Llegamos a la bahía sobre las seis de la mañana. El barco avanzaba lentamente y la sensación de calma era total. No había viento y apenas oleaje. Hacia el este, a la luz del amanecer, podíamos ver las montañas del Peloponeso perdiéndose en el horizonte. El puerto no parecía tener mucha actividad. Solo había unos cuantos veleros fondeados en la bahía y varias barcas de pesca atracadas en el muelle. Desayunamos en la terraza del camarote, mientras el barco atracaba, disfrutando de la paz que se respiraba en el ambiente.
Desembarcamos poco después de las ocho. Tras dejar el muelle, la sensación de paz no duró mucho. Una auténtica turba de vendedores de excursiones a Olimpia nos estaba esperando. Cogimos un autobús y nos fuimos con destino al yacimiento arqueológico lo mas rápido que pudimos.
Regresamos algo después de mediodía, cansados y sedientos. La temperatura había subido bastante y la plácida mañana se había convertido en un tórrido día de verano, apenas mitigado por una leve brisa marina. Nos dirigimos directamente al paseo marítimo, buscamos una terraza, y nos tomamos un refresco, mientras descansábamos de la caminata de Olimpia.
Durante nuestra ausencia, habían llegado otros dos cruceros: el Vision of the Seas y el Seabourn Odyssey. Por lo demás, el puerto seguía con el mismo ambiente tranquilo y relajado de la mañana. Únicamente se notaba algo de actividad en la interminable hilera de terrazas que se alineaban junto al muelle.
Todavía teníamos un rato libre, por lo que decidimos dar un vuelta por Katakolon. Además de las típicas tiendas enfocadas al turismo, lo único que aparentemente se podía visitar era un museo dedicado a la antigua tecnología griega. El museo no tenía muy buena pinta y nosotros andábamos escasos de tiempo y fuerzas, por lo que decidimos no entrar y dirigirnos hacia el barco, con la idea de dar un bocado antes de zarpar.
A las tres en punto de la tarde, zarpamos de Katakolon, rumbo al Pireo. La intención del capitán era llegar al puerto de Atenas de madrugada, evitando el pico de tráfico naval que se produce todas las mañanas. Una vez mas, la salida a primera hora de la tarde nos garantizaba unas horas de navegación a la luz del día, esta vez por la costa griega del Mar Jónico.
La web Happy Cruises tiene una pequeña entrada sobre la localidad: https://www.happycruises.es/que-ver-en-katakolon-en-un-dia-de-crucero/.
En inglés, la página https://katakoloninsights.com contiene bastante información práctica sobre Katakolon.
Se puede encontrar información sobre el puerto en https://www.katakolon.org.
En https://depuertoenpuerto.com/crucero-mediterraneo-oriental/ se puede ver el itinerario completo de nuestro viaje por el Mediterráneo Oriental.
No siempre un crucero es la mejor forma de visitar un lugar. Incluso aunque este se halle al borde del mar. Este es precisamente el caso de KATÁKOLO. Porque para ver los tesoros de este lugar necesitaríamos un pequeño submarino o al menos un buen traje de buceo. Lo realmente interesante de esa lugar se encuentra bajo el agua a 5 metros de profundidad. Se trata del asentamiento de FEA que los atenienses utilizaron como base en las guerras del Peloponeso. En el siglo VI un terremoto lo hundió bajo las aguas.
Grecia es el segundo país europeo en cuanto a longitud costera, después de Noruega y cuenta con más de 9.000 islas. Situada históricamente en el centro de las rutas comerciales del mediterraneo, es de entender que sus fondos marinos estén plagados de tesoros, ciudades y arte. Es por ello que se ha desarrollado un importante turismo subacuático en sus parques submarinos.
Si nos sumergímos, con las debidas autorizaciones en estas aguas del golfo de San Andres descubriremos interesantes construcciones y un buen número de columnas de las antigua ciudad de Feia de la que aún se conoce muy poco.
Pero para ello necesitaremos tiempo en ese hermoso lugar, dedicación y empeño. Circunstancias que no suelen encontrarse en un crucero de placer. Cade lugar tiene su tiempo y solo cuando armonizas con él se deja conocer.
Saludos