Cualquiera que haya recorrido el tramo meridional de la Ring Road, entre Hella y Skógar, habrá podido contemplar las islas Vestman, levantándose sobre el horizonte hacia el sur. Sobre todo Heimaey, con diferencia la mayor de todas. Si no la conoces, es fácil pensar que se trata de otro de los inselbergs que se reparten por la costa sur de Islandia. Para apreciar su insularidad, tendrás que acercarte a Landeyjahöfn. El puerto desde el que suele partir el ferry que la comunica con el resto del país.

El Herjólfur en Landeyjahöfn

El Herjólfur en Landeyjahöfn.

Habíamos visitado Heimaey en dicho ferry, durante una tarde de agosto de 2020. Llegamos a Landeyjahöfn precipitadamente, con el tiempo justo de comprar el billete y subir a bordo del Herjólfur. Tan solo pensábamos estar unas pocas horas. Por tanto, no parecía tener mucho sentido subir el coche al barco. Acabamos dando un breve y agradable paseo, para regresar a Landeyjahöfn en el penúltimo ferry del día. Nuestra primera estancia en Heimaey apenas duró 180 minutos. No salió mal, para ser un plan improvisado sobre la marcha, pero nos había dejado con ganas de regresar.

Heimaey entre las nubes

Heimaey entre las nubes.

La ocasión llegó cuatro años más tarde, cuando Vestmannaeyjabær resultó ser la última escala, el día previo a desembarcar en Reikiavik, de un crucero que recorría Islandia y el este de Groenlandia. Esta vez estaríamos seis horas en puerto. Tampoco eran demasiadas, pero al menos ya conocíamos algunos lugares de la pequeña capital de las Vestman. Además, el SH Vega acabó llegando a los muelles con cierto adelanto, tras una corta travesía desde Djúpivogur.

Vestmannaeyjabær desde el puerto

Vestmannaeyjabær desde el puerto.

Una vez más, tocaba elegir. La primera opción consistía en organizar nuestra visita por libre, subiendo hasta la cima del Eldfell y, de regreso, visitando Eldheimar, el museo sobre la erupción de 1973. La otra, era hacer una excursión con la naviera. No soy muy amigo de las actividades organizadas, pero ésta nos permitiría ir en autobús hasta el extremo meridional de la isla. Algo que, sin ser imposible, puede resultar complicado hacer andando. Además, tras su finalización, aún tendríamos dos horas y media disponibles para movernos a nuestro aire. Nos decidimos por la oferta de la naviera, que también incluía la visita a Eldheimar. A priori, nuestro objetivo prioritario en la isla.

Richard haciendo sprang

Richard haciendo sprang.

La excursión arrancó a la una y media de una excepcionalmente espléndida tarde de verano islandés. Primero, fuimos a Sprangan. Una cantera en el oeste de la ciudad, donde aún se practica el sprang. Una especie de rápel, que tiene sus orígenes en los días, no tan lejanos, en que los habitantes de la isla se descolgaban por los acantilados para recoger huevos de aves salvajes. Tras ver como uno de los miembros del equipo de expedición estaba a punto de abrirse la cabeza, seguimos nuestro camino.

La auténtica Herjólfur

La auténtica Herjólfur.

Siguiente parada, en la granja de Herjólfur. Una supuesta réplica de aquella que, según el Landnámabók, habría levantado en las proximidades el primer noruego que se estableció en las islas. Encontramos el lugar cambiado, con el techo de turba en peores condiciones que durante nuestra anterior visita. En el interior de uno de los edificios, habían instalado un pequeño «museo vikingo», atendido por una persona vestida con ropajes dignos de una película de Hollywood. Preferimos buscar el auténtico emplazamiento de la granja, entre el aparcamiento y el campo de golf, aunque tan solo pudimos distinguir unos montículos cubiertos de hierba.

Halldórsskora

Halldórsskora.

Un poco más allá encontramos Halldórsskora, también conocida como la «roca elefante». Quizá el lugar más fotografiado de las islas Vestman. Nunca me han gustado las pareidolias, pero ya que estábamos allí, ¿cómo no hacer una foto? Además, independientemente de que se parezca, o no, a un elefante, la extraña pared de basalto es sin duda interesante.

Hacia el sur de Heimaey

Hacia el sur de Heimaey.

Después, el autobús comenzó a avanzar hacia el sur, en paralelo a la costa occidental de Heimaey. Llegaba la parte de la excursión que realmente nos interesaba. El día seguía mejorando, hasta tal punto que empezó a convertirse en un problema. Se estaba formando una canícula muy poco habitual en Islandia. Aún podíamos distinguir el horizonte, pero los islotes que rodean Heimaey comenzaban a difuminarse entre la bruma. En esas condiciones, sería muy difícil divisar los más alejados: Þrídrangar y Surtsey. Precisamente los más interesantes.

Mirando hacia Blátindur

Mirando hacia Blátindur.

Llegamos a las inmediaciones de Stórhöfðaviti, el faro que hay cerca del extremo meridional de la isla, para encontrarnos con que, aparentemente, todos los coches de Heimaey habían decidido acudir al mismo lugar, creando un pequeño atasco. Era imposible seguir hacia el faro y mucho menos estacionar un autobús. La solución fue dar un breve paseo, mientras el conductor del autobús encontraba la forma de dar la vuelta, en un aparcamiento lleno a rebosar.

El Eyjafjallajökull desde el sur de Heimaey

El Eyjafjallajökull desde el sur de Heimaey.

Una lástima, pues las vistas desde el lugar eran espléndidas. Tanto hacia el lado noroccidental de la isla, donde podíamos ver la costa extendiéndose hasta Blátindur y su «roca elefante», como hacia el noreste, donde dominaba el horizonte la enorme mole del Eyjafjallajökull. El mismo volcán que, en 2010, había conseguido cerrar el espacio aéreo de media Europa.

Frailecillos en Fuglaskoðunarhús

Frailecillos en Fuglaskoðunarhús.

Para compensar el fracaso en Stórhöfðaviti, se improvisó una parada en un lugar con el descriptivo nombre de Fuglaskoðunarhús: Casa de Observación de Aves. Cuando dijeron que era un buen sitio para observar frailecillos, mi primera reacción fue de escepticismo. ¿Frailecillos a finales de agosto? ¿No era demasiado tarde? Un par de días atrás, habíamos sido incapaces de divisar un solo ejemplar en los Fiordos del Este, durante nuestra visita a Skálanes. Estaba equivocado. No diré que es el lugar de Islandia en el que he visto más frailecillos, pero estaría bastante alto en el listado.

El museo de Eldheimar.

Desde allí, regresamos hacia el norte. La última parada de la excursión sería en Eldheimar. El museo, abierto en 2014, explica los acontecimientos ocurridos durante la erupción de 1973, que estuvo a punto de destruir Vestmannaeyjabær. También tiene una exhibción sobre Surtsey, una de las islas más jóvenes del planeta.
El Helgafell desde Strandvegur

El Helgafell desde Strandvegur.

El autobús nos dejó en el puerto, a escasos metros del SH Vega. Como habíamos previsto, aún disponíamos de más de dos horas para dar un último paseo por la ciudad. Olga quería recorrer el centro. Yo preferí acercarme hasta Skansinn. De camino, di un rodeo por Strandvegur, para observar desde el norte las siluetas del Helgafell y el Eldfell, elevándose amenazadoramente hacia el mediodía.

Skansinn

Skansinn.

Skansinn, que se traduciría del danés como «Fuerte», es una pequeña fortaleza, levantada originalmente en 1586. Más como un lugar desde el que controlar el comercio, que como una defensa eficaz frente a posibles ataques. Algo que se hizo evidente en el raid de 1627, cuando más de la mitad de la población de Heimaey fue asesinada o secuestrada por piratas argelinos. Entre 1630 y 1638 se construyeron defensas más solidas y se dotó a la fortaleza de seis cañones y una guarnición estable.

Landlyst

Landlyst.

Junto a la fortaleza está Landlyst. El segundo edificio más antiguo de la isla, construido entre 1847 y 1850. Aunque entonces estaba ubicado en el número 43 de Strandvegur, en pleno centro de Vestmannaeyjabær. En aquella época, hasta un 70% de los niños de la isla moría de tétanos al nacer. En 1843, Sólveig Pálsdóttir viajó a Dinamarca, donde se graduó en el Instituto de Maternidad de Copenhague. Tras su regreso a Vestmannaeyjabær, se fundaría una maternidad, en la que Sólveig trabajó hasta 1867. Con el tétanos erradicado, el edificio se utilizó sucesivamente como biblioteca, vivienda y, finalmente, escuela de arte. En el año 2000 fue trasladado a Skansinn, donde se convirtió en un pequeño museo de medicina.

Stafkirkjan

Stafkirkjan.

Un poco más al norte, hay un curiosa iglesia de madera, cuyo perfil me recordaba el de otras que había podido ver en Noruega. En realidad, aquel edificio negro era el motivo de mi excursión hasta Skansinn. Aunque sabía que no podía ser original, pues no queda ninguna stavkirke en Islandia, si es que alguna vez las hubo. La que podemos ver en Vestmannaeyjabær es una réplica de la iglesia de Haltdalen, regalada a Islandia por el pueblo noruego en el año 2000, en conmemoración del milenario de la llegada del cristianismo a la isla. Se instaló en Heimaey por una tradición, basada en las sagas, según la cual, cuando Hjalti Skeggiason y Gizur Teitsson fueron a Islandia con el encargo de cristianizar la isla, llevaban consigo una stavkirke prefabricada, que habría terminado instalada más o menos en el emplazamiento actual, cerca de la bocana del puerto de Vestmannaeyjabær. Algo que no parece estar corroborado por la evidencia arqueológica.

En el puerto de Vestmannaeyjabær

En el puerto de Vestmannaeyjabær.

Después, regresé hacia el centro de Vestmannaeyjabær, para reunirme con Olga. Antes de embarcar, dimos un tranquilo paseo, por un puerto que es la razón de ser de la ciudad. La isla está rodeada por unas pesquerías excepcionalmente ricas. Desde que, en 1903, se adquirió el primer barco motorizado, la pesca no tardó en convertirse en el principal motor económico de Heimaey. Aunque, en los últimos años, el turismo comienza a hacerla sombra.

Elliðaey

Elliðaey.

Zarpamos a las 7 en punto de una tarde extraordinariamente apacible. Tras recorrer nuevamente el estrecho canal que dejó la erupción de 1973, el SH Vega viró a babor. La idea del capitán era navegar tranquilamente entre las islas, mientras llegaba la hora de la cena. Dejamos a estribor Elliðaey y su única construcción, que lo mismo puede aparecer en las redes sociales como «la casa más solitaria del mundo», que como la residencia de la cantante islandesa Björk. En realidad, es un pabellón de caza, levantado en 1953.

En la costa septentrional de Heimaey

En la costa septentrional de Heimaey.

A continuación, rodeamos Heimaey por el norte, sorteando un rosario de islotes y escollos. El SH Vega avanzaba pausadamente, por un mar que estaba, si cabe, aún más calmado que durante la mañana. Mientras tanto, el cielo comenzaba a llenarse de nubes etéreas, que creaban interesantes matices. El sol también jugaba con las nubes, iluminando jirones de mar, mientras formaba contraluces entre los islotes. El momento era de una serenidad asombrosa, ayudada por una navegación increíblemente lenta.

Frente a Hæna

Frente a Hæna.

Llegamos frente a la «roca elefante». El SH Vega hizo una breve pausa, que nos permitió contemplarla desde una perspectiva diferente, imposible de observar desde tierra. Personalmente, estaba más interesado en el grupo de islotes, rodeados de escollos, que había hacia poniente. Se los conoce como Smaeyjar (las Pequeñas Islas). Hæna, el más meridional de todos, está horadado por una gran cueva, denominada Kafhellir. En días calmados, como el que disfrutábamos, dicen que es accesible en bote. Pero el contraluz era tan intenso, que no fui capaz de distinguirla.

Alejándonos de Heimaey

Alejándonos de Heimaey.

A continuación, el SH Vega enfiló hacia el oeste. Nos fuimos alejando de Heimaey, mientras la tarde avanzaba lentamente hacia el ocaso. El momento fue tan sereno como melancólico. Nuestro largo crucero por Islandia y Groenlandia se aproximaba inexorablemente a su fin. Tan solo quedaba rodear la península de Reykjanes y, al día siguiente, desembarcaríamos en Reikiavik. Después, un vuelo rutinario nos devolvería a Madrid y su anodina normalidad.

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Para ampliar la información.

En https://depuertoenpuerto.com/una-excursion-a-heimaey/ se puede ver nuestra anterior excursión a Heimaey.

En https://depuertoenpuerto.com/entre-islandia-y-groenlandia/ encontrarás el itinerario completo de nuestro viaje entre Islandia y el este de Groenlandia.

El blog Arctic Yeti tiene un artículo con recomendaciones para visitar la isla: https://arcticyeti.es/islas-vestman/.

En inglés, la web oficial de turismo del archipiélago está en https://visitwestmanislands.com.

Muy completa la guía de Epic Iceland: https://epiciceland.net/westman-islands-guide-things-to-do/.

Si pretendes ir a la isla en ferry, en https://herjolfur.is/en/ encontrarás toda la información sobre sus precios y horarios.