Pero, en el invierno islandés, casi nada es tan fácil como parece. El fuerte temporal de la noche anterior había cortado la carretera 427 al oeste de Þorlákshöfn. Imposible ir por la ruta sur. Incluso la Ring Road, estaba cerrada en Hellisheiði. El tráfico se desviaba por el trazado antiguo, la actual carretera 39, que en cualquier caso parecía estar completamente cubierta de nieve. No me preocupé. Al menos había una carretera abierta hasta Keflavik y la mañana era espléndida. La situación iría mejorando. Mientras tanto, haría la primera visita del día, de la que apenas me separaban unos cuantos metros.
Invierno en Hveragerði.
Cuando, pasadas las once de la mañana, quise salir de Hveragerði, el estado de las carreteras apenas había cambiado. Si quería llegar hasta mi siguiente parada, en uno de los aparcamientos de la erupción más reciente, los 69 kilómetros de la ruta directa se convertirían en 104, al tener que dar un rodeo por la carretera 39 y Reikiavik. Resignado a atravesar la capital de Islandia, me puse en camino de inmediato. Pronto se hizo evidente que la noche había sido dura, como demostraba el rosario de vehículos desperdigados por las cunetas de Þrengslavegur.
La situación no mejoró al llegar a la Ring Road, al oeste de Hellisheiði. La carretera estaba completamente cubierta de nieve, aunque el tráfico y el continuo trajín de las máquinas quitanieves la mantenían perfectamente operativa.
Finalmente, casi veinte minutos antes del mediodía, lograba dejar atrás Grindavík, para darme de bruces con un vehículo del servicio de emergencias cortando la 427. De momento, era imposible llegar al aparcamiento de Geldingadalir. Una vez más, tocaba improvisar.
Fotografiando la Laguna Azul.
El día seguía siendo espléndido, por lo que en poco más de una hora la 427 estaba abierta en su totalidad. Aún estaba a tiempo de intentar acercarme al volcán. De camino, pude disfrutar de la conducción por Bláalónsvegur, la carretera 426, mientras atravesaba el campo de lava de Illahraun, al sur de la Laguna Azul. Finalmente, al filo de las 14:10, lograba aparcar junto al arranque de la senda de Geldingadalir.
El volcán en invierno.
Tras devolver el vehículo, poco después de las seis estaba en el hotel, a escasos 200 metros de la terminal. Cenaría, reorganizaría el equipaje y, tras un sueño reparador, al día siguiente tan solo quedaría el trámite de atravesar andando el aparcamiento del aeropuerto y realizar el check-in. Un plan sencillo. Pero, en el invierno islandés, casi nada es tan fácil como parece.
Para ampliar la información.
En https://depuertoenpuerto.com/un-dia-en-el-sur-de-reykjanes/ se puede ver un recorrido parecido, en primavera y visitando otros lugares.
Mi primera visita invernal a la península está en https://depuertoenpuerto.com/un-dia-en-reykjanes/.
En inglés, la web oficial de turismo de Reykjanes está en https://www.visitreykjanes.is.
En la revista Iceland Magazine hay un artículo con 21 lugares para visitar en la península: https://icelandmag.is/article/21-reasons-visit-reykjanes-peninsula.