Viviendo en una ciudad como Madrid, podría haber optado por la fotografía urbana o callejera. O simplemente seguir intentado hacer fotografía, de paisaje o fauna, en los alrededores de la ciudad. Al final, tras probar un poco de todo, últimamente me ha dado por fotografiar insectos. Una práctica que tiene varias ventajas. Por una parte, resulta sencillo encontrar lugares en los que realizarla. Algunos, como el parque de Oeste, literalmente a un paso de casa. Tampoco he necesitado ampliar significativamente mi equipo. El 90% de lo que precisaba he podido reciclarlo de mi parafernalia habitual. Además, es un tipo de fotografía que te permite ir aprendiendo, mientras logras resultados interesantes por el camino.
Quizá esta última característica sea la más atractiva de la fotografía macro y aquello que, en cierto modo, la convierte en adictiva. Un día fotografías una simple mosca y consigues apreciar el detalle de sus alas. La semana siguiente, buscas una mayor definición y logras distinguir las formas de sus extremidades y su extraño (y un tanto repulsivo) pelaje. Siguiente reto, un detalle de sus ojos compuestos. Después, puedes intentar complementarlo con un encuadre interesante. Cada foto que haces te lleva a la siguiente, en un curioso camino de crecimiento.
Aquí, también tengo mis manías personales. Intento ir lo más «ligero de equipaje» que puedo, primando la movilidad. No utilizo trípode ni flash. Tampoco altero la realidad que tengo delante. Fotografío los insectos en vivo, desenvolviéndose en su medio natural. En ocasiones, puede ser un tanto desesperante, pero forma parte del reto y, por tanto, de la diversión. Perseguir a un abejorro por el campo, buscando una toma del «bicho» volando, acaba siendo todo un desafío.
El equipo que utilizo es prácticamente el mismo que para la fotografía de paisaje. Una Sony Alpha 7C, casi siempre con la lente 70 – 300 mm. Con el zoom al máximo, puedo fotografiar insectos asustadizos desde una distancia razonable. Para ampliar la imagen y disminuir la distancia de enfoque, lo complemento con una lente de aumentos, que se enrosca como si fuera un filtro, y un par de anillos extensores. En ocasiones, monto tanto la lente como los dos anillos, logrando un gran factor de ampliación. Otras veces, me limito a utilizar alguno de los anillos. Con éstos últimos, que apenas me costaron 25 euros, suele ser suficiente para lograr buenos resultados. Lo que pierdo en ampliación, lo gano en facilidad de encuadre y enfoque.
Aunque, en ocasiones, utilizo un 50 mm. con una apertura máxima de 1,8. Con los anillos separadores, se puede lograr un factor de aumento razonable, con la ventaja de utilizar un objetivo más luminoso y con menor distancia de enfoque. Una maravilla, en condiciones de iluminación complicadas. La principal pega es tener que acercarte bastante más al sujeto de la foto. Con arañas o insectos poco asustadizos, no supone el menor problema. Lograr una foto de un abejorro suele ser bastante complicado. Una mariposa, prácticamente imposible.
Suelo configurar la cámara a 1/1000, en ráfaga, con el ISO en automático y la apertura en el entorno de F11. En Madrid, durante una jornada luminosa, suele ser suficiente para lograr fotografías sin grano, o con éste muy controlado. Acostumbro a utilizar el enfoque automático, sobre todo con insectos voladores. Con arañas, hormigas o «bichos» que se muevan poco, en ocasiones es mejor el enfoque manual. También puede dar buen resultado cuando hay demasiadas ramas por medio o el insecto está en el interior de una flor. En cualquier caso, siempre deberás tener en cuenta que la profundidad de campo tiende a ser extremadamente baja, incluso con aperturas altas.
El nivel de detalle que puedes lograr con este equipo, que tampoco es tan sofisticado, en ocasiones es asombroso. Aunque dependerá mucho del nivel de luz, de tu habilidad al elegir los parámetros concretos, tu pulso y lo «colaborativo» que sea el insecto. Resulta complicado apreciarlo en las fotos del blog, reducidas y comprimidas por motivos de espacio y versatilidad. A modo de muestra, arriba tienes un recorte de la foto de la «mosca del bar», que puedes ver completa más abajo. Si pinchas sobre la imagen superior, verás el recorte a su resolución nativa y podrás hacerte una idea.
Respecto a los lugares en los que desarrollar este tipo de fotografía, en realidad te puede servir cualquier espacio en el que haya un mínimo de vegetación. Como una maceta en el balcón de tu casa. A veces, ni eso. La foto de arriba está sacada en un mostrador de madera sintética, en una ciudad de la periferia de Madrid. Es una de sus ventajas, aunque es cierto que acaba resultando mucho más sencillo en entornos más frondosos y, a ser posible, con agua en sus proximidades.
Uno de mis espacios favoritos es la rosaleda del parque del Oeste. No solo hay rosas, por lo que es relativamente sencillo encontrar plantas floreciendo en casi cualquier época del año. Un auténtico imán para los insectos. Además, la gran variedad de colores de fondo te dará mucho juego con las composiciones. Suele ser un lugar tranquilo y es muy sencillo aparcar justo frente a su puerta.
Si buscas un entorno algo menos urbano, el Capricho, en la Alameda de Osuna, puede ser un buen lugar. Un parque que combina espacios formales con otros más frondosos y en el que tampoco suele haber demasiada gente. También tiene varias láminas de agua e incluso algún elemento arquitectónico interesante, por si te interesa hacer otro tipo de fotografía.
Y si quieres un espacio más silvestre, sin alejarte demasiado del centro, también puedes ir a las inmediaciones de la Quinta del Duque del Arco, en el monte del Pardo. La quinta en si está en un entorno formal, con un jardín barroco de estilo francés. Pero, justo antes de su entrada, hay un par de lugares en los que aparcar y desde los que puedes recorrer el característico bosque mediterráneo que antiguamente rodeaba Madrid.
Respecto a los meses del año, siempre son más interesantes los de primavera, cuando la vida renace y las especies polinizadoras van frenéticamente de flor en flor. Pero incluso en pleno invierno es posible encontrar arañas o algún tipo de díptero. Evidentemente, no hay que buscarlos en las mismas horas del día. En verano, suelen ser mejores las horas muy tempranas, antes de que el calor apriete, o aquellas en las que el sol está próximo a ocultarse. En invierno, el mediodía o la primera hora de la tarde.
Personalmente, nunca he regresado de un «safari» sin alguna toma interesante. Más allá de los insectos, la fotografía macro te permite descubrir un mundo extraño, casi alienígena, normalmente inaccesible al ojo humano. Una flor, una piedra, una hoja o una gota de agua, acabarán brindándote mil oportunidades fotográficas, con las que entrenar tanto tu soltura en el manejo de la cámara como tus habilidades de composición. Aunque, todo hay que decirlo, esto último quizá sea lo más complicado.
Para ampliar la información.
Hay otra guía, más genérica, en http://www.redforesta.com/wp-content/uploads/2011/12/MN5-Los-artropodos-de-la-Comunidad-de-Madrid.pdf.
En la web de ciencia ciudadana iNaturalist hay un listado de insectos, con fotos: https://www.inaturalist.org/projects/insectos-de-la-comunidad-de-madrid. También puedes apuntarte al proyecto y colaborar en su desarrollo.
La página sobre La Rosaleda en la web del Ayuntamiento de Madrid está en https://www.madrid.es/portales/munimadrid/es/Inicio/El-Ayuntamiento/Parques-y-jardines/Patrimonio-Verde/Parques-en-Madrid/Rosaleda-de-Madrid-Parque-del-Oeste/.
La de El Capricho, en https://www.madrid.es/portales/munimadrid/es/Inicio/El-Ayuntamiento/Parques-y-jardines/Patrimonio-Verde/Parques-en-Madrid/Jardin-historico-El-Capricho-de-la-Alameda-Osuna/.
En https://elpardo.es/quinta-del-duque-del-arco/ encontrarás algo de información sobre La Quinta, aunque en realidad puede que sea más útil la sección de la misma web sobre el monte de El Pardo: https://elpardo.es/monte-de-el-pardo/.
Siempre me han gustado tus fotos de paisaje, pero la macro, que practiqué un tiempo, se de su dificultad.
Enhorabuena por alguna de las tomas
Como bien dices, tiene su dificultad, pero eso forma parte de su atractivo. Y cuando logras una buena toma, resulta muy gratificante.