Toda Venecia es una ciudad dual. Basta dar unos pasos en la dirección adecuada para pasar de un entorno masificado a otro asombrosamente tranquilo. Incluso a la absoluta soledad. Pero en ninguno de sus barrios esto es tan palpable como en el sestiere de Castello. En su extremo suroccidental, rozando el espléndido Palacio Ducal, está el Ponte della Paglia, normalmente abarrotado de turistas intentando fotografiarse frente al célebre Puente de los Suspiros. La zona más turística forma una finísima franja, a lo largo de Riva degli Schiavoni, que llega como mucho al lugar en el que la Via Giuseppe Garibaldi se convierte en el Rio de S. Ana. Más allá, hay lugares tan solitarios como San Pietro o el mismísimo arsenal, al que incluso suele ser complicado acceder.

Calle del Remedio

Calle del Remedio.

Ya habíamos recorrido tranquilamente el sestiere durante nuestra estancia en Venecia en el verano de 2018. Pero entonces estuvimos durmiendo en Murano y Castello tan solo había sido el destino de un largo paseo. Esta vez, habíamos elegido el hotel Bucintoro, junto al Museo Naval, para pasar nuestras tres primeras noches en Venecia. La situación era justo la contraria. Tendríamos que atravesar Castello para ir y venir de nuestras excursiones. Lo cual nos daba la ventaja de poder explorar caminos diversos, perdiéndonos entre sus callejuelas. Para mí, la mejor forma de conocer Venecia.

Rio de S. Lorenzo

Rio de S. Lorenzo.

Por la mañana, nuestro errático paseo hacia Fondamente Nove nos acabó llevando al Rio de S. Lorenzo. Desde su fondamenta, podíamos ver la iglesia ortodoxa de San Giorgio dei Greci, con su campanario inclinado sobre el canal. No conocíamos la iglesia y nos habían comentado que tiene una interesante colección de iconos. Pero teníamos un plan bastante concreto, recorriendo parte del norte de la laguna veneciana. No queríamos comenzar el día dispersándonos.

Santa María Formosa

Santa María Formosa.

Tampoco nos detuvimos en Santa Maria Formosa, en este caso por encontrarnos su puerta cerrada. Es una iglesia renacentista, construida en 1492 según los diseños de Mauro Codussi, aunque sus dos fachadas fueron levantadas posteriormente, siendo barroca la que da a la plaza y renacentista la del costado de la fondamenta. El templo, conocido oficialmente como Iglesia de la Purificación de María, se asentaría en el solar de otro, del siglo VII, que según la tradición fue una de las ocho iglesias fundadas por San Magno de Oderzo.

En el norte de la laguna veneciana.

Empleamos buena parte del día fuera de Castello, visitando Burano y una parte de la laguna poco transitada por el turismo. Un recorrido extraño, en busca de los orígenes del peculiar modo de vida que hace de Venecia un lugar único.

Regresamos a Venecia en la hora de mayor calor del día. Pero nuestra primera visita estaba apenas a 450 metros de Fondamente Nove. Un corto paseo nos llevó a la puerta de la Scuola Grande di San Marco. Queríamos resarcirnos de nuestro fracaso de 2018, cuando los trabajos de preparación de una exposición nos impidieron visitar el lugar.

La Scuola Grande di San Marco.

La Scuola Grande di San Marco llegó a ser la más importante de las antiguas cofradías que articulaban socialmente la república veneciana. Hoy sus salas se reparten entre el acceso a un hospital y un interesante museo de medicina.

Góndola junto a Aqua Alta

Góndola junto a Acqua Alta.

En el camino hacia nuestro siguiente destino, acabamos pasando cerca de uno de esos lugares de Venecia que su fama hace casi imposible visitar: la librería Acqua Alta. Íbamos con prisa y ni intentamos acceder. Nos conformamos con fotografiar la góndola que hay en su parte trasera, un fiel reflejo de cómo eran éstas antes de la llegada del turismo. Su principal diferencia era el felze, que servía tanto para refugiarse de las inclemencias atmosféricas como para prestar intimidad a sus ocupantes.

La iglesia de San Zacarías.

A pesar de su indudable interés y su ubicación a escasos metros de la Riva degli Schiavoni, uno de los lugares más concurridos de Venecia, San Zacarías no recibe la atención que merece. Tan solo su cripta, parcialmente inundada, consigue atraer a una parte del turismo masivo de Venecia.

Regresando a Castello

Regresando a Castello.

Tras visitar San Zacarías, decidimos abandonar brevemente Castello para visitar nuestro restaurante favorito de Venecia, la Trattoria ai Cacciatori, en Giudecca. Además de cenar estupendamente, disfrutamos tanto de las espléndidas vistas desde el vaporetto como de un hermoso atardecer desde la terraza del restaurante. Tras la cena, estábamos demasiado cansados como para hacer mucho más que cruzar en vaporetto el canal de Giudecca y la cuenca de San Marco, para ir directamente a dormir al hotel coincidiendo con las últimas luces del ocaso, que nos regalaron una estupenda vista de la Punta de la Aduana y Santa Maria della Salute.

En la ventana del Bucintoro

En la ventana del Bucintoro.

Al día siguiente, despertamos por última vez en el hotel Bucintoro. Habíamos decidido mudarnos a otro hotel junto al Gran Canal, en las inmediaciones de Ca’ d’Oro. Antes de dejar la habitación, nos despedimos de las espléndidas visitas que habíamos tenido el privilegio de disfrutar durante nuestra breve estancia en Castello. El Bucintoro nos dejó muy buenos recuerdos y, sin duda, volveremos a elegirlo para alojarnos en algún futuro viaje a Venecia.

Puente de los Suspiros

Puente de los Suspiros.

El día era perfecto, con el cielo cubierto por un tenue manto de nubes, que tamizaba la dura luz solar de la jornada anterior. Además, Venecia parecía estar aun mas vacía que el día previo. Hasta tal punto, que estuvimos completamente solos en el puente de la Paja, frente al célebre puente de los Suspiros, en el límite entre los sestiere de Castello y San Marco, normalmente uno de los lugares más atestados de Venecia.

Aqua Alta

Acqua Alta.

Nuestro principal objetivo del día era el arsenal de Venecia. Pero no teníamos prisa. Antes, queríamos perdernos nuevamente por los estrechos callejones de Castello. Poco después de las nueve y media, nos dimos nuevamente de bruces con Acqua Alta. Su puerta, abierta de par en par, fue un reclamo demasiado fuerte. Dentro, tan solo nos encontramos con un par de gatos, tumbados indolentemente sobre los caóticos montones de libros. Llevaba mucho tiempo sin perderme entre los estantes de una librería. Es uno de los placeres que he perdido con la llegada de internet. Podía haberme pasado todo el día rebuscando entre los libros nuevos y usados de Acqua Alta, pero teníamos que seguir nuestro camino. Acabé comprando un ejemplar de The Venetian Empire, una curiosa mezcla entre libro de historia y crónica de viajes, y reanudamos la ruta.

Calle de le Capucine

Calle de le Capucine.

Seguimos callejeando sin derrotero fijo. Sin pretenderlo, acabamos llegando a Fondamente Nove cerca del embarcadero de Ospedale. Era evidente que, en algún lugar, habíamos acabado derivando en exceso hacia el norte. Pero no nos importó. De camino, pudimos disfrutar de una Venecia tranquila y recóndita, tan solo transitada por sus auténticos habitantes. Tras corregir el rumbo, nos dirigimos decididamente hacia el este, camino de San Francisco de la Viña. El desvío nos sirvió para pasar nuevamente frente a la espléndida fachada de la Scuola Grande di San Marco.

San Francisco de la Viña.

San Francisco de la Viña es otro de los espléndidos templos que en Venecia pasan casi desapercibidos. No le faltan visitantes, pero éstos suelen ser tan solo una mínima fracción de la avalancha humana que a diario visita la ciudad. Mejor, pues permite recorrerla con la tranquilidad que requiere.
Rio de San Francesco della Vigna

Rio de San Francesco della Vigna.

Estábamos muy cerca de nuestro objetivo principal del día, pero aun dimos un último rodeo, por el campello della Fraternitá, para contemplar las vistas sobre el rio de San Francesco della Vigna. A continuación, comenzaron nuestros intentos de acceder al escurridizo arsenal de Venecia.

En el Arsenal de Venecia.

La larga existencia de la República de Venecia habría sido imposible sin su arsenal. En su interior, se fabricaban buques de todo tipo, con un nivel de eficacia desconocido en el resto de Europa. Sus días de esplendor acabaron hace siglos, pero sigue siendo un lugar tan fascinante como extraño.
Rio San Gerolamo

Rio San Gerolamo.

El recorrido por el antiguo corazón de la Serenissima terminó en el ponte dei Pensieri, a 900 metros del hotel. Había pocas posibilidades de perderse, en una zona de Castello que conocíamos de sobra. Antes de reincorporarnos a la vía Giuseppe Garibaldi y la Venecia más turística, dimos un breve rodeo hasta el Canale di San Pietro. A continuación, pudimos despedirnos del Castello mas auténtico desde la fondamenta S. Gioacchin, donde la ropa tendida sobre el rio S. Gerolamo colgaba frente a uno de los viejos torreones de la muralla del arsenal. La viva imagen de una Venecia que, lentamente, va desvaneciéndose en el tiempo.

Para ampliar la información:
En https://depuertoenpuerto.com/entre-los-dolomitas-y-ravena/ se puede ver el itinerario completo de nuestro viaje por el nordeste de Italia.

La entrada sobre nuestra anterior visita al sestiere está en https://depuertoenpuerto.com/castello-al-este-de-venecia/.

La web Venecísima tiene un artículo sobre Castello (https://www.venecisima.com/post/de-paseo-por-venecia-castello-en-3d) y otro con vínculos a entradas sobre sus iglesias (https://www.venecisima.com/post/todas-las-iglesias-chiese-de-castello-32).

Mas breve, pero también interesante, el post de Venecia en Invierno: https://veneziaeninvierno.com/2019/07/08/el-sestiere-de-castello/.

En Rodando por el Mundo hay una buena galería fotográfica del sestiere: https://www.rodandoporelmundo.com/de-paseo-por-venecia-castello/.

En inglés, la página oficial de turismo Venezia Unica describe un posible recorrido por el barrio: https://www.veneziaunica.it/en/content/castello-district.