y por llevarme de nuevo hasta esa región preciosa y salvaje.
Gracias Sergio. Te puedo asegurar que no estás solo. Creo que compartimos el gusto por los lugares apartados y solitarios. Y los Fiordos del Oeste son, en este sentido, una de las regiones más fascinantes de Islandia. Si a esto añadimos sus etéreos paisajes, casi siempre envueltos entre nubes y neblinas, el resultado es un lugar realmente mágico.
Si algún día decides regresar y tienes alguna duda, o necesitas información de primera mano, estaré encantado de intentar ayudarte.