Tras cuatro visitas en invierno, regresé nuevamente en verano, esta vez como prolegómeno a un crucero de expedición por el Ártico profundo, más allá del Cabo Norte, rumbo a las salvajes islas de Svalbard y Jan Mayen. En los cuatro días que llevábamos de Tromsø y sus alrededores, habíamos podido disfrutar de un clima netamente ártico. Una auténtica montaña rusa atmosférica, en la que predominaron los días plomizos y lluviosos. En la última jornada, Tromsø decidió despedirnos con sus mejores galas. Despertamos a una mañana espléndida, con un sol brillante, un cielo intensamente azul y el viento reducido a una suave brisa, que incluso era de agradecer, pues ayudaba a refrescar el ambiente. Salimos a la calle sin perder un minuto. Aprovecharíamos el tiempo excepcionalmente benigno para dar un último paseo por la ciudad.
En el mirador del Fjellheisen.
De regreso al Tromsøbrua, pasamos junto a otro de los iconos turísticos de Tromsø: la mal llamada «Catedral del Ártico». El edificio tiene su interés, aunque en realidad tan solo sea la iglesia parroquial de Tromsdalen. Fue proyectada por el arquitecto noruego Jan Inge Hovig y edificada entre 1964 y 1965. Su estructura de acero y hormigón destaca sobre una colina, al otro lado del Tromsøysundet. La habíamos visitado en nuestro primer viaje a Tromsø, por lo que esta vez pasamos de largo. En cualquier caso, en mi modesta opinión, la parte más interesante del edificio es la exterior.
Atravesamos andando el Tromsøbrua. En cada costado del puente hay una acera, perfectamente separada de la calzada principal. Ambas ofrecen un buen panorama sobre Tromsøysundet, aunque la valla levantada en 2005 para prevenir los intentos de suicidio robe parte del encanto. Pese al tráfico, es un paseo interesante, sobre todo en un espléndido día de verano. El puente, que en la actualidad forma parte del trazado de la carretera 862, une la isla de Tromsøya con el continente. Construido entre 1958 y 1960, fue el primero de estructura pretensada de Noruega. Tiene 1.036 metros de longitud, con un arco central de 80 metros. Era la única unión permanente con el continente hasta la apertura, en 1994, del Tromsøysundtunnelen. Desde el año 2000 tiene protección como bien de interés cultural.
Tras regresar a Tromsøya, decidimos dar un paseo por Skansen, el barrio más antiguo de Tromsø. Durante la Edad Media, Tromsø era un lugar de frontera, en el límite septentrional de Noruega. Un límite difuso, en el que durante siglos se mezclaron distintas culturas, mientras varios estados pugnaban por controlar el extremo boreal de Escandinavia. Quizá el primer noruego que vivió en la zona fue Ohthere de Hålogaland. Al menos, es el mas antiguo del que tenemos alguna noticia. Durante un viaje a Inglaterra, narró sus aventuras a Alfredo el Grande, quien dejó constancia de ellas por escrito. Gracias a él sabemos que, en el siglo IX, Othere fue quien vivió «más al norte de todos los nórdicos». Las primeras fortificaciones en Skansen son algo posteriores. Tendrían su origen en una fecha desconocida, entre los siglos XI y XIV. En cambio sabemos que en 1252 se levantó la que fue iglesia más septentrional del mundo: Ecclesia Sanctae Mariae de Trums juxta paganos, haciendo referencia a los actuales sami.
Tromsø seguiría siendo poco más que un remoto puesto comercial, apenas poblado, que comenzó a tomar cierta importancia a finales del siglo XVIII. Precisamente la época de la que proceden los edificios más antiguos que se conservan en Skansen, entonces ocupados por una aduana. En 1794, con tan solo 80 habitantes, Tromsø fue proclamada ciudad por Christian VII, rey de Dinamarca y Noruega. Más como una declaración de intenciones que por la importancia real del asentamiento. Su auténtico desarrollo vendría en el siglo XIX, de la mano de la caza en el Ártico profundo. Desde Tromsø salían expediciones a Svalbard, Groenlandia o incluso Canadá. La experiencia adquirida en esos años sería la base del futuro de Tromsø como base privilegiada de la exploración polar.
Al este de Skansen se encuentra Vervet. Una zona industrial abandonada que ha sido reconvertida en barrio residencial. Maskinverkstedet, uno de sus edificios históricos, es ahora un restaurante. También se ha preservado buena parte de las instalaciones de las antiguas gradas. El resto del espacio se va llenando lentamente de edificios residenciales, comercios y un nuevo hotel de la cadena Scandic, destinado a convertirse en el mayor del Ártico noruego.
Salvando las distancias, Vervet me recordó el espléndido barrio de Tjuvholmen, en Oslo. Aunque el tamaño de Vervet es mucho menor, ambos reflejan la pujanza y vitalidad de la nueva Noruega. Barrios modernos, impecablemente planificados y construidos, en los que debe ser una delicia vivir. Y por los que, como visitante, resulta muy agradable pasear. Aprovechamos para tomar un refresco en una de sus terrazas, mientras nos llenábamos de luz y de sol. Suponíamos, acertadamente, que tardaríamos bastante en volver a disfrutar de una jornada tan espléndida.
Después, dimos un tranquilo paseo por Storgata, la principal arteria comercial de Tromsø. Jamás había visto la calle tan ambientada, con una ecléctica mezcla de foráneos y autóctonos. Acertamos a pasar junto al quiosco que hay en el cruce con la plaza Erling Bangsunds en lo que aparentaba ser una boda. Una parte de los invitados vestía la llamativa ropa tradicional sami. Tromsø sigue siendo una ciudad en la que se encuentran las diversas culturas del extremo septentrional de Escandinavia. Tras siglos intentando una fallida asimilación, Noruega parece haber aceptado la existencia en sus fronteras del último pueblo indígena de Europa Occidental.
Poco antes de las tres de la tarde embarcábamos en el SH Vega. Aún quedaban varias horas para zarpar, pero estábamos cansados y nos pareció buena idea acomodarnos en el camarote y pasar lo que quedaba de tarde deshaciendo la maleta, familiarizándonos con el barco y disfrutando de las vistas de Tromsø desde sus cubiertas.
A las seis y media zarpó el Otto Sverdrup. El buque de Hurtigruten que habíamos visto llegar desde los miradores del Fjellheisen. Nosotros deberíamos haber salido de Tromsø a las 19:00. Por algún motivo que no logré averiguar, acabamos zarpando con retraso. Mientras tanto, hicimos el preceptivo «muster drill» y nos dieron una charla, la primera de muchas, en este caso con indicaciones genéricas sobre la travesía que teníamos por delante. Finalmente, poco después de las 19:30 zarpábamos de Tromsø rumbo al profundo norte. Por quinta vez en mi vida, me despedía de la capital del Ártico noruego desde la cubierta de un barco.
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Para ampliar la información.
En este mismo blog, se pueden ver todas las entradas sobre Tromsø en https://depuertoenpuerto.com/category/europa/escandinavia/noruega/troms/tromso/.
En https://depuertoenpuerto.com/cinco-dias-en-troms/ encontrarás nuestro itinerario de cinco días por Troms.
Capture the Atlas tiene una buena guía con información práctica sobre la ciudad: https://capturetheatlas.com/es/viajar-a-tromso/.
En inglés, la web oficial de turismo de Tromsø está en https://www.visittromso.no/. En su interior hay una página dedicada a Vervet: https://www.visittromso.no/suppliers/Vervet.
The Hidden North tiene un buen resumen de la historia de la ciudad: https://thehiddennorth.com/the-history-of-tromso/.
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