¿Cuál es la mejor? Cualquiera de ellas. No hay una «forma correcta» de viajar. Aquel que piense que para viajar «de verdad» hay que hacerlo de una manera concreta es un pedante, un ignorante, o ambas cosas simultáneamente. Como mucho, puedes decir cuál sería la forma concreta en la que tú, personalmente, prefieres viajar. A veces, ni tan siquiera eso es posible. Yo soy un magnífico ejemplo. Me encanta viajar en barco, pero también hacerlo en coche. Y alguno de mis viajes más interesantes los he realizado completamente en transporte público. Disfruto viajando solo, pero también en compañía de Olga. Aunque no me gustan los viajes organizados, los cruceros de expedición que he tenido la suerte de realizar, en el fondo lo son. Y conservo de ellos magníficos recuerdos.
El truco es tener la mente abierta y adaptarte a las circunstancias. ¿Quieres ir de mochilero a Svalbard? Va a ser muy complicado y bastante peligroso. ¿Un road-trip por Groenlandia? Imposible, apenas hay carreteras. ¿Vas a visitar el sur de Japón en pleno verano? Perfecto, pero el calor y la humedad condicionarán completamente tu estancia. Antes de elegir el momento y lugar de tu viaje, lo primero debería ser tener un mínimo de información sobre las condiciones concretas del sitio que quieres visitar. Conocimiento que deberá ser mayor según aumente la complejidad de tu destino. No es lo mismo ir a Lisboa que a Qaqortoq, sobre todo si pretendes hacerlo por libre.
Lo mismo ocurre con los viajes en barco. Navegar en un lujoso barco de Ponant es un auténtico placer. Pero también lo puede ser hacerlo en el Norwegian Epic, por mucho menos dinero. Y una de las travesías más hermosas que he realizado en mi vida fue a bordo del Norröna. Un ferri tirando a desaliñado, en el que pasé tres jornadas inolvidables. Lo importante es saber dónde te metes y no esperar en el Norröna el mismo nivel de atención y detalle que en Le Lyrial. Al final, salvo que tengas un golpe de suerte (que también existen), nadie da duros a dos pesetas. En términos materiales, generalmente obtienes aquello que pagas. La parte inmaterial es la que tú pones y aquella que, en el fondo, hará que disfrutes o no del viaje.
En este sentido, es importante tener claro lo que buscas. Si eres un amante de la gastronomía, quizá Inglaterra no sea un buen destino. Y tampoco lo será Roma, si tu pasión es la fotografía de paisaje. En cualquier caso, una vez más lo importante es mantener la mente abierta. ¿Las circunstancias te empujan a ir a París, cuando a ti lo que te gusta es el senderismo? Pues tienes dos opciones: no ir o rendirte. Lo que no tiene lógica es acabar en París y pasar el día protestando del tráfico y la gente. Acabarás amargado y, lo que es peor, amargando a los que te rodean.
Por ejemplo, mi primer viaje en crucero fue completamente accidental. En aquel momento, habría sido una de mis últimas opciones. Pero tenía el compromiso de dejar que eligiera Olga, así que no quedó más remedio que subir a un enorme barco de MSC. ¿Podía haberme pasado todo el viaje protestando y con mala cara? Sí. ¿Habría servido de algo? No. O mejor dicho, si: para arruinar nuestro viaje y convertir en una pesadilla lo que acabó siendo una experiencia interesante y, en el fondo, el germen del que nació el blog que estás leyendo.
Dicho lo cual, también hay que ser consciente de que uno u otro tipo de viaje acabarán generando experiencias distintas. Si vas en un viaje organizado, integrado en un grupo, tus posibilidades de terminar en algo parecido a una burbuja turística, aislado de la realidad local, serán mucho mayores que si viajas completamente solo y utilizando el mismo transporte público que los habitantes de la zona. Planificar un viaje largo y complejo, mientras exploras y sopesas lentamente las distintas opciones que se abren ante ti, puede ser una auténtico placer. Aunque también es posible disfrutar huyendo de la paradoja de Schwartz, hojeando tranquilamente el catálogo de una naviera o incluso los itinerarios programados de una agencia de viajes.
Lo cual nos lleva al último, pero no por ello menos importante, entre los factores al elegir tu forma concreta de viajar: tus propias limitaciones. Tu capacidad de organización e improvisación, tolerancia a la frustración, dominio de idiomas o sentido de la orientación, por citar algunos factores, determinarán en gran parte el tipo de viaje que hagas. O, al menos, así debería ser. A modo de ejemplo, ¿tiene sentido plantear un road-trip invernal por el norte de Islandia, si ninguno de sus integrantes sabe conducir sobre hielo y nieve? Lo mismo ocurre con el resto de condicionantes. Aunque personalmente no llevaría esto a sus últimas consecuencias. Sin experimentar y tantear los límites, es imposible avanzar. El truco puede estar en no ser excesivamente ambicioso y, por ejemplo, meterte de primeras en el Transiberiano, sin conocer mínimamente Rusia, ni haber realizado jamás un viaje largo en tren.
Al final, lo realmente importante es tener claro el motivo de tu viaje y, sobre todo, disfrutarlo. No pretender hacer el itinerario de otra persona, porque lo hayas visto en las redes sociales o leído en un blog. Aunque puedas aprender de las experiencias de otros, toma tus propias decisiones. Todo viaje es enriquecedor y, como dijo Neruda, «Si no escalas la montaña, jamás podrás disfrutar el paisaje«.
Para ampliar la información.
Si prefieres ver un crucero de expedición, en este caso por el norte profundo, lo encontrarás en https://depuertoenpuerto.com/de-tromso-a-reikiavik-un-crucero-por-el-artico-profundo/.
O un viaje realizado completamente en transporte público, en https://depuertoenpuerto.com/noruega-en-invierno/.
Y un road-trip puro, realizado en solitario: https://depuertoenpuerto.com/mas-alla-de-la-ring-road-17-dias-de-invierno-en-islandia/.
Pues tiene mucha razón aunque al final la presión social nos obliga a ir a algún sitio aunque quizás no sea lo que más deseamos o nos convenga.
Para mí mi forma favorita de viajar es como tú me enseñaste, un road trip, con un plan establecido, sí, pero sin ningún compromiso, así que si mañana apetece cambiar el plan por cuestiones meteorológicas o porque alguien te ha hablado de que es importante ver x, pues se cambia el plan y listo.
Es cierto que mis viajes siempre tienen un componente gastronómico importante, de hecho suelen girar más alrededor de la gastronomía que de otros detalles, así que por eso tengo destinos más o menos favoritos, aunque eso no implique que no pueda ir a lugares donde tenga que comer hamburguesas y fish and chip durante unos días.
Como tú dices quizás lo más importante es flexibilidad e intentar disfrutar de lo que te ha tocado, porque en ningún viaje todo es perfecto y en ninguno tampoco, todo es horrible.
Un abrazo y hasta pronto
Coincido contigo en que la sensación de libertad que tienes saliendo de tu casa al volante de tu coche, sin un plan ni destino fijo, es difícilmente superable.
Me honra haber sido la fuente de inspiración para tu forma favorita de viajar. Por contra, me entristece no haber logrado el mismo efecto con tus preferencias musicales. Una demostración más de que, en esta vida, nunca puedes tenerlo todo.
Un fuerte abrazo.