Así que, con algo de retraso debido a ciertos problemas para atracar, sobre las diez de la mañana nos subimos a un Toyota Yaris y salimos con rumbo a Selfoss, en la costa meridional de Islandia. El comienzo del viaje fue un tanto desalentador. Viniendo de los espectaculares Fiordos del Oeste, Reykjavik era de una normalidad casi decepcionante: autopistas, edificios, coches, semáforos. Todo lo que uno no busca en Islandia. Cuando comenzamos a abandonar la ciudad, la salvaje naturaleza islandesa nos golpeó de lleno. Pero no en forma de paisajes increíbles o fenómenos geológicos asombrosos. Nos metimos de lleno en un banco de niebla tan espesa que era complicado ver las líneas de la carretera. Finalmente, la niebla desapareció cuando la carretera comenzó a descender hacia el río Ölfusá. Tras cruzar el río y atravesar Selfoss, el paisaje comenzó a hacerse más interesante. No era especialmente hermoso, pero prometía. La carretera, generalmente recta como una flecha, discurría por una amplia llanura, por la que había dispersas pequeñas explotaciones agrícolas, en muchos casos reconvertidas en centros de agroturismo.
Finalmente, tras cruzar el río Markarfljót, sobre las doce llegamos a nuestro primer destino del día: la cascada de Seljalandsfoss. Situada cerca del límite de las Tierras Altas de Islandia, Seljalandsfoss es una cascada hermosa. Pero sinceramente nos dejó un tanto decepcionados. Quizá fue porque encarna todos los males de la incipiente masificación turística de Islandia. Cuando llegamos, nos encontramos con una explanada repleta de coches y de gente. Por haber, había hasta parquímetros, aunque debían estar averiados, ya que nadie era capaz de sacar el ticket de aparcamiento. Yo tampoco lo conseguí. Seljalandsfoss, que es perfectamente visible desde la Ruta 1, tiene una altura de unos 60 metros. Tras la cascada hay una cueva, a la que se puede acceder andando, lo que permite verla «desde debajo». Había cola para entrar, por lo que ni lo intentamos. Dimos un paseo hasta otra pequeña cascada situada unos metros más al norte y decidimos seguir ruta.
Tras un comienzo un tanto desalentador, el día comenzó a ponerse interesante. Habíamos llegado junto al borde meridional de las Tierras Altas de Islandia, formadas por las sucesivas erupciones de los grandes volcanes del centro de la isla. La carretera discurría por la estrecha llanura que hay entre éstas y el mar. Poco después de reincorporarnos a la Ruta 1, pudimos ver una cascada a nuestra izquierda. No he podido averiguar su nombre. Tampoco era gran cosa, comparada con otras cascadas de Islandia. Pero, azotada por un fuerte viento, parte del agua salía literalmente volando por la pared rocosa, hasta el extremo de que en ocasiones la cascada desaparecía completamente.
Animados por el cambio en el paisaje, cada vez más agreste y hermoso, nos dirigíamos a nuestro siguiente destino: Dyrhólaey. Desde sus miradores se dominan las playas de Reynisfjara y Kirkjufjara. Ambas se encuentran entre las playas de arena negra más famosas de Islandia, siendo además notables las diversas formaciones de roca que adornan la costa en sus inmediaciones. No pudimos ver prácticamente nada. De nuevo, un espeso banco de niebla se había asentado en la zona, hasta el punto de que, desde lo alto de los acantilados, en ocasiones no veíamos ni las olas que rompían en la playa, apenas unos metros bajo nuestros pies. Estuvimos haciendo algo de tiempo en la zona, con la vana esperanza de que despejara. Pero lo único que logramos ver fue alguno de los frailecillos que formaban parte de una de las mayores colonias de estas aves en Islandia.
Con nuevos ánimos, salimos rumbo a nuestro siguiente destino, ya en en circuito del Círculo Dorado: Faxafoss. A pesar de su proximidad a la carretera 35, por la que pasa la ruta, estuvimos prácticamente solos. Quizá, haciendo el recorrido en el sentido tradicional, no tenga mucho sentido detenerse en esta cascada, justo después de haber visitado la impresionante Gullfoss. Faxafoss (también conocida como Vatnsleysufoss) es una cascada bastante más modesta, con una caída de solo 7 metros, aunque su ancho es más notable, llegando a los 80 metros. En nuestro caso, fue una parada agradable. Sin ser nada del otro mundo, Faxafoss tenía su encanto. Además, en sus inmediaciones encontramos un pequeño bar, con vistas sobre la cascada, en el que aprovechamos para tomar un café.
Salimos hacia nuestro último destino del día: Þingvellir. El día había mejorado notablemente, y por primera vez pudimos disfrutar del paisaje de Islandia en toda su majestuosidad. Los aproximadamente 60 kilómetros de ruta fueron una maravilla. Íbamos prácticamente solos por la carretera. Al principio, mientras recorríamos la carretera 37, podíamos ver hacia el este las nevadas cumbres de las Tierras Altas de Islandia. Después nos desviamos por la carretera 365 y el paisaje se fue volviendo más inhóspito. La carretera discurría por una llanura totalmente desprovista de árboles. Hacia el norte, unas montañas volcánicas se recortaban contra las nubes, tras las que intentaba aparecer un tímido sol.
Tras más de una hora en Þingvellir, el cansancio y el hambre (desde el copioso desayuno, solo habíamos tomado un café con leche) comenzaron a hacernos mella. Estábamos a unos 45 kilómetros del puerto de Skarfabakki, la terminal de cruceros de Reykjavik. El trayecto, por una carretera totalmente vacía, fue rápido y agradable. Llegamos a Reykjavik al anochecer, justo a tiempo para una cena rápida en el MS Rotterdam. Después, nos acercamos a devolver las llaves del coche de alquiler junto a la terminal de cruceros, diez minutos antes de la medianoche. El odómetro del coche marcaba 466,7 kilómetros. No parecen muchos, si lo vemos con la óptica de un trayecto por autopista. Pero fue un día intenso y agotador, con numerosas caminatas, conduciendo por carreteras de doble sentido, en condiciones meteorológicas a veces adversas. En cualquier caso, un día muy interesante, lleno de magníficas experiencias. Algunas de ellas quizá irrepetibles.
Se puede ver la antítesis de mi primera visita a Seljalandsfoss en https://depuertoenpuerto.com/a-solas-en-seljalandsfoss/.
De las diversas ocasiones en que he regresado a Dyrhólaey, quizá la más interesante sea la que está en https://depuertoenpuerto.com/dyrholaey/.
Otra opción, durante una escala en Reikiavik, es recorrer la fascinante y generalmente poco visitada Reykjanes. Las entradas del blog sobre la península se pueden consultar en https://depuertoenpuerto.com/category/europa/escandinavia/islandia/reykjanes/.
En https://depuertoenpuerto.com/crucero-trasatlantico/ se puede ver el itinerario completo de nuestro crucero trasatlántico.
En Viaja por Libre hay una buena entrada sobre un recorrido con algunas paradas que nosotros no hicimos: https://www.viajaporlibre.com/blog/ruta-del-circulo-dorado-en-islandia/.
Viajeros 3.0 propone otra ruta, con alguna visita alternativa: https://viajeros30.com/2018/04/15/que-ver-circulo-dorado-de-islandia/. Hay múltiples variaciones sobre la ruta clásica viajando por libre.
En Los Viajes de Wircky hay una entrada sobre la playa de Kirkjufjara: http://wircky.com/playa-kirkjufjara/.
En inglés, se puede encontrar una pagina muy completa con información sobre el Círculo Dorado en https://guidetoiceland.is/you-guide/how-to-drive-the-golden-circle.
En la página European Waterfalls hay entradas sobre las cascadas de Seljalandsfoss (http://www.europeanwaterfalls.com/waterfalls/seljalandsfoss/) y Faxi (http://www.europeanwaterfalls.com/waterfalls/faxi/).
El gobierno de Islandia tiene una magnífica página con información sobre el tráfico y las condiciones de conducción en la isla: https://safetravel.is. Muy recomendable.
Buenas tardes,
Felicitarle porque su información nos ha sido de gran ayuda.
Hemos visto su viaje con parada a Reikiavik.
Queríamos saber con que compañía contrato el alquiler de coche y si lo recogió en el mismo puerto.
También saber desde que puerto atracó su barco ya que nosotros también viajamos en un crucero.
Y por último saber si cuando se baja del barco hay disponibilidad de taxis para algún desplazamiento.
Gracias de antemano y felicitaciones de nuevo.
Un saludo.
Pilar
Buenas tardes Pilar. Puedes ver la entrada completa de la escala en Reikiavik, pasando una noche en el puerto, en https://depuertoenpuerto.com/una-larga-escala-en-reikiavik/.
En aquella ocasión, atracamos en Skarfabakki, aunque si el barco es pequeño cabe la posibilidad de atracar en el puerto antiguo, junto al Harpa. También te digo que esto último no es lo habitual.
El coche lo alquilamos en Europcar, ya que había una oficina al lado de la terminal de cruceros de Skarfabakki. Lo devolvimos bastante tarde, dejando las llaves en un buzón de la oficina.
Respecto a los taxis, suele haber. Al día siguiente cogimos uno para ir hasta el centro y luego regresamos andando. El problema, si llegas en un barco grande, es que quizá se agoten. También puedes hacer lo contrario que nosotros, si hace buen día: ir hasta el centro paseando y regresar en taxi.