Siempre he tenido debilidad por los viajes en barco. Me gusta tanto su ritmo, ni muy lento ni muy rápido, como la posibilidad que ofrecen de ver los lugares desde otro ángulo, mostrando una perspectiva generalmente imposible de apreciar desde tierra firme. Permitiendo percibir una realidad que, en muchos casos, nos habla tanto del pasado como de lugares remotos, de arriesgados mercaderes o de intrépidos navegantes. Visitando una ciudad que, durante siglos, había sido cabeza de un imperio marítimo, no iba a desaprovechar la oportunidad de conocerla desde su red de canales.
Viajaba en temporada baja. Lo cual suele tener su cara y su cruz. Por una parte, mis posibilidades serían limitadas. Varios de los barcos que recorren los canales de Copenhague no navegan durante los cortos y fríos días del invierno danés. Por otra, aquellos que seguían operativos estarían casi vacíos. No tendría ni largas filas, ni agobios y podría elegir plaza con casi total libertad. Al final, acabé haciendo el recorrido con Canal Tours Copenhagen. El barco zarpaba a las 9:30 desde Ved Stranden, frente a Christiansborg, en el corazón histórico de la ciudad, para completar un recorrido de 90 minutos. Tal como esperaba, el número de pasajeros no llegaba a la media docena. A pesar de la débil llovizna, me acomodé en la parte más abierta del barco, junto a su popa.
La duración del recorrido fue la estipulada, minuto arriba o abajo. No así el itinerario. Aunque había ido a Copenhague en temporada baja, fui a escoger un día y una hora con marea alta. El barco, a pesar de su perfil, apenas podía pasar bajo los puentes del casco histórico. En lugar de rodear la isla de Slotsholmen por el oeste, salimos directamente a Inderhavnen, el canal principal del puerto interior de Copenhague. Desde allí, nos dirigimos a la primera y única escala de todo el recorrido, en Nyhavn.
Nyhavn, que se traduciría como Puerto Nuevo, fue construido entre 1670 y 1675, durante el reinado de Cristián V. Muy pronto, se convirtió en el corazón del comercio marítimo de la ciudad. Pero su prosperidad declinó al mismo ritmo que crecía el tamaño de los barcos. A partir del siglo XIX, cada vez eran más los buques que no podían acceder al estrecho canal. Finalmente, en 1977 se decidió convertir el puerto en una especie de museo flotante, en el que únicamente atracan barcos históricos.
De sus días de bonanza ha quedado una espléndida colección de edificios. El más antiguo de los cuales, en la orilla norte, data de 1681. La mayor parte de la orilla septentrional se ha convertido en una sucesión de locales turísticos. Pubs, restaurantes y tiendas de recuerdos ocupan los bajos, incluso a veces las primeras plantas, de los edificios históricos. Por contra, la orilla sur presenta un aspecto más sobrio. Entre sus edificios destaca el palacio de Charlottenborg, actualmente ocupado por la Real Academia de Bellas Artes de Dinamarca. En cualquier caso, el antiguo puerto está atravesado, desde 1912, por el puente de Nyhavn, que reemplazó a la pasarela peatonal de madera construida en 1874. Fue el límite de nuestra navegación por el canal.
Tras la incursión en Nyhavn, atravesamos de nuevo Inderhavnen, para adentrarnos en Snedkergraven, un canal lateral entre tranquilos barrios residenciales, flanqueado al sur por la isla de Arsenaløen y al norte por Frederiksholm. Snedkergraven desembocó en Erdkehlgraven, donde el entorno se iba volviendo cada vez más rústico. Entre la orilla occidental, con sus antiguos almacenes reconvertidos en oficinas, y los árboles de la orilla oriental, se repartía un variopinto grupo de barcos de reducidas dimensiones. Se trata del «Puerto de la Paz«, una comunidad flotante, supuestamente autorregulada y alternativa, que las autoridades danesas llevan años intentando desalojar.
Regresamos a Inderhavnen, en esta ocasión atravesando el canal existente entre las islas de Frederiksholm y Nyholm, rodeado por instalaciones marítimas. En uno de los muelles de Nyholm invernaba la Georg Stage, una bricbarca construida en 1934 y utilizada como buque escuela por la fundación Georg Stages Minde. Además de realizar una travesía al año, entre los meses de abril y septiembre, su presencia es habitual en las regatas de grandes veleros.
Nuestro siguiente destino era Nyholmen, en el extremo septentrional de la base naval de Holmen. En realidad, llevábamos navegando por aguas de la antigua base desde que habíamos entrado en Snedkergraven. Holmen tiene sus orígenes en el siglo XVII, cuando se decidió sacar la armada danesa del centro de la ciudad. En la actualidad, la mayor parte de los terrenos han sido ocupados por edificios de oficinas o residenciales. También hay instituciones, como la Real Academia de Dinamarca o la Ópera de Copenhague. Nyholmen mantuvo su estatus como principal base de la armada hasta 1993. Actualmente, sigue conservando buena parte de sus construcciones históricas, en parte convertidas en un museo naval que, además de los edificios, incluye varios buques de guerra.
Dimos media vuelta frente a la batería conocida como Sixtus, nombre que deriva de su antigua denominación oficial: Christiani Sixti Batteri, o Batería de Cristián VI. En la actualidad, sus cañones se utilizan únicamente en actos oficiales. Antiguamente, era el extremo norte de las fortificaciones de Holmen y se abría a mar abierto, pues el actual Refshaleøen apenas era un islote rodeado de bajíos. Durante la batalla de Copenhague, el príncipe regente, que acabaría convirtiéndose en Federico VI, contempló desde Sixtus cómo la escuadra de Nelson destrozaba la flota de Dinamarca. Ambos negociaron la capitulación danesa.
A partir de ese momento, el barco se limitó a recorrer Inderhavnen en sentido sur. El primer edificio notable que nos encontramos fue la nueva Ópera de Copenhague, construida entre 2001 y 2004. Diseñado por Henning Larsen, es simultáneamente uno de los teatros más modernos y más caros del mundo. Su coste, de aproximadamente 340 millones de Euros, provocó una gran polémica, a pesar de haber sido completamente sufragado por una fundación de Mærsk Mc-Kinney Møller, dueño de la mayor naviera del mundo. Visto desde el exterior, lo que más impresiona del edificio es su enorme voladizo, de 102 metros de lado.
Justo frente a la ópera está el imponente conjunto monumental de Amalienborg, que había recorrido fugazmente durante la tarde anterior. En realidad, la ópera está concebida para rematar el extremo oriental de Amalienborg, al igual que Marmorkirken lo cierra por el oeste.
Tras navegar frente a Skuespilhuset, el flamante edificio del Teatro Real de Copenhague inaugurado en 2008, pasamos bajo Inderhavnsbroen, el más septentrional de los puentes que atraviesan Inderhavnen. En realidad, Inderhavnsbroen es una pasarela, apta para peatones y ciclistas. Lo había atravesado andando a primera hora de la mañana, mientras paseaba camino de Ved Stranden. Más allá de su esbelta silueta, su rasgo más notable es el mecanismo retráctil que permite abrir el puente. Un sistema novedoso, que dio más de un dolor de cabeza a sus constructores y provocó que no pudiera finalizarse hasta 2016.
A partir del puente, el canal se orienta hacia el suroeste, mientras se adentra en al corazón de Copenhague. El paseo se convirtió en una exhibición de arquitectura, donde se conjugaba lo tradicional con lo más vanguardista. Así pasamos frente a Asiatisk Plads, donde tenía su sede la Compañía Asiática Danesa. Sus antiguos almacenes, conocidos como Eigtveds Pakhus, fueron construidos entre 1748 y 1750. Desde 1982 se utilizan para celebrar actos y reuniones oficiales. Por contra, los edificios del sur de la zona fueron derruidos y, entre 1978 y 1980, se levantó la actual sede del Ministerio de Asuntos Exteriores. Un conjunto de tres edificios muy poco agraciado.
Apenas unos metros más al sur encontramos Knippelsbro. El actual puente basculante, inaugurado en 1937, es el quinto que se levanta en el mismo emplazamiento. El más antiguo, de 1620, fue el primero en unir Slotsholmen con Christianshavn. Según dicen, su nombre procede de un tal Hans Knip, que en 1641 se convirtió en responsable del puente, encargado de su mantenimiento y de cobrar el peaje a los barcos que lo atravesaban.
Tras dejar atrás los edificios del Ministerio de Hacienda, llegamos junto a Cirkelbroen, o el Puente de los Círculos. De nuevo una pasarela peatonal, que atraviesa la boca meridional del canal de Christianshavn. Diseñado por Olafur Eliasson, la obra se finalizó en 2015. Su característica silueta está formada por cinco círculos, rematados por mástiles de distintas alturas.
Pero apenas tuve tiempo de recrearme en el puente. Justo enfrente, en el lado occidental del canal, está una de las joyas arquitectónicas del Copenhague moderno: la ampliación de la Biblioteca Real Danesa. El edificio, conocido como Den Sorte Diamant, o «El Diamante Negro», fue construido entre 1995 y 1999. Debe su llamativo color, de una intensidad difícil de reproducir en una fotografía, al granito de Zimbabwe con el que se remató su fachada. El diseño fue realizado por el estudio de arquitectura Schmidt Hammer Lassen, tras ganar el concurso organizado a principios de los años 90 por el Ministerio de Cultura danés, al que se presentaron 178 proyectos.
Poco después llegamos a Lille Langebro, otra pasarela peatonal, y a Langebro, el segundo de los puentes que permiten al tráfico rodado atravesar Inderhavnen. La primera estructura construida en esta ubicación fue una pasarela de madera, levantada en 1690. En 1903 fue sustituida por un puente giratorio. El puente basculante actual es de 1954.
Apenas fuimos unos metros más allá. Tras pasar bajo Langebro, el barco hizo un amplio giro de 180 grados. A lo lejos, podía ver los edificios de Havneholmen, una antigua zona industrial, construida sobre terreno reclamado al mar, que desde 2003 se ha convertido en un vanguardista barrio de viviendas y oficinas. Flanqueado por Kalvebod Brygge, un distrito similar situado hacia el noreste, en esta ocasión desarrollado sobre antiguos terrenos del ferrocarril, y el más tradicional Havnestaden, situado en la isla de Amager.
El recorrido de vuelta hacia el corazón de Copenhague apenas duró quince minutos. Poco antes de las once, nos aproximábamos de nuevo a Slotholmskanalen. Pero no pudimos llegar a nuestro destino. La marea había seguido subiendo y era imposible pasar bajo Børsbroen. Al final, el itinerario acabó en un solitario muelle de la orilla septentrional de Børsgraven, frente a Børsen, el precioso edificio ocupado por la bolsa y la cámara de comercio de Copenhague.
Siendo sincero, bajé del barco un tanto decepcionado. Quizá tenía las expectativas demasiado altas. Desde luego, los canales de Copenhague no son los de Venecia. Ni siquiera se pueden comparar con los de Amsterdam. Lo que no implica que carezcan de interés. Muy al contrario, conocer Copenhague desde sus aguas permite apreciar parte de su impresionante legado arquitectónico, antiguo y moderno, desde un ángulo diferente. Visto con la perspectiva que da el tiempo, sin duda fue un recorrido interesante.
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La web de Canal Tours está en https://www.stromma.com/es-dk/copenhague/sightseeing/cruceros/.
En https://depuertoenpuerto.com/de-copenhague-a-tromso/ se puede ver todo mi viaje invernal entre Copenhague y Tromsø.
En inglés, la página de Netto-Boats, otra de las compañías que ofrecen recorridos por los canales, está en https://www.havnerundfart.dk/canaltours/index.php?page=forside.php.
En https://www.copenhagenet.dk/CPH-map/CPH-Canals.asp se puede encontrar información sobre los canales de Christianshavn.
La web de la fundación Georg Stages Minde está en https://georgstage.dk/english/.
Es natural que un blog de viajes se centre en lo que le es connatural. Pero ello no ha de implicar necesariamente que esos viajes hayan de ser hacia el pasado (historia) o hayan de moverse siempre entre piedras (monumentos). Puede tambien el viaje proyectarse hacia el futuro (ideas) y considerar otro tipo de puertos en los que recalar a propósito de esos viajes (los grandes institutos del pensamiento).
Me alegra saber que coincido en ello con una parte significativa de la audiencia de este blog. Aún más me alegra saber que mi comentario es bien recibido por su autor.
Efectivamente el personaje al que me refería era Kierkegard y si omití su nombre no fue a fuero de ser enigmático si no por concitar el interés de los lectores. Por lo demás mi comentario trató de ser creativo y original y solo se basó en una pequeña parte en otro anterior.
Insistiré pues en que contemplar una vista desde lo alto de una montaña o una bella catedral marmórea nos puede causar una agradable sensacion a los sentidos, incluso un cierto agrado espiritual. Comprender el pensamiento de Kierkegard nos lleva mucho más allá. Su existencialismo, puede dar una nueva perspectiva, no solo a nuestra vida si no a la de toda una sociedad. Comprender el pensamiento de Kierkegard es comprender la Copenhague de hoy que se proyecta en el futuro. Una sociedad que ha dejado de ser “el puerto de los comerciantes” donde el éxito mercantil era la prueba de un llamamiento a la eternidad, para pasar a entender que su existencia es frágil, limitada en el tiempo y dependiente de los demás. Del exitoso modelo comercial ha pasado a un no menos exitoso modelo político social llamado por algunos socialismo democrático. Un sistema de éxito extendido por otros países nórdicos y en el que se miran otras muchas sociedades. Ese es el puerto al que nos ha guiado Kierkegard
Aprovecho la ocasión para señalar la existencia en nuestro pais de un hermano intelectual de Kierkegard. Tan es así que aprendió danés solo para poder conocerlo mejor. Vuelvo a tentar al lector para que nos diga de quien se trata.
Saludos
Viajar es un proceso muy enriquecedor, sobre todo cuando se realiza con curiosidad intelectual y mentalidad abierta. El mero hecho de recorrer un espacio en que previamente haya estado relacionado con una mente brillante, puede ser capaz de trasmitirnos sensaciones asombrosamente intensas. Recuerdo haberme estremecido en el castillo de Clos Lucé, mientras me asomaba a la ventana del cuarto en el que había pasado sus últimos años Leonardo da Vinci. O emocionarme en Santa Croce, frente a la tumba de Miguel Ángel.
En cualquier caso, procuro escribir de aquello sobre lo que tengo unos conocimientos razonables y con lo que, por tanto, pueda aportar algo al lector. La filosofía no es una de estas materias. En este sentido, estaría abierto a considerar la posibilidad de recibir la colaboración de alguien con suficientes conocimientos del tema. Por ejemplo, una sección de «viajes filosóficos» podría ser un interesante complemento del blog.
Por último, quien quiera profundizar en la influencia de Kierkegaard sobre el pensamiento de Miguel de Unamuno, puede leer un interesante artículo en https://revistas.ucm.es/index.php/ASEM/article/view/ASEM8686110059A
Toda ocasión es buena para satisfacer nuestra curiosidad intelectual. Y tan enriquecedor puede ser viajar a un sugestivo lugar como acercarse al pensamiento de quien nos resulta sugerente. En ninguno de los dos casos se requiere un “expertisse” previo. ¡Solo el “conatus” de hacerlo!
Hagamos el viaje de dos minúsculas semillas llevadas por el viento de la historia: las semillas del existencialismo. Una se llama Kierkegaard y fue a caer en la fértil tierra danesa. De ahí surgió una vigorosa planta, fuertemente enraizada en la realidad pero que extiende sus hojas al futuro. Hoy en día es una de las sociedades mas exitosas, no solo en términos económicos (se propone entre otras cosas alimentar a Europa de energía eléctrica de origen eólica mediante generadores marinos y “hubs” en islas artificiales en el mar báltico y el mar del norte) si no que sus ciudadanos son los mas satisfechos y felices.
Otra semilla, de la misma especie e incluso más vigorosa, llamada Unamuno, fue a caer en un terreno muy distinto. Aunque soleado, era muy abrupto, mal cultivado y falto de abono. La semilla logró germinar y echar tiernas hojas hacia el luminoso sol, pero pronto se agosto de tanto mirar a los cielos sin profundizar unas raices que la alimentaran. Hoy esta sociedad busca desesperadamente la ayuda financiera de esa Europa para poder subsistir.
Una gran lección de la natural historia, que por su ley de la evolución adaptativa, ha hecho que las semillas tiendan a ser tan abundantes como minúsculas para así diseminarse mejor.
Nunca se sabe el viaje que puede hacer un pensamiento, porque pequeño que sea.
He leido las varias entradas que aqui se hacen sobre la agradabilísima “ciudad de los hombres que compran” o “puerto de los mercaderes”: Copenhague. Pese a esta etimología personalmente asocio esta ciudad a su pensador patognomónico quien dejo dicho entre otras cosas que “ La vida solo puede ser entendida mirando hacia atrás, pero ha de ser vivida mirando hacia adelante”. Imperdonablemente no he encontrado ninguna referencia al mismo, quizás porque las entradas de este blog, miran más al pasado, reflejado en los aspectos históricos y monumentales de las ciudades , que a la fuerza transformadora de las ideas que surgen en estas y se proyectan al futuro.
Efectivamente, nuestro filósofo vivió en siete casas distintas de la capital danesa e hizo de la comercial ciudad, la cuna del existencialismo. En una de ellas, en el 38 de Nørregade, situada en la zona más pulcra del barrio más límpio de la ciudad más impoluta de Dinamarca, experimentó el mayor desgarro de una vida repleta de “temblores y temores. Hasta allí, según cuenta en su libro ¿Culpable o no culpable? acudió desesperada su prometida, Regina Olsen, para suplicarle que no rompiera la relación que mantenían desde hacía tres años. El amado se mostró inflexible: “La angustia es el vértigo de la libertad”. Así comienza una influyente corriente de pensamiento que ha conformado no solo el carácter de la ciudad de los comerciantes si no que ha dado un nuevo punto de vista a la humanidad entera.El existencialismo.No se me ocurre un mayor monumento de esta ciudad.
Este es un blog centrado en los viajes, escrito por alguien con cuatro aficiones (viajar, la fotografía, la música barroca y la historia) y una obsesión (las tierras próximas al círculo polar ártico). Con escasas excepciones, tanto sus contenidos como los lugares que visita suelen estar mediatizados por estas circunstancias.
Por alguna extraña razón, que escapa a mi entendimiento, el blog tiene una audiencia desproporcionada entre aficionados a la filosofía, que tienden a escribir comentarios enigmáticos. Reflexiones que, en cualquier caso, son siempre bien recibidas. Sobre todo, cuando aportan informaciones o puntos de vista que, de alguna manera, ayudan a complementar o dar profundidad a la entrada del blog. En este sentido, no estaría de más que, de cara a la parte de la audiencia con menor erudición filosófica, aclarase que está hablando de Søren Aabye Kierkegaard.
Por otra parte, es una pena no poder incluir un vínculo al interesante artículo en el que se ha inspirado para escribir su comentario, al estar escrito en un medio de AMI (la antigua AEDE). En cualquier caso, si alguien quiere saber más sobre Kierkegaard, siempre nos queda la socorrida Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Søren_Kierkegaard.