En 1522, mientras Solimán el Magnífico llevaba el Imperio Otomano a su cenit, nacía en el palacio de Estambul una niña. La única hija que tendría el sultán. Pese a que jamás podría reinar, siendo el ojo derecho de su padre Mihrimah Sultan recibió una esmerada educación. Participaría activamente en los asuntos de palacio, tanto en vida de Solimán como de los dos sucesores de éste. Su hermano Selim II y su sobrino Murad III. Aunque también encontraría tiempo para la caridad y el mecenazgo. Sus amplios recursos económicos y el gran poder que ostentaba en la corte daban para mucho.
Unos años antes, en una pequeña población del corazón de Anatolia, había nacido el hijo de un cantero. De ascendencia cristiana (griega o armenia, no se sabe con certeza), Mimar Sinan ingresó como ingeniero en los jenízaros, el cuerpo de élite del ejercito otomano. Convertido al Islam, compaginó su carrera militar con la arquitectura. Dicen que adquirió su experiencia para apreciar los puntos débiles de las estructuras a base de derribarlas a cañonazos. En 1539 sería nombrado arquitecto de la Morada de la Felicidad, el nombre que daban en la corte imperial a Estambul. Comenzaba la carrera del mayor arquitecto otomano de todos los tiempos.
Parece que Mihrimah y Mimar se conocieron en 1538, en Moldavia, durante una de las campañas militares de Solimán. Mimar quedó prendado del carácter y la inteligencia de la joven, hasta el punto de atreverse a pedir su mano al sultán. A lo que éste se negó. Según la leyenda, Mimar, despechado, decidió dedicarse en cuerpo y alma a la arquitectura. Acabaría construyendo dos mezquitas para Mihrimah, ambas con el mismo nombre. La primera en Üsküdar, en la orilla asiática del Bósforo, fue finalizada en 1548. En 1563 Mimar recibe un nuevo encargo de Mihrimah, esta vez para el lado europeo del imperio. Tras realizar templos de la envergadura de Süleymaniye, el arquitecto se encuentra cerca de su plenitud creativa, que alcanzará con la espléndida Selimiye, en Edirne. Levantada entre 1568 y 1575, para algunos es la cima de la arquitectura otomana clásica.
La segunda Mihrimah Sultan Camii se levantaría en la parte más alta de la ciudad. En las proximidades de la puerta de Adrianópolis, aquella por la que Mehmed II había entrado triunfante en Constantinopla. Para realzarla, se creó una gran plataforma nivelada, en cuya parte baja se instaló una hilera de tiendas, que debía contribuir a sostener económicamente la mezquita. Denominados arasta, antiguamente estos comercios entregaban todos sus beneficios al sostenimiento del templo. En la actualidad, lo habitual es que únicamente paguen una renta por el alquiler del local. En el caso de Mihrimah Sultan Camii, parte de los locales fueron derribados posteriormente para ampliar la calle.
Frente a la mezquita se levanta un patio, o sahn, flanqueado por una madrasa. En su centro encontraremos un gran chadirvan, o fuente de abluciones. Sus numerosos caños proporcionan agua tanto para beber como para el wudu, o lavado ritual, que todo musulmán debe realizar antes de las oraciones. Desde este patio se entra a la mezquita mediante un gran pórtico, con columnas de mármol y granito.
La sorpresa viene al adentrarse en la mezquita. En lugar de las paredes parcialmente cerradas y la relativa penumbra que podemos observar en otros edificios similares, aquí encontraremos grandes ventanales, prácticamente desde el suelo hasta la base de la cúpula. Muchos de ellos, con vidrieras. El resultado es un templo bastante más luminoso que cualquier otro de los que pudimos visitar en Estambul. Sobre todo durante una mañana de julio, con un sol de justicia dominando el cielo.
Aunque, con diferencia, lo mejor de la visita fue poder disfrutar de Mihrimah Sultan en la más completa soledad. Tan solo vimos a una persona, haciendo sus abluciones en el hermoso chadirvan, y a un grupo de mujeres con el que nos cruzamos cuando salíamos del templo. Una vez más, pudimos confirmar que basta con apartarse un poco de los circuitos turísticos al uso para poder disfrutar de lugares mucho más auténticos y con la tranquilidad que merecen. En Venecia o en Estambul.
Mihrimah murió en 1578. Está enterrada en uno de los türbe de Süleymaniye, al lado del padre que tanto la amó. Aunque varios de sus descendientes y familiares fueron sepultados en el pequeño cementerio que hay junto a Mihrimah Sultan Camii. Mimar sería extraordinariamente longevo. Falleció diez años más tarde, rozando la centena. En el medio siglo que pasó como principal arquitecto de uno de los mayores imperios de la historia, diseñó o supervisó 476 edificios, de los que 196 han llegado a nuestros días. Fue enterrado en un türbe que él mismo diseñó, a 185 metros de la tumba de Mihrimah. Quizá la historia de la pasión del arquitecto por la hija del sultán tan solo sea una invención posterior, pues no parece haber documentos contemporáneos que la confirmen. Pero, como dicen en Italia, «se non è vero, è ben trovato».
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Para ampliar la información.
El artículo sobre la mezquita en la Wikipedia está en https://en.wikipedia.org/wiki/Mihrimah_Sultan_Mosque,_Edirnekap%C4%B1.
La página https://namazvakitleri.diyanet.gov.tr/es-ES/ muestra los horarios de las distintas oraciones. Muy útil para planificar las visitas a cualquier mezquita de Estambul.
En inglés, se puede encontrar una breve reseña en Istanbul Tour Studio: https://istanbultourstudio.com/things-to-do/mihrimah-sultan-mosque.
ArchNet tiene un artículo sobre la mezquita, con varios documentos enlazados: https://www.archnet.org/sites/2008.
Como bien dices, es muy valorable «esa extraña amalgama entre paz y amplitud, que crea un ambiente propicio al recogimiento y la introspección». La foto del Mimbar de Mihrimah Sultan Camii es impresionante. Llamar a Estambul » la Morada de la Felicidad» le hace todos los honores. La leyenda sobre Mihrimah y Mimar es muy interesante. No había caído en el detalle de que las tiendas asentadas junto a las mezquitas contribuían a sostenerlas económicamente.
En fin, el reportaje me parece extraordinario y muy bien ilustrado con las imágenes.
Os invito a comentar en mi blog cualquiera de mis posts.
Saludos cordiales.