No creo que nadie se sorprenda si afirmo que el verano de 2020 fue bastante extraño. En plena resaca de la primera ola de la pandemia, habíamos conseguido hacer un precioso viaje por una Islandia todavía más solitaria de lo habitual. Regresamos a Madrid con la incidencia volviendo a remontar, aunque en aquel momento casi nadie intuía el largo calvario que aun teníamos por delante. En cualquier caso, el asfixiante calor, la sensación de agobio por las restricciones y la falta de trabajo nos empujaron a intentar evadirnos emprendiendo un nuevo viaje.

Sassolungo

Sassolungo.

Decidimos ir a Italia, donde había vuelos directos y, siendo ciudadanos de la Unión Europea, podíamos entrar libremente, sin mayores requisitos sanitarios. Comenzaríamos con una dosis de naturaleza salvaje y paisajes idílicos haciendo un breve «road trip» por los Dolomitas. Después, daríamos un rodeo hacia el sur para visitar Rávena y Chioggia, dos ciudades que llevábamos tiempo queriendo conocer. Por último, aprovecharíamos la falta de turismo en Venecia, continuamente cacareada por los medios españoles, para pasar unos días en la ciudad de la laguna.

Amanecer en Rávena

Amanecer en Rávena.

Un plan perfecto sobre el papel, que empezó a torcerse incluso antes de empezar el viaje. En las escasas 48 horas que tardé en planificarlo, reservar los hoteles y comprar los billetes de avión, Italia cambió el protocolo de entrada, pasando a exigir una PCR negativa a todos los viajeros procedentes de España. Al menos, no había que hacer cuarentena. Tampoco lo tuve fácil en los Dolomitas, donde fue casi imposible encontrar hotel a un precio razonable. Nos vimos obligados a pasar las tres noches en Bolzano, trastocando el plan original y haciendo imposible recorrer la parte oriental del macizo. La zona resultó estar tan saturada como en cualquier verano. Pero parece que nuestro cupo de mala suerte se acabó en cuanto llegamos a Rávena. Aunque todavía nos esperaba algún otro contratiempo, el resto del viaje acabó yendo mucho mejor.

Itinerario Italia 2020

Itinerario Italia 2020.

Un viaje de diez días que, pese a los inconvenientes iniciales, salió bastante bien. Sobre todo, teniendo en cuenta la rapidez con la que lo organizamos. Lo peor fue la primera parte. La comparación entre Islandia, con su ausencia de tráfico y sus enormes extensiones vacías, y las saturadas carreteras de los Dolomitas, estuvo a punto de arruinar el viaje. Superado el último atasco, entre Garda y Rávena, el resto de los días fueron mucho mejor. Rávena apenas tenía visitantes y aunque Venecia no era la ciudad desierta que mostraban los medios de comunicación españoles, el turismo tan solo era una pequeña fracción del habitual. Pudimos disfrutar de la ciudad a nuestras anchas. La única pega fue que, sobre todo en Rávena, encontramos algunos lugares cerrados.

Atardecer en Fondamenta San Giacomo

Atardecer en Fondamenta San Giacomo.

En cualquier caso, un viaje muy interesante. Lo único que siento es no haber cambiado los días en Bolzano por más días en Venecia. Poder disfrutar, sin agobios y con unos precios razonables, de una de las ciudades más hermosas del mundo, fue una experiencia tan gratificante como difícilmente repetible. Sobre todo, en pleno mes de agosto.