Salí a cubierta unos minutos antes de las siete de una mañana asombrosamente cálida y húmeda. Tanto, que según intentaba enfocar el hermoso y sereno amanecer, el interior del objetivo apenas tardó un par de segundos en empañarse. Acabé haciendo las fotos con el teléfono móvil. Mientras el sol salía por oriente, hacia el oeste podía ver una isla que básicamente parecía una gran colina emergida, sin ningún rasgo destacable. Su costa estaba en buena parte ocupada por edificios. Más arriba, una franja de olivos, salpicada con alguna casa dispersa. Y coronándola, el clásico bosque de pino mediterráneo.
El Sea Cloud II avanzaba lentamente, por un mar cuya superficie, sin ser una balsa de aceite, apenas se movía. Bajamos a desayunar mientras el barco dejaba atrás el estrecho que separa Spetses de Spetsopoula. Una isla aún más pequeña, que actualmente es propiedad privada. Fue comprada en 1962 por el armador griego Stavros Niarchos. Cuando quisimos regresar a cubierta, navegábamos frente al faro de Spetses. Una torre con apenas 11 metros de altura, levantada en 1837, por lo que sería uno de los primeros faros de la Grecia recién independizada. Aunque el edificio actual es de 1885.
Desembarcamos sobre las ocho y media de una mañana que comenzaba a ser tórrida. La temperatura ya alcanzaba los 28 grados y se esperaba que llegase a los 36. Todo ello, acompañado de un 80% de humedad. El día prometía ser duro, aunque la escala sería breve. La última lancha del Sea Cloud II partiría a la una del mediodía. Además, nuestro plan consistía básicamente en visitar un par de museos y dar un tranquilo paseo por una ciudad que, además de pequeña, parecía ser un remanso de tranquilidad. Algo similar a la espléndida Hydra, que habíamos tenido la suerte de visitar en el verano de 2018.
Al menos, eso decían los diversos artículos que había leído sobre la isla. En más de un lugar afirmaban que, al igual que en Hydra, los vehículos a motor están prohibidos en Spetses. Mentira. No vimos muchos coches, camiones o autobuses, aunque alguno había. Pero motos… las encontramos por todas partes. En los parques, en las calzadas, en las aceras, circulando por las callejuelas a toda velocidad o dificultando el acceso a algunos lugares. Hasta unos extremos que, a veces, parecían grotescos. Y que no contribuían precisamente al supuesto aire de tranquilidad de la isla. Si, en algún artículo o entrada de blog, lees que no hay vehículos motorizados en Spetses, desconfía. Lo más probable es que quien lo escriba no haya pisado la isla jamás. O que haya conocido una Spetses alternativa, en un universo paralelo.
Spetses parece haber estado habitada desde el mesolítico, cuando un istmo la unía al continente. También se han encontrado restos de la edad del bronce y fortificaciones que aparentan haber estado en uso durante la guerra del Peloponeso. Incrementó su población durante las primeras invasiones bárbaras, al ser un lugar más seguro que el continente. La isla, mencionada en las obras de Estrabón y Pausanias, siguió en la órbita del Imperio Romano de Oriente hasta que, tras la infausta cuarta cruzada, en 1220 se convirtió en una dependencia veneciana. Durante la antigüedad clásica, su nombre había sido Pityoussa, haciendo referencia a la abundancia de pinos. Los venecianos comenzarían a referirse a ella como Spezie. Según algunas versiones, debido a las numerosas plantas aromáticas que la tapizaban, aunque otros afirman que fue por encontrarse en la ruta de las especias que venían desde oriente. Aquel topónimo acabaría derivando en el actual.
Como tantas islas griegas, Spetses cambiaría de manos en varias ocasiones, entre la Serenissima y la Sublime Puerta. Hasta que, siendo una dependencia otomana, durante la guerra ruso-turca de 1768-1774 acabó participando en la revuelta de Orlov. Un primer intento de independencia griega, instigado desde San Petersburgo. Aunque finalmente Rusia ganaría la guerra, la revuelta fracasó, con nefastas consecuencias para Spetses. La isla, arrasada en 1770, quedó completamente deshabitada.
Tras el restablecimiento de la paz, a partir de 1774 volvió la población, principalmente desde el cercano Peloponeso. Como parte del tratado de Küçük Kaynarca, los buques griegos consiguieron el doble privilegio de navegar bajo pabellón ruso y tener paso libre por los estrechos del Bósforo y los Dardanelos. Al igual que la cercana Hydra, Spetses desarrolló una gran flota mercante, potenciada por los embargos navales durante las guerras napoleónicas. Flota que tendría un papel fundamental en la segunda revuelta griega, que estallaría en 1821.
Aquí entra en escena Laskarina Bouboulina. Nacida el año 1771 en Constantinopla, descendía por parte de padre de un arbanita procedente de Hydra. Su madre era una Kokkinis, miembro por tanto de una vieja familia de origen bizantino. Bouboulina crecería escuchando historias sobre la participación de su padre, que murió encarcelado en Constantinopla, y de su padrastro, que incluso cambiaría su apellido por Lazarou-Orlov, en la fallida revuelta de 1768. Se casó dos veces, pero ambos maridos murieron en enfrentamientos con piratas argelinos. Bouboulina acabó heredando una notable fortuna, que logró incrementar a base de invertir en otras navieras.
En 1818 se haría miembro de Filikí Etería, una organización independentista relacionada con la masonería. Después, ordenó construir el Agamemnon. Un buque de 18 cañones, que contravenía las regulaciones otomanas. Cuando, desde Constantinopla, enviaron un almirante para asegurarse de que cumplía la legislación, Bouboulina solventó el problema sobornándolo. En 1821, cuando los griegos volvieron a alzarse en armas, el Agamemnon fue su primer buque de guerra.
Bouboulina participaría en diversos enfrentamientos, como la toma de Tripolitsa por los rebeldes o el asedio naval a Nauplia, la principal plaza fuerte otomana en el Peloponeso. También se vería envuelta en las guerras civiles que, antes incluso de lograr la independencia, mantuvieron las diversas facciones griegas. Aunque la desgracia de Bouboulina vendría por una venganza familiar, cuando uno de sus hijos se fugó con una mujer de la poderosa familia Koutsis, comprometida con otro hombre. El 22 de mayo de 1825, varios familiares de la joven se presentaron ante la casa de Bouboulina, pensando que la pareja se escondía en su interior. Cuando ésta salió al balcón a recriminar su comportamiento, alguien disparó, acabando con su vida.
Varios días más tarde, una delegación rusa se presentó en Spetses, para hacer efectivo su nombramiento como almirante de la armada del zar, otorgado por Alejandro I. Aunque ella nunca llegó a saberlo, Laskarina Bouboulina fue con toda probabilidad la primera mujer de la historia en alcanzar dicho rango. En 2018 también recibiría el título honorífico de navarca de la flota griega. Hoy, su antigua residencia en Spetses aloja un pequeño museo. El edificio, que parece remontar sus orígenes al siglo XVII, fue rehabilitado y abierto al público en 1991 por Philip Demertzis-Bouboulis, un descendiente de la heroína. Museo que fue nuestra principal visita del día y en el que pudimos contemplar diversos objetos de la época, una maqueta del Agamemnon, trajes tradicionales y algunas fotos antiguas de la isla.
Nuestra siguiente visita debería haber sido el museo de Spetses, abierto desde 1938 en una antigua mansión, edificada entre 1795 y 1798. El edificio perteneció a Hadjiyanni Mexi, otro de los principales dirigentes de la guerra de independencia griega. En sus salas podríamos haber visto piezas recuperadas de un naufragio del 1200 AEC, así como diversos objetos que nos habrían ayudado a comprender los 4.000 años de historia de la isla. Con un pequeño problema: el museo cierra los lunes. No pudimos pasar de su patio.
Así que decidimos dedicarnos a tareas más mundanas, como tomar algo en el Poseidonion Grand Hotel. Un espléndido edificio, inaugurado en 1914. Su construcción fue financiada por Sotirios Anargyros, otro hijo de Spetses, nacido en 1849. Tras pasar por Estambul, Rumania, Egipto, Francia e Inglaterra, en 1883 terminó en Nueva York, donde logró amasar una gran fortuna relacionada con el comercio de tabaco. Después, vendió su empresa y regresó a Spetses. Pasó sus últimos años impulsando el desarrollo de la isla. Gran parte de los pinos que hoy crecen en la parte alta de Spetses le deben su existencia. También fundó una escuela y sufragó la construcción de la carretera que recorre el perímetro de la isla. Sus esfuerzos lograron convertir Spetses en un lugar de veraneo para la clase alta europea.
El hotel que fundó Anargyros sigue teniendo un aspecto tan magnífico como el café helado que disfrutamos en uno de sus salones. Algo que no podemos decir de la mansión neoclásica que, hasta su fallecimiento en 1928, sería su residencia en Spetses. Levantada entre 1903 y 1904, muestra ciertas influencias egipcias. Probablemente, por ser un estilo en boga durante aquella época y debido al tiempo que Anargyros había vivido en Alejandría. Hasta el punto de dar a su nuevo hogar el nombre de Neith, una antigua deidad griega. Cuando pasamos frente a su verja, el edificio rivalizaba con sus jardines por mostrar un mayor estado de abandono.
Rematamos nuestra breve estancia en Spetses curioseando en su diminuta lonja y dando un paseo por la calle peatonal que encontramos a sus espaldas. Bastante animada y llena de comercios y locales de hostelería. A las doce y media, cuatro horas después de haber desembarcado y sin mucho más que hacer por las inmediaciones, tomamos la penúltima lancha de regreso al Sea Cloud II.
Sin la menor duda, Spetses fue la escala más floja de todo el crucero. No esperábamos que fuera rival para lugares como Efeso o Patmos. Aunque pensábamos que al menos estaría a la altura de Milos. Creo que, como tantas veces, parte de la decepción vino por el exceso de expectativas. Pensábamos que llegaríamos a una especie de Hydra, rebosante de tranquilidad, pero quizá algo más «glamourosa». Su propia web de turismo vende la isla como «el centro de la relajación». También afirma que la isla es pintoresca y está libre de coches, mostrando fotos de calles casi vacías, con bicicletas o coches de caballos. Aunque, buceando por la misma web, también encontrarás referencias a las motos, taxis o microbuses. Nosotros incluso llegamos a ver algún autobús y hasta un camión de grandes dimensiones. Aunque, como mencioné anteriormente, lo peor era el exceso de motos. Quizá sea un fenómeno exclusivamente veraniego, o del pequeño núcleo urbano de la isla. En todo caso, durante nuestro paseo por Spetses, si algo nos faltó fue tranquilidad.
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Para ampliar la información.
Otra forma de llegar a Spetses es en ferri. Si es tu caso, te interesará leer https://www.ferryhopper.com/es/destinations/greece/spetses.
En https://www.harpersbazaar.com/es/cultura/viajes-planes/a44698169/isla-spetses-grecia-que-ver-verano/ puedes ver un artículo sobre la isla en la revista Bazaar.
La Brújula Verde tiene un artículo sobre Laskarina Bouboulina: https://www.labrujulaverde.com/2020/01/laskarina-bubulina-la-heroina-de-la-independencia-griega.
En inglés, la web oficial de turismo de Spetses está en https://spetses.gov.gr/eimai-episkeptis-5973/.
Encontrarás la página del Poseidonion Grand Hotel en https://www.poseidonion.com/en/.
La página greeka tiene una entrada sobre le mansión Anargyros: https://www.greeka.com/saronic/spetses/sightseeing/anargyros-mansion/.