Arrancaba la tercera jornada de mi periplo invernal por el sur de Islandia. Tenía que llegar desde el Hotel Glacier Lagoon, en Hnappavellir, hasta el Umi, en Hvolsvöllur. Aunque, en realidad, ambos se encontraban en medio del campo, alejados de cualquier núcleo urbano. En total, 205 kilómetros, a los que había que añadir los rodeos necesarios para realizar las visitas.

Vista desde la antigua morrena frontal del Skaftafellsjökull

Vista desde la antigua morrena frontal del Skaftafellsjökull.

Salí del hotel con las primeras luces del alba, antes de las 8:30 de la mañana. Aunque Skaftafell, mi primer destino, estaba apenas a 27 kilómetros de distancia, preveía un día intenso, por lo que no quería perder ni un minuto. Aparentemente, la nevada con la que había llegado al hotel se había prolongado durante la noche, pues hice parte del recorrido detrás de una quitanieves. Media hora después, llegaba al aparcamiento de Skaftafell.

Un paseo hasta Skaftafellsjökull.

Skaftafell fue declarado parque nacional en 1967, aunque en 2008 pasó a formar parte del Parque Nacional Vatnajökull. Mi primer objetivo en la zona era el extremo inferior del glaciar Skaftafellsjökull, al que se accede mediante un cómodo paseo de 1,8 kilómetros. Lo que no impide que, al final de la amplia senda, se llegue a un lugar de una belleza y una grandiosidad apabullantes.

Svartifoss.

Mi segunda visita del día era Svartifoss, la Cascada Negra, ubicada en un hermoso emplazamiento, rodeado por un anfiteatro de columnas basálticas. La ruta, otra vez de 1.800 metros, salía del mismo aparcamiento en el que había dejado el coche, aunque en esta ocasión arrancaba con unas fuertes rampas cubiertas de hielo y, en su tramo final, se convirtió en un estrecho sendero entre la nieve.

El mirador de Sjónarnípa.

No había previsto visitar Sjónarnípa, pero un cúmulo de circunstancias me empujó a emprender una excursión que, pese a entrañar cierta dificultad, acabó brindándome una espectacular vista sobre el Skaftafellsjökull y su impresionante entorno.
La excursión a Sjónarnípa trastocó mis planes para el día. Había previsto hacer alguna parada intermedia, entre Skaftafell y Reynisfjara, pero al final no pudo ser. A la falta de tiempo se unió la nieve, que bloqueaba buena parte de las zonas de aparcamiento lateral en la carretera. Lo mismo ocurría con Eldhraun, la gran llanura creada por la erupción del Laki en 1783. Sus extrañas formaciones, cubiertas en verano por un musgo verde que da un aspecto todavía más irreal a la zona, estaban completamente ocultas bajo un manto blanco, del cual apenas sobresalían algunas rocas de lava. Acabé haciendo los 150 kilómetros con una única parada, para repostar gasolina. Afortunadamente, pues en caso contrario habría llegado demasiado tarde a Reynisfjara.

Reynisfjara.

Si hay una playa famosa en Islandia, es la gran playa negra de Reynisfjara, en Vík í Mýrdal. A sus más de tres kilómetros de impecable arena volcánica, añade varios atractivos adicionales. En su extremo oriental encontraremos las rocas conocidas como Reynisdrangar y la cueva de Hálsanefshellir, flanqueada por una interesante formación de columnas de basalto. En su extremo occidental, los diversos miradores de Dyrhólaey, además de las mejores vistas sobre la playa, brindan una magnífica perspectiva sobre el hermoso promontorio del mismo nombre.
Salí de Dyrhólaey con las últimas luces del crepúsculo. Me dirigí directamente al hotel, del que me separaban 34 kilómetros, dejando Skógafoss para la mañana siguiente. A pesar de haber tenido que renunciar a varias visitas, la jornada superó mis previsiones más optimistas. Un día increíblemente despejado, tras las nevadas nocturnas, dejó un paisaje de una belleza asombrosa, con una luminosidad poco habitual en Islandia, sobre todo en pleno invierno.

Arco de lava en Dyrhólaey

Arco de lava en Dyrhólaey.

Llegué al hotel prácticamente de noche. El Umi era un establecimiento moderno y funcional, ubicado en la llanura costera, aproximadamente a cinco kilómetros en linea recta de Skógafoss. Aunque, de todos los que estuve en la isla, fue el que menos me gustó. No es que estuviera mal, pero me quedé con la impresión de que el nivel de atención y de mantenimiento no se correspondían con su supuesta categoría (y precio). En cualquier caso, repetí lo que ya se había convertido en mi rutina diaria: ducha, cena y a dormir. Al día siguiente, me esperaba otra jornada intensa, recorriendo el Círculo Dorado. Tenía que estar descansado.

Para ampliar la información:
En https://depuertoenpuerto.com/islandia-en-invierno/ se puede ver mi primer itinerario invernal por Islandia.

En el blog de Jordi Pujola hay una larga entrada sobre el recorrido a Svartifoss: https://escritorislandia.com/catarata-svartifoss-islandia/.

Visitando Mi Baúl de Blogs encontraremos un post sobre Reynisfjara y Dyrhólaey: https://www.mibauldeblogs.com/reynisfjara-playa-negra-islandia/.

En inglés, la web Guide to Iceland tiene una larga entrada sobre Skaftafell: https://guidetoiceland.is/connect-with-locals/julie-decleve/skaftafell-the-spot-that-you-can-t-miss.

El PDF https://www.vinirvatnajokuls.is/media/8663/skaftafell-a3-layout_31juli2015.pdf contiene información sobre las rutas de senderismo en Skaftafell.

Quien esté interesado en los campos de lava de Eldhraun, que yo no pude visitar, encontrará información en Culture Trip: https://theculturetrip.com/europe/iceland/articles/why-you-should-visit-icelands-eldhraun-lava-field-at-least-once-in-your-life/.