El fin de mi tercer periplo invernal por Islandia se acercaba rápidamente, mientras avanzaba hacia el oeste por el tramo meridional de una Ring Road extrañamente limpia de nieve. En mi penúltima jornada en la isla, no tenía un destino claro. Tras salir de Kirkjubæjarklaustur, el plan era llegar a dormir en algún lugar en las proximidades del Markarfljót. El clima y la disponibilidad de alojamiento decidirían por mí.

Amanece en Kirkjubæjarklaustur

Amanece en Kirkjubæjarklaustur.

La mañana amaneció asombrosamente serena. Más aún recorriendo Islandia en pleno mes de febrero. La temperatura era de -5º C, pero no había el menor rastro de viento y, hacia el sureste, el sol intentaba romper entre las nubes. Decidí improvisar un desvío. Intentaría rodear los campos de musgo de Eldhraun por el sur, recorriendo la carretera 204, también conocida como Meðallandsvegur. Aunque en umferdin.is la mayor parte de su trazado aparecía en gris (sin servicio en invierno), había tan poca nieve en el campo que parecía razonable arriesgarse. En el peor de los casos, tan solo tendría que dar media vuelta.

El primer tramo de la carretera fue una auténtica delicia. El negro asfalto zigzagueaba entre la nieve y las pequeñas lagunas, que reflejaban los tonos del amanecer. Una vez más, conducir era una experiencia asombrosamente placentera. Tanto, que acabe avanzando a paso de tortuga, recreándome en la belleza del momento. Aunque aún era pronto para relajarse. El tramo de la carretera que estaba recorriendo, hasta las inmediaciones la granja de Þykkvabær, era el único con mantenimiento invernal.

Al sur de Meðallandsvegur

Al sur de Meðallandsvegur.

Más allá del cruce, cuando la carretera giró hacia el suroeste, el asfalto seguía estando completamente limpio. El amanecer avanzaba, iluminando el característico paisaje del sur de Islandia. Una gran llanura, extendiéndose hasta la orilla del mar. La principal diferencia con las grandes superficies de arena negra que había recorrido en los días anteriores eran las rocas volcánicas que, en esta zona, salpicaban la llanura. La mezcla entre la nieve y su oscura superficie creaba un paisaje extraño.

Langholtskirkja

Langholtskirkja.

La carretera se estrechó para, algo después, convertirse en una pista. Pero seguía teniendo un buen trazado y, lo que era más importante, su superficie completamente despejada. A las nueve y media, cuando superé el cruce de Lyngavegur, se hizo evidente que podría completar todo el recorrido por Meðallandsvegur, reincorporándome a la Ring Road al oeste de Eldhraun.

Antes, decidí hacer una pausa para volar el dron en la orilla del Kúðafljót. Intentaría grabar las intrincadas redes de meandros, fruto de los cambios de caudal que suelen crearse en los ríos del sur de Islandia. No logré la toma que buscaba, pero tampoco acabé del todo descontento. Al menos, pude captar las enormes dimensiones de la desolación que estaba atravesando.

Hjörleifshöfði

Hjörleifshöfði.

Tras reincorporarme a la Ring Road, intenté adentrarme hacia el sur por la pista que rodea el extremo occidental de Hjörleifshöfði. No tenía un objetivo demasiado claro, más allá de aprovechar unas condiciones completamente inusuales durante un mes de febrero. Hjörleifshöfði es uno de los característicos inselbergs que salpican la costa meridional de Islandia. Generalmente son antiguas islas, que han sido absorbidas por la llanura aluvial del sur de la Tierra de Hielo. El lugar se ha hecho famoso por la «cueva de Yoda», aunque personalmente me interesaba más su importancia histórica. Aquí fue donde se asentó Hjörleifr Hródmarsson, el cuñado del fundador de Reikiavik. Y aquí sería asesinado por sus esclavos irlandeses, hartos de los malos tratos que recibían. Los esclavos huyeron hacia occidente y finalmente encontrarían la muerte en unas islas que, desde entonces, se conocen con el nombre de Vestmannaeyjar: «las Islas de los Hombres del Oeste». La pista que recorría se acerca hasta las inmediaciones de Kötlutangi. El extremo meridional de Mýrdalssandur y, al menos de momento, de toda Islandia. En cualquier caso, no llegué muy lejos. El estado del firme era deplorable. Tras unos minutos dando botes, decidí que no tenía el menor sentido seguir avanzando en esas condiciones.

El Múlakvísl, su puente y Hjörleifshöfði

El Múlakvísl, su puente y Hjörleifshöfði.

Me fue bastante mejor en mi siguiente parada, justo al oeste del puente de la Ring Road sobre el Múlakvísl. Uno de los ríos de Islandia más propensos a sufrir jökulhlaups. El de 1918 empujó la costa de Mýrdalssandur varios kilómetros hacia el sur, arrebatando a Dyrhólaey su primacía como lugar más meridional de Islandia. Honor que recuperará en pocas décadas, pues la intensa erosión hace retroceder la playa de Kötlutangi a un ritmo anual de 10 metros. El puente que acababa de atravesar es el tercero que se construye sobre el río. El primero fue derribado por un jökulhlaup en 1955. El segundo, siguió la misma suerte en 2011. Todas las inundaciones tuvieron su origen en erupciones subglaciares del Katla, uno de los volcanes más temidos de Islandia.

Las condiciones atmosféricas eran tan favorables, que nuevamente me animé a volar el dron, buscando otra vez una toma sobre un laberinto de meandros. En invierno, suelen ser complicadas de lograr, pues los ríos tienen su caudal bastante disminuido y, en ocasiones, muchos de sus brazos están congelados. Aunque no logré la secuencia que buscaba, pude dar con uno de los emplazamientos que llevaba tiempo persiguiendo. Habrá que regresar en condiciones más propicias.

Reynisdrangar desde Vikurfjara

Reynisdrangar desde Vikurfjara.

Después, me acerqué a Vikurfjara, la espléndida playa de arena negra de Vík í Mýrdal, que además permite apreciar las extrañas formaciones de Reynisdrangar desde un ángulo distinto al habitual. La playa está en un entorno relativamente urbanizado, pero es bastante más tranquila que la espectacular Reynisfjara, aunque en ningún caso puede competir con la sublime belleza de ésta. En lo que sí compite es en la peligrosidad de sus aguas, como atestigua un pequeño memorial levantado en homenaje a los pescadores alemanes que naufragaron en la costa y a los islandeses que contribuyeron a su rescate. En cualquier caso, mi visita a Vikurfjara fue extraordinariamente breve. Apenas llevaba en la playa unos minutos cuando, en uno de los clásicos giros del clima en Islandia, éste comenzó a torcerse.

Dyrhólaey en invierno.

Dyrhólaey era, hasta 1918, el extremo meridional de Islandia. A pesar de haber cedido el puesto a Kötlutangi, sigue siendo un lugar asombrosamente hermoso. Acabé visitándolo en unas condiciones deplorables, que me impidieron hacer buenas fotografías. Lo que perdí en fotos lo compensé disfrutando de un entorno fascinante, rodeado de una intensa nevada.

Skógasafn, el Museo de Skógar.

El mal tiempo acabó empujándome a visitar Skógasafn. El Museo de Skógar es en realidad tres museos en uno. Un museo etnográfico, otro al aire libre y un museo sobre la tecnología, centrado en las comunicaciones y el transporte. Una combinación extraña pero interesante, que ayuda a comprender la historia reciente de Islandia.

Un breve paseo invernal a Kvernufoss.

Ya que apenas estaba a un kilómetro de Kvernufoss, decidí dar un paseo hasta el salto de agua. Kvernufoss no es ni la más espectacular ni la más hermosa de las cascadas de Islandia. Pero, al menos de momento, es un lugar tranquilo, al fondo de un pequeño cañón, que merece la pena visitar.

Acabe durmiendo en el Boutique Hotel Anna, en Hvolsvelli. Un alojamiento un tanto extraño, que no acabó de convencerme. Y que, además, estaba bastante más al este de donde inicialmente pretendía llegar. Pero me encontraba recorriendo la costa meridional de Islandia, una de las zonas más turísticas de la Tierra de Hielo. Al contrario que en mis cuatro anteriores viajes por la isla, la pandemia era poco mas que una pesadilla del pasado y el turismo había vuelto a sus niveles normales. Había que adaptarse.

Para ampliar la información.

Quien no tenga experiencia conduciendo en Islandia durante el invierno, puede encontrar ayuda en https://depuertoenpuerto.com/conducir-en-islandia-el-invierno/.

Hay varias entradas sobre la zona en el blog. Se puede ver un recorrido estival en https://depuertoenpuerto.com/de-vik-i-myrdal-a-selfoss/.

Durante la primavera, en https://depuertoenpuerto.com/un-dia-en-sudurland/.

Mi primera visita invernal a Reynisfjara y Dyrhólaey está en https://depuertoenpuerto.com/reynisfjara/.