Nuestro objetivo para el verano de 2023 era regresar a Groenlandia. Acabamos decidiéndonos por un crucero de expedición a su salvaje costa oriental. Crucero que zarpaba desde Reikiavik. Como siempre, planificamos pasar unos días previos a la navegación recorriendo una zona relativamente cercana al puerto. En principio, nuestro destino era el sur de Islandia. Nos asentaríamos en el hotel Núpar y, desde allí, intentaríamos hacer varias excursiones por Fjallabak o, si las pistas de las Tierras Altas estaban impracticables, la zona al sur del Vatnajökull. Todo perfectamente planificado.

Cono de la erupción de 2023

Cono de la erupción de 2023.

Hasta que, por tercer verano consecutivo, entró en erupción un volcán. Cambiamos el hotel por otro más cercano a Reykjanes, que nos permitiría llegar a la erupción en un tiempo razonable. Afortunadamente, no reservé alojamiento en la misma península pues, apenas cinco días antes de nuestra llegada, la erupción terminó tan repentinamente como había comenzado. A esas alturas, resultaba imposible volver a cambiar de hotel. Al menos, dormiríamos en Haukadalur. Uno de los lugares más fascinantes del Círculo Dorado y una buena base para realizar varias excursiones por el suroeste de la isla.

Una excursión por la senda E.

A pesar de que la erupción había cesado, decidimos recorrer la nueva senda E. Pasamos buena parte del día dando una larga caminata hasta las inmediaciones del cráter más reciente, junto al monte Litli-Hrutur. No fue, ni de lejos, tan espectacular como contemplar un volcán en erupción, pero acabó siendo una excursión interesante.

Llegamos al hotel Geysir, en Haukadalur, bastante tarde. Cansados, polvorientos y muertos de hambre. La siguiente mañana nos esperaba otra excursión, que prometía ser todavía más intensa. Lo más razonable era descansar.

Un día en Fjallabak​.

Al día siguiente, la jornada estuvo en su mayor parte ocupada por una espléndida excursión hasta Langisjór, en el este de Fjallabak. Un itinerario largo y complicado, pero sin duda de los más hermosos e intensos que jamás he podido disfrutar en Islandia.

En Strokkur con la cámara.

Volvimos a regresar tarde al hotel. Aunque un largo atardecer estival hizo posible dar un paseo hasta Strokkur, la falta de luz y el cansancio acumulado nos impedían lograr fotos decentes. Tuvimos mucha más suerte a la mañana siguiente, cuando pudimos hacer una serie bastante aceptable de fotografías del géiser.
Miradores sobre Gullfoss

Miradores sobre Gullfoss.

A continuación, salimos rumbo a Gullfoss. Otro de los lugares destacados del Círculo Dorado y una de las cascadas más visitadas de Islandia, quizá tan solo por detrás de la masificada Seljalandsfoss. Aunque, en el caso de Gullfoss, la saturación resulte relativa. Es cierto que generalmente será imposible disfrutar en sus inmediaciones de esos momentos mágicos, tan frecuentes en Islandia, en los que la majestuosidad del paisaje y la soledad se combinan para elevar tu espíritu. Pero sus espacios son tan amplios que, con la única excepción del saliente rocoso que hay entre los dos saltos de la cascada, podrás desenvolverte por sus miradores con relativa tranquilidad.

Junto al primer salto

Junto al primer salto.

Era mi tercera visita a Gullfoss. En realidad, creo que no habríamos regresado a su orilla occidental de no ser su aparcamiento el lugar desde el que partiría nuestra principal excursión del día. En cualquier caso, aprovecharíamos para hacer algunas fotografías que, de algún modo, complementaran las que ya había logrado anteriormente. Además, quería grabar alguna secuencia a cámara lenta. Casi tan lenta como el avance de mi viejo proyecto de hacer un video sobre Islandia, para el que siempre me faltan tomas y, sobre todo, tiempo.

La otra orilla de Gullfoss

La otra orilla de Gullfoss.

Creo que logré casi todos mis objetivos. La mañana era espléndida, el nivel de visitantes más que razonable y me sobraba tiempo para pensar, ejecutar y, en caso de necesidad, repetir las tomas. Al final, me arrepentí de no haber intentado llegar al lado salvaje de Gullfoss, en la orilla oriental del Hvítá. Será difícil volver a encontrar condiciones tan favorables. Pero, por primera vez en Islandia, teníamos una excursión «enlatada» por delante y, por tanto, un horario rígido que cumplir. No podíamos arriesgarnos a quedar atascados en una pista poco transitada.

Jarlhettur desde Gullfoss

Jarlhettur desde Gullfoss.

El día era tan espléndido que, desde el mirador superior de Gullfoss, podíamos divisar perfectamente Jarlhettur. Las extrañas montañas, cuyo nombre se podría traducir como la capucha del conde, se extienden por 15 kilómetros en dirección suroeste – noreste, siguiendo la dirección predominante entre las fisuras del área. Compuestas principalmente de palagonita y virtualmente yermas, su extraña silueta destacaba vivamente sobre el fondo blanco del Langjökull. El glaciar que sería nuestro siguiente destino.

En el Langjökul.

A la una de la tarde salimos rumbo al Langjökull, para realizar una excursión a lomos de Sleipnir. Un autobús que había cambiado las ocho patas del mítico caballo que le da nombre por ocho enormes neumáticos. Su tracción nos permitiría avanzar sobre los hielos perpetuos del segundo glaciar más extenso de Islandia.
Terminada nuestra estancia en Haukadalur, tocaba regresar a Keflavik, donde teníamos una noche de hotel a cargo de la naviera.

De Haukadalur a Keflavik.

Para regresar a Reykjanes, decidimos dar un amplio rodeo hacia el norte. Además de permitirnos recorrer nuevamente el extremo occidental de las Tierras Altas por la carretera 550, también tendríamos ocasión de detenernos en Hraunfossar y visitar Snorrastofa, en Reykholt.

Atardecer en Reykjanes.

Acabamos llegando al hotel antes de lo previsto. En una espléndida tarde de verano y disponiendo todavía de vehículo de alquiler, quedarnos en el hotel era una auténtica pérdida de tiempo. Improvisamos un breve recorrido por el oeste de la península de Reykjanes que, pese a un comienzo un tanto insípido, acabó siendo muy gratificante.

Revisitando Reikiavik.

Ya sin vehículo propio, la naviera se encargó de llevarnos en autobús a Reikiavik. El SH Vega zarpaba por la tarde, por lo que disponíamos de unas cuantas horas para pasear por la capital de Islandia. No es mi lugar favorito en la fascinante Tierra de Hielo, pero debo reconocer que resulta una ciudad tranquila y agradable.

Después, zarpamos hacia Groenlandia. Por segunda vez, dejábamos atrás la capital de la Tierra de Hielo para viajar a la Tierra Verde. Pero, al contrario que en la primera ocasión, aún teníamos por delante una última escala en Islandia. Al día siguiente recalaríamos en Ísafjörður, la capital de los Fiordos del Oeste.

Para ampliar la información.

Nuestra primera visita a la zona, mucho más breve, está en https://depuertoenpuerto.com/una-larga-escala-en-reikiavik/.

En https://depuertoenpuerto.com/un-viaje-imprevisto-a-reykjanes/ se puede ver un viaje por el suroeste de Islandia coincidiendo con la erupción volcánica de 2021.

Nuestras anteriores excursiones a Gullfoss están en https://depuertoenpuerto.com/gullfoss/ y https://depuertoenpuerto.com/gullfoss-en-invierno/.

Quien no tenga experiencia conduciendo en Islandia puede encontrar ayuda visitando https://depuertoenpuerto.com/conducir-en-islandia-la-guia-completa/.