Cuando volví a salir a cubierta, pasadas las siete y media, estábamos de nuevo navegando por el canal que separa Vågsøy del continente. A la tenue luz del amanecer, las montañas eran poco más que negras siluetas, indistinguibles del negro mar. Hacia el noreste, una luz azulada se las arreglaba para traspasar las nubes, permitiendo adivinar las lejanas cumbres nevadas. La sensación de paz era asombrosa. Pero no duró mucho.
En unos minutos, llegamos a Sildegapet, la bahía que se extiende entre Vågsøy y la península de Stadlandet. Según aumentaba la luz, las agrestes paredes de la península se iban haciendo visibles. Stadlandet es considerada la zona más complicada para la navegación del litoral noruego. Hasta el punto de existir un proyecto para construir el primer túnel para barcos del mundo que, conectando los fiordos de Vanylvs y Molde, evitaría que buques del tamaño del Finnmarken tuvieran que rodear el promontorio. Quizá sea una buena idea, pero la navegación frente a Stadlandet fue realmente hermosa. Pudo influir que el mar no estaba demasiado movido y el viento era casi inexistente. Navegábamos aproximadamente a una milla de distancia de la costa. Las olas rompían contra la base de los acantilados, mientras el Finnmarken parecía enfilar las rocas de Buholmen, también batidas por el incesante oleaje. Pasaríamos a menos de quinientos metros de Buholmen. Tan cerca, que daba la sensación de que, alargando la mano, sería posible tocar las rocas. Mientras, a babor, la espuma sobre el mar revelaba la presencia de otro grupo de escollos, que apenas sobresalían por encima de las aguas. Era la primera vez que podía disfrutar de un barco de Hurtigruten manejándose entre los entresijos de la costa noruega y no pude evitar un sentimiento de admiración.
Poco después, llegamos a la altura del cabo Stad, considerado el límite entre los mares del Norte y Noruega. El Finnmarken viró hacia rumbo ENE, enfilando la ruta que, entre lo que a mi ojos parecía un inescrutable laberinto de islas, debía llevarnos a Torvik, nuestra siguiente escala. Me dediqué a disfrutar de la hermosa vista que se desplegaba ante nuestro costado de estribor, bajo la luz dorada de un amanecer que había dejado de ser incipiente. A babor quedó el faro de Svinøy, construido en 1905 y actualmente convertido en un alojamiento turístico.
Una vez zarpamos de Torvik, la siguiente escala era Ålesund, de la que apenas nos separaban 28 kilómetros. Pasamos poco más de una hora navegando entre islas, con las cumbres nevadas de Hareidlandet y Sula a estribor. Entre estas dos islas se encuentra el Sulafjorden, que conecta con el Storfjorden, uno de los más visitados de Noruega. En verano, Hurtigruten lo recorre hasta Geiranger. En invierno, me tuve que conformar con disfrutar de la vista del fiordo de Sula, con los imponentes Alpes de Sunnmøre al fondo, apenas distinguibles entre las nubes.
Un breve paseo por Ålesund.
Zarpamos, como estaba previsto, a las tres de la tarde. Tras navegar por un canal perfectamente balizado, entre la isla de Lepsøya y el continente, el Finnmarken viró hacia el este y se introdujo en el Midfjorden, camino del Romsdalsfjorden y el puerto de Molde. Mientras, desde popa, se podía disfrutar de un hermoso atardecer, en un mar en calma.
Quizá esta calma permitió que llegáramos a Molde antes de lo previsto. La escala, inicialmente de media hora, se convirtió en una de 50 minutos. Molde es una ciudad con una larga historia, que arranca a finales de la Edad Media. Durante una semana, en Abril de 1940, fue la capital de facto de Noruega, al buscar refugio en ella el rey Haakon VII, junto a varios miembros del gobierno y el parlamento. También acogió las reservas de oro del país, evacuadas desde Oslo justo antes de la ocupación alemana. La pequeña ciudad sufrió una serie de bombardeos por parte de la Luftwaffe, que acabaron con su completa destrucción en un ataque con bombas incendiarias el 29 de Abril. Fue reconstruida tras la guerra, pero es una ciudad nueva, sin ningún edificio histórico interesante. Di un breve paseo por sus tranquilas calles, aproveché para comer una pizza y regresé al barco.
Zarpamos a las 18:30, en plena noche. La siguiente escala era Kristiansund, un lugar a priori interesante, al que estaba previsto llegar a las diez. Demasiado tarde para lo cansado que estaba después de un largo día. Lo dejé para el viaje de vuelta. Al día siguiente llegábamos a Trondheim a las seis de la mañana y tenía intención de madrugar. Tan pronto como las luces de Molde quedaron atrás, me fui al camarote a reponer fuerzas.
Se puede ver todo el recorrido invernal que realicé por Noruega en https://depuertoenpuerto.com/noruega-en-invierno/.
En el blog Andén 27 se describe el mismo itinerario en verano: http://anden-27.blogspot.com/2015/11/hurtigruten-dia-2.html.
La web oficial de turismo de Noruega también tiene una página dedicada al expreso de la costa: https://www.visitnorway.es/organiza-tu-viaje/como-moverse/en-barco/hurtigruten/.
La página del representante de Hurtigruten para España y Portugal está en https://www.hurtigrutenspain.com/destinos/noruega/bergen-kirkenes-bergen/, aunque no permite hacer reservas, solo ver información y solicitar presupuestos.
En inglés la página oficial está en https://global.hurtigruten.com/destinations/norway/classic-round-voyage-bergen-kirkenes-bergen. Aquí si se pueden ver los camarotes disponibles y hacer la compra en línea.
Para el que prefiera hacer solo una parte del recorrido, recomiendo consultar el blog Snow to Seas, que describe un trayecto Bergen – Ålesund a principios de otoño, con consejos prácticos: http://snowtoseas.com/norwegian-fjords-budget-hurtigruten/.
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