La culpa de todo la tuvo Juan Sebastian Bach. Me explicaré.
Yo, a pesar de adorar el mar y los barcos, o precisamente por ello, era un feliz escéptico de los viajes en crucero. Definitivamente, no eran para mi: no me gustan las piscinas, no me gustan los espectáculos tipo Broadway, no me gusta el bingo, no me gustan los casinos, no me gustan las excursiones o los viajes organizados, no me gusta . . .
Mi viaje perfecto consistía en subirme al coche, sin un destino claro ni reservas de hotel y ver qué nos deparaba el destino. Había viajado así por media Europa, desde Noruega hasta Croacia. Tras unas vacaciones que en principio eran en la Dordoña y acabaron en Normandía, estaba pensando en un futuro viaje de peregrinación al “país de Bach”, con escalas obligadas en Eisenach y Leipzig.
Como era un viaje con claras connotaciones musicales y un tanto “duro”, para convencerla, se me ocurrió decirle a Olga la manida frase de “cariño, este año eliges tu y el próximo yo”. Cuando me dijo “vale, este año nos vamos de crucero”, me quedé sin palabras. Afortunadamente, pude arreglármelas para evitar hacer el típico itinerario por el Mediterráneo, con lo que acabamos en un crucero alrededor de las Islas Británicas, con salida desde Hamburgo.
Nuestra primera escala era en Edimburgo, pero el barco era demasiado grande para atracar allí, así que nos dirigíamos a fondear junto a South Queensferry. Íbamos en un camarote con terraza. Al detenernos para recoger al práctico, debió despertarme el cambio en el ritmo del barco. En medio del Firth of Forth, medio dormido, abrí las cortinas y . . . nueve veranos y diez cruceros más tarde, sigo sin haber ido a Eisenach. Ni a Leipzig.
Para alguien que aún sigue siendo relativamente excéptico a los viajes en crucero, resulta estimulante el blog. Mi experiencia mas cercana a este tipo de turismo fue en un ferry de la compañía VIKING, desde Estocolmo a Tallin. Por lo que he podido comprobar leyendo el blog y viendo las fotos, la experiencia fue muy parecida a un crucero puro; tanto en limpieza y lujo, como en la dinámica del viaje.
Pese a todo, aún no me he decidido a embar en uno. Coincido con el autor del blog en el desinterés por esa parte de los cruceros que se refiere a casinos, teatros, espectáculos piscinas spas etc. Tampoco me motiva el excesivo protagonismo de la gastronomía. Aprecio la contemplación de paisajes, aunque solo sean las sutilezas de un aparentemente monótono mar. Sin embargo presiento que esta forma de viajar o de hacer turismo, establece una mayor distancia con los sitios visitados, frente a otras formas de hacerlo, en donde se produce una mayor inmersión en el medio.
Dicho lo cual no descarto en el futuro, cuando las circunstancias sean más idóneas, tener la mejor experiencia posible de un crucero por lo que seguiré con atención las entradas de este notable blog.
Saludos
Gracias por el comentario y el interés por mi modesto blog.
Referente al itinerario realizado en ferry, coincido en que, para un aficionado a los barcos y al mar, es una opción interesante. Todos los viajes de este tipo que he podido hacer han sido bastante gratificantes y pueden paliar en alguna medida uno de los principales problemas de los cruceros: la rigidez en los horarios.
Pero creo que no se puede comparar un itinerario en ferry con un crucero. Cada barco está pensado para una finalidad diferente. Un simple vistazo a sus características es suficiente.
Por ejemplo, el MS Gabriella, uno de los dos ferrys que hacen el trayecto Estocolmo – Tallinn – Estocolmo para Viking Line, tiene un tonelaje de 35.285 GT y una manga de 169,4 metros, en las que, además de 2.400 pasajeros, tiene que acomodar hasta 400 vehículos.
El crucero en el que he navegado mas similar en capacidad, el MS Eurodam, tiene un tonelaje de 86.273 GT y una manga de 285 metros, para transportar 2.104 pasajeros y ningún vehículo. La diferencia de espacio disponible es mas que evidente.
Por no hablar de aspectos mas subjetivos, como puede ser la calidad de sus instalaciones, las opciones de ocio o la tripulación.
Pero, además, lo que para mi hace especialmente atractivo un crucero es pasar varios días cómodamente instalado en el mismo barco, con un camarote que cada vez sientes mas como tu propia casa, mientras navegas visitando un puerto tras otro. Esa sensación no se consigue en un par de días.
En cualquier caso, para ayudar a todos los que no quieren realizar un crucero, he escrito una entrada en la que pueden encontrar suficientes excusas para no hacer este tipo de viaje: Diez motivos para no hacer un crucero.