Tras pasar tres noches durmiendo en el Fosshotel Núpar, al este de Kirkjubæjarklaustur, había llegado el momento de dar un nuevo salto. Mi siguiente destino era Höfn, cerca de la esquina suroriental de Islandia, donde tenía reservadas otras dos noches de hotel. De camino, visitaría el cañón de Múlagljúfur. Una de mis eternas tareas pendientes de Islandia que, tras haber visitado Þakgil tres días atrás, había pasado a ser el objetivo prioritario de lo que quedaba de viaje por el sur de la isla. Después, improvisaría en función del clima y el tiempo que me quedase disponible.

Amanece en el hotel Núpar

Amanece en el hotel Núpar.

Al menos, ese era mi plan inicial. Pero en Islandia siempre acaba mandando la naturaleza. Sobre todo, su voluble clima. Otro de los objetivos del viaje era volar en avioneta sobre el sur de la isla. En principio, tenía previsto hacerlo el viernes, durante mi viaje de regreso a Keflavik. Sin una razón concreta, más allá de que estaba de camino, en lugar de realizar la reserva por internet, decidí detenerme en el aeródromo de Skaftafell y hacerla en persona. Mi sorpresa llegó cuando, al comentar mis intenciones a la chica de Atlantsflug, me dijo que, debido al inminente temporal, habían cambiado la programación semanal. «¿Cuándo voláis?», pregunté. «En poco más de cinco horas. Y tenemos una plaza libre». Una vez más, mis planes habían saltado por los aires. Nunca mejor dicho.

El Skaftafellsjökull desde la Ring Road

El Skaftafellsjökull desde la Ring Road.

Sin tiempo para realizar tranquilamente mi plan anterior, tocaba improvisar. No es que falten espacios fascinantes en las inmediaciones de Skaftafell, pero me había autoimpuesto la obligación de conocer alguno nuevo. En vez de acercarme hasta Múlagljúfur, iría a otro lugar que tampoco conocía, pero estaba mucho más cerca y cuya visita parecía bastante menos exigente, requiriendo menos tiempo y esfuerzo físico.

Frente al Falljökull.

El elegido fue el Falljökull. Un glaciar que llevaba tiempo queriendo conocer, pero que siempre había terminado descartado. Lo visité en unas condiciones óptimas, sin viento y con una hermosa luz.

Regreso al Svínafellsjökull.

Después, decidí acercarme hasta mi glaciar favorito de Islandia. Estaba demasiado cerca para resistir la tentación. A pesar de la brevedad de mi visita, conseguí una espléndida serie de fotografías.

Volando sobre el sur de Islandia.

Finalmente llegó el momento de viajar en avioneta. Los 90 minutos largos que duró el vuelo fueron como un sueño, conociendo desde el aire varios de los paisajes más deslumbrantes de Islandia.

La excursión en avioneta terminó poco después de las tres y media de la tarde. Aún tenía por delante 134 kilómetros hasta el hotel, con casi cinco horas de luz para recorrerlos. Tiempo de sobra para, de camino, hacer alguna breve visita. La duda era cuál realizar. Múlagljúfur seguía estando descartado. No disponía de suficiente tiempo para explorar el cañón con calma.

El Kotárjökull desde Háalda

El Kotárjökull desde Háalda.

Comencé a avanzar hacia el este, sin un plan concreto, disfrutando de un paisaje que, pese a haberlo recorrido unas cuantas veces, me parecía desconocido. El motivo era sencillo. Con la única excepción del verano de 2020, en las demás ocasiones había visitado la zona en invierno, con el campo virtualmente cubierto por un manto blanco. Y, la vez que pasé por allí sin nieve, lo había hecho en sentido contrario.

Goðafjall

Goðafjall.

Además, el día seguía siendo perfecto, con las nubes y los claros alternándose en el cielo. Me detuve en varias ocasiones, disfrutando de los colores y las texturas de unas montañas que se mostraban en todo su esplendor. Una vez más, recorrer el flanco meridional del Öræfajökull, que la Ring Road rodea trazando un amplísimo arco, fue una experiencia maravillosa.

Frente al Kvíárjökull.

El tercer glaciar del día fue el Kvíárjökull. Lo había visitado durante el invierno anterior, pero ahora pude acercarme hasta su laguna y contemplar en las alturas un Öræfajökull prácticamente libre de nubes.

Tras la última vista del día, mi tiempo comenzaba a agotarse. Eran más de las seis de la tarde y aún tenía 99 kilómetros por delante. Pueden parecer pocos, pero en Islandia las carreteras cunden muy poco y, con toda seguridad, acabaría deteniéndome para hacer alguna que otra foto.

El temporal llega a Viðborðsdalur

El temporal llega a Viðborðsdalur.

Contra todo pronóstico, logré avanzar a buen ritmo hasta llegar aproximadamente a 20 kilómetros de mi destino. Incluso tuve suerte en el puente de Jökulsárlón, donde no coincidí con ningún vehículo en sentido contrario. Según me dirigía hacia Höfn, comenzaban los primeros compases del atardecer, tiñendo el paisaje con tonos progresivamente más dorados. Con el sol a mis espaldas y la Ring Road prácticamente vacía, conducir era una auténtica delicia. De todos modos, el clima estaba cambiando. Se hizo evidente según atravesaba el puente sobre el Austurfljót. Al norte, en Viðborðsdalur, las nubes se iban adueñando del valle mientras, en las inmediaciones del Suðurfljót, el viento formaba remolinos con la arena del río.

Nubes sobre el Hoffellsjökull

Nubes sobre el Hoffellsjökull.

Un poco más al este, podía ver el Hoffellsjökull surgiendo directamente desde unas nubes que cada vez estaban más bajas. Mientras tanto, un intenso vendaval agitaba las aguas del Austurfljót. Un corto río glaciar que desemboca en el Hornafjörður, alimentado por las aguas de varias lenguas de hielo que descienden desde el extremo sudoriental del Vatnajökull. Definitivamente, el día se había torcido.

Ocaso en el puerto de Höfn

Ocaso en el puerto de Höfn.

Acabé llegando al hotel quince minutos antes de las ocho de la tarde, mientras el ocaso se adueñaba del firmamento. Decidí cenar en uno de los restaurantes que hay junto al puerto pesquero de Höfn. Un corto paseo, en medio de un vendaval cada vez más intenso. Tras unos días de tregua, el otoño parecía haber regresado a Islandia con toda su intensidad. Al día siguiente, buena parte de la isla estaba en alerta. En el sur, amarilla. Naranja en el norte. Al este, en los fiordos orientales, una franja de terreno, protegida por las montañas del centro de Islandia, parecía estar a salvo de los vientos. Sería el destino de mi siguiente excursión.

Para ampliar la información.

Si careces de experiencia conduciendo en Islandia, puede interesarte esta otra entrada del blog: https://depuertoenpuerto.com/conducir-en-islandia-la-guia-completa/.

Aquí encontrarás información para buscar alojamiento: https://depuertoenpuerto.com/islandia-de-hotel-en-hotel/.

En https://depuertoenpuerto.com/a-los-pies-del-oraefajokull/ puedes ver un recorrido invernal por la zona.

Uno de los principales lugares que no visito en este viaje es Jökulsárlón. Encontrarás una visita veraniega en https://depuertoenpuerto.com/regreso-a-jokulsarlon/. Y una invernal en https://depuertoenpuerto.com/jokulsarlon-y-breidamerkursandur-en-invierno/.

Tampoco me detengo en Skaftafell. Puedes ver la zona en https://depuertoenpuerto.com/un-paseo-hasta-skaftafellsjokull/, https://depuertoenpuerto.com/svartifoss/, https://depuertoenpuerto.com/el-mirador-de-sjonarnipa/ y https://depuertoenpuerto.com/una-excursion-a-morsardalur/.