Había recorrido la carretera, en compañía de Olga, durante una jornada de agosto de 2023. En aquella ocasión la atravesamos desde el este, procedentes de Langisjór, al final de una impresionante jornada visitando una Fjallabak más hermosa que nunca. Que fuera un desvío improvisado en el último minuto, sin haber preparado adecuadamente la ruta, se combinó con un sol cada vez más bajo sobre el horizonte, para impedirnos disfrutar completamente de los irreales paisajes que recorríamos. Sobre todo en el tramo occidental de Landmannaleið, al oeste del Rauðufossakvísl. Trece meses más tarde, había llegado el momento de enmendar aquella falta.
Llegué al extremo occidental de la F225 a las tres de una tarde que guardaba poca relación con aquella espléndida jornada del verano de 2023. Desde un cielo completamente encapotado se descolgaba una incesante llovizna, agitada por el viento. El otoño había llegado a Islandia y el áspero paisaje parecía quererlo corroborar. El musgo y las hierbas, que apenas lograban subsistir en la llanura, mostraban tonos amarillentos, como si anticiparan la llegada del inminente invierno. Aquel día mi plan era poco ambicioso. No pretendía recorrer la pista en su totalidad. Ni siquiera atravesaría el vado del Rauðufossakvísl. Mi intención era visitar dos lugares situados al sur de Landmannaleið, ambos accesibles desde su tramo occidental.
Apenas tardé quince minutos en llegar al primer desvío. Allí partía la pista que lleva a las inmediaciones del Hekla. Uno de los estratovolcanes más temidos de Islandia, que aquella tarde parecía empeñado en ocultarse tras las nubes. Pese a no ser ni una carretera de montaña, la pista tenía un firme y un trazado aceptables. Una vez más, mi mayor problema era conseguir mantener un mínimo de atención en la conducción, sin embelesarme con el increíble paisaje, de apariencia lunar, que estaba recorriendo.
El cráter de Rauðaskál.
Quince minutos más tarde me reincorporaba a la F225. Según avanzaba la tarde ésta daba un nuevo giro, aparentemente a mejor. La niebla levantaba y los chubascos remitían. A cambio, arreciaba el viento. En el interior de un vehículo y sin referencias claras, recorriendo un campo prácticamente yermo, era difícil apreciarlo. Pero se hizo evidente cuando llegué a las inmediaciones de Valahnúkar, donde las nubes bajas, que ocultaban las cercanas cumbres, se movían a una velocidad notable.
En cualquier caso, decidí seguir adelante. Según me adentraba en Fjallabak, el paisaje se volvía cada vez más fascinante. Hacia el norte, una lejana montaña destacaba sobre campos de musgo de intensos tonos verdosos. Quizá fuera el Hrafnabjörg, en las inmediaciones del lago Sauðleysuvatn. Un pico que alcanza los 864 metros de altitud, justo en el límite de la reserva natural de Flallabak. Desde mi posición, era imposible verificarlo.
Lo que no necesitaba verificación era la irreal belleza del paisaje que recorría, cada vez más cerca del Helliskvisl. El río zigzagueaba sobre su oscuro lecho de piedra negra, a su vez rodeado por un paisaje que intentaba resistirse a la llegada del otoño. Aunque el clima parecía empeñado en recordarme la inminencia de éste, con sus continuos cambios de humor.
Diez minutos después de las seis, llegaba al siguiente desvío. Otra pista sin numeración, que debía llevarme a las inmediaciones de Rauðufossar. Apenas hay 700 metros hasta el aparcamiento, seguidos de una caminata de 1,8 kilómetros, que conduce al las inmediaciones de la cascada. En teoría, todo perfectamente señalizado. Aunque la realidad acabó siendo algo distinta. La senda oficial terminaba aproximadamente a 500 metros de Rauðufossar. Desde allí, el camino desaparecía en el fondo de un pequeño barranco, para reaparecer al otro lado, justo frente al salto de agua. En cualquier caso, aquella senda no aparecía en OpenStreetMaps. Y Google marcaba otro itinerario, algo más al este. Aparentemente, ambos me obligarían a vadear un riachuelo. ¿Qué hacer? La respuesta más evidente, consultar Wikiloc, estaba descartada. No había cobertura y había cometido el error de no descargar la ruta previamente.
De momento, mientras reponía fuerzas y tomaba una decisión, me entretuve fotografiando la cascada. Un salto de agua de 60 metros, por el que se despeña el río Rauðufossakvísl. Éste tiene su origen en Rauðauga. Una extraña poza, apenas dos kilómetros aguas arriba de Rauðufossar, donde manan las aguas rojizas a las que deben su nombre la charca, el río y la cascada. Entonces, una vez más, Islandia decidió por mi. Hacia el norte, el paisaje comenzó a desaparecer a una velocidad asombrosa. Se acercaba un nuevo frente de lluvia. O quizá de nieve. Cerca de las siete de la tarde, con unas nefastas condiciones atmosféricas y en la más absoluta soledad, la única opción razonable era emprender una rápida retirada hacia el aparcamiento.
El intenso chaparrón apenas duró quince minutos. Pero ya era tarde para un segundo intento. Aún tenía que llegar a dormir a Hella y preferí recorrer el tramo occidental de Landmannaleið con toda la calma del mundo, bajo la menguante luz de un incipiente atardecer. Esta vez, fueron las nubes las que me impidieron ver la cima del Hekla, uno de los volcanes más temidos de la Tierra de Hielo. En cualquier caso, en Islandia siempre he preferido sus cielos brumosos sobre los despejados. Hacen más cómodo conducir, más sencillo fotografiar y, sobre todo, realzan la magia y el misterio de sus fascinantes paisajes. Aquel día, a pesar de ser extremadamente desapacible, tampoco fue la excepción. Las cinco horas que pasé en Landmannaleið, entre la lluvia, el viento y la niebla, acabaron siendo mucho más gratificantes que mi primer recorrido por la pista, conduciendo hacia un sol cada vez más cegador.
Para ampliar la información.
Si no tienes experiencia conduciendo por las Tierras Altas de Islandia, te interesará leer esto: https://depuertoenpuerto.com/conducir-en-islandia-las-tierras-altas/.
En Wikiloc encontrarás una ruta a Rauðufossar, con una prolongación hasta Rauðauga: https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/raudafossar-raudufossar-og-raudauga-glodaraugad-107782859.
En inglés, el siempre interesante blog Hiticeland tiene una entrada sobre Rauðufossar (https://www.hiticeland.com/post/raudfoss-waterfall) y otra sobre el río Rauðfossakvísl y su manantial (https://www.hiticeland.com/post/raudfossakvisl-raudfossafjoll-and-raudfossar).
Encontrarás otra buena descripción de la caminata hasta Rauðauga en The Photo Hikes: https://thephotohikes.com/the-raudfoss-and-raudauga-hike/.
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