El Gran Canal de Venecia parte la ciudad en dos. Sus casi cuatro kilómetros de longitud describen una gran S invertida, que separa los sestieri de Cannaregio y San Marco, en el lado noreste, de los de Santa Croce, San Polo y Dorsoduro, al suroeste. Tan solo Castello no linda con la principal arteria acuática del casco histórico. Sus márgenes son como una gran muestra de lo mejor de la arquitectura veneciana, con más de 170 edificios alineándose en las dos orillas. La mayor parte, de los siglos XIII al XVIII. Si, como decía Napoleón, San Marco es «el salón más Bello de Europa», el Gran Canal sería su más que digno pasillo.

Primeras luces sobre el Gran Canal

Primeras luces sobre el Gran Canal.

Despertábamos por última vez en Venecia. La noche anterior, aun teniendo en cuenta que visitábamos una Venecia azotada por la resaca de la pandemia, con el turismo reducido a una fracción del habitual, el canal nos había sorprendido por su asombrosa tranquilidad. Salí al balcón poco después de las seis de la mañana. El día comenzaba a clarear por el este, mientras el Gran Canal parecía seguir sumido en su extraño letargo. Tan solo acerté a ver una lancha navegando frente al Fondaco dei Tedeschi.

Pescaria de Rialto

Pescaria de Rialto.

Poco después, el canal parecía dispuesto a salir de su sopor nocturno. Comenzaron a llegar las barcazas cargadas de mercancías destinadas a la Pescaria de Rialto, el espléndido edificio neogótico que aloja al mercado del pescado de Venecia. Ya en 1097 la zona estaba ocupada por un mercado, aunque en aquella época lo mismo era posible comprar pescado de la laguna que mercancías exóticas traídas de Oriente. En 1883 se instaló un pabellón metálico para proteger unos puestos que, para entonces, ya se habían especializado en la venta de pescado. El edificio actual, pese a su apariencia, es relativamente moderno. Fue diseñado en 1900 por el pintor Cesare Laurenti y el arquitecto Domenico Rupolo, aunque su inauguración se retrasó hasta 1907.

Góndolas al amanecer

Góndolas al amanecer.

Bajamos a desayunar a la terraza del hotel Foscari Palace, junto al traghetto de Santa Sofia. El trasiego de barcazas en Pescaria había terminado y la tranquilidad volvía a imperar en el Canalazzo, como llaman los venecianos al Gran Canal. Tan solo los vaporetti de las lineas que lo atraviesan rompían de vez en cuando la quietud del ambiente. Ni tan siquiera estaba el joven gondolero que, la mañana anterior, preparaba su góndola mientras desayunábamos. No teníamos ninguna prisa, por lo que disfrutamos tranquilamente del desayuno, recreándonos con las espléndidas vistas.

Trajín en el Gran Canal

Trajín en el Gran Canal.

Regresamos al hotel mientras los rayos del sol comenzaban a templar el ambiente. Entretenidos recogiendo la habitación, no volvimos a salir al balcón hasta cerca de las ocho y media. Para llevarnos una sorpresa. El calmado canal que habíamos disfrutado la noche anterior y a primera hora de la mañana, había vuelto a la vida. No era el canal atestado de un agosto normal, pero estaba bastante cerca, con todo tipo de embarcaciones surcando sus aguas. Las fondamente que lo rodean también iban saliendo del letargo nocturno, con cada vez más peatones recorriendo sus calzadas.

Primer viaje del traghetto

Primer viaje del traghetto.

A las ocho y media, con cierto retraso sobre el horario de un año normal, abrió el traghetto de Santa Sofia. Al trasiego de lanchas, botes y vaporetti, se unieron las góndolas, atravesando perpendicularmente el canal y obligando a detenerse a las embarcaciones con las que se cruzaban. Para añadir confusión, llegó una gran barcaza, provista de un brazo articulado. Parecía ser una de las embarcaciones verdes del servicio de recogida de basuras, imagino que recogiendo los residuos de Erbaria, el mercado veneciano de frutas y verduras.

Parando el tráfico

Parando el tráfico.

Antes de la pandemia, el tráfico en el Gran Canal podía alcanzar las 4.000 embarcaciones diarias. Un accidente en el año 2013, cuando un vaporetto colisionó con una góndola, con el resultado de un turista alemán muerto, empujó al municipio de Venecia a intentar poner algo de orden en el caos. Desde entonces, se han reforzado las reglas de preferencia, dando prioridad absoluta a los vaporetti, seguidos por las góndolas de los traghetti. Desde 2018, también se ha puesto coto al auténtico caos de embarcaciones con las que algunos intentaban recorrer el canal. Entre otras, se ha prohibido el uso de kayaks, patines acuáticos o botes de goma. La intención es que, mas allá de lanchas a motor, vaporetti y barcazas de transporte, tan solo puedan navegar las embarcaciones tradicionales venecianas. Y éstas últimas solo cuando sean de residentes en Venecia.

Aumenta el tráfico en el Gran Canal

Aumenta el tráfico en el Gran Canal.

Una de las características que hacen de Venecia un lugar tan especial es la necesidad de realizar sobre el agua lo que en cualquier otro lugar se hace sobre el pavimento. Los servicios de transporte son realizados por vaporetti y taxis acuáticos. Lanchas y barcazas de los tamaños más diversos se encargan del transporte de mercancías o la recogida de basuras. Incluso los servicios de emergencia se desarrollan por los canales. Las entradas de las emergencias de los hospitales dan directamente a ellos y no es extraño ver alguna lancha de la policía o los bomberos recorriéndolos a toda máquina, con las sirenas encendidas.

Cediendo el paso al vaporetto

Cediendo el paso al vaporetto.

Tras casi una hora observando el trajín sobre las aguas del canal, decidimos unirnos al mismo. Teníamos previsto hacer un recorrido hasta el extremo occidental de Dorsoduro, por lo que el camino más corto era utilizando el traghetto de Santa Sofia. Lo que, además, nos permitiría dar un paseo por los diversos mercados que se encontraban frente a nosotros, al otro lado del Gran Canal. Poco después de las nueve, nos subíamos a una de las góndolas que llevábamos un buen rato viendo pasar de un lado a otro del canal.

Atravesando el Gran Canal

Atravesando el Gran Canal.

Viajar en un traghetto siempre me ha parecido una experiencia curiosa. Aunque cada vez lo utilizan mas turistas, hasta el punto de que hay dos tarifas distintas, según seas residente en Venecia o no, es un método de transporte utilizado preferentemente por autóctonos. Permite atravesar cómodamente el Gran Canal, sin necesidad de desviarse hasta uno de sus cuatro puentes o de esperar a un casi siempre atestado vaporetto de la linea 1, cuya ruta zigzaguea de orilla en orilla. Además, al ir prácticamente a ras de agua, ofrece una perspectiva diferente para las fotografías. Su principal pega es la brevedad. En menos de dos minutos, estábamos en la otra orilla. Comenzaba nuestro último paseo por la extraña Venecia del verano de 2020.

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Para ampliar la información:

Comenzaré recomendando una entrada del mejor blog en español sobre Venecia: https://veneziaeninvierno.com/2021/05/14/el-gran-canal-de-venecia/.

Quien esté interesado en información sobre un recorrido por el Canalazzo, puede visitar https://depuertoenpuerto.com/tarde-de-tormenta-en-venecia/ o https://depuertoenpuerto.com/venecia-arsenale-cadoro/.

En https://depuertoenpuerto.com/entre-los-dolomitas-y-ravena/ se puede ver el itinerario completo de nuestro viaje por el nordeste de Italia.

En inglés, la imprescindible web Venezia Unica, además de información sobre actividades y medios de transporte, tiene una página sobre el canal: https://www.veneziaunica.it/en/content/along-grand-canal.

Como no podía ser menos, la variedad de embarcaciones que podemos encontrar en Venecia es notable. En https://allaboutvenice.com/boats-in-venice/ hay una completa guía para identificarlas.

En italiano, hay un interesante proyecto web que intenta crear un catálogo con todas las obras de arte del Gran Canal: https://www.canalgrandevenezia.it.