Aunque me quedé a dormir un par de noches en el céntrico hotel Bergen Børs, tampoco tuve demasiado tiempo para recorrer la ciudad. Llegué al aeropuerto casi a media noche y al día siguiente madrugué para estar antes de las 8 de la mañana en la estación de ferrocarril. Pasé buena parte del día haciendo el clásico recorrido «Norway in a nutshell«, una auténtica maravilla que, al menos en invierno, es absolutamente recomendable. Casi diría que imprescindible. Regresé a Bergen sobre las seis de la tarde, con las últimas luces de un nuboso anochecer invernal. Demasiado agotado y hambriento como para hacer algo que no fuera dar un paseo hasta el hotel y cenar algo.
Al día siguiente estaba tan cansado que no me levanté hasta las nueve y media. Muy tarde para lo que suele ser habitual en mis viajes. El día seguía encapotado, pero las nubes altas permitían ver con total claridad la cima del monte Ulriken que, con 643 metros de altura, domina la ciudad. Llevaba tiempo queriendo subir en su teleférico, que a esas alturas ocupaba el primer lugar en mi lista de «cosas que hacer en Bergen». Sin dudarlo, me encaminé a la parada de autobús. Aunque en invierno no funciona el autobús directo hasta la estación inferior del teleférico, la linea 2 te deja a escasos 500 metros. Pero no pudo ser. Ni se me había ocurrido consultar la página web del teleférico. De haberlo hecho, hubiera podido comprobar que ese día estaba cerrado, debido a los fuertes vientos que imperaban en la cima. Al final, tuve que esperar a mi siguiente vista a Bergen para poder subir al Ulriken643.
Cuando quise regresar al centro de Bergen eran las once y media. Aun habiendo perdido parte de la mañana, tenía más de cuatro horas por delante antes de dirigirme a embarcar en el Hurtigruten. Tiempo de sobra para comer algo y dar un tranquilo paseo por la ciudad. Decidí recorrer la península de Nordnes, que se extiende al suroeste de Vågen, el puerto antiguo de Bergen. A pesar de ser una zona menos frecuentada, merece la pena visitar sus calles. A la iglesia de Nykirken y la fortaleza de Fredriksberg se unen varios grupos bastante bien conservados de casas tradicionales de madera, sobre todo en los alrededores de Skottegaten. Complementado con unas magníficas vistas sobre los alrededores de Bergen y su fiordo. Todo ello en un entorno tranquilo, casi me atrevería a decir que bucólico, que hacen muy agradable y relajante pasear por sus calles y jardines. Justo lo que necesitaba tras el intenso día anterior.
Como todo Bergen (y cualquier ciudad noruega con cierta historia) Nordnes ha sufrido varios incendios, por lo que hay edificios de distintas épocas, algunos bastante modernos. Un recorrido interesante podría ser recorrer Strandkaien, disfrutando de las vistas sobre Vågen y Bryggen. Cuando se hace imposible seguir junto al mar, en las inmediaciones de la antigua puerta de la muralla hoy ocupada por el museo Buekorps, seguir por el tramo peatonal de Strandgaten, una calle comercial bastante animada. Donde acaba el tramo peatonal, girar a la izquierda por Holbergsallmenningen, buscando hacia la derecha Ytre Markeveien, una tranquila calle con casas de madera. Al llegar a Nykirkeallmenningen, en las inmediaciones de la iglesia, se acaba la parte de arquitectura más tradicional. Dependiendo del tiempo y las ganas, se puede seguir hasta Nordnesparken, en el extremo de la península, donde hay una buena vista sobre Bergen y sus alrededores, o seguir por Fredriksbergsgaten hasta la fortaleza de Fredriksberg, desde la que se puede contemplar la zona de Puddefjorden. En cualquiera de los dos casos, recomiendo regresar al centro por Skottegaten y aprovechar para perderse por las callejuelas que la rodean, visitando el que, en mi opinión y con permiso de Bryggen, es el barrio de casas de madera más hermoso de Bergen.
En cualquier caso, Bergen en invierno es una ciudad muy distinta a la que se puede conocer en verano. Mucho más tranquila y señorial. Su clima, excepcionalmente templado, hace que no suela haber nieve o hielo en sus calles. Aunque ambos abunden en las montañas circundantes o el Lille Lungegårdsvannet pueda estar parcialmente congelado. La parte tradicional y descubierta del famoso mercado del pescado no se instala hasta mayo, lo que para mi es una ventaja, ya que se ha convertido en otro lugar adulterado por el turismo. Tampoco zarpan de los muelles de Strandkai los catamaranes rápidos que permiten hacer en un día el viaje de ida y vuelta hasta Flåm o Skjerjehamn. Pero, en cualquier época del año, no faltan opciones para visitar los fiordos desde Bergen. Claramente, la más interesante es Norway in a nutshell, pero también hay opciones más breves, como la visita al Mostraumen, o a Rosendal, que a fecha de hoy sigue siendo una de mis tareas pendientes en Bergen. Y lo que nunca falta es la lluvia, esa constante de Bergen que a estas alturas, tras haber visitado otras dos veces la ciudad en invierno, me hacen pensar que las fotos de Bergen con un espléndido cielo azul que se ven en los folletos de la oficina de turismo no son más que montajes trucados con el Photoshop.
Se puede ver todo el recorrido invernal que realicé por Noruega en https://depuertoenpuerto.com/noruega-en-invierno/.
La página oficial de turismo de Noruega tiene una sección dedicada a Bergen: https://www.visitnorway.es/que-ver-en-noruega/noruega-de-los-fiordos/bergen/.
En el blog los traveleros se puede ver una entrada con 25 cosas que hacer en Bergen.
En inglés, la web oficial de turismo de Bergen tiene una página dedicada específicamente al invierno en la ciudad: https://en.visitbergen.com/ideas-and-inspiration/winter-in-bergen.
En el blog girls gome london hay una entrada interesante sobre cosas que hacer en Bergen en invierno: https://girlgonelondon.com/things-to-do-in-bergen-in-winter/.
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