La escala de Hurtigruten tenía una duración de un par de horas. Había que elegir un objetivo principal y dejar los demás como plan alternativo, por si me sobraba algo de tiempo o fallaba el primero. Me decidí por subir el Sikksakkveien, la senda que, partiendo del centro de la ciudad, en las proximidades del pabellón azul, zigzaguea hasta el monte Salen, a unos 80 metros de altura. Con nieve, el paseo de subida lleva unos 15 minutos. Cerca de la cima hay un mirador, una cafetería, que encontré cerrada, y un aparcamiento. Por supuesto, también es posible acceder hasta el aparcamiento en transporte público. Pero no es lo mismo.
El sendero tiene una historia curiosa. Parece ser que fue abierto por las cabras que pastaban en la empinada ladera. A pesar del riesgo, los vecinos de Hammerfest comenzaron a utilizarlo. Finalmente se organizó una suscripción popular que, combinada con el trabajo de voluntarios, permitió abrir un camino mas adecuado en 1893. Viendo el estado actual del camino, al menos en invierno, me pregunto como sería antes. Durante mi visita, con la ladera llena de nieve congelada, era muy recomendable llevar crampones. Aun así la bajada tuvo cierta dificultad cerca de su tramo mas alto.
Desde el mirador se divisaba buena parte de la ciudad, su magnífico puerto natural y la vecina planta de procesado de gas de Melkøya, la mayor instalación industrial del norte de Noruega, responsable de buena parte de la prosperidad actual de Hammerfest. Hacia el oeste, Sørøysundet se extendía entre un laberinto de islas. Un velero navegaba plácidamente por las aguas del puerto, añadiendo serenidad a la escena. Una vez mas, el día era espléndido y la luz del sol, reflejada en la nieve y el mar, brillaba con una fuerza inusual.
Cuando descendí del Salen, aun tenía 45 minutos de margen antes de zarpar. Me encaminé hacia la iglesia, un moderno edificio construido en 1961, en sustitución de la iglesia destruida por los alemanes en su retirada. El edificio, cuya silueta exterior recordaba vagamente la «catedral del ártico» de Tromsø, no me pareció gran cosa.
Regresé hacia el puerto dando un breve paseo por las calles parcialmente cubiertas de nieve. Cerca de los muelles se encuentra el ayuntamiento, frente a cuya fachada hay un curioso «monumento», de un gusto cuando menos dudoso, pero muy popular entre los visitantes de Hammerfest. El conjunto me pareció rematadamente kitsch, casi al nivel de la huldra que ameniza el Ferrocarril de Flåm.
Se aproximaba la hora de zarpar, pero estaba tan cerca del Finnmarken que todavía me dio tiempo a visitar la «Real y Antigua Sociedad del Oso Polar«, un local situado justo al lado del acceso al muelle. Aunque parezca un museo dedicado a las costumbres del ártico y la historia de la ciudad, en realidad es una especie de asociación a la que puede apuntarse cualquiera, con el único requisito de abonar la cuota de admisión. La sociedad no parece ser mas que una trampa para turistas. En cambio, el acceso a la zona de exposición es gratuito. Sin ser nada excepcional, no se pierde nada por hacer una visita, aunque sea fugaz.
¿La ciudad mas septentrional del mundo?
Hammerfest está situada a 70° 39′ 48″ de latitud norte. Obtuvo el estatus de ciudad en 1789, antes incluso que Tromsø. Sus habitantes dicen con orgullo que viven en la ciudad mas septentrional del mundo. ¿Es cierto?
Por una parte, llamar ciudad a un núcleo urbano que no alcanza los 10.000 habitantes puede parecer un tanto exagerado. En este sentido, la cercana Tromsø, a 69° 38′ 56″ y con una población cercana a los 70.000, se asemeja mas a lo que en cualquier parte llamaríamos una ciudad. Aunque está mas al sur. Y, si optáramos por considerar ciudad a un núcleo con al menos 100.000 habitantes, tendríamos que irnos hasta Norilsk, en Siberia, a 69° 20′ 0″ norte y habitada por unas 180.000 personas.
Además Honningsvåg, situada algo mas al norte, concretamente a 70° 58′ 43″, es considerada legalmente una ciudad desde 1996. Aunque, debido a su escasa población, que no llega a los 2.500 habitantes, con la legislación actualmente en vigor en Noruega no podría obtener dicha calificación. Como en tantas ocasiones, la respuesta dependerá del criterio que se elija. O directamente de las preferencias del interrogado.
El Finnmarken zarpó a las 12:45, de nuevo bajo un cielo increíblemente azul. A pesar de lo breve de la escala y su reducido tamaño, Hammerfest me dejó buenas sensaciones. Quizá no sea la ciudad mas septentrional del mundo y, desde luego, apenas tiene vestigios históricos o edificios de interés. Pero, comparada con otros asentamientos en lo mas remoto del ártico noruego, es innegable su aire de pequeña ciudad. La primera en el viaje de retorno al sur.
Muy complicado encontrar información en español sobre Hammerfest. Lo mejor que he visto, es una entrada en Diario del Viajero: https://www.diariodelviajero.com/europa/hammerfest-viviendo-mas-alla-del-circulo-polar-artico.
Ni tan siquiera la página sobre la ciudad en la web oficial de turismo de Noruega está traducida al español. La versión en inglés está en https://www.visitnorway.com/places-to-go/northern-norway/hammerfest/.
La página sobre Hammerfest en la web de Hurtigruten se puede consultar en https://www.hurtigruten.com/ports/hammerfest/.
En Cruise Norway se puede encontrar bastante información sobre el puerto en https://www.cruise-norway.no/Ports/Hammerfest/.
El extremo septentrional del Arco de Struve, el primer intento de medir la forma real de nuestro planeta, se encuentra en Hammerfest y tiene web propia: https://www.struve.no/engelsk/engelskhome/. Puede ser una visita interesante, que yo no tuve tiempo de realizar.
Por último, la página oficial de turismo está en https://www.visithammerfest.net, aunque ofrece poca información mas allá de la referente a excursiones y visitas guiadas.
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