El puerto está a 38 kilómetros de Inverness, con unas comunicaciones bastante irregulares, tanto en autobús como por ferrocarril. Por este motivo, muy a mi pesar, decidimos no arriesgarnos a quedarnos embarrancados en un lugar sin mayor aliciente y optamos por coger una excursión organizada por la naviera: Lago Ness y castillos de las Tierras Altas.
Para mi sorpresa, cuando salimos del barco había varias personas ofreciendo actividades y transporte a distintos puntos de la zona, pero ya era tarde para cambiar de idea.
Por lo demás, nuestra experiencia en Invergordon se redujo a atravesarlo en autobús a la salida y a la vuelta. Lo único digno de atención que el lugar parece tener es una colección de murales al aire libre, algunos de los cuales vimos fugazmente desde el autobús. El muelle estaba en una zona un tanto desolada y aislada del resto de la población, por lo que al regreso de la excursión entramos directamente al barco.
En cambio, tras partir, la navegación por el Cromarty Firth fue bastante interesante. El juego del sol entre los claros de las nubes y el entorno industrial (reparación y montaje de plataformas petrolíferas) creaban un escenario un tanto irreal pero, quizá por ese mismo motivo, de gran belleza.
En la página http://www.invergordontours.com ofrecen excursiones y actividades desde la ciudad. Una pena no haberla descubierto antes de nuestra visita.
La web oficial de turismo de Invergordon está en http://www.visitinvergordon.com/.
En https://invergordonoffthewall.org.uk/ hay información sobre los murales.
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