La excursión clásica que se suele hacer durante una escala en Reykjavik es el célebre Círculo Dorado. Básicamente consiste en un recorrido circular que, partiendo de la ciudad, recorre la falla de Þingvellir, los géiseres del valle de Haukadalur y la cascada de Gullfoss. No queríamos hacer una excursión organizada. En primer lugar, porque las detesto y son siempre mi última opción, sobre todo en países con buenos niveles de seguridad e infraestructuras, como Islandia. En segundo, porque normalmente incluyen alguna parada más «comercial», que no me interesan lo más mínimo. Y, por último, me llamó la atención que prácticamente todas salían de Reykjavik en un margen de tiempo muy estrecho por la mañana y además hacían el recorrido en el mismo sentido. La receta perfecta para la masificación. Tras estudiar la ruta, pensamos que lo mejor era alquilar un coche. También decidimos hacer la ruta en sentido levógiro, al contrario de lo habitual, pensando acertadamente que así evitaríamos las horas punta. Y, ya puestos, ¿porqué no apurar algo el día y aprovechar para hacer alguna visita adicional por la costa sur?

Así que, con algo de retraso debido a ciertos problemas para atracar, sobre las diez de la mañana nos subimos a un Toyota Yaris y salimos con rumbo a Selfoss, en la costa meridional de Islandia. El comienzo del viaje fue un tanto desalentador. Viniendo de los espectaculares Fiordos del Oeste, Reykjavik era de una normalidad casi decepcionante: autopistas, edificios, coches, semáforos. Todo lo que uno no busca en Islandia. Cuando comenzamos a abandonar la ciudad, la salvaje naturaleza islandesa nos golpeó de lleno. Pero no en forma de paisajes increíbles o fenómenos geológicos asombrosos. Nos metimos de lleno en un banco de niebla tan espesa que era complicado ver las líneas de la carretera. Finalmente, la niebla desapareció cuando la carretera comenzó a descender hacia el río Ölfusá. Tras cruzar el río y atravesar Selfoss, el paisaje comenzó a hacerse más interesante. No era especialmente hermoso, pero prometía. La carretera, generalmente recta como una flecha, discurría por una amplia llanura, por la que había dispersas pequeñas explotaciones agrícolas, en muchos casos reconvertidas en centros de agroturismo.

Seljalandsfoss

Seljalandsfoss.

Finalmente, tras cruzar el río Markarfljót, sobre las doce llegamos a nuestro primer destino del día: la cascada de Seljalandsfoss. Situada cerca del límite de las Tierras Altas de Islandia, Seljalandsfoss es una cascada hermosa. Pero sinceramente nos dejó un tanto decepcionados. Quizá fue porque encarna todos los males de la incipiente masificación turística de Islandia. Cuando llegamos, nos encontramos con una explanada repleta de coches y de gente. Por haber, había hasta parquímetros, aunque debían estar averiados, ya que nadie era capaz de sacar el ticket de aparcamiento. Yo tampoco lo conseguí. Seljalandsfoss, que es perfectamente visible desde la Ruta 1, tiene una altura de unos 60 metros. Tras la cascada hay una cueva, a la que se puede acceder andando, lo que permite verla «desde debajo». Había cola para entrar, por lo que ni lo intentamos. Dimos un paseo hasta otra pequeña cascada situada unos metros más al norte y decidimos seguir ruta.

Cascada cerca de Ásólfsskáli

Cascada cerca de Ásólfsskáli.

Tras un comienzo un tanto desalentador, el día comenzó a ponerse interesante. Habíamos llegado junto al borde meridional de las Tierras Altas de Islandia, formadas por las sucesivas erupciones de los grandes volcanes del centro de la isla. La carretera discurría por la estrecha llanura que hay entre éstas y el mar. Poco después de reincorporarnos a la Ruta 1, pudimos ver una cascada a nuestra izquierda. No he podido averiguar su nombre. Tampoco era gran cosa, comparada con otras cascadas de Islandia. Pero, azotada por un fuerte viento, parte del agua salía literalmente volando por la pared rocosa, hasta el extremo de que en ocasiones la cascada desaparecía completamente.

Arco natural junto a Kirkjufjara

Arco natural junto a Kirkjufjara.

Animados por el cambio en el paisaje, cada vez más agreste y hermoso, nos dirigíamos a nuestro siguiente destino: Dyrhólaey. Desde sus miradores se dominan las playas de Reynisfjara y Kirkjufjara. Ambas se encuentran entre las playas de arena negra más famosas de Islandia, siendo además notables las diversas formaciones de roca que adornan la costa en sus inmediaciones. No pudimos ver prácticamente nada. De nuevo, un espeso banco de niebla se había asentado en la zona, hasta el punto de que, desde lo alto de los acantilados, en ocasiones no veíamos ni las olas que rompían en la playa, apenas unos metros bajo nuestros pies. Estuvimos haciendo algo de tiempo en la zona, con la vana esperanza de que despejara. Pero lo único que logramos ver fue alguno de los frailecillos que formaban parte de una de las mayores colonias de estas aves en Islandia.

Skógafoss.
Viendo que no aclaraba, poco después de las dos decidimos seguir hacia nuestro siguiente destino: la impresionante cascada de Skógafoss. Nos gustó bastante más que Seljalandsfoss y, aunque desde luego no estábamos solos, había bastante menos gente que en la anterior cascada. Lentamente, había comenzado a cambiar el día. Estando en lo alto de Skógafoss, comenzó a disiparse la niebla, permitiéndonos ver la costa, de la que nos separaban unos cinco kilómetros.

Faxafoss

Faxafoss.

Con nuevos ánimos, salimos rumbo a nuestro siguiente destino, ya en en circuito del Círculo Dorado: Faxafoss. A pesar de su proximidad a la carretera 35, por la que pasa la ruta, estuvimos prácticamente solos. Quizá, haciendo el recorrido en el sentido tradicional, no tenga mucho sentido detenerse en esta cascada, justo después de haber visitado la impresionante Gullfoss. Faxafoss (también conocida como Vatnsleysufoss) es una cascada bastante más modesta, con una caída de solo 7 metros, aunque su ancho es más notable, llegando a los 80 metros. En nuestro caso, fue una parada agradable. Sin ser nada del otro mundo, Faxafoss tenía su encanto. Además, en sus inmediaciones encontramos un pequeño bar, con vistas sobre la cascada, en el que aprovechamos para tomar un café.

Gullfoss.
Con las fuerzas repuestas, acometimos la parte mollar del circuito, comenzando por la impresionante Gullfoss, que superó todas nuestras expectativas. Eran casi las seis de la tarde y, aparentemente, comenzaba a bajar el nivel de visitantes. No estuvimos solos, pero pudimos disfrutar del espectacular entorno razonablemente cómodos.
En el valle de Haukadalur.
La siguiente visita fue la zona geotérmica de Haukadalur, donde se encuentran dos de los géiseres más famosos de Islandia: Strokkur y Geysir. Este último, aunque actualmente bastante menos activo, es el primero comúnmente conocido en Europa, por lo que su nombre se ha acabado generalizando para denominar el fenómeno geológico.
En ruta hacia Þingvellir

En ruta hacia Þingvellir.

Salimos hacia nuestro último destino del día: Þingvellir. El día había mejorado notablemente, y por primera vez pudimos disfrutar del paisaje de Islandia en toda su majestuosidad. Los aproximadamente 60 kilómetros de ruta fueron una maravilla. Íbamos prácticamente solos por la carretera. Al principio, mientras recorríamos la carretera 37, podíamos ver hacia el este las nevadas cumbres de las Tierras Altas de Islandia. Después nos desviamos por la carretera 365 y el paisaje se fue volviendo más inhóspito. La carretera discurría por una llanura totalmente desprovista de árboles. Hacia el norte, unas montañas volcánicas se recortaban contra las nubes, tras las que intentaba aparecer un tímido sol.

Atardecer en Þingvellir.
Llegamos a Þingvellir poco antes de las nueve, al comienzo del atardecer. Fue, con diferencia, lo mejor del día, y de lo mejor de todo el viaje. Al increíblemente hermoso paisaje se unieron una luz preciosa y la prácticamente total ausencia de visitantes, haciendo que la visita fuera auténticamente mágica.
Camino de Reykjavik

Camino de Reykjavik.

Tras más de una hora en Þingvellir, el cansancio y el hambre (desde el copioso desayuno, solo habíamos tomado un café con leche) comenzaron a hacernos mella. Estábamos a unos 45 kilómetros del puerto de Skarfabakki, la terminal de cruceros de Reykjavik. El trayecto, por una carretera totalmente vacía, fue rápido y agradable. Llegamos a Reykjavik al anochecer, justo a tiempo para una cena rápida en el MS Rotterdam. Después, nos acercamos a devolver las llaves del coche de alquiler junto a la terminal de cruceros, diez minutos antes de la medianoche. El odómetro del coche marcaba 466,7 kilómetros. No parecen muchos, si lo vemos con la óptica de un trayecto por autopista. Pero fue un día intenso y agotador, con numerosas caminatas, conduciendo por carreteras de doble sentido, en condiciones meteorológicas a veces adversas. En cualquier caso, un día muy interesante, lleno de magníficas experiencias. Algunas de ellas quizá irrepetibles.

Algunos vínculos útiles:
Las demás entradas correspondientes al Círculo Dorando en el blog están en https://depuertoenpuerto.com/category/europa/escandinavia/islandia/circulo-dorado/.

Se puede ver la antítesis de mi primera visita a Seljalandsfoss en https://depuertoenpuerto.com/a-solas-en-seljalandsfoss/.

De las diversas ocasiones en que he regresado a Dyrhólaey, quizá la más interesante sea la que está en https://depuertoenpuerto.com/dyrholaey/.

Otra opción, durante una escala en Reikiavik, es recorrer la fascinante y generalmente poco visitada Reykjanes. Las entradas del blog sobre la península se pueden consultar en https://depuertoenpuerto.com/category/europa/escandinavia/islandia/reykjanes/.

En https://depuertoenpuerto.com/crucero-trasatlantico/ se puede ver el itinerario completo de nuestro crucero trasatlántico.

En Viaja por Libre hay una buena entrada sobre un recorrido con algunas paradas que nosotros no hicimos: https://www.viajaporlibre.com/blog/ruta-del-circulo-dorado-en-islandia/.

Viajeros 3.0 propone otra ruta, con alguna visita alternativa: https://viajeros30.com/2018/04/15/que-ver-circulo-dorado-de-islandia/. Hay múltiples variaciones sobre la ruta clásica viajando por libre.

En Los Viajes de Wircky hay una entrada sobre la playa de Kirkjufjara: http://wircky.com/playa-kirkjufjara/.

En inglés, se puede encontrar una pagina muy completa con información sobre el Círculo Dorado en https://guidetoiceland.is/you-guide/how-to-drive-the-golden-circle.

En la página European Waterfalls hay entradas sobre las cascadas de Seljalandsfoss (http://www.europeanwaterfalls.com/waterfalls/seljalandsfoss/) y Faxi (http://www.europeanwaterfalls.com/waterfalls/faxi/).

El gobierno de Islandia tiene una magnífica página con información sobre el tráfico y las condiciones de conducción en la isla: https://safetravel.is. Muy recomendable.