Kuşadası, la antigua Ephesus Neopolis de los griegos, ha alternado los periodos de prosperidad con los de decadencia. En la antigüedad, vivió a la sombra de Éfeso. Renacida como Scala Nuova durante el periodo bizantino, sería por cierto tiempo uno de los puertos donde finalizaban las rutas de caravanas procedentes de oriente. Hasta que fue dejada de lado por las lineas de ferrocarril. Hoy vuelve a resurgir, en esta ocasión como destino turístico. En gran parte, de nuevo a la sombra de Éfeso. O más concretamente de sus ruinas.

Mástiles del Sea Cloud II

A vela hacia Kuşadası.

Nuestra escala en su puerto era un buen ejemplo. Su único motivo era poder visitar los restos de una de las mayores ciudades de la antigüedad clásica. Cuando, sobre las seis y media, quise salir a cubierta, el Sea Cloud II navegaba lentamente por el golfo de Kuşadası, con la costa de Anatolia al norte y la isla de Samos al sur. La mañana era asombrosamente serena, con una suave brisa procedente del oeste entrando por nuestra popa. Suficiente para animar al capitán a desplegar el hermoso velamen de la bricbarca.

Pesquero frente a Kuşadası

Pesquero frente a Kuşadası.

Seguimos avanzando hacia el este, ahora a todo trapo, por un mar prácticamente vacío. Tan solo acertamos a coincidir con un par de pesqueros turcos, que se encontraban justo frente a nuestra proa. Quizá acabaron pescando el atún que nos serviría de cena esa misma noche. En cualquier caso, la llegada de un barco navegando a vela obligó a los pesqueros a modificar su rumbo, pues éstos aún no estaban faenando. Una de las pocas ocasiones en las que una embarcación a motor no debe ceder el paso a un velero.

El muelle de Kuşadası

El muelle de Kuşadası.

Llegamos a Kuşadası pasado el mediodía. El plan inicial era dar un breve paseo por las inmediaciones del puerto, mientras esperábamos el momento de salir rumbo a Éfeso. Pero a esas horas, la mañana se había convertido en un día asombrosamente tórrido. Desde la cubierta del Sea Cloud, los poco más de 200 metros que nos separaban del edificio de la terminal de cruceros parecían la antesala del infierno. Con menos de una hora libe por delante, no tenía el menor sentido salir de la comodidad del barco, sin tener del todo claro qué nos esperaba al final de aquel muelle.

Castillo de Güvercinada

Castillo de Güvercinada.

En cualquier caso, las vistas que podíamos disfrutar desde cubierta eran suficientes para mantenernos entretenidos. Al oeste, el castillo de Kuşadası se levantaba sobre la isla de Güvercinada, o «de las Palomas». Isla que ya no lo es, pues desde 1957 está unida al continente por un espigón artificial de 350 metros de largo. Parece que los orígenes de la fortaleza se remontan a finales del siglo XIII, cuando los genoveses habrían levantado un primer castillo, que sería posteriormente reforzado por orden de Jeireddín Barbarroja. La muralla exterior se levantó durante la guerra entre los imperios ruso y otomano de 1768-1774. Aún sufriría alguna reforma en el siglo XIX, antes de convertirse en una atracción turística, museo incluido, restaurada por última vez en 2013.

Guardacostas y monte Kese

Guardacostas y monte Kese.

Al sur del castillo destacaba el monte Kese. Por encima de un cartel con el nombre de la ciudad, podíamos ver una estatua levantándose sobre la arboleda. Se trata de un monumento construido en 1997 en honor de Mustafa Kemal Atatürk, el fundador de la moderna república turca. Por lo demás, nos llamó la atención ser la única embarcación en el puerto de cruceros de Kuşadası. Una infraestructura preparada para acomodar a varios barcos de grandes dimensiones. Tan solo coincidimos con un buque del servicio de guardacostas turco, que zarpó mientras nosotros estábamos de excursión, dejando al Sea Cloud II completamente solo.

Un paseo por Éfeso.

A pesar del intenso calor y de su relativa brevedad, la visita a Éfeso fue una auténtica maravilla. El yacimiento arqueológico hizo honor a su fama como uno de los más deslumbrantes de la antigüedad clásica.

El Sea Cloud II en Kuşadası

El Sea Cloud II en Kuşadası.

Regresamos de Éfeso poco antes de las siete de la tarde. Al poco tiempo que nos quedaba se unió el agotamiento, tras una excursión que el calor había convertido en extenuante. Seguía sin tener sentido intentar dar un paseo rápido por una ciudad que, en cualquier caso, más allá de unas pequeñas murallas y el castillo de Güvercinada, no parece tener demasiado que ofrecer. Que nadie me malinterprete. Kuşadası está rodeado de lugares interesantes, como Pérgamo, Afrodisias o el parque nacional de la península de Dilek. Pero todos estaban fuera de nuestro alcance, en una corta escala de crucero.

Kuşadası desde el Sea Cloud II

Kuşadası desde el Sea Cloud II.

Kuşadası es una ciudad relativamente moderna, renacida gracias al turismo. En 1960 apenas superaba los 7.000 habitantes. Tradicionalmente, el pequeño núcleo urbano había sido una amalgama de griegos, turcos, armenios y judíos, con la población musulmana formando una minoría. Incluso era posible encontrar descendientes de los sefardíes expulsados de España en 1492. Se calcula que unas 250 familias hebreas terminaron en Kuşadası. El balance demográfico comenzó a inclinarse a favor de los turcos con la revuelta griega de 1821, para volcarse definitivamente tras el intercambio de poblaciones de 1923.

El nuevo Kuşadası

El nuevo Kuşadası.

En la actualidad la ciudad supera los 130.000 habitantes, con el turismo como su principal fuente de riqueza. Se calcula que la población de la provincia alcanza los 2.000.000 de personas durante los meses de verano. A lo que debemos añadir más de 450 cruceros que, según las previsiones para 2024, deberían desembarcar unos 800.000 pasajeros en su puerto. En consecuencia, el ritmo de construcción me recordaba al del Levante español de mi ya lejana infancia. Por lo poco que pude ver, cometiendo los mismos errores. Nadie escarmienta en cabeza ajena.

Ocaso frente a Kuşadası

Ocaso frente a Kuşadası.

Zarpamos media hora más tarde, mientras el sol se deslizaba rápidamente hacia el horizonte y el día, por fin, daba señales de comenzar a refrescar. Aquella tarde cenamos en cubierta. Un atún recién pescado, que los cocineros prepararon sobre la marcha. Terminaba así nuestra estancia de 6 días en Turquía, visitando una ciudad que, en realidad, no llegamos a conocer. Quizá sea cierto que el mayor mérito de Kuşadası estriba en su relativa proximidad a Éfeso. Habría estado bien poderlo comprobar por nosotros mismos.

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Para ampliar la información.

Ángela, de Viajeros Confesos, sacó más partido que nosotros a la escala en Kuşadası: https://viajerosconfesos.com/que-ver-en-kusadasi-en-medio-dia/.

También es interesante la entrada de Viajando al Oriente Medio: https://viajandoalorientemedio.com/turquia/que-hacer-en-kusadasi/.

En inglés, la web oficial de la terminal de cruceros está en https://www.kusadasicruiseport.com/.

Explore Kusadasi contiene bastante información sobre la ciudad: https://explorekusadasi.com.