No soy muy amigo de visitar mercadillos. Quizá sea por haber pasado parte de mi infancia viviendo a las puertas del célebre Rastro de Madrid, sufriendo sus aglomeraciones y conociendo de primera mano sus tejemanejes. En cualquier caso, nuestra escala en Kōchi caía en domingo y el autobús del puerto nos dejaba en la estación de Harimaya. Nichiyo-ichi estaba en nuestra ruta hasta la entrada del castillo de Kōchi. Conociendo la fama del mercadillo, decidimos probar suerte.
Hasta entonces, el Japón que había conocido era un lugar bastante pulcro y ordenado. Según nos acercábamos al extremo oriental de Nichiyo-ichi, me llamó la atención su aspecto destartalado. Los puestos estaban cubiertos por toldos de las formas y colores más variopintos, colocados sin demasiado esmero. Aquello no tenía muy buena pinta.
Aunque la mayor parte del mercadillo se dedica a la alimentación, no faltan los puestos vendiendo ropa, menaje de cocina, objetos de segunda mano, antigüedades o artesanía. Algunos parecían interesantes, pero acabamos ignorándolos, fascinados por el exotismo de los puestos de alimentos. Me llamaron especialmente la atención los de pescado. Y no solo por una variedad que parecía no tener límite. A pesar de la temperatura, que empezaba a subir según avanzaba la mañana, y de no utilizar refrigeración, el género tenía un aspecto impecable y en ningún momento percibimos el desagradable olor que emite el pescado al comenzar a descomponerse.
Algunos puestos también ofrecen platos cocinados, con un aspecto muy apetitoso. Además existe la posibilidad de entrar en el mercado de Hirome, situado en el lateral sur de la avenida. En su interior, más de 60 tiendas ofrecen todo tipo de productos, aunque de nuevo predomina la alimentación. El mercado funciona como una especie de «food-court», en cuyas mesas centrales es posible consumir el producto adquirido en cualquiera de sus locales. Lo complicado debe ser encontrar un hueco libre. Nosotros, ni lo intentamos.
Al final, lo que habíamos planteado como rápido paseo de 20 minutos atravesando el mercadillo, acabó llevándonos prácticamente una hora. Y, de haber tenido más tiempo disponible, habríamos tardado bastante más. En mi opinión, lo que hace de Japón un país tan fascinante es la enorme diferencia entre nuestras culturas. Poder ver de primera mano la materia prima con la que elaboran su gastronomía fue una experiencia muy interesante. Que, además, Nichiyo-ichi llegue prácticamente hasta la puerta del castillo de Kōchi, la principal atracción de la ciudad, hacen de la visita al mercadillo un aliciente adicional para ir a Kōchi en domingo.
Para ampliar la información:
En Planetyze hay una breve entrada, con un video: https://planetyze.com/es/japan/kochi/sunday-market.
La web Chugoku + Shikoku x Tokyo tiene una reseña de Nichiyo-ichi (https://www.chushikokuandtokyo.org/spot_182/) y otra del mercado de Hirome (https://www.chushikokuandtokyo.org/spot_65/?language=es).
En https://depuertoenpuerto.com/crucero-extremo-oriente/ se puede ver el itinerario completo de nuestro viaje por Extremo Oriente.
En inglés, The Gate tiene un artículo con algo de información práctica: https://thegate12.com/spot/2145.
También se puede encontrar una reseña en la página Visit Kochi: https://visitkochijapan.com/en/see-and-do/10023.
En Matcha hay una entrada sobre el mercado de Hirome: https://matcha-jp.com/en/1654.
La web oficial de Kōchi tiene una página sobre el mercado en https://www.city.kochi.kochi.jp/site/kanko/nichiyouichi.html. Por desgracia está solo en japonés.
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