Mil años antes del comienzo de nuestra era, los antecesores de los griegos clásicos emigraron a una región de Asia que decidieron llamar Jonia. Allí fundaron 12 ciudades, en las fronteras de la Hélade, que darían a la civilización griega alguno de sus momentos más brillantes. Desde el orden jónico, hasta la escuela filosófica de Mileto. Entre aquella dodecápolis, laxamente unida en una liga, una urbe brilló con luz propia, hasta convertirse, ya en tiempos de Roma, en el principal emporio comercial del Mediterráneo oriental.

Cartel en la entrada oriental de Éfeso

Cartel en la entrada oriental de Éfeso.

Aquella ciudad, o lo que queda de ella, era el principal destino de nuestra primera escala, durante un crucero entre Estambul y Atenas a bordo del Sea Cloud II. Aunque navegar en un velero, hermoso pero lento, tenía sus inconvenientes. Cuando quisimos llegar a la puerta oriental de las ruinas de Éfeso, eran las tres y media de una tórrida tarde del verano turco. Difícilmente podríamos haber escogido peor hora para nuestra visita.

Ruinas de la basílica

Ruinas de la basílica.

Acceder desde la parte más elevada de la ciudad significaba que realizaríamos la visita comenzando por su zona noble, ocupada por el ágora administrativa. Su edificio más notable era una gran basílica, de la que desconocemos su antiguo nombre. Con 160 metros de largo, 20 de ancho y dos plantas, debió ser un edifico impresionante. Estaba dedicada a Artemisa, el pueblo de Éfeso y los emperadores Augusto y Tiberio. Según una inscripción, la hicieron construir C. Sextilio Pollio y su esposa Ofilia Basa, en el año 11 de nuestra era.

Buleuterio de Éfeso

Buleuterio de Éfeso.

Junto a la basílica hay un auditorio semicircular, con capacidad para unas 1.500 personas. Conocido en la actualidad como el Buleuterio de Éfeso, aparentemente se utilizaba como lugar de reunión del consejo local. Fue excavado en 1908 y restaurado en la segunda mitad del siglo XX. En realidad, la mayor parte de aquello que actualmente podemos contemplar es fruto de dicha restauración. Aunque, al menos, resulta fácilmente distinguible de los restos originales.

Monumento a Memmius

Monumento a Memmius.

Algo que, en gran parte, ocurre en toda la ciudad. La antigua Éfeso fue arrasada por los godos en el 263. Aunque sería reconstruida, su posterior declive fue imparable, en paralelo al del antiguo mundo clásico. En parte, acabó siendo fruto de su propio éxito, que provocó la tala de todos los bosques cercanos. Los sedimentos colmataron su puerto, acabando con la principal fuente de riqueza de la urbe. El terremoto del 614, la guerra con la Persia sasánida y las incursiones árabes, tuvieron como resultado que, cuando los turcos selyúcidas conquistaron Éfeso en el 1090, la antigua ciudad tan solo era un villorrio. Que sería completamente abandonado en algún momento del siglo XV.

Ninfeo Trajano

Ninfeo Trajano.

Habría que esperar a 1863 para que el arquitecto británico John Turtle Wood iniciara las primeras excavaciones. Buscaba los restos del templo de Artemisa, una de las siete maravillas del mundo antiguo. Tan solo encontró su pavimento, por lo que los trabajos finalizaron en 1874. Veintiún años más tarde, sería el alemán Otto Benndorf quien reanudaría las tareas. En 1898 fundaría el Instituto Arqueológico Austriaco, que sigue teniendo un importante papel en las excavaciones.

En la calle Curetes

En la calle Curetes.

Nuestro recorrido nos llevaba por la calle de los Curetes, nombre con el que en la ciudad se designaba a los sacerdotes. Aunque en la mitología clásica se utilizaba para denominar a unos semidioses adolescentes. La calle, pavimentada con mármol y embellecida con varias fuentes y monumentos, fue la principal arteria comercial de la ciudad. Las dos hileras de columnas que la flanquean, antiguamente soportaban los porches de entrada a tiendas y viviendas. Un espacio decorado con mosaicos, de los que aún perduran varios ejemplos.

Mosaicos junto a la calle Curetes

Mosaicos junto a la calle Curetes.

Según nos aproximábamos a la zona baja de la ciudad nos llamó la atención una antiestética estructura, levantándose a mano izquierda de la calle. Se trataba de las «casas terraza». Algo parecido a una urbanización de lujo, en la que se puede atisbar el asombroso nivel de vida de las élites de la ciudad. El complejo ocupa parte de la colina de Bülbüldağı, al sur de Curetes. Se comenzó a excavar en la década de 1960. La primera fase, con poca fortuna, pues al dejar los restos expuestos a la intemperie no tardaron en deteriorarse.

Dentro de la carpa

Dentro de la carpa.

Para evitar repetir éste error, antes de acometer la segunda fase se instaló algo parecido a una descomunal carpa. Diseñada por Otto Häuselmayer y Wolfdietrich Ziesel, sus 4.000 metros cuadrados sirven para proteger la conocida como «Casa Terraza 2» del sol y la lluvia. También ayuda a reducir el grado de humedad, favoreciendo la conservación de los restos que se van desenterrando. La actuación se complementa con un entramado de pasillos, generalmente de cristal, que impiden el contacto entre los visitantes y el frágil suelo. La instalación se finalizo en el año 2000.

Casa número 2

Casa número 2.

La «Casa Terraza». es en realidad un complejo de siete viviendas de lujo adosadas, edificadas a partir del siglo I. Aparentemente se utilizaron hasta el siglo VII, aunque después del terremoto que asoló la ciudad a mediados del siglo III dejaron de estar habitadas por la élite. Cada casa disponía de una entrada individual, agua corriente y estancias ricamente decoradas con los mosaicos y pinturas que han llegado a nuestros días. Algunas tenían dos plantas y todas eran de grandes dimensiones. Por ejemplo, sabemos que una de ellas tenía 12 habitaciones en su planta baja, además de un peristilo y más aposentos en una segunda planta, que no ha llegado a nuestros días.

Antiguas tuberías

Antiguas tuberías.

Al igual que el resto de la ciudad, las casas están en continuo proceso de excavación y restauración. Más allá de los elementos ornamentales, también me parecieron muy interesantes los meramente funcionales, como las tuberías y desagües que aún se pueden apreciar. Todo está perfectamente explicado en numerosos paneles, repartidos por el complejo. Aunque es un espacio aparentemente poco conocido y sea necesario pagar un pequeño suplemento para acceder, creo que es una de las visitas imprescindibles de la antigua Éfeso.

Biblioteca de Celso

Biblioteca de Celso.

Un poco más al oeste, encontraremos la otra joya de la ciudad, en este caso mucho más popular: la espléndida biblioteca de Celso. El edificio fue levantado en honor de Tiberio Julio Celso Polemeano, un militar y político descendiente de una familia local, integrada en las élites romanas. Antes de morir, dejó una generosa provisión de fondos para la construcción de una biblioteca, que además debía ser su mausoleo. Sería su hijo Tiberio Julio Áquila Polemeano, quien también medraría en política, el encargado de acometer el proyecto.

Detalle de la fachada

Detalle de la fachada.

El edificio se terminó en tiempos de Adriano, en un año indeterminado antes del fallecimiento de Áquila. Fecha que también desconocemos. En cambio, sabemos que aquel edificio llegó a ser una de las mayores bibliotecas de la antigüedad clásica, tan solo por detrás de las de Alejandría y Pérgamo. En sus 180 metros cuadrados se atesoraban unos 12.000 pergaminos. La biblioteca fue destruída durante el siglo III. No sabemos si en el terremoto del 262 o en la invasión gótica del año siguiente. Tan solo la fachada se mantuvo en pie, para derrumbarse durante otro terremoto, entre los siglos X y XI.

Planta alta de la fachada

Planta alta de la fachada.

Allí permaneció hasta ser descubierta  y excavada por arqueólogos austriacos entre los años 1903 y 1904. Aunque su reconstrucción debería esperar hasta los trabajos del alemán Volker Michael Strocka, entre 1970 y 1978. Para entonces, algunos restos habían sido trasladados a museos de Viena o Estambul, obligando a construir réplicas. Aunque tan solo se restauró la fachada principal del edificio, su espléndida silueta es el símbolo inconfundible de Éfeso.

Bajo la Puerta de Mazeus y Mitridíates

Bajo la Puerta de Mazeus y Mitridíates.

Junto a la biblioteca está la Puerta de Mazeus y Mitridíates. Tal como indica una inscripción aún visible, fue levantada por dos esclavos libertos en agradecimiento a Augusto, su emperador, y a Agripa, su antiguo dueño. La puerta, con tres arcos de mármol negro y blanco, conectaba la zona institucional de la ciudad con la dedicada a las actividades mercantiles.

En el ágora comercial

En el ágora comercial.

Éstas se concentraban en el ágora comercial. Una gran plaza cuadrada, de aproximadamente 112 metros, dotada de tres puertas y rodeada por la característica estoa, en este caso de dos pisos, que formaba un cuadrado con 154 metros de lado en su parte exterior. Aunque parece ser más antigua, su configuración se asentaría en el periodo helenístico. Fue reconstruida en el siglo I AEC y nuevamente en el año 23, tras uno de los numerosos terremotos que han asolado Éfeso. Parece que fue abandonada en el entorno del 600. En la actualidad, tan solo podemos observar algunas de las columnas de la estoa. Por contra, no queda el menor resto del horologio que había en su centro.

Teatro de Éfeso

Teatro de Éfeso.

Un poco más al norte, en la ladera occidental de la colina que hoy conocemos como Panayır-dağ, está el gran teatro de Éfeso. Con capacidad para 25.000 espectadores, era el mayor de Anatolia. Desconocemos la fecha exacta de su construcción, que algunos hacen retroceder hasta el siglo III AEC. Aunque fue reformado a lo largo del siglo I. Sería en este teatro donde los mercaderes de la ciudad organizaron la «revuelta de los plateros», contra Pablo de Tarso. Tras los terremotos del 262, 359 y 366, fue gradualmente abandonado. En el siglo VII sus restos serían incorporados al sistema defensivo de la ciudad. Su restauración, que aún sigue en curso, comenzó a principios del siglo XX.

Artemisa

Artemisa.

Rematamos nuestra visita en un edificio de reciente construcción, bautizado como «Ephesus Experience Museum». Otro lugar en el que era necesario abonar un suplemento. Entramos pensando encontrar algo similar a lo que habíamos podido ver en Estambul, apenas tres días antes, tras finalizar nuestra visita a Santa Sofía. Grave error. Tan solo vimos un audiovisual mediocre, sin una narrativa clara, y la típica tienda de recuerdos para turistas. Lo único positivo fue el aire acondicionado, que a esas horas de la tarde nos pareció un regalo de la mismísima Artemisa.

Grúa junto al teatro

Grúa junto al teatro.

Acabó siendo un final decepcionante para un recorrido que, por lo demás y a pesar del insufrible calor, fue tan interesante como habíamos esperado. Creo que todos hemos visto múltiples fotos de la espléndida fachada de la biblioteca de Celso. Pero el resto de la ciudad es bastante menos conocido. Habiendo sido una de las mayores urbes de la antigüedad clásica, las dimensiones de Éfeso nos parecieron apabullantes. Más aún considerando que tan solo se ha excavado una fracción del yacimiento. Y que de alguno de sus edificios más destacados, como el Artemisium, apenas queden vestigios. Los trabajos de excavación continuan, como evidenciaban algunas grúas que pudimos ver por el yacimiento. Los restos visibles en medio del campo, bastante alejados de los límites de la parte excavada, nos sirvieron para intuir las auténticas dimensiones de la ciudad. Posiblemente, cuando hagas tu visita, encontrarás edificios y lugares que nosotros no pudimos conocer.

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Para ampliar la información.

Muy interesante la entrada en la Wikipedia, con vínculos a artículos sobre los monumentos más destacados: https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%89feso.

En inglés, la web oficial del yacimiento está en https://turkishmuseums.com/museum/detail/2094-izmir-ephesus/2094/4.

Turkish Archaeological News tiene un artículo sobre las «casas terraza»: https://turkisharchaeonews.net/object/terrace-houses-ephesus.

En https://ephesiantourism.com/a-comprehensive-guide-to-ephesus/ encontraremos una guía práctica bastante completa.