El área geotermal de Seltún

En Islandia se da con los espacios naturales un fenómeno muy parecido al que se produce en Venecia con los monumentos. Lugares que, en cualquier otra parte del mundo, serían considerados una visita imprescindible, aquí pasan casi inadvertidos, eclipsados por la avalancha de maravillas que los rodean. El área geotermal de Seltún es uno de ellos. Si estuviera, por ejemplo, en nuestra volcánica isla de Lanzarote, sería un reclamo turístico de primer orden. En Islandia, queda en segundo plano, muy por detrás de Landmannalaugar, Kerlingarfjöll o Haukadalur.

Seltún forma parte de Krýsuvík, un área volcánica de mayores dimensiones, situada justo al este de Geldingadalir. Donde, según escribo estás líneas, se está produciendo una espectacular erupción volcánica. De hecho, antes de que la lava comenzara a brotar por una fisura a los pies del Fagradalsfjall, los vulcanólogos pensaban que la erupción tendría lugar en el Keilir, un antiguo volcán en el extremo nororiental del sistema de Krýsuvík.

Entrar en Seltún es como aterrizar en otro planeta, donde tanto los aromas como la paleta de colores resultan impactantes, sobre todo si es tu primera visita a Islandia. El característico «perfume» a huevos podridos invade el ambiente. Si tienes la suerte de visitarlo durante un día tranquilo, el aire también estará lleno de los sutiles sonidos emitidos por las charcas burbujeantes. Pero, sobre todo, lo más llamativo del lugar es su áspero y desolado terreno, lleno de solfataras, volcanes de lodo, fumarolas y manantiales geotermales. Todo ello aderezado con los vapores que emanan de la tierra y el agua, dando a la zona un aspecto fantasmagórico.

Una de las ventajas del lugar, además de su relativa tranquilidad, es su cercanía a Reikiavik, desde donde se puede llegar en poco más de media hora siguiendo la carretera que bordea el lago Kleifarvatn, otro lugar bastante interesante. La cruz de estar junto a la región más poblada de la isla es la fuerte huella humana que hay en la zona. Se estuvo extrayendo sulfuro con fines comerciales entre 1754 y 1763 y posteriormente entre 1858 y 1880. Los científicos también se interesaron por el área, realizando dos perforaciones en 1756. Apenas habían alcanzado los 10 metros de profundidad cuando se produjo una explosión y los trabajos fueron abandonados.

En 1941 volvió a perforarse, con la intención de explorar las posibilidades de su energía geotérmica. Seis años después, se decidió realizar un nuevo taladro, para extraer agua caliente y electricidad. Los trabajos se interrumpieron cuando, al llegar a los 230 metros de profundidad, el pozo entró en erupción. Se intentó sellar, pero la fuerte presión que acumulaba hizo aconsejable dejar fluir el vapor. En 1999 acabó explotando, creando un cráter de 43 metros de diámetro y expulsando materiales a 700 metros de distancia. En 2010 y 2019 se produjeron otras explosiones, aunque de menores dimensiones. Todavía pueden apreciarse algunas de las estructuras creadas durante estos intentos, pero finalmente se ha decidido intentar aprovechar los recursos de otras zonas dentro de Krýsuvík y dejar Seltún como una atracción turística.

En su nuevo papel, Seltún ha sido dotada de un aparcamiento, aseos, carteles informativos y una pasarela de madera, que permite recorrer cómodamente parte de la zona. Los más aventureros pueden ampliar la exploración siguiendo la senda que lleva a la cima del cercano Hverafjall, a 308 metros de altura. En cualquier caso, como en todo área geotermal de Islandia, es aconsejable realizar la visita con una buena dosis de prudencia. En la zona acondicionada, hay que evitar salirse del camino marcado. Además de peligroso, pues el terreno puede estar a más de 80ºC, cualquier huella que dejemos tardará décadas en desaparecer. Y, si el área está cerrada, no ignores las indicaciones. Cuando en Islandia prohíben el acceso a un lugar, suele ser por motivos más que fundados. Quizá la siguiente explosión sea inminente.