Cuando desperté, por una vez no llovía en Bergen, estaba nevando. Llegar a la estación de tren tan solo me supuso un breve paseo bajo un gélido aire invernal. Tras localizar el local de Fjord Tours, canjee el recibo de la compra por internet. A cambio, me entregaron un talonario, con los billetes para los distintos transportes que debía coger. Cinco en total. Después, solo tuve que esperar unos minutos hasta que, a las 8:30, abrieron el acceso al tren con destino a Myrdal, en el que se realiza la primera parte del trayecto.
El tren partió puntualmente a las 8:43. Tras unos minutos, en los que atravesó varios túneles, quedó atrás el entorno urbano y el paisaje comenzó a ponerse interesante. El trayecto inicial va en paralelo al Sørfjorden, con la isla de Osterøy al frente. Después, la vía férrea se separa del fiordo para remontar brevemente el curso del río Daleelva. Enseguida pasa al valle del río Bolstadelvi. Siguiendo este cauce y posteriormente el de su afluente el río Vosso, antiguamente famoso por sus salmones, se llega a Voss, la estación de destino. El trayecto dura algo menos de hora y cuarto. A pesar de los numerosos túneles, resulta bastante atractivo. Básicamente coincide con el trazado de la E16 entre Bergen y Voss, aunque la carretera va más tiempo a cielo abierto.
Tras dejar el tren en Voss, un breve trayecto de 250 metros en dirección este me llevó hasta la «estación» de autobuses. Aunque en aquel momento ésta en realidad era un descampado, en el que había unos cuantos autobuses esperando. La linea 950 lleva a Gudvangen. También estaba convenientemente señalizada como Norway in a nutshell. Pero ojo, al menos en invierno es una linea regular operada por Skyss. Para mi sorpresa, el autobús se acabó llenando y dos chicas que fueron las últimas en llegar no pudieron subir.
Después de una breve espera, el autobús partió a las 10:10 en dirección a Gudvangen. El trayecto sigue la carretera E16, la misma que va paralela al ferrocarril entre Bergen y Voss. Aunque en Voss ambos se separan. La E16 gira hacia el norte, en dirección a Gudvangen y Flåm, mientras el ferrocarril sigue hacia el este. La carretera remonta el valle del río Strandaelvi, un trayecto que ya había realizado en el verano del 2015 durante una excursión desde Flåm. Ya entonces el trayecto me había parecido hermoso, aunque no tanto como el paisaje completamente blanco que ahora veía desde el autobús. Los campos se confundían con los lagos y el río, todos ellos cubiertos de hielo y nieve. A su vez, el cielo gris se fundía en el horizonte con las cumbres nevadas. Únicamente los bosques y alguna granja dispersa rompían la hermosa monotonía blanquecina del paisaje.
El autobús fue haciendo paradas, vaciándose poco a poco en un lento goteo. Pasamos sin detenernos frente a Tvindefossen, pero la hermosa cascada estaba totalmente congelada. De no haber sido por la señal en la carretera y el recuerdo de mi anterior visita, ni la hubiera reconocido. Unos 25 minutos después, llegamos al lugar en el que se bifurcan el antiguo y el nuevo trazado. Ya sabía que, en invierno, la antigua carretera de Stalheimskleiva está cerrada. Pero no pude evitar un sentimiento de melancolía mientras el autobús continuaba su trayecto, camino del moderno túnel de la E16. Al otro lado, nos esperaba el impresionante valle de Nærøydalen, que termina en el fiordo de Nærøy. Aunque, desde el interior del autobús, era complicado apreciar las agrestes paredes nevadas, parcialmente cubiertas por las nubes.
Llegamos a Gudvangen a las 11:05, en un autobús que se había quedado prácticamente vacío. Tenía casi una hora por delante, pues el ferry no zarpaba hasta las 12:00 y la distancia desde la parada del autobús hasta el muelle apenas superaba los cien metros. Gudvangen es una pequeña aldea, compuesta por unas veinte casas, que vive principalmente del turismo. En invierno era prácticamente un lugar desierto, aunque con una ubicación espectacular. Hacia el nordeste, las oscuras y frías aguas del fiordo desaparecían tras un recodo. Hacia el suroeste, la vista del valle de Nærøydalen, por el que habíamos llegado unos minutos antes, tampoco llegaba muy lejos, pues el valle describe una amplia curva en dirección oeste. Desde el centro del puente peatonal que hay junto a la desembocadura del río, tenía la sensación de estar en un mundo diminuto, encerrado entre montañas. Sensación que la capa de nubes que cubría el valle no hacía más que acrecentar. El único lugar de Gudvangen que mostraba alguna señal de vida era el Gudvangen Fjordtell. Entré con la intención de tomar algo y calentarme. Al final, la belleza y majestuosidad del entorno fue más fuerte y regresé al exterior, a disfrutar de la hermosa vista y de la increíble paz que se respiraba.
Invierno en el Nærøyfjord.
La escala en Flåm era de 40 minutos y, nuevamente, la distancia a recorrer andando entre el Fanaraaken y el Flåmsbana era minúscula. En este caso de unos 50 metros. Había pensado aprovechar para tomar algo, pero llegué congelado, tras pasar las dos horas del trayecto en ferry en cubierta, absorto con el paisaje. Salí casi directamente desde el ferry hasta el ferrocarril, donde aproveché para descansar y entrar en calor.
El ferrocarril de Flåm en invierno.
El tren llegó a la estación de Myrdal a las 15:30, doce minutos antes de que partiera el ferrocarril que me debía llevar de vuelta a Bergen. La estación de Myrdal es poco más que un apeadero en medio de ninguna parte. Su única razón de ser es la conexión del Flåmsbana con la linea principal de Oslo a Bergen. Tiene un pequeño bar en su interior, pero estaba cerrado. En cualquier caso, en unos minutos llegó el tren de Bergen y comenzó la última etapa del viaje.
https://www.youtube.com/watch?v=Bi5rEfirNwk?rel=0
Una vez más, el paisaje era hermoso, aunque en ningún caso comparable a los dos trayectos anteriores. También era el tramo de mayor duración: dos horas y cuarto. Poco a poco, la tenue luz del sol se fue apagando. Las pequeñas aldeas que iban quedando atrás encendían sus luces, dando al paisaje nevado un tono si cabe más bucólico. Finalmente, el tren llegó a Bergen al filo de las seis de la tarde, cuando ya era noche cerrada. Estaba cansado y hambriento, tras casi diez horas de excursión. Pero el esfuerzo había merecido la pena. El itinerario invernal de «Norway in a nutshell» había sido una experiencia tan intensa como hermosa. Y un perfecto preámbulo para el viaje que tenía por delante.
En el blog Mapa y Mochila hay una larga y explicativa entrada sobre la excursión en verano: https://www.mapaymochila.es/2014/10/26/volvemos-a-bergen-iii-norway-in-a-nutshel/.
La excursión, en sentido contrario, está descrita en el blog Andén 27: http://anden-27.blogspot.com/2015/07/el-tren-de-flam.html.
En inglés, el blog Flirting with the Globe tiene una entrada con los pros y contras de hacer la excursión en invierno: http://flirtingwiththeglobe.com/norway-in-a-nutshell-in-winter/.
La página oficial de Fjordtours está en https://www.norwaynutshell.com, aunque se puede ir directamente a la excursión invernal en https://www.norwaynutshell.com/norway-in-a-nutshell-winter-tour/.
Es posible (y algo mas barato) organizarse el viaje independientemente, comprando los billetes de uno en uno. Para el que esté interesado, recomiendo visitar el blog Heart My Backpack: https://www.heartmybackpack.com/norway/nutshell-tour-diy-review/.
Gracias por leer e incluir nuestro artículo. Después de leer el tuyo nos han entrado ganas de repetir la excursión en invierno.
Gracias a ti, José. Si tenéis la posibilidad de repetir en invierno, no lo dudéis. Es una experiencia completamente distinta, por un paisaje mucho más interesante que en verano. Además de ser más íntima y tranquila.