En un día de transición entre Bolzano y Rávena, nos pareció una buena idea dar un breve rodeo para conocer la parte más occidental de los Dolomitas. Además, pasaríamos junto a un lago con fama de ser uno de los más hermosos del país y cambiaríamos el intenso tráfico de la A22 por rutas más tranquilas y rurales. La zona, apartada de la parte central de los Dolomitas, resulto ser bastante más tranquila que éstos. Hasta que llegamos a Molveno. Allí, nos dimos de nuevo de bruces con los problemas para aparcar y una larga fila para subir al telecabina. En cualquier caso, a las diez y media lográbamos desembarcar en la estación superior de éste.
A pesar de que no era el final de nuestro recorrido, decidimos hacer una pausa y curiosear por los alrededores. Resultaron estar bastante concurridos, además de contener varios hoteles de montaña y alguna que otra atracción turística. Aquello parecía un pequeño parque temático. Afortunadamente, en la zona inferior encontramos un entorno más tranquilo, desde el que pudimos disfrutar de las vistas sobre Molveno y su lago.
El siguiente tramo, hasta las proximidades del refugio La Montanara, se puede recorrer mediante un telesilla. Subimos con la esperanza de encontrar algo más de tranquilidad según nos fuéramos adentrando en las montañas. Pero nuevamente nos llevamos un desengaño. El refugio tenía una gran terraza, en la que literalmente no cabía una persona más. Además, todos sus alrededores estaban llenos de familias haciendo picnic, tomando el sol o simplemente disfrutando de un día de campo. Atravesamos la zona lo más rápido que nos fue posible.
Nuestro auténtico destino estaba apenas 1.100 metros más allá. Un mirador en un recodo de una sinuosa senda que se adentraba entre los bosques, al noroeste de La Montanara. Como suele ocurrir, bastó alejarnos unos cientos de metros del entorno del refugio para vernos transportados a un lugar completamente diferente, en el que apenas coincidimos con una docena de personas.
La senda avanzaba, entre densos bosques de coníferas, por la ladera de la montaña. Sin grandes desniveles y con un piso generalmente firme y liso, progresábamos a buen paso, incluso cuando el suelo se convirtió en una hermosa retícula de raíces. El único tramo con una mínima dificultad resultó estar en las proximidades de una pared rocosa, donde un desprendimiento junto a la boca de una cueva había reducido el sendero a unos cuantos troncos, sobre los que había que avanzar haciendo equilibrios.
Finalmente, llegamos al recodo del camino que habíamos marcado como el fin de nuestra excursión. Allí, la senda alcanzaba un profundo cortado. Incapaz de seguir, giraba en redondo y comenzaba un vertiginoso descenso hacia el valle del río Massodi. Estuvimos tentados de continuar, pero nos desanimó la perspectiva de tener que enfrentarnos a la vuelta con el fuerte repecho. La otra opción, descender por el valle hasta Molveno, estaba fuera de nuestras opciones para la jornada.
Al final, nos conformamos con contemplar el panorama desde el borde del cortado. Frente a nosotros, el valle del Massodi nacía a los pies de abruptas paredes de roca, cuyas cimas desaparecían entre las nubes. La vista era interesante, pero tan solo una sombra de la que hubiéramos podido admirar en un día despejado. Pasamos un buen rato en el lugar, disfrutando del paisaje, de la tranquilidad del entorno y de las numerosas mariposas que revoloteaban sobre el abismo. Teníamos la vana esperanza de que un claro entre las nubes nos permitiera ver las montañas en todo su esplendor.
Pero no hubo suerte. Resignados, emprendimos el camino de regreso a La Montanara y su telesilla. Una vez allí, hicimos un último intento de contemplar el macizo desde un pequeño mirador que hay al borde de la llanura. Las nubes iban abriéndose lentamente y, por un instante, un fugaz claro nos permitió ver la cima del Brenta, a 3.150 metros de altura, recortándose sobre el cielo azul. Estábamos dudando sobre nuestros siguientes pasos, cuando un hombre que debía haber escuchado nuestra conversación, se acercó a comentarnos la previsión meteorológica. Según me enseñó en el enorme periódico que llevaba, se esperaban cielos completamente despejados para las seis. Demasiado tarde para nuestros planes.
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Para ampliar la información:
Quien quiera explorar la zona con más detenimiento, encontrará información en https://es.ecobnb.com/blog/2019/07/parque-natural-adamello-brenta-italia/.
También es interesante la entrada en Destino Trentino: https://www.destinotrentino.com/dolomitas-de-brenta/.
En https://depuertoenpuerto.com/entre-los-dolomitas-y-ravena/ se puede ver todo nuestro itinerario por el nordeste de Italia.
En italiano, la página oficial del Parque Natural Adamello Brenta está en https://www.pnab.it.
En inglés, la web dolomitiunesco.it tiene una página dedicada a los Dolomitas de Brenta: https://www.dolomitiunesco.it/en/dolomiti-di-brenta/.
También hay una sección sobre el macizo de Brenta en la web oficial de la Fundación Dolomitas UNESCO: https://www.dolomitiunesco.info/?gruppo-dolomitico=dolomiti-di-brenta&lang=en.
Preciosos los Dolomitas. Cuando vivía en Italia solo pude visitarlos por un par de días, pero quede impresionado y espero poder volver.
Muchas gracias por compartir estos parajes.
Una lástima que, viviendo cerca, no pudieras visitarlos con más asiduidad. Gracias por comentar.