A tres días del fin de mi viaje invernal por el sur de Islandia, el objetivo era seguir avanzando lentamente hacia el oeste, recorriendo una Ring Road en cuyo asfalto la nieve era toda una rareza. Al igual que en la mayor parte del campo circundante. En contra de mi costumbre, apenas haría paradas intermedias. Las principales visitas de la jornada se agrupaban al principio y al fin de la ruta. En medio, un trayecto de 150 kilómetros entre el Vatnajökull y el Mýrdalsjökull. Quizá los dos glaciares más fascinantes de la Tierra de Hielo.

Fotografiando el Svínafellsjökull.

Mi primer destino del día era el glaciar más bello de Islandia, del que apenas me separaban un par de kilómetros. Llegué frente a su lengua en el amanecer de una hermosa y serena mañana invernal, totalmente impropia de Islandia. El día comenzaba bien.
El Skaftafellsjökull desde la Ring Road

El Skaftafellsjökull desde la Ring Road.

Otro corto trayecto, en este caso de 3.600 metros, me llevó desde el aparcamiento del Svínafellsjökull al pequeño aeródromo de Skaftafell. Iba con tiempo de sobra, por lo que, de camino, me detuve brevemente en el comienzo del antiguo acceso occidental al Svínafellsjökull. Sabía que estaría cerrado, pero también que las vistas sobre el Skaftafellsjökull y las montañas que lo enmarcan bien merecían una pausa.

Volando sobre el borde de los glaciares.

Después, pasé media hora larga sobrevolando el espectacular paisaje que tantas veces había recorrido a ras de suelo, volando sobre Skeiðarársandur y la parte baja del Skeiðarjökull. Una magnífica experiencia, nuevamente gracias a la espléndida mañana.
Terminada mi excursión aérea, me puse de inmediato en ruta hacia el oeste. Mi objetivo era estar en Dyrhólaey antes del comienzo del atardecer. Aunque faltaban cinco horas para la puesta de sol, quería llegar con tiempo. Además, sabía que no podría resistirme a los encantos del paisaje que tenía por delante y acabaría haciendo alguna que otra parada.

El Svínafellsjökull desde Skeiðará

El Svínafellsjökull desde Skeiðará.

La primera llegó en apenas 4.600 metros. En el pequeño aparcamiento que hay justo antes del puente sobre el Skeiðará. La vista resultaba interesante, sobre todo hacia el este, donde el Svínafellsjökull se descolgaba desde el Öræfajökull, con el monte Hrútfjallstindar como telón de fondo. Pero no era tan distinta de la que había disfrutado desde el aeródromo. Apenas me detuve cinco minutos.

Al norte de Háöldukvísl

Al norte de Háöldukvísl.

La siguiente pausa fue al comienzo de la pista de Háöldukvísl. El panorama era cada vez más impresionante. El Vatnajökull dominaba el horizonte hacia el norte. A sus pies, una gran pared de roca señalaba la cabecera del valle de Morsárdalur. Alguna de las lineas blancas que atravesaban verticalmente la pared era Morsárfoss, la cascada más alta de Islandia. Al estar completamente congelada, era imposible identificarla.

Skeiðarársandur y el Skeiðarárjökull

Skeiðarársandur y el Skeiðarárjökull.

Nuevo salto, esta vez hasta los contrafuertes que protegen el puente de la Ring Road sobre el Núpsá. Aquí el elemento dominante era la enorme mole del Lómagnúpur, de la que apenas me separaban un par de kilómetros. En cambio, hacia el noreste, la gran lengua de hielo del Skeiðarárjökull se iba empequeñeciendo con la distancia. Aquella sería mi última parada en la mágica desolación de Skeiðarársandur. No pude evitar sentir una punzada de melancolía.

Al oeste del Lómagnúpur

Al oeste del Lómagnúpur.

Volví a detenerme unos kilómetros más allá, pasado el Lómagnúpur. Su pared de roca, que se eleva verticalmente 671 metros, lograba empequeñecer al mucho más lejano Hvannadalshnjúkur. La cima más elevada de Islandia, con 2.110 metros de altitud. Aunque el paisaje era deslumbrante, si seguía a ese ritmo no llegaría a ninguna parte. Me puse nuevamente en marcha, con la intención de no volverme a detener hasta llegar a Dyrhólaey.

Hvannadalshnjúkur desde Eldhraun

Hvannadalshnjúkur desde Eldhraun.

Como suele ser habitual, Islandia pudo más que mi fuerza de voluntad. Tras avanzar otros 47 kilómetros, acabé deteniéndome en Eldhraun. Donde la luminosidad de la mañana y un aire asombrosamente limpio hacían posible distinguir claramente al cada vez más lejano Hvannadalshnjúkur, elevándose hacia oriente sobre un mar de musgo y nieve.

El Mýrdalsjökull desde Mýrdalssandur

El Mýrdalsjökull desde Mýrdalssandur.

Otra pausa, esta vez en Mýrdalssandur. Aquí era el enorme manto blanco del Mýrdalsjökull, asentado sobre la caldera del Katla, lo que cubría el horizonte hacia el norte, más allá de la estéril llanura.

Hvammsgil

Hvammsgil desde la Ring Road.

Me acercaba a mi destino, pero aún haría una última pausa. Esta vez, en un pequeño aparcamiento que hay al norte de Reynisfjall, al comenzar el descenso hacia Hvammur. El cañón de Hvammsgil serpenteaba entre las montañas, camino del Mýrdalsjökull. A pesar de la claridad del día y su proximidad a la principal carretera del país, el lugar exhalaba un halo de misterio. No es de extrañar que sea el escenario de varias leyendas.

Atardecer en Háey.

Llegué a Dyrhólaey con la tarde muy avanzada. Tocaba elegir entre la parte baja o alta del promontorio. Sobre la marcha, me decidí por esta última. Todo un acierto. La espléndida mañana se había convertido en un agradable atardecer, que me permitió disfrutar de un entorno todavía más deslumbrante de lo habitual.

Después, tan solo restaba llegar hasta el hotel, apenas a cinco kilómetros de distancia. Terminaba así un largo e intenso día, que había durado literalmente de sol a sol. Vi el amanecer frente al Öræfajökull y el ocaso me alcanzó al sur del Mýrdalsjökull. Otra magnífica demostración de que, en Islandia, no es necesario recorrer cientos de kilómetros para llenar tus sentidos con paisajes de una belleza extraordinaria.

Para ampliar la información.

En este mismo blog, encontrarás una guía práctica sobre la conducción invernal en Islandia visitando https://depuertoenpuerto.com/conducir-en-islandia-el-invierno/.

En https://depuertoenpuerto.com/de-hnappavellir-a-hvolsvollur/ puedes ver mi primer recorrido invernal por la zona. Un buen complemento de lo que acabas de leer.

Si quieres ver el mismo trayecto en verano, lo encontrarás en https://depuertoenpuerto.com/de-hnappavellir-a-vik-i-myrdal/.

En inglés, en https://yourfriendinreykjavik.com/the-move-elves-move-house/ y https://www.bartleby.com/lit-hub/the-fisherman-of-gtur/ hay una muestra de las leyendas asociadas a Hvammsgil.