El itinerario, de tan solo ocho noches, nos pareció un poco breve. Decidimos complementarlo con un par de noches previas en Atenas y tres noches posteriores en Venecia. La primera nos había causado una magnífica impresión en nuestra anterior visita y queríamos conocerla más a fondo. Y Venecia es uno de esos lugares a los que nunca me cansaré de regresar.
El recorrido detallado fue el siguiente:
- 5 de Agosto: vuelo Madrid – Atenas. Tras acomodarnos en el hotel, aprovechamos la tarde para disfrutar de un precioso atardecer en Filopapos.
- 6 de Agosto: un largo día en Atenas. Entre otros monumentos, visitamos el Ágora Romana y Kerameikos. Fue el único día completo de los dos que pasamos en Atenas y lo aprovechamos inténsamente, centrándonos en aquello que no conocíamos, aunque regresamos a algunas de las visitas obligadas de la ciudad.
- 7 de Agosto: por la mañana, visitamos el Museo de la Acrópolis. Embarcamos en Le Lyrial a primera hora de la tarde, para zarpar a las siete rumbo a Hydra.
- 8 de Agosto: pasamos la mayor parte del día recorriendo la hermosa y tranquila isla de Hydra. Ya de noche, atravesamos el Canal de Corinto.
- 9 de Agosto: fondeamos en Vathí, capital de la mítica isla de Ítaca.
- 10 de Agosto: escala en Parga, una antigua posesión veneciana en el Epiro.
- 11 de Agosto: un largo día, que comenzó temprano, navegando por las Bocas de Kotor. Tras visitar la preciosa ciudad de Kotor, volvimos a salir por sus bocas, coincidiendo con el atardecer más hermoso de todo el viaje.
- 12 de Agosto: fondeamos frente a Dubrovnik. Pasamos la mañana recorriendo sus impresionantes murallas. Por la tarde, tras visitar alguno de los monumentos más destacados, subimos hasta el vecino monte Srđ para disfrutar de las vistas al atardecer.
- 13 de Agosto: por la mañana, una breve pero interesante escala en la isla de Mljet, donde visitamos su parque nacional. Por la tarde, fondeamos frente a la hermosa ciudad de Korčula.
- 14 de Agosto: escala en la ciudad de Hvar, de la que nos despedimos con una fuerte tormenta.
- 15 de Agosto: llegamos a Venecia en la mañana de uno de los peores días del año para visitar la ciudad. Pero teníamos un plan: pasar las tres noches durmiendo en Murano. Tras dejar el equipaje en el hotel, nos fuimos todavía más lejos, a visitar Torcello, al norte de la laguna.
- 16 de Agosto: hicimos un larguísimo recorrido por Venecia, procurando evitar los lugares más masificados. Arrancamos en el norte de Cannaregio, visitando Santa María Asunta, para luego centrarnos en los monumentos más destacados de San Polo y seguir hasta la interesantísima Ca’ Rezzonico, en Dorsoduro. Después cruzamos a Giudecca, a cenar y ver atardecer. Acabamos pasando, ya de noche, por una plaza de San Marco que estaba más concurrida de lo que habíamos esperado.
- 17 de Agosto: cansados tras el intenso día anterior, dimos un tranquilo paseo matinal por el sestiere de Castello. Tras una pausa a mediodía, regresamos a Venecia para cenar en Rialto y dar un paseo de despedida hasta la Punta de la Aduana y, una vez más, San Marco, que en esta ocasión encontramos más vacía que la noche anterior.
- 18 de Agosto: tras un último y breve paseo por Murano, la lancha del hotel nos llevó al aeropuerto Marco Polo, para regresar a Madrid.
El crucero lo hicimos a bordo de Le Lyrial, un flamante barco de Ponant que nos dejó muy buenas sensaciones. El reducido tamaño del buque le permitía visitar lugares que hubieran sido impensables para otros de mayores dimensiones. Al llevar tan solo 260 pasajeros, fondear y desembarcar en lanchas era un proceso simple, que utilizó en todos los puertos intermedios entre Atenas y Venecia. También fue digno de mención el impecable nivel de servicio y mantenimiento del barco.
A pesar de hacer el viaje por el Mediterráneo en pleno mes de Agosto, apenas encontramos masificación. Puntualmente, en los lugares más icónicos de Atenas, bastante más en Dubrovnik y, muy de pasada, en Venecia. La mayor parte de las escalas eran puertos tranquilos, apenas frecuentados por el turismo de masas. Incluso en Venecia, logramos estar la mayor parte del tiempo recorriendo zonas tranquilas, visitando monumentos apenas frecuentados. En resumen, un buen itinerario, que nos permitió conocer más a fondo el mar Jónico y la zona central del Adriático.