Volquart Boon es el nombre que recibe el tramo meridional de la costa de Scoresby Sund. Se extiende por 115 kilómetros, entre los cabos Stevenson, al oeste, y Brewster, al este. Sus agrestes paredes de roca se elevan entre 1.000 y 1.700 metros sobre las aguas del fiordo, formando una muralla ciclópea, tan solo horadada por los glaciares que descienden desde la meseta de Geikie.

Al sur de Danmark Ø

Al sur de Danmark Ø.

Zarpamos de Ujuaakajiip Nunaata Akia unos minutos antes del mediodía. Nuestro siguiente destino, un lugar llamado Vikingebugt, estaba poco más de 40 kilómetros al este de nuestra posición. Aunque el cabo Stevenson nos obligaría a dar un pequeño rodeo hacia el norte, apenas teníamos un par de horas de navegación por delante. Al igual que los dos días anteriores, decidimos comer en cubierta, disfrutando de un clima y un paisaje a cual más espléndido.

Hielo atormentado

Hielo atormentado.

Una vez más, el mar estaba cuajado de icebergs. Sin alcanzar el desmedido tamaño de los que habíamos visto el día anterior, en Hall Bredning, algunos superaban en tamaño al SH Vega. Aún teniendo solo en cuenta su parte emergida. Otros se elevaban como torres hacia el cielo. Aunque los que más me llamaban la atención eran aquellos que, en lugar de una superficie inmaculada, mostraban las huellas del tiempo. Cuevas, recovecos, arcos y superficies rugosas, mostraban la lenta pero irremediable descomposición de las montañas de hielo.

Rumbo a Kap Stevenson

Rumbo a Kap Stevenson.

Mientras tanto, al frente, los impresionantes contrafuertes de la costa de Volquart Boon se adueñaban lentamente del paisaje. Entre ellos, Kap Stevenson, su extremo occidental. El promontorio, de 950 metros de altura, fue bautizado por William Scoresby en 1822, en honor de Robert Stevenson. Un famoso ingeniero escocés, fundador de una estirpe de constructores de faros y abuelo del escritor Robert Louis Stevenson.

Frente al Bredegletscher

Frente al Bredegletscher.

Poco antes de las dos, teníamos al frente el Bredegletscher. El principal glaciar que desemboca en Vikingebugt, con un frente de 3.500 metros de anchura. Pero aún no habíamos llegado a nuestro destino. Una creciente cantidad de icebergs se interponía entre nosotros y la ensenada. Afortunadamente, su tamaño parecía ser inversamente proporcional a su número, pues el SH Vega se vio obligado a navegar muy cerca de algunos.

Helgenæs

Helgenæs.

Nuestro destino estaba junto a Helgenæs. El gran promontorio que forma el extremo oriental de la ensenada. A sus pies, hay una gran formación de columnas de basalto. El plan era navegar en zódiac a lo largo de la costa, sin llegar a desembarcar. El terreno parecía ser demasiado abrupto para montar un perímetro de seguridad.

Kap Stevenson

Kap Stevenson.

A las tres, estábamos subidos en una zódiac, que partió de inmediato hacia el este, sorteando icebergs. Atrás quedó el SH Vega, recortado contra la inmensa silueta de Kap Stevenson. Una vez más, el entorno era apabullante. Costaba asimilar las proporciones del paisaje que recorríamos. Además, como ya se había convertido en costumbre a esas alturas del viaje, la sensación de aislamiento, de recorrer un lugar remoto, magnificaba nuestro sentimiento de insignificancia.

En la orilla oriental de Vikingebugt

En la orilla oriental de Vikingebugt.

Habíamos visitado otras formaciones similares. La célebre Calzada del Gigante, en la costa septentrional de Irlanda, y la más espectacular, pero mucho menos conocida, Kálfshamarsvík, en el norte de Islandia. Incluso esta última, palidecía frente a las dimensiones de lo que teníamos delante. Las columnas formaban colinas, ocupando una gran extensión de costa y extendiéndose hacia el interior, hasta desaparecer bajo los primeros contrafuertes de Helgenæs.

Junto a las columnas de Vikingebugt

Junto a las columnas de Vikingebugt.

Según dicen, en algunas zonas hay columnas con formas extrañas, fruto del desigual proceso de enfriamiento de las mismas. Desde nuestra posición, era imposible verlas. A cambio, pudimos contemplar el espectáculo desde una perspectiva nueva, que jamás habíamos disfrutado. Estar casi a ras del agua, con las columnas elevándose frente a nosotros, tenía un indudable interés.

Helgegletscher

Helgegletscher.

Pero el espectáculo no se ceñía a las formaciones de basalto. Al fondo del pequeño brazo lateral en el que nos habíamos adentrado, podíamos divisar un extraño glaciar, descendiendo desde los hielos perpetuos de Geikie. Se trataba del Helgegletscher, en cuya superficie destacaban tres grandes bandas oscuras. Parecían morrenas centrales pero, al menos desde nuestra posición, su origen no resultaba evidente.

Extraño iceberg

Extraño iceberg.

Y luego estaban los icebergs, repartidos por toda la ensenada. Tras recorrer el frente de columnas basálticas, pasamos un buen rato zigzagueando entre sus extrañas siluetas. No fueron, ni con mucho, los más grandes que vimos en nuestro viaje. Pero si aquellos en los que más abundaban los arcos y las formas más retorcidas.

Zarpando de Vikingebugt

Zarpando de Vikingebugt.

Zarpamos a las cuatro y media. El SH Vega puso proa hacia el este, rumbo al mar abierto. Aún nos quedaba un día en Groenlandia, pero aquella era nuestra última jornada en Scoresby Sund. No pude evitar sentir una punzada de melancolía. Aunque, todo hay que decirlo, ésta no duró mucho. Era imposible resistirse a la llamada del deslumbrante entorno que recorríamos.

Navegando frente a Volquart Boon

Navegando frente a Volquart Boon.

Al contrario que en nuestra primera jornada en Scoresby Sund, ahora navegábamos mucho más cerca de su costa meridional. Además, el día era bastante más luminoso. Por una parte, perdíamos la extraña belleza etérea del paisaje cargado de nubes de aquella jornada. A cambio, podíamos observar la costa con mucha más claridad.

Iceberg frente a Volquart Boon

Iceberg frente a Volquart Boon.

Suele decirse que el explorador inglés William Scoresby, cuyo nombre lleva el enorme fiordo, fue el descubridor del mismo. Podemos leerlo hasta en la Wikipedia. Como tantos «descubrimientos» británicos, es una afirmación falsa. Siendo cierto que Scoresby llevó a cabo la primera exploración científica del sistema de fiordos, éste ya había sido visitado en 1761 por un barco ballenero, cuyo origen no está del todo claro. Hay quien dice que era holandés, otros que procedía de alguno de los múltiples estados en que se dividía la Alemania de aquella época. Lo que si sabemos es que a bordo del barco iba un danés, llamado Volquart Boon. En 1936, al ya desaparecido Geodætisk Institut de Dinamarca le pareció buena idea reivindicar la presencia danesa en la zona bautizando la impresionante costa con su nombre. Obviando que, en el fondo, sus auténticos descubridores habrían sido los nativos groenlandeses.

Glaciar en Volquart Boon

Glaciar en Volquart Boon.

Uno tras otro, íbamos dejando atrás los glaciares que descendían de la meseta interior. Ninguno era demasiado grande. El mayor, apenas superaba los 2.000 metros de ancho. Pero la visión de las masas de hielo, rompiendo la enorme muralla de roca de Volquart Boon, no dejaba de ser tan impresionante como fotogénica.

Hora dorada en Scoresby Sund

Hora dorada en Scoresby Sund.

A las ocho de la tarde, con la silueta de Kap Brewster claramente visible hacia el este, decidimos ir a cenar. Fue todo un acierto. Cuando quisimos regresar a cubierta, había comenzado un hermoso atardecer ártico. La tarde era excepcionalmente clara. Al otro lado del fiordo, más allá de un puñado de grandes icebergs, podíamos distinguir la silueta de unas lejanas montañas. ¿El agreste interior de Liverpool Land, o las cimas que se extienden al este de Jamesonland? Con tan poca luz, era imposible averiguarlo.

Atardecer en Liverpool Land

Atardecer en Liverpool Land.

Nuestro rumbo nos alejaba de Kap Brewster, el gran promontorio que es a la vez el extremo oriental de Volquart Boon y el hito que jalona por el sur la entrada a Scoresby Sund. Por contra, cada vez nos aproximábamos más a Kap Tobin, en el extremo meridional de Liverpool Land. Navegábamos frente a un paisaje extraño, donde la oscura tierra contrastaba con la nieve y los bancos de niebla, para formar un cuadro abstracto.

Despidiéndonos de Scoresby Sund

Despidiéndonos de Scoresby Sund.

Una vez más, no tendríamos noche. Poco después de las once, el sol encontró un resquicio entre las cada vez más abundantes nubes. Por un instante, el cielo se tiñó de tonos anaranjados, iluminando el paisaje que íbamos dejando atrás. Fuen una hermosa forma de decir adiós al mayor sistema de fiordos del mundo.

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Para ampliar la información.

No he logrado encontrar nada relevante en español.

En inglés, en https://data.geus.dk/geusmap/ se puede encontrar un mapa interactivo con información sobre los topónimos de la zona.

La siempre interesante web Spitsbergen / Svalbard tiene una breve entrada sobre una navegación por las mismas aguas: https://www.spitsbergen-svalbard.com/photos-and-triplogs/arctic-2015/scoresbysund-2015_09_02-09/gallery-2-vikingebugt-and-danmark-oe.html.

En la página Travel 2 Unlimited encontraremos una galería de fotos sobre Vikingebugt (https://travel2unlimited.com/greenland-vikingbukta-zodiac-cruising/) y otra centrada en sus columnas de basalto (https://travel2unlimited.com/greenland-vikingbukta-columnar-basalt/).