Con una población inferior a los 3.500 habitantes, en muchos países del mundo Grindavik no sería más que un pequeño y apacible puerto pesquero. En Islandia, es un lugar con cierta relevancia. Su flota pesquera ocupa el puesto número 11 a nivel nacional, con casi un 3% de las capturas de toda la isla. Al norte del municipio se encuentran la Laguna Azul, quizá la atracción turística con mayores ingresos directos en todo el país, y la gran planta de energía geotermal de Svartsengi. Con una capacidad de generación eléctrica de 75MW, también proporciona calefacción y agua caliente a buena parte de la península de Reykjanes. Aun así, hasta hace pocos años, Grindavik respiraba calma y tranquilidad por sus cuatro costados.

Planta de Svartsengi

Planta de Svartsengi.

A pesar de su aspecto, más parecido al de una urbanización que a una pequeña ciudad, Grindavik tiene una historia casi tan larga como la propia Islandia. El lugar fue ocupado en el entorno del 934, durante el landnámsöld, por Molda-Gnúpur Hrólfsson. Sus hijos se desperdigaron por tres ubicaciones cercanas, de las cuales la conocida como Járngerðarstaðarhverfi habría ocupado el actual emplazamiento de la ciudad. Casi siete siglos más tarde, el 20 de junio de 1627, Grindavik protagonizaría uno de los sucesos más ominosos de la historia de Islandia, al sufrir el ataque de una partida de corsarios berberiscos. Capitaneados por Jan Janszoon, un renegado de origen holandés, habían zarpado desde el puerto de Salé, en el actual Marruecos. Los piratas capturaron dos barcos, saquearon otro y se hicieron con varios prisioneros. Una cifra indeterminada, que podría llegar a las 30 personas, entre islandeses, daneses y holandeses. Además, mataron a dos vecinos de Grindavik. El lugar comenzaría a prosperar a partir de 1897, cuando Einar Einarsson fundó una pequeña tienda. El impulso definitivo vendría en 1939, tras ser mejorado su puerto.

Aunque lo haya atravesado en múltiples ocasiones, en realidad no conozco Grindavik. Desde mi segundo viaje a Islandia, la pequeña ciudad se convirtió en una parada recurrente. Generalmente, mi primera escala tras recoger el coche de alquiler en Keflavik. Me detenía brevemente en el local que hay justo detrás de la gasolinera, junto al cruce de las carreteras 43 y 427. Compraba agua, algunas chocolatinas y barritas energéticas (en Islandia siempre hay que ir preparado para un imprevisto), tomaba un café y seguía mi camino hacia el este. Jamás se me ocurrió recorrer sus calles.

En el puerto de Grindavik

En el puerto de Grindavik.

Tan solo recuerdo haber dado un breve paseo por el puerto, en compañía de Olga, durante el verano de 2020. Poco después de recibir un SMS, con el resultado de la prueba PCR que nos habían hecho en el aeropuerto. Éramos libres para recorrer Islandia. El mensaje llegó mientras visitábamos el suroeste de una solitaria península de Reykjanes, cumpliendo la «cuarentena inteligente» entonces vigente en la isla. Parecía buena idea buscar un lugar en el que reponer fuerzas. Acabamos dando una vuelta por el puerto de Grindavik y tomando algo en Café Bryggjan. El único lugar que parecía estar abierto en toda la población.

Atasco en la ruta al volcán

Atasco en la ruta al volcán.

Tan solo unos meses después, hubo una erupción en las inmediaciones. En un remoto valle, hasta entonces casi desconocido, con el curioso nombre de Geldingadalir (el Valle de los Castrados). La erupción puso a Grindavik en el mapa. Lo que antes era una carretera apenas utilizada por el tráfico local y algún turista despistado, se convirtió en una de las más frecuentadas de Islandia. Hasta el punto de tener algún que otro atasco. En paralelo, comenzó a desarrollarse una incipiente industria turística, con nuevos alojamientos y restaurantes.

Una pausa junto al primer talud

Nátthagakriki.

Pero aquella erupción trajo las primeras preocupaciones. Según pasaban los meses y el volcán iba colmatando un valle tras otro, una de las coladas comenzó a aproximarse a un collado llamado Nátthagakriki. Si superaba aquel punto, podría acabar recorriendo la llanura hacia Grindavik, apenas siete kilómetros hacia el suroeste. Aunque parecía una posibilidad remota, se decidió levantar un talud para redirigir la colada hacia Nátthagi. La primera erupción se detuvo justo cuando la lava comenzaba a rebasarlo.

Lago y fuentes de lava

Erupción de 2022.

Las siguientes dos erupciones se produjeron al nordeste de la primera, cada vez más alejadas de Grindavik. La pequeña ciudad respiraba aliviada, aparentemente a salvo de los flujos de lava pero convertida, aunque fuera ocasionalmente, en uno de los protagonistas del próspero sector turístico de Islandia. La última vez que lo atravesé, el pasado mes de agosto, seguían construyendo viviendas junto a su límite oriental.

En el norte de la Laguna Azul

En el norte de la Laguna Azul.

Hasta que, el 25 de octubre de 2023, la península volvió a temblar. Al principio, todo indicaba que el magma se dirigía hacia el flanco occidental del monte Þorbjörn. La mole de 243 metros que domina el horizonte al norte de la ciudad. Era preocupante, pues podía significar el fin de la Laguna Azul o incluso de la planta de Svartsengi. Tras algunas dudas, el 9 de noviembre se cerraba la laguna. Pero la ciudad parecía estar a salvo, al menos de momento, protegida por los restos de una antigua colada, que crea una elevación en el terreno al suroeste de Þorbjörn.

Junto a Eldvörp

Junto a Eldvörp.

Algunos geólogos apuntaron a que la erupción podía tener lugar incluso algo más lejos, en las inmediaciones de Eldvörp. Una antigua fisura volcánica, que erupcionó en algún momento del siglo XIII, durante lo que entonces fue conocido como «los Fuegos de Reykjanes«. Aquel suceso dejó sobre el paisaje una hermosa cadena de cráteres, de 10 kilómetros de longitud. Aunque una erupción en Eldvörp podría dañar algunas infraestructuras, era casi el mejor escenario posible. Incluso comenzó a circular un plan, consistente en levantar un gran talud al oeste de Svartsengi y la Laguna Azul.

Sobrevolando Grindavik al atardecer

Sobrevolando Grindavik al atardecer.

Si embargo, el foco de la actividad volcánica tomó el rumbo contrario. Primero al el este de la carretera 43. Hacia otra cadena de antiguos cráteres, conocida como Sundhnúkar. La situación se complicaba, pues el flujo natural de la lava desde ese lugar podría llevarla hacia la lengua rocosa que cierra el puerto por el este. La península donde se asienta el faro de Hópsnes, que también es fruto de una antigua erupción. Posteriormente, el foco pareció trasladarse al sur. Prácticamente bajo el subsuelo de Grindavik. En la tarde del 10 de noviembre, se ordenaba la evacuación total. Según escribo estas líneas, nadie sabe cómo va a acabar la intrusión magmática. Podría detenerse justo antes de llegar a la superficie, como sucedió en el Fagradalsfjall en diciembre de 2021. Pero según algunos científicos se estaría formando un gran tubo de lava, rozando el límite noroeste de la ciudad, con una enorme capacidad de destrucción.

Tuve la inmensa fortuna de visitar once veces las anteriores erupciones de Reykjanes. Pasé frío, calor, sed y hambre. También sufrí varios chaparrones, una caída y estuve a punto de perderme entre la niebla. A cambio, pude disfrutar de una experiencia tan hermosa como intensa. Además de adictiva. Esperaba con impaciencia la siguiente oportunidad de visitar un volcán en plena actividad. Pero esta vez es diferente. No estamos ante una erupción inocua, en un valle perdido, que no afecta a ninguna infraestructura. Aquí hablamos de un evento potencialmente mucho más violento, que puede destruir una pequeña ciudad y, con ella, las vidas y los sueños de miles de personas. Algo mucho más parecido a lo que ocurrió en La Palma que a lo acontecido en las inmediaciones del Fagradalsfjall. Espero que, en mi próximo viaje a Islandia, aún exista Grindavik y pueda dar el paseo que tengo pendiente por sus calles.

Para ampliar la información.

La noticia comienza a aparecer en la prensa española. Por ejemplo en https://www.elconfidencial.com/mundo/2023-11-11/islandia-estado-emergencia-eurupcion-volcanica_3771999/.

En inglés, la web de la Oficina Meteorológica de Islandia tiene una página sobre la incipiente erupción: https://en.vedur.is/about-imo/news/a-seismic-swarm-started-north-of-grindavik-last-night.

El blog Volcano Café suele ser una buena fuente de conocimiento sobre el vulcanismo en Islandia. Su artículo más reciente sobre lo que está ocurriendo en Grindavik está en https://www.volcanocafe.org/the-grindavik-update/.

Otra forma de mantenerse informado de las ultimas novedades es visitar el grupo de Facebook Iceland Geology | Seismic & Volcanic Activity in Iceland: https://www.facebook.com/groups/icelandgeology?sorting_setting=RECENT_ACTIVITY.

La página oficial de turismo de Reykjanes tiene una sección con novedades de las erupciones volcánicas: https://www.visitreykjanes.is/en/volcano-eruption/eruption-news.

Parece que finalmente se va a construir una barrera alrededor de Svartsengi y la Laguna Azul: https://www.icelandreview.com/nature-travel/construction-of-reykjanes-lava-barriers-begins/.

En islandés, se puede visitar la web oficial del municipio en https://grindavik.is/.