Habíamos visitado Haukadalur en varias ocasiones. Comenzando con la penúltima jornada de nuestro primer viaje a Islandia, en julio de 2017. También había estado en invierno, durante un viaje en solitario, y en pleno verano de la pandemia, nuevamente acompañado por Olga. En esta última ocasión, durmiendo en el hotel Geysir y con el turismo de Islandia reducido a una fracción del habitual, tuvimos la suerte de lograr visitar Strokkur en la soledad más absoluta. Todo un lujo, en uno de los emplazamientos más visitados de la isla. A pesar de lo cual, cuando un volcán trastocó nuestros planes para el verano de 2023, no nos importó regresar. Dormiríamos tres noches en el Geysir, uno de mis hoteles favoritos de Islandia, utilizándolo como base para nuestros recorridos por el suroeste de la isla.
En linea recta, el hotel está a tan solo 278 metros de Strokkur. Andando, la distancia se eleva hasta los 400. Un tranquilo paseo, de apenas 5 minutos. Está tan cerca, que las erupciones son perfectamente visibles desde algunas partes del hotel. La foto que tienes arriba no tiene mayor mérito que el de mostrar la escasa distancia que separa el hotel de Strokkur. Está tomada desde una mesa del restaurante, mientras desayunábamos tranquilamente.
Como ya habíamos podido comprobar en el verano de 2020, una de las ventajas de dormir en Haukadalur consiste en poder ir a visitar el área geotermal tanto muy pronto como muy tarde. A horas en las que, aunque no llegues a estar completamente solo, el nivel de visitantes es mucho menor del habitual. Uno de los problemas de la zona, sobre todo de Strokkur, es la dificultad para lograr fotografías en las que no salgan personas. Aunque también puede ser interesante hacer alguna toma con figuras humanas, que sirvan para dar escala al géiser, siempre he sido mas partidario de las fotos «limpias». Más allá de que no salieran otros visitantes en las fotos, lo que realmente buscaba era poder desenvolverme con tranquilidad. Quería unas tomas muy determinadas y prefería poderme mover libremente, sin molestar a nadie con el trípode o la cámara.
Con la excepción de la primera tarde, cuando llegamos agotados tras la larga excursión al volcán, visitar Strokkur acabó convirtiéndose en una especie de ritual, tanto antes de ir a dormir como a primera hora de la mañana. Nunca tuve suerte en mis visitas vespertinas. La luz siempre era demasiado escasa e insípida. Además, las dos tardes acabó habiendo más visitantes por la zona de los que habíamos previsto.
Tuve mucho más éxito durante las mañanas, en las que solía ir muy pronto. En una ocasión, incluso antes de desayunar. Generalmente tenía entre muy poca y ninguna compañía. Además, aunque el sol estaba hacia el noreste y relativamente bajo, pude hacer alguna fotografía con el chorro de agua recortándose contra un espléndido cielo azul. Algo que, en Islandia, puede ser bastante complicado. La toma que ves arriba está realizada a 1/1250 segundos, con la idea de poder congelar las gotas de agua y no utilizar trípode. Uno de los problemas de Strokkur es que no hay dos explosiones iguales y puede resultar complicado acertar con el encuadre. Por contra, con la cámara a mano alzada, tendrás más posibilidades de improvisar. Aunque también deberás luchar contra la tendencia natural de seguir el chorro de agua hacia el cielo, que acabará arruinando muchas fotos.
En realidad, no era esa la toma que me interesaba. Quería fotografiar la burbuja que se forma justo al comienzo de cada erupción. Por primera vez tenía una cámara con la calidad y velocidad de disparo suficientes para intentarlo. En esta ocasión, sí monté el trípode. Ya había encontrado la ubicación y el ángulo que me interesaban. También cambié el objetivo, para lograr un plano cerrado, sin elementos accesorios. Tras algún intento fallido, conseguí la serie de fotos que buscaba. El principal problema en Strokkur es adivinar el momento exacto en el que la charca comienza a hincharse, presagiando la llegada de la burbuja de agua hirviendo que da lugar a la explosión.
En apenas una fracción de segundo, comienza a verse la burbuja, elevándose rápidamente desde el fondo. Aunque, en realidad, el proceso es tan rápido que resulta muy complicado para el ojo humano apreciar el momento. La cámara consigue congelarlo perfectamente en el tiempo. De nuevo a 1/1250 segundos de velocidad.
Todavía es más difícil de apreciar a simple vista lo que acontece a continuación, cuando la columna de agua generada por el vapor comienza a perder consistencia. Acaba desmenuzándose en millones de gotas, pero el momento de transición es realmente extraño, con el agua formando una infinidad de extraños filamentos, que no tardan en desaparecer. Mientras tanto, en la base del géiser se crea una ola, que también genera curiosas texturas en el agua de la charca. Las tres fotos que acabas de ver son una muestra de un disparo en ráfaga, a 10 tomas por segundo. En concreto, la primera, tercera y sexta toma. Lo cual sirve para hacerse una idea de la rapidez con la que se produce el fenómeno.
El último día, ni siquiera hice fotos. Estaba tan satisfecho con el resultado de la mañana anterior, que me limité grabar videos. Volvía a tener un objetivo muy claro. No me interesaba una toma amplia, en la que se viera a Strokkur elevándose hasta el cielo. En primer lugar, son complicadas de grabar, sobre todo en horizontal. Y estoy chapado a la antigua, no me gusta el video vertical. Además, era una toma que ya tenía. Incluso en 2020 había grabado una erupción de Strokkur, desde la orilla de Blesi, por puro azar. No era muy estable, pues la hice a mano alzada, pero la erupción había sido impresionante.
Al igual que en la anterior jornada, buscaba una toma de la ruptura de la burbuja, esta vez en un video a cámara lenta. A priori, parecía más sencillo que hacer fotografías. Bastaba con dejar la cámara grabando y, posteriormente, cortar la parte menos interesante del video. Aunque no era tan fácil. El tiempo entre dos erupciones puede llegar a los diez minutos, con el gasto de batería y tarjeta de memoria que ello supone. Una vez más, tocaba jugar a adivinar cuál de los vaivenes de la charca daría lugar a una erupción de Strokkur. Por muchas que hayas visto previamente, es más complicado de lo que parece y las falsas alarmas son numerosas. Además, no todas las erupciones se comportan igual ni alcanzan la misma altura. Esa incertidumbre es parte del encanto del géiser.
Tras cuatro tomas de prueba, en las que fui ajustando el ángulo de la cámara, decidí intentar la que realmente me interesaba. Nuevamente, un plano cerrado de la burbuja. La siguiente erupción no se elevó demasiado. Tampoco me importó. Solo quería grabar su base. Estaba a punto de finalizar el video, cuando noté algo extraño en el agua. Strokkur no me dio tiempo a pensar. En unos pocos segundos, hubo una segunda erupción. No son las más seguidas que he logrado ver. Recuerdo una ocasión, especialmente espectacular, en la que el géiser volvió a erupcionar en apenas un par de segundos. Pero aquella vez no lo había podido grabar. En cambio ahora, al primer intento, había logrado un video que superaba mis mejores expectativas. No me molesté en volverlo a intentar.
Para ampliar la información.
Se puede ver mi visita invernal en https://depuertoenpuerto.com/haukadalur-en-invierno/.
La tercera, nuevamente durante un verano, en https://depuertoenpuerto.com/dos-paseos-por-haukadalur/.
Encontrarás nuestro breve viaje por el suroeste de Islandia en https://depuertoenpuerto.com/cinco-dias-en-el-suroeste-de-islandia/.
En inglés, la entrada sobre Haukadalur en la página oficial de turismo del sur de Islandia está en https://www.south.is/en/place/geysir-geothermal-area.
La web Arctic Adventures tiene una página con abundante información: https://adventures.is/information/geysir-geothermal-area/.
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