Anticitera es el nombre latinizado de una pequeña isla griega, prácticamente a mitad de camino entre la esquina noroccidental de Creta y la isla de Citera, al sureste del Peloponeso. Con apenas 20 km2 de superficie y una población de 68 habitantes, en condiciones normales sería una completa desconocida. Pero, en 1900, un grupo de buzos recolectores de esponjas dio con los restos de uno de los naufragios más fascinantes de la historia.

Fragmento de estatua de bronce

Fragmento de estatua de bronce.

El descubrimiento fue completamente fortuito. El capitán Dimitrios Kondos, navegando rumbo al norte de África para pescar esponjas, se detuvo en la isla a esperar vientos favorables. Mientras tanto, los buzos realizaron varios descensos. En uno de ellos, Elias Stadiatis encontró el fondo marino sembrado de cadáveres de caballos y personas. Asustado, hizo la señal para que lo subieran a la superficie. En posteriores inmersiones, pudieron comprobar que los supuestos cadáveres en realidad eran estatuas de la era clásica. El viento cambió y siguieron su rumbo hacia África, pero durante el regreso volvieron a Anticitera y recuperaron varios objetos.

Fragmento mayor del mecanismo

Fragmento mayor del mecanismo.

Kondos notificó sus hallazgos a las autoridades de Atenas, que de inmediato enviaron varios buques para proteger e investigar el naufragio. No tardarían en recuperar numerosas piezas, en diversos grados de conservación. Estatuas de bronce, esculturas de mármol, objetos de cerámica… Pero el pecio estaba en los límites de lo técnicamente posible para la época. La muerte de un buzo y un par de accidentes por descompresión llevaron a que, a mediados de 1901, se interrumpieran los trabajos. Un año más tarde, el arqueólogo Valerios Stais examinaba uno de los restos extraídos del naufragio. Un bloque de bronce, muy deteriorado y aparentemente sin el menor interés. Al observarlo con mayor atención, pudo distinguir unos cuantos caracteres griegos y lo que parecía ser una rueda dentada. Había descubierto el mecanismo de Anticitera.

Cara opuesta del fragmento

Cara opuesta del fragmento.

Lejos de lograr reconocimiento, lo único que cosechó fue escepticismo. Otros arqueólogos pensaron que el supuesto mecanismo era demasiado avanzado y no podía ser contemporáneo de los demás restos recuperados en el pecio. El bloque de bronce quedó olvidado en el museo. Hasta que, en 1951, captó la atención de Derek John de Solla Price. Veinte años más tarde, con la ayuda de un físico nuclear, logró analizar los 82 fragmentos recuperados del artefacto. En 1974 publicó un largo ensayo, explicando sus hallazgos y una hipótesis sobre su funcionamiento. Además, diseñó un modelo del mecanismo. Utilizándolo como base, Robert Deroski construiría una réplica, que donó al museo en 1980. Una segunda réplica, realizada por John Gleave, sería entregada al Museo de la Tecnología de Tesalónica.

Hipótesis de su mecanismo interior

Hipótesis de su mecanismo interior.

Aunque, en realidad, el modelo de Price no era el primero. En 1930 Ioannis Theofanides había hecho que un grupo de relojeros construyera una primera réplica, basada en el funcionamiento de los astrolabios. Pero el modelo de Theofanides era demasiado especulativo, al no haber podido estudiar el interior del mecanismo. Después de Price vendrían otros intentos, realizados por Michael Wright, Kyriakos Efstathiou o Dionysios Kriaris. Con los avances científicos y tecnológicos, cada vez resultaba menos complicado estudiar un objeto que, por su estado de conservación, era imposible desmontar. Imágenes de superficie avanzadas o tomografía tridimensional con rayos X, son algunos de los métodos empleados recientemente por el Proyecto de Investigación del Mecanismo de Anticitera (AMRP).

Posibles funciones del mecanismo

Posible funcionalidad del mecanismo.

En cualquier caso, nuestro mayor conocimiento de los entresijos del mecanismo no ha llevado a un consenso sobre su propósito o su funcionamiento. Aunque todo parece indicar que se trataba de un reloj astronómico, basado en el calendario egipcio y los símbolos zodiacales babilonios. Girando una manivela, que hoy no existe, se podía seleccionar una fecha concreta. O elegir directamente el año, mes y día en el dial frontal. El resto de los punteros nos mostrarían la información astronómica, como eclipses o fases de la luna. El mecanismo también parecía funcionar al revés. Seleccionando un evento concreto, nos daría su fecha. Quizá su aspecto más interesante era la fiel reproducción del movimiento aparente de la Luna, fruto de la naturaleza elíptica de su órbita. Para imitarlo, se introdujeron dos engranajes excéntricos.

Fragmento con inscripciones

Fragmento con inscripciones.

Tampoco hay unanimidad sobre su posible antigüedad. En 1974 Price lo dató en las proximidades del año 87 AEC. Dos años más tarde, Jacques Cousteau encontró en el lugar del naufragio monedas datadas entre el 76 y el 67 AEC. Otros estudios lo relacionan con Hiparco de Nicea y llevan la fecha de su construcción al periodo entre el 140 y 120 AEC. Incluso hay quien afirma que su modo de funcionamiento es más babilonio que griego y el mecanismo sería del entorno del 200 AEC. Tampoco existe acuerdo sobre su origen geográfico: Siracusa, Rodas o Pérgamo son las principales candidatas. En cualquier caso, los trabajos de arqueología submarina continúan, cada vez con mejores medios. En 2022 se recuperaron varios dientes de un tripulante, que permitirán realizar estudios genéticos e isotópicos. Quizá arrojen algo de luz sobre el origen del pecio.

Reconstrucción de 2011

Reconstrucción realizada en 2011.

La confusión parece perseguir a los restos del naufragio, que se dispersan por varias estancias del museo. La parte principal, el mecanismo propiamente dicho, está en una sala dedicada a la tecnología de la Grecia clásica. Perfectamente expuesto, en una de las áreas más cuidadas del museo, es sin duda la pieza central de la sección. Más allá de los fragmentos del mecanismo, expuestos en varias vitrinas, encontraremos algunas de las reconstrucciones que se han realizado del mismo. Todo ello ampliamente explicado y etiquetado, tanto en paneles estáticos como en un audiovisual, que muestra su posible funcionamiento.

Cabeza de caballo

Cabeza de caballo.

Otras se encuentran en una vitrina cercana al propio mecanismo, expuestas con el mismo mimo que éste. En el extremo opuesto, encontraremos algunas piezas, en muy mal estado de conservación, que podemos ver desperdigadas por el patio que da acceso a la cafetería del museo.

Efebo de Anticitera

Efebo de Anticitera.

Finalmente, encontraremos varias piezas sueltas por otros lugares del museo. Quizá la más llamativa sea aquella conocida como el Efebo de Anticitera. Una estatua de 1,96 metros de altura, datada en las proximidades del 340 AEC, y en la que algunos quieren ver la mano de Eufránor de Corinto, uno de los más destacados artistas de su época. La estatua se recuperó en varios fragmentos. Su aspecto actual es fruto de la restauración realizada bajo la dirección de Christos Karouzos, en los años 50 del siglo pasado.

¿Discóbolo?

¿Discóbolo?

El pecio de Anticitera, y más concretamente su mecanismo, era uno de los principales motivos que nos habían llevado a visitar el Museo Arqueológico Nacional. A pesar de que alguna de sus exposiciones, en línea con el resto de la institución, pedía a gritos una renovación, la parte centrada en el mecanismo nos pareció uno de los espacios más cuidados de todo el museo. Además de una magnífica muestra del asombroso nivel de conocimiento científico y técnico que se alcanzó en la Grecia clásica.

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Para ampliar la información.

La Wikipedia en español tiene varios artículos muy interesantes sobre el naufragio:

El dedicado al pecio: https://es.wikipedia.org/wiki/Pecio_de_Anticitera.

Otro centrado en el mecanismo: https://es.wikipedia.org/wiki/Mecanismo_de_Anticitera.

Y un tercero sobre el Efebo de Anticitera: https://es.wikipedia.org/wiki/Efebo_de_Anticitera.

En inglés, encontraremos un artículo sobre el mecanismo en la revista del Smithsonian: https://www.smithsonianmag.com/history/decoding-antikythera-mechanism-first-computer-180953979/.

Nature tiene una descripción bastante detallada de una de las hipótesis de su funcionamiento: https://www.nature.com/articles/s41598-021-84310-w.

En YouTube puedes ver una larga explicación del mecanismo: https://www.youtube.com/watch?v=0y-Qxw4DLOY.

Por último Return to Antikythera es una web dedicada a las últimas investigaciones en el yacimiento arqueológico: https://antikythera.org.gr.