Tan solo habíamos recorrido Reikiavik en una ocasión, durante la segunda jornada de una larga escala, en una travesía desde Rotterdam a Boston. Aquel día, tras dar un tranquilo paseo entre el centro de la ciudad y su terminal de cruceros, zarpamos a primera hora de la tarde rumbo a Groenlandia. Seis años después las circunstancias parecían repetirse. Por segunda vez, partiríamos por la tarde hacia la mayor isla del mundo. Pero aquí acababan las similitudes. En esta ocasión, Reikiavik era el punto inicial de un crucero de expedición que nos llevaría hasta la salvaje costa oriental de Groenlandia. Y, en lugar de la apartada terminal de Skarfabakki, zarparíamos desde el puerto antiguo, en el mismo corazón de la ciudad. Al igual que en julio de 2017, decidimos aprovechar la mañana para dar un tranquilo paseo por la ciudad.
Reikiavik fue fundada en una fecha indeterminada del año 874 por el noruego Ingólfur Arnarson. No era el primer escandinavo en intentar asentarse en la isla. Se le habían adelantado el sueco Gardar Svavarsson, que intentó establecerse en Húsavik sobre el 860, y el noruego Hrafna-Flóki Vilgerðarson, que a finales de la misma década pasó un invierno en Vatnsfjörður, en la costa meridional de los Fiordos del Oeste. Ambos fracasarían, dejando a Ingólfur el honor de fundar el primer asentamiento permanente de Islandia, en un lugar que bautizó como Reykjavík: «la Ensenada Humeante«.
El landnámsöld se prolongó hasta el año 930, cuando la mayor parte de las tierras con algún valor habían sido reclamadas y se fundó el Alþingi. El parlamento de Islandia se estableció en Þingvellir y la sede del obispado en el actual Skálholt. Durante siglos, Reikiavik fue poco más que una granja, similar a muchas otras distribuidas por la geografía de la isla. Su desarrollo comenzaría en 1752, cuando Federico V cedió las tierras de la zona a una corporación danesa. En 1787, cuando apenas contaba con un puñado de edificios, recibió el título oficial de ciudad.
Uno de esos edificios era Forsætisráðuneytið, la actual oficina del primer ministro de Islandia. Nació por un decreto real de 1759, ordenando construir una cárcel en Reikiavik. Se finalizó en 1771, para convertirse en 1813 en la residencia del gobernador danés de Islandia y en 1904 pasar a alojar varias dependencias gubernamentales. Entre 1973 y 1996 fue la sede de la oficina del presidente de la nación.
El Alþingi fue disuelto en 1800, aunque en realidad sus funciones se habían visto muy mermadas después de la incorporación de Islandia a los dominios del rey de Noruega, en 1262. Sus atribuciones judiciales serían transferidas a un Tribunal Superior, ubicado en Reikiavik. En 1843 se restablecería el Alþingi como parlamento de Islandia, aunque su primera sesión tendría que esperar al 1 de julio de 1845. El nuevo parlamento también se trasladaría a Reikiavik. Entre 1880 y 1881 se levantaría el edificio que lo alberga actualmente.
La casa más antigua que se conserva en el centro de Reikiavik procede de 1762. Revela la relativa juventud de la capital de Islandia, en comparación con la mayor parte de las capitales del Viejo Continente. El edificio, ubicado en el número 10 de la calle Aðalstræti, muy cerca del puerto antiguo y rodeado de otras construcciones con cierta solera, hoy aloja el pequeño museo de la ciudad.
El ayuntamiento de Reikiavik es mucho más moderno. Su edificio actual se levantó entre 1988 y 1992. En cualquier caso, merece la pena visitarlo. Ubicado en la misma orilla del hermoso lago Tjörnin, alberga una oficina de información turística y una gran maqueta. Con 76 metros cuadrados de superficie y una escala de 1:50.000 para la superficie y 1:25.000 para el relieve, es el mayor modelo tridimensional de Islandia que existe.
Tjörnin, que se traduciría del islandés como «el Estanque«, es uno de los lugares más bucólicos de Reikiavik. Además del ayuntamiento, en sus inmediaciones encontraremos barrios residenciales y la iglesia luterana de Fríkirkjan, consagrada en 1903. El pequeño lago es célebre por las aves que lo habitan. Unas 40 especies distintas, entre las que destacan varios tipos de patos y gaviotas, o los asombrosos charranes árticos.
El corazón turístico de Reikiavik se ubica algo hacia el este, entre las calles Laugavegur y Skólavörðustígur. Apenas un puñado de manzanas, en las que encontraremos infinidad de comercios y locales de hostelería. Además de mucha gente. Probablemente, más de la que verás en todos los días del resto de tu viaje por Islandia.
Laugavegur es la calle más comercial, mientras que Skólavörðustígur destaca por el arco iris que adorna su pavimento, fotografiado hasta la extenuación. La calle asciende hacia Skólavörðuholt (la Colina de la Escuela del Mojón), donde encontraremos uno de los edificios más emblemáticos de Reikiavik.
La extraña silueta de Hallgrímskirkja remata el tramo superior de Skólavörðustígur. La iglesia fue diseñada por Guðjón Samúelsson, el primer islandés licenciado en arquitectura. Éste comenzó a destacar en la década de 1920, cuando Islandia aún era una dependencia danesa, pero empezaba a disfrutar de cierto grado de autonomía. El incipiente estado deseaba crear un estilo arquitectónico diferenciado, del que Guðjón fue el mayor exponente. Hallgrímskirkja, encargada en 1937 y construida entre 1948 y 1986, es la culminación de este esfuerzo y de la carrera de Guðjón.
Al igual que varias de sus obras mas destacadas, el templo se inspira en la naturaleza de la isla. Se supone que su fachada imita las formaciones de columnas basálticas que podemos encontrar por media Islandia. El interior de Hallgrímskirkja es bastante sencillo. Quizá su elemento más interesante sea el gran órgano, construido por el alemán Johannes Klais.
Es habitual escuchar que Hallgrímskirkja es la catedral de Reikiavik. Falso. La auténtica catedral luterana de la ciudad está en Templarasund, justo al lado de la sede del Alþingi. Domkirkjan es un templo sencillo y de reducidas dimensiones, levantado en 1787. Aunque posteriormente sus deficiencias constructivas obligaron a realizar varias reformas. La última en 1878. Reikiavik se convirtió por primera vez en residencia de un obispo en 1796, cuando éste se trasladó desde Skálholt. Al abolirse en 1801 la diócesis de Hólar, pasaría a ser la capital religiosa de toda Islandia.
A pesar de su relativa juventud, Domkirkjan tiene cierta importancia histórica, para un país antiguo pero cuya independencia es relativamente reciente. Tras convertirse en una dependencia noruega en 1262 y caer en la órbita de los reyes de Dinamarca durante los albores de la Union de Kalmar, la catedral sería el lugar elegido en 1874 para proclamar el Reino de Islandia. Supeditado a la corona danesa pero con cierto grado de autonomía, fue el comienzo de un largo camino hacia la independencia.
Otro de los emblemas turísticos de Reikiavik es Sólfar, el Viajero del Sol. Una escultura de Jón Gunnar Árnason, inaugurada en 1990 para conmemorar, con cierto retraso, el segundo centenario de la proclamación de la ciudad. Construido en acero inoxidable, sus extrañas lineas y su aspecto etéreo buscan que cada observador se vea obligado a interpretar la escultura, participando así en el proceso creativo. De alguna forma, toda persona que contemple Sólfar verá una obra de arte diferente. Al menos, esa era la intención de su creador.
Muy cerca de Sólfar, en la misma fachada marítima de Reikiavik, está otro de los emblemas de la ciudad. Harpa, el espléndido auditorio y centro de conferencias inaugurado en 2011. Al igual que en Hallgrímskirkja, sus formas irregulares se inspiran en la naturaleza de Islandia.
La entrada al vestíbulo principal de Harpa es libre. En su interior encontraremos una tienda de recuerdos, cafetería y alguna que otra exposición temporal. Además de poder observar desde dentro la extraña geometría del edificio. También existe la opción de realizar visitas guiadas. Por último, es la sede de la Orquesta Sinfónica y de la Ópera de Islandia, por lo que son frecuentes los conciertos de música clásica.
Harpa era el punto final de nuestro paseo aleatorio por Reikiavik. A escasos metros, en uno de los muelles del puerto antiguo, estaba atracado el SH Vega. El barco en el que, en apenas unas horas, zarparíamos rumbo a la no tan lejana Groenlandia. A las tres en punto de la tarde, subíamos a bordo. Ya conocimos el barco, de nuestro anterior crucero entre Tromsø y Reikiavik, por lo que tan solo teníamos que acomodarnos en el camarote y esperar la hora de zarpar.
Mientras ésta llegaba, pasamos el rato disfrutando de las espléndidas vistas sobre la razón de ser de la capital de Islandia. Aunque Reikiavik contaba con un espléndido puerto natural, protegido por la intrincada costa septentrional de Reykjanes y los islotes de Engey, Örfirisey y Akurey, a principios del siglo XX se decidió mejorar sus instalaciones. Entre 1913 y 1917 se construiría lo que hoy se conoce como Gamla Höfnin, o Puerto Antiguo.
Aunque inicialmente estaba destinado a la pesca y el comercio, en la actualidad también se utiliza como puerto deportivo y recreativo. También es una de las dos terminales de cruceros de la ciudad. Los barcos de mayores dimensiones atracan en Skarfabakki, casi 4 kilómetros más al este. Cuando, como suele ser común, los muelles de Skarfabakki están repletos de barcos, los de dimensiones más reducidas atracan en Gamla Höfnin. Como era el caso del Fram, uno de los barcos de expedición de Hurtigruten, que aquella tarde atracaba frente al SH Vega, al otro lado de la dársena.
Zarpamos a las seis y media de la tarde, con un ligero retraso. Aprovechamos el espléndido día para contemplar Reikiavik desde una perspectiva poco habitual. Aunque, tras la crisis financiera del 2008, la capital de Islandia haya reducido su ritmo de nuevas construcciones, la ciudad sigue abriéndose lentamente a su fachada marítima. Sus espléndidos edificios de acero y cristal, de reciente construcción, contrastaban con las extrañas formas de Hallgrímskirkja.
Apenas tardamos unos pocos minutos en salir del puerto y aproximarnos al islote de Engey. Allí, un remolcador se acercó a nuestro costado de babor para recoger al práctico del puerto. En apenas otros 3 minutos, tanto el Haki como el práctico quedaban atrás, mientras el SH Vega comenzaba a ganar velocidad.
Sobrepasamos el faro de la isla de Grótta. Reikiavik se empequeñecía con la distancia, mientras el abrupto paisaje de Islandia se iba apoderando lentamente del horizonte. Un paisaje que, al contrario que en mi anterior singladura por Faxaflói, conocía casi de memoria. Al sur, destacaba la hermosa silueta piramidal del Keilir, que apenas unos días antes habíamos contemplado desde mucho más cerca, durante una larga excursión a la erupción más reciente. Al norte, Hvalfjörður rompía la costa, entre Akranes y el Esja.
El SH Vega enfiló hacia el noroeste, dejando Reikiavik atrás. Nuestro día en la capital de Islandia había sido tan agradable como la ciudad que habíamos visitado. Pero zarpé de su puerto sin cambiar un ápice de opinión. Con tantas maravillas en sus alrededores, no merece la pena pasar algo más que unas pocas horas en Reikiavik. Quizá ni eso.
Para ampliar la información.
Puedes ver todo nuestro viaje por el suroeste de Islandia en https://depuertoenpuerto.com/cinco-dias-en-el-suroeste-de-islandia/.
Muy recomendable el post sobre la ciudad del blog Singularia: https://singularia.blog/2023/09/01/asi-es-reikiavik-islandia/.
La sección sobre Reikiavik en Guide to Iceland contiene varios artículos llenos de información: https://guidetoiceland.is/es/guia-de-reykjavik.
En inglés, la página oficial de información turística de la ciudad está en https://visitreykjavik.is.
La web Arctic Adventures tiene una entrada sobre Domkirkjan: https://adventures.is/iceland/attractions/domkirkjan/.
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