Groenlandia, la mayor isla del mundo, tiene una superficie estimada en 2.175.600 km². Más de cuatro veces España. Habitados, en 2021, por 58.653 personas. Aproximadamente, los mismos habitantes que Alcoy. De éstos, una parte sustancial vive en la costa oeste, donde se encuentra la capital. La mayor parte de las escasas poblaciones de la costa oriental se agrupa alrededor de Tasiilaq, en las inmediaciones del fiordo de Ammassalik. Menos una. Aproximadamente 830 kilómetros al noreste, cerca de la boca de Scoresby Sund, encontraremos Ittoqqortoormiit. Quizá la población más aislada de toda Groenlandia.

Los inicios de Ittoqqortoormiit

Los inicios de Ittoqqortoormiit.

Para averiguar el motivo de que 345 personas vivan en un lugar tan remoto, deberemos retroceder casi cien años, hasta el primer tercio del siglo XX. Aunque, en realidad, el origen de todo esté en un malentendido histórico, mucho más antiguo. Cuando, alrededor del año 1.000, los noruegos se establecieron en Groenlandia, lo hicieron en dos zonas de la costa suroccidental de la isla. Pero se referían a la más meridional de ambas como «Asentamiento del Este», creando un equívoco que, tras la desaparición de su último núcleo habitado a finales de la Edad Media, tardaría cientos de años en aclararse. A principios del siglo XX, la recién independizada Noruega aspiraba a «recuperar» algunos de sus antiguos dominios, ahora en manos de Dinamarca. En 1925, el danés Ejnar Mikkelsen recibió el encargo de fundar asentamientos que reforzaran la presencia de su país en la zona. El lugar elegido fue la embocadura de Scoresby Sund, el mayor sistema de fiordos del planeta. De las pequeñas poblaciones que fundó, tan solo acabaría cuajando Ittoqqortoormiit, la mayor de ellas, ubicada en una ensenada cerca de Kap Swainson.

Fondeados frente a Ittoqqortoormiit

Llegando a Ittoqqortoormiit.

Llegamos a Ittoqqortoormiit aproximadamente 98 años más tarde, en una jornada fría y gris, a la que ni la colección de edificios multicolores que teníamos al frente lograba dar vida. La pequeña población se desparramaba, sin demasiado orden, entre las gélidas aguas del fiordo y la desolada costa meridional de Liverpool Land. Costa que tan solo lográbamos entrever, pues varias nubes bajas flotaban entre sus laderas, envolviendo la escena con un aire de misterio que la hacía todavía más sugerente.

El Sea Spirit en Ittoqqortoormiit

El Sea Spirit en Ittoqqortoormiit.

Pese a encontrarnos en un lugar remoto, no estábamos solos. El Sea Spirit fondeaba frente a la antena de comunicaciones local. En cualquier caso, según nosotros nos aprestábamos para desembarcar, ellos comenzaron los preparativos para zarpar, dejándonos solos en el puerto. Aunque llamar puerto al desvencijado muelle de Ittoqqortoormiit quizá fuera un tanto optimista. Las instalaciones eran tan precarias, que resultó más sencillo desembarcar con las zódiac en la playa de guijarros.

Un lugar destartalado

Un lugar destartalado.

Visto de cerca, Ittoqqortoormiit parecía un lugar bastante destartalado. No nos extrañó. Era la tercera localidad de Groenlandia que conocíamos. Aunque, en comparación con la que estábamos recorriendo, tanto Narsaq como, sobre todo, Qaqortoq eran lugares llenos de vida y con un clima bastante más benigno. En cualquier caso, las tres tenían en común un extraño batiburrillo, donde se mezclaban las casas recién pintadas con otras en mucho peor estado, rozando el abandono. Todo ello aderezado por los restos más variopintos. Desde palets y materiales de construcción, hasta hierros y vehículos, oxidándose en la intemperie. Algo que también he podido ver en lugares remotos de Islandia o Noruega. Quizá vivir en un clima extremo cambie tu concepto de la estética. O simplemente no te deje demasiado margen para florituras.

En la iglesia de Ittoqqortoormiit

En la iglesia de Ittoqqortoormiit.

La única construcción con cierto interés de Ittoqqortoormiit es su iglesia, consagrada en 1929. Su exterior era muy similar al de otros edificios religiosos de las regiones árticas noruegas. Al contrario de lo habitual en Noruega o Islandia, aquí encontramos la puerta abierta, por lo que pudimos recorrer su sencillo interior. A pesar de tener unas dimensiones bastante más reducidas, éste nos recordó al de la iglesia de Narsaq, con un tejado que, en cierta forma, semejaba el casco invertido de un buque de madera.

Jugando en Ittoqqortoormiit

Jugando en Ittoqqortoormiit.

Después, dimos un paseo sin rumbo fijo por las calles del lugar. Niños jugando, personas con prisas desplazándose de un lado a otro, obreros pavimentando una calle. Como tantas veces ocurre en los lugares más remotos, las escenas cotidianas eran de una normalidad que puede resultar decepcionante, pero a la vez revela la universalidad de ciertos comportamientos humanos. Hasta en el fin del mundo, todos tenemos anhelos similares. Aunque, al contrario que en lugares como Patreksfjörður, tan solo 550 kilómetros más al sur, era evidente que aquí resultaría muy difícil llevar una vida «normal», al estilo de cualquier ciudad de Europa occidental.

Alimentado a los perros

Alimentado a los perros.

Otras escenas resultaban menos comunes. Como los numerosos perros de trineo que encontramos atados en las proximidades del arroyo. Nos llamó la atención la intensidad de sus ladridos y decidimos acercarnos a curiosear. El motivo era sencillo: había llegado la hora de comer. Un hombre mayor, con la piel hoyada por las cicatrices del duro clima ártico, se dedicaba a arrojar grandes trozos de carne cruda a los perros. Aunque el auténtico escándalo procedía de otro grupo de canes, amarrado en la orilla opuesta, que no paraban de aullar lastimeramente, reclamando su parte en el festín.

Curioseando en la orilla

Curioseando en la orilla.

Mientras tanto, en la orilla del fiordo, unos cuantos niños curioseaban entre las zódiac que iban y venían desde el SH Vega. ¿Qué pensarían de aquellas extrañas personas, venidas desde lugares lejanos para desembarcar torpemente en su playa de guijarros? ¿Cómo sería su vida durante el largo y duro invierno, de casi nueve meses, cuando el fiordo se congela y la diminuta población queda prácticamente incomunicada? ¿Tendrían futuro en el remoto asentamiento, o acabarían emigrando hacia el sur, condenando a Ittoqqortoormiit a sufrir el mismo destino que el resto de los asentamientos de la zona? Preguntas sin respuesta.

En el centro de Ittoqqortoormiit

En el centro de Ittoqqortoormiit.

Decidimos acercarnos al «centro» de la población, apenas 140 metros al oeste, donde están el pequeño museo local y la tienda de Pilersuisoq. La cadena, propiedad del gobierno de Groenlandia, opera 64 puntos de venta por todo el país. En los asentamientos más remotos, es la única tienda del lugar, por lo que venden de todo un poco. Desde ropa y alimentos, hasta electrodomésticos y armas de fuego. También hacen las veces de oficina de correos, banco y, en muchos lugares, punto de facturación del helipuerto local. En nuestra anterior visita a Groenlandia, la habíamos visitado en Narsaq. En Ittoqqortoormiit resultó menos interesante. Por ejemplo, aquí no vendían quads, ni motores de zódiac, y el tamaño del local era bastante menor. Además de tener, en general, bastante poco género. Quizá llegamos poco antes de una de las dos únicas veces al año en que es reabastecida.

Adorno tradicional

Adorno tradicional.

También visitamos el museo, ubicado en la antigua tienda, que más tarde se convertiría en una oficina de la administración local. En la actualidad tiene un par de salas, repartidas en dos plantas, en las que es posible ver una pequeña exhibición de fotografías antiguas y una mezcla, un tanto caótica, de objetos diversos. Desde ropas y adornos, hasta un kayak. Todo muy de andar por casa y con escasas explicaciones. Una lástima, pues alguno de los objetos expuestos nos habría ayudado a entender mejor la cultura local.

Junto al trineo

Junto al trineo.

El tiempo de nuestra visita se agotaba, por lo que decidimos regresar hacia la playa. De camino, volvimos a encontrarnos con los perros. Éstos no parecían haber quedado demasiado saciados. Algunos se dedicaban a buscar peces en las gélidas aguas del arroyo. Mientras tanto, el hombre que, un rato antes, les daba de comer, ahora nos miraba con curiosidad, apoyado en su trineo. De cerca, pude ver que llevaba un abrigo de Hurtigruten. Una prenda que, con toda seguridad, no habría podido adquirir en la tienda de Pilersuisoq. Quizá era el regalo de algún pasajero o tripulante de uno de los barcos de la naviera noruega, especializada en cruceros de expedición. Contra todo pronóstico, el turismo y su remota ubicación pueden ser las mejores bazas para el futuro de Ittoqqortoormiit.

Saliendo de caza

Saliendo de caza.

En el puerto, un joven inuit se preparaba para salir de caza. Mientras tanto, en la playa, varias focas muertas, atadas a una piedra, nos recordaban que la caza y la pesca siguen siendo fundamentales en la supervivencia de los inuit. Más allá de su utilidad como fuente de alimentos, permiten preservar la identidad y la cultura de un pueblo que cada vez tiene mayores problemas para adaptarse a un entorno cambiante, en el que su modo de vida tradicional se ve arrinconado. Quizá este sea uno de los motivos de la elevada tasa de suicidios de Groenlandia. La más elevada del mundo, con diferencia.

El Patagonia en Ittoqqortoormiit

El Patagonia en Ittoqqortoormiit.

Pasadas las tres, estábamos de vuelta en el barco. Aún estuvimos otra hora fondeados frente a Ittoqqortoormiit, mientras recogían las últimas zódiac. Comenzó a llover débilmente. Lejos de retirarse, las nubes se aferraban cada vez con mayor fuerza a la costa, hasta el punto de rozar los tejados de las casas ubicadas en la zona más alta, junto al helipuerto. Aunque ya no había el menor rastro del Sea Spirit, su lugar había sido ocupado por el Patagonia, un velero de dos mástiles. El tiempo pasaba lentamente, con un extraño silencio, tan solo interrumpido brevemente por un helicóptero que, tras despegar, se perdió entre las nubes, camino de Nerlerit Inaat. El precario aeropuerto, con una pista de tierra, que da servicio a Ittoqqortoormiit. Aunque apenas haya un par de vuelos semanales, su continuidad será fundamental para el futuro del asentamiento.

Zarpando de Ittoqqortoormiit

Zarpando de Ittoqqortoormiit.

Finalmente, poco antes de las cinco de una tarde que seguía siendo plomiza, nos poníamos en marcha rumbo al oeste. Lentamente, Ittoqqortoormiit fue quedando atrás. Aquel minúsculo y remoto asentamiento sería el último lugar habitado que veríamos en los siguientes seis días, mientras explorábamos el descomunal laberinto de roca, hielo y agua de Scoresby Sund. El mayor sistema de fiordos del planeta nos estaba esperando. Según nos adentrábamos en sus aguas, el sol intentó romper tímidamente entre las nubes. ¿Un presagio?

Para ampliar la información.

El blog Sobreescalada tiene una breve pero hermosa entrada sobre el lugar: https://sobreescalada.com/2022/12/30/ittoqqortoormiit/.

En inglés, la página sobre Ittoqqortoormiit en la web oficial de turismo de Groenlandia está en https://visitgreenland.com/destinations/ittoqqortoormiit/.

Nanu Travel ofrece actividades en la zona: https://nanutravel.dk/.

Se puede ver una hermosa galería fotográfica de la zona en https://www.pure-landscapes.net/Galleries/Arctic/Greenland-Folder/Northeast-Greenland/Ittoqqortoormiit.

En el blog Another Side of This Life describen una visita a Ittoqqortoormiit: https://anothersideofthislife.blogspot.com/2023/09/arctic-traverse-ittoqqortoormiit.html.