Nuestro plan inicial para llegar a Edimburgo era coger el tren en la estación de Dalmeny, a unos 700 metros del muelle de South Queensferry, y llegar a la estación de Edimburgo – Waverley, en el centro de la ciudad. Aunque la distancia andando pueda parecer corta, hay que tener en cuenta que la estación está en lo alto de una colina, por lo que hay que subir casi 100 metros de desnivel. De todos modos, cambiamos de planes nada mas salir del muelle: nos encontramos con un autobús que, por 10 £ ida y vuelta, ofrecía un trayecto directo hasta el centro de Edimburgo (Charlotte Square), con la posibilidad de hacer el trayecto de vuelta en un horario muy amplio, así que decidimos no complicarnos la vida.
La parte turística de Edimburgo no es demasiado grande, por lo que se puede recorrer andando sin mayor problema. Evidentemente, es imposible conocer a fondo la ciudad en las pocas horas disponibles, pero si te da tiempo a recorrer sus calles principales, entrar en varios de sus monumentos y hacerte una idea general de su fisonomía. La principal duda que tuvimos fue si intentábamos visitar el Castillo de Edimburgo. Dado que había unas colas enormes para entrar, decidimos no hacerlo, ya que hubiera significado sacrificar demasiado tiempo en una sola visita.
En cambio, pudimos pasear por Princes Street Gardens, subir al monumento a Sir Walter Scott, visitar la Catedral de St. Giles, recorrer la Milla Real, la iglesia de Canongate (y su tranquilo cementerio) y dar una vuelta por Regents Gardens y George Street.
La ciudad estaba en pleno Festival de Edimburgo, por lo que el ambientazo era tremendo, sobre todo en High Street. Además de los distintos eventos de pago, hay una cantidad ingente de animación en la calle. Puedes ver desde el típico escocés con falda y gaita haciéndose fotos con los turistas, hasta un grupo de maoríes bailando un haka, pasando por unos acróbatas sobre sillas de esparto o unos tipos con un bote de suavizante en la cabeza. Una mezcla de lo mas variopinta. Eso si, había veces que era prácticamente imposible moverse por la calle.
St. Giles también es bastante interesante de ver. La iglesia ha estado íntimamente vinculada a distintos episodios de la historia de Escocia desde el siglo XII, por lo que recorrerla es hacer un viaje por sus principales acontecimientos. Son curiosas las múltiples lápidas funerarias, memoriales y capillas, especialmente el memorial de Archibald Campbell, a quién Carlos II agradeció sus servicios enviándole a un reino mejor que el suyo, mediante el expeditivo método de decapitarle en una plaza cercana.
Por último, subir a Calton Hill permite, además de ver varios monumentos emblemáticos, como los dedicados a Robert Burns o a Dugald Stewart, disfrutar de varias de las mejores vistas de la ciudad y su entorno.
Antes de coger el autobús de vuelta, aprovechamos para tomar una cerveza en Angels Share, un bar próximo a la parada de autobús, muy bonito, con una wifi bastante rápida e incluso un camarero argentino que nos atendió magníficamente.
El blog Mad About Travel (en español, a pesar del nombre) tiene numerosas entradas sobre Edimburgo, ciudad en la que reside su autora. Un buen comienzo puede ser visitar http://madaboutravel.com/2011/12/25/que-hacer-que-ver-en-edimburgo-en-dos-dias-dia-1/.
Más Edimburgo es un interesante blog de una pareja española que pasó unos años viviendo en la ciudad: http://masedimburgo.com/guias-de-edimburgo/. Muy recomendable.
Muchísimas gracias por la mención! Me alegro de que mi blog te haya parecido útil 😉 Un abrazo grande desde Edimburgo
Gracias a ti Patricia, por tu magnífico blog. Un abrazo desde Madrid.