Más allá de la hermosa vista, con la ciudad trepando por las laderas de la Colina del Águila y el puente Zolotoy atravesando el Cuerno de Oro, lo que atrajo de inmediato nuestra mirada fue la hilera de buques de guerra rusos atracados en las proximidades. La fragata antisubmarina Almirante Tributs, el destructor Almirante Panteléyev y el crucero lanzamisiles Varyag se alineaban en el cercano muelle de la base naval, junto a la calle Korabel’naya Naberezhnaya, en pleno corazón de Vladivostok. La presencia de la Flota del Pacífico en la ciudad, que además alberga su cuartel general, fue la causa de que Vladivostok estuviera estrictamente cerrada a los extranjeros hasta 1992. Poder estar a unos trescientos metros del que había sido uno de los lugares más secretos de la URSS durante los años de la Guerra Fría fue toda una sorpresa.
Vladivostok.
Tras pasar buena parte del día recorriendo la ciudad, regresamos al Maasdam con casi dos horas de margen. Normalmente, apuramos bastante las escalas, pero no teníamos visado y en realidad nos habíamos «escapado» al finalizar una excursión de la naviera. No nos pareció prudente tentar el destino hasta el último minuto, en un puerto en el que la legalidad de nuestra estancia era cuando menos dudosa. De vuelta a la seguridad del barco, tras dar un bocado aprovechamos sus cubiertas superiores para disfrutar de las espléndidas vistas que éstas nos ofrecían sobre el puerto y sacar unas cuantas fotos que, solo unos años atrás, hubiera sido impensable realizar.
Además de los buques de guerra, la bahía tenía numerosos puntos de interés. El más evidente, la propia Vladivostok, cuyo corazón se encuentra en las inmediaciones del puerto. El día había ido mejorando y tanto la lluvia como las nubes bajas, que por la mañana ocultaban la cima de la Colina del Águila, habían desaparecido completamente. Incluso, de vez en cuando, el sol lograba atravesar la capa superior de nubes, iluminando tímidamente las cúpulas doradas de la Catedral de la Transfiguración. Más allá del Monumento a los Luchadores por el Poder Soviético, podíamos ver el tráfico de Okeanskiy Prospekt que, lejos de mejorar, era todavía más caótico que por la mañana.
La mayor parte del Cuerno de Oro está ocupado por el puerto comercial. Éste, también era bastante más anárquico que los normalmente impolutos puertos japoneses. Lo que, al menos para mi, daba a Vladivostok un encanto del que carecían los puertos en los que habíamos atracado en las anteriores escalas. Grúas y almacenes se mezclaban en tierra, mientras que en los muelles era posible ver una curiosa mezcolanza de cargueros de los más variados tamaños y estados de conservación. Una vez más, si exceptuamos algunos de los barcos en peores condiciones, la estampa era mucho más parecida a la que se puede ver en muchos puertos europeos que a la habitual en los puertos orientales.
Mientras estábamos entretenidos con la vista, había llegado la hora de zarpar. Pero el Maasdam no daba señales de prepararse para partir. La culpa era de la burocracia rusa. A pesar de que había subido a bordo un nutrido grupo de personal de aduanas, las comprobaciones de los pasaportes no parecían ir todo lo rápido que debieran. Mientras, una multitud de curiosos se había congregado en las terrazas de la terminal de cruceros. Finalmente, al filo de las seis de la tarde, un pequeño ejército de funcionarios comenzó a salir por la pasarela del Maasdam. formando frente al barco. Tan pronto como el último puso pie en tierra, la tripulación del Maasdam recogió la pasarela y zarpamos, mientras desde la terminal nos despedían con una marcha militar, que el Maasdam agradeció con una larga sucesión de bocinazos.
El día seguía mejorando. Los claros iban ganando cada vez más terreno y el sol del atardecer iluminaba el puente Zolotoy. Según navegábamos hacia el sur, pudimos ver el tramo final del Cuerno de Oro, lleno con una mezcla variopinta de embarcaciones. A los cargueros se unían más buques de guerra, un dique flotante y hasta un buque hospital, cuya blanca silueta destacaba sobre los demás barcos. En poco más de 25 minutos llegábamos a la embocadura de la bahía, frente al extremo meridional de la península de Shkot. Un precioso velero de tres mástiles estaba amarrado en uno de sus muelles. Más tarde descubrí que era el Nadezhda, utilizado como buque escuela por la marina rusa.
A proa, según virábamos hacia el sureste, la silueta del puente Russkiy comenzó a dominar el horizonte. Fue construido en 2012, para comunicar el continente con la isla que le da nombre, donde tuvo lugar la cumbre anual del APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico). Con un vano central de 1.104 metros, es el puente atirantado con el vano central más largo del mundo. La diferencia entre un puente atirantado y un puente colgante estriba en que, en éste último, los pilares está unidos por gruesos cables, de los que cuelgan los tirantes que soportan el peso del tablero. El mayor del mundo de este tipo es el del estrecho de Akashi, bajo el que habíamos navegado tan solo cinco días atrás. En cambio, los tirantes del puente Russkiy van directamente desde sus pilastras hasta el tablero. Una solución que cada vez se está haciendo más popular en la construcción de grandes puentes. Aunque su costosa construcción no estuvo exenta de polémica, es innegable que el puente, con sus 70 metros de gálibo y sus pilares principales elevándose hasta los 320 metros, era imponente.
Tras dejar atrás el puente, el Maasdam redujo su velocidad. Una lancha se aproximó a nuestro costado y recogió al práctico del puerto. Frente a nosotros, en el costado de estribor, estaba la diminuta isla de Skryplyov, con su cima coronada por un faro. Éste fue edificado entre 1865 y 1876, marcando el extremo meridional del canal de entrada al puerto de Vladivostok. Para complementar la luz, invisible en días de niebla, también se instaló una campana, que en 1879 fue sustituida por un cañón de cobre. El incremento del tráfico naval hizo que el faro fuera reemplazado en 1889 y se instalase una sirena neumática en 1897. La isla sufrió los avatares de la guerra civil rusa, siendo ocupada por los japoneses y la Legión Checa. El edificio del faro, muy deteriorado, fue reconstruido a mediados del siglo XX. A sus pies todavía se pueden ver los restos de un antiguo barracón abandonado. Es todo lo que queda de la batería que protegía la isla durante la Segunda Guerra Mundial. Como nota curiosa, estaba atendida exclusivamente por mujeres, ya que los hombres eran enviados al frente europeo.
En el costado de babor, teníamos el faro de Basargina, que señala el límite septentrional del canal. El primer faro, de madera, se instaló en 1937. El edificio actual es de 1958. Con su hermosa localización, en lo alto de un promontorio rocoso, quizá sea el faro más pintoresco de la zona. También es el más inaccesible, pues está situado en terreno militar. En mi caso, fueron la distancia, la cada vez más escasa luz y el movimiento del barco los que impidieron que lograse hacer una fotografía decente.
Tras pasar entre los faros, el Maasdam viró levemente, buscando rumbo sureste. Antes de enfilar hacia Korsakov, nuestro siguiente destino ya en la isla de Sajalín, teníamos que navegar al sur del cabo Povorotny, en el extremo suroriental del golfo de Pedro el Grande. La costa meridional del krai de Primorie se extendía ente nosotros, rodeada de nubes bajas bajo un cielo que de nuevo se había vuelto plomizo. Por desgracia, la luz era cada vez más escasa. El día se apagó incluso antes de que llegásemos a la isla de Askold, en cuya punta sur no hay uno, sino dos faros coronando sus acantilados. Una lástima.
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En https://depuertoenpuerto.com/crucero-extremo-oriente/ se puede ver el itinerario completo de nuestro viaje por Extremo Oriente.
En inglés, la página Russia Beyond tiene una interesante entrada sobre los faros de Vladivostok: https://www.rbth.com/travel/2014/23/09/the_most_spectacular_lighthouses_in_vladivostok.
Parece que es posible hacer el mismo trayecto en barco de la mano de una excursión a la isla de Askold. Se puede encontrar información en https://www.dalintourist.com/kr/ecological-tours/item/askold-island.
Aunque solo esté en ruso, merece la pena visitar la página KFSS por ver las fotos de los faros de Basargina (http://kfss.ru/content/mayak-basargin) y Skryplyov (http://kfss.ru/content/mayak-skryplyova).
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