Mi viaje invernal a Islandia se acercaba rápidamente a su fin. En su penúltima jornada, el plan era llegar desde el sur de la isla hasta su capital. Cualquiera que siga el blog sabrá que no suelo visitar Reikiavik. Pero en esta ocasión quería conocer el Museo Nacional de Islandia, por lo que había decidido pasar una noche en la ciudad. Por la ruta directa, utilizando la Ring Road, apenas había 173 kilómetros entre ambos hoteles. Pero, como casi siempre, mis planes eran un poco más ambiciosos. Quería aprovechar la escasez de nieve para intentar explorar algunas rutas secundarias, más ceñidas a la costa meridional. Mi principal objetivo era averiguar si el espectacular faro de Þrídrangar, un lugar que hasta en los mapas es difícil de localizar, era visible desde la costa.

Amanecer en Lágey.

Comencé la jornada disfrutando de un hermoso amanecer en Lágey, la parte baja de Dyrhólaey, el promontorio más meridional de Islandia. Un lugar que tiene sobrados motivos para ser uno de los más visitados de la isla.

Finalmente me puse en marcha hacia el oeste, pasadas las diez y media de una mañana que era cada vez más espléndida. Hasta tal punto que, una vez dejé atrás la reserva natural de Dyrhólaey, me animé a volar el dron en las inmediaciones de Loftsalahellir. También pensé en visitar la cueva, pero su camino de acceso, bastante empinado, era un auténtico barrizal. Preferí dejarlo para mejor ocasión.

Reemprendí mi ruta hacia occidente, dirigiéndome directamente a Drífandi í Fljótshlíð. Una cascada perfectamente visible desde la Ring Road que, pese a estar eclipsada por las cercanas Seljalandsfoss y Skógafoss, no deja de tener su interés. Nunca olvidaré la primera vez que pude contemplarla, durante una mañana de verano con un intenso vendaval, que empujaba el agua nuevamente hacia las alturas hasta hacer desaparecer completamente la cascada. Esta vez el viento brillaba por su ausencia, algo muy poco habitual en Islandia. Otra ocasión para volar el dron. Siendo una más de las miles de cascadas que se reparten por la isla, resulta complicado encontrar información sobre Drífandi. En algún lugar he leído que tiene 70 metros de altura. Lo dudo. Para superar levemente su cota más alta, tuve que elevar el dron hasta los 202 metros.

El Herjólfur en Landeyjahöfn

El Herjólfur en Landeyjahöfn.

Apenas unos kilómetros al oeste, tras atravesar el puente sobre el Markarfljót, dejaba la Ring Road, dirigiéndome hacia el sur por la 254. La carretera va a morir en Landeyjahöfn. El diminuto puerto, en medio de ninguna parte, desde donde zarpa el ferri que lleva a Vestmannaeyjar. Fue inaugurado en 2010 y es la única infraestructura portuaria en los más de 350 kilómetros de costa que separan Höfn de Þorlákshöfn. Hasta su construcción, el ferri utilizaba este último puerto, alargando el tiempo de travesía desde los 30 minutos actuales hasta las 3 horas.

Þrídrangar en el horizonte

Þrídrangar en el horizonte.

Subí al pequeño mirador del espigón occidental de Landeyjahöfn. El día era espléndido y la visibilidad aparentemente magnífica. A lo lejos, hacia el suroeste, podía ver las espigas de roca donde se asienta Þrídrangaviti, elevándose más de 30 metros sobre las aguas de un Atlántico extraordinariamente calmado. Aunque la distancia, de unos 20 kilómetros, se combinó con una temperatura relativamente elevada para impedirme hacer una foto medianamente aceptable. La diferencia de temperatura entre el agua y el aire hacía que éste reverberara, enturbiando la linea del horizonte.

El Herjólfur zarpando de Landeyjahöfn

El Herjólfur zarpando de Landeyjahöfn.

Tras el primer fracaso del día, decidí seguir hacia el oeste por la carretera 253. Con suerte, encontraría algún lugar un poco más cercano a Þrídrangaviti. Sin ella, al menos evitaría el tráfico de la Ring Road y podría recorrer un paisaje más bucólico y relajado que atravesando la principal carretera de Islandia. Vi como el Herjólfur zarpaba, con el Eyjafjallajökull como impresionante telón de fondo, y reanude mi ruta por el suroeste de la isla.

En el sur de Rangárþing eystra

En el sur de Rangárþing eystra.

No logré volverme a acercar a la costa. Las carreteras secundarias, aunque cubiertas de nieve, eran perfectamente transitables. No se podía decir lo mismo de las pistas que se adentraban aún más al sur. En cualquier caso, pude recorrer, con toda la calma del mundo, un paisaje salpicado de pequeñas granjas. Enmarcado por las estribaciones occidentales del Eyjafjallajökull y las montañas más allá de Fljótshlíð, hacia el norte, y las islas Westman, hacia el sur.

Caballos en Rangárþing eystra

Caballos en Rangárþing eystra.

Y lleno de caballos. Había pequeñas (y no tan pequeñas) manadas de los duros caballos islandeses por todas partes. El viento comenzaba a hacer acto de presencia, agitando sus crines y, en ocasiones, haciéndolos formar pequeños grupos. Quizá fuera éste el motivo por el que, en contra de su costumbre, apenas mostraban curiosidad y solían permanecer quietos, facilitando las posibilidades fotográficas. O simplemente, en una de las regiones más turísticas de Islandia, están tan hartos de ver pasar coches que se limitan a ignorarlos.

Al sur de Landeyjavegur

Al sur de Landeyjavegur.

Recorría un paisaje llano y, tratándose de la deslumbrante Islandia, relativamente anodino. Lo que no implica que estuviera falto de interés. Hacia el sur, un páramo cubierto de plantas quemadas por las heladas se extendía hasta el horizonte. La nieve se entremezclaba con la hierba reseca y ambos con pequeñas lagunas, completamente congeladas. Alguna valla para el ganado, una granja de vez en cuando, y poco más.

Junto al Skúmsstaðavatn

Junto al Skúmsstaðavatn.

Al norte, más allá de un Skúmsstaðavatn que curiosamente no estaba congelado, la silueta del Eyjafjallajökull había sido reemplazada por la del Hekla. Un volcán que actualmente no alcanza la fama de aquél que logró paralizar los cielos de media Europa en 2010. Pero que históricamente ha sido mucho más activo y destructivo, hasta el punto de encontrarse entre los más temidos de Islandia, ser considerado durante la Edad Media como una de las puertas del infierno y aparecer escupiendo fuego en varios mapas renacentistas. Su última fase activa fue en el 2000, aunque es uno de los volcanes más monitorizados de la isla. Entre otros motivos, porque apenas avisa antes de entrar en erupción. Se estima que el tiempo de reacción, después de que el Hekla de las primeras señales de actividad, es de entre 30 y 80 minutos.

Knarrarósviti

Knarrarósviti.

Mi siguiente objetivo era el faro de Knarrarósviti. Una torre de 26 metros de altura que se encuentra 4 kilómetros al este de Stokkseyri. Fue levantado entre 1938 y 1939, compartiendo con otros faros de Islandia una curiosa mezcla entre estilos modernista y funcionalista. Al igual que el faro de Kálfshamarsvík, en el norte de la isla, fue diseñado por el ingeniero islandés Axel Sveinsson. Con razón ambas torres tienen una silueta tan parecida. Mi plan de intentar llegar a la base del faro no tardó en frustrarse. La pista, completamente cubierta de nieve, estaba en muy malas condiciones.

Atardecer junto a Stokkseyri

Atardecer junto a Stokkseyri.

Me detuve brevemente en Stokkseyri. Un lugar un tanto extraño. Me habían comentado que la destartalada población tiene una diminuta playa de arena blanca. La única de formación natural en todo el sur de Islandia. No pude encontrarla. O la encontré y no fui capaz de identificarla. Quizá mis expectativas eran demasiado elevadas. Aunque la búsqueda me permitió disfrutar de los primeros compases del atardecer sobre los escollos de la costa meridional de Islandia.

Krísuvíkurvegur junto al Kleifarvatn

Krísuvíkurvegur junto al Kleifarvatn.

Sobre la marcha, improvisé el último plan de la tarde. Aún me quedaba una batería cargada del dron. Intentaría volarlo al atardecer desde uno de los miradores del lago Kleifarvatn, del que apenas me separaban 61 kilómetros. En un invierno normal, la carretera 42, que recorre la orilla occidental del lago, habría estado cortada. Al estar la carretera 43 cerrada al tráfico, debido a las erupciones en el entorno de Grindavík, Krísuvíkurvegur se había convertido en la única vía directa que conecta el norte y el sur de la península de Reykjanes. Con la consecuencia de recibir mucha más atención de lo habitual por parte de las máquinas quitanieves.

El lago Kleifarvatn al atardecer

El lago Kleifarvatn al atardecer.

Llegué al lago en el momento perfecto, con las montañas proyectando largas sombras sobre su congelada superficie, mientras el paisaje comenzaba a adquirir sutiles tonos asalmonados. El único problema fue el viento, que cada vez era más intenso. Hasta tal punto, que no me pareció prudente intentar volar el dron. Una lástima.

Grótta al atardecer

Grótta al atardecer.

Acabé llegando a Reikiavik coincidiendo con el final de un hermoso atardecer subártico, que me empujó a la última improvisación de la jornada: antes de ir al hotel, me acercaría al faro de la isla de Grótta. Fue todo un acierto. Al otro lado del Kollafjörður, los últimos rayos del sol acariciaban las cumbres de Akrafjall. El contraste entre los colores falsamente cálidos de sus laderas y las frías aguas del fiordo acentuaba la dureza del entorno, creando una escena de una extraña belleza, con esa peculiar mezcla entre lo salvaje y lo sereno que forma parte de la esencia de Islandia.

Akrafjall desde Reikiavik

Akrafjall desde Reikiavik.

Terminaba así una jornada larga y un tanto atípica, recorriendo el suroeste de Islandia por rutas poco trilladas y, con las únicas excepciones del amanecer y el ocaso, huyendo de los lugares más turísticos. Toda una demostración de que, en la Tierra de Hielo, no hace falta recorrer distancias descomunales para disfrutar de hermosos paisajes. Incluso desdeñando aquellos que, a priori, puedan parecer más deslumbrantes.

Para ampliar la información.

Siendo una de las rutas más frecuentadas de Islandia, no resulta complicado encontrar información sobre la zona. En este mismo blog, se puede ver un recorrido veraniego por la zona en https://depuertoenpuerto.com/de-vik-i-myrdal-a-selfoss/.

Respecto a los principales lugares que me «salto» en este itinerario invernal, es posible consultarlos en las siguientes entradas:

Sólheimajökull: https://depuertoenpuerto.com/en-el-solheimajokull/.

Kvernufoss: https://depuertoenpuerto.com/un-breve-paseo-invernal-a-kvernufoss/.

Skógasafn: https://depuertoenpuerto.com/skogasafn-el-museo-de-skogar/.

Skógafoss: https://depuertoenpuerto.com/skogafoss/.

Seljalandsfoss: https://depuertoenpuerto.com/a-solas-en-seljalandsfoss/.

Eldborg við Geitahlíð: https://depuertoenpuerto.com/eldborg-vid-geitahlid/.

Seltún: https://depuertoenpuerto.com/el-area-geotermal-de-seltun/.

En https://www.outono.net/elentir/2021/05/17/el-increible-faro-de-thridrangar-un-sitio-no-apto-para-gente-con-vertigo-o-claustrofobia/ hay un breve artículo sobre el faro de Þrídrangar.

En inglés, Guide to Iceland tiene una entrada sobre el mismo tema: https://guidetoiceland.is/travel-iceland/drive/thridrangar-lighthouse.