El vínculo entre Estambul y el Bósforo es tan fuerte, que resulta imposible concebir la urbe sin el angosto brazo de mar que la atraviesa. En consecuencia, navegar por el estrecho forma parte casi indispensable de cualquier visita a la ciudad. El resultado es una asombrosa profusión de mini-cruceros, que recorren sus aguas prácticamente a cualquier hora del día o de la noche, en ocasiones combinados con otras actividades, que pueden ir desde desayunos a bordo de los barcos hasta cenas con espectáculo.

Süleymaniye desde Eminönü

Süleymaniye desde Eminönü.

Recorrer el Bósforo en barco había sido la actividad principal de nuestro primer día en Estambul. En la segunda jornada en la ciudad, tras pasar la mañana en el norte de Fatih y la tarde visitando Süleymaniye, llegamos junto a los muelles de Eminönü coincidiendo con el ocaso. El plan era ir al hotel a descansar. A esas alturas del día estábamos agotados. Pero el destino nos tenía reservada una última sorpresa. Según caminábamos hacia el puente de Gálata, nos llamó la atención un cartel: «Bosphorus tour 150 ₺». Al cambio, menos de 4 euros. Junto al cartel, había una persona con un abultado fajo de billetes en la mano. Era el encargado de cobrar. «¿Cuándo salen?». «Ahora», fue su escueta respuesta. No necesitamos más argumentos. Dos minutos más tarde, estábamos buscando asiento en la proa de un barco tan desvencijado como atestado de gente.

Cae la noche junto al puente Gálata

Cae la noche junto al puente Gálata.

Aunque, todo hay que decirlo, el concepto de «ahora» en Turquía no es exactamente el mismo que tenemos en occidente. Pasamos unos diez minutos esperando, mientras el cielo se apagaba más allá de la torre Gálata y un lento pero incesante goteo de clientes seguía accediendo al barco. Siempre que parecíamos estar a punto de partir, llegaba alguien, demorando un poco más el momento de zarpar. Las cubiertas estaban cada vez más llenas, obligando a los recién llegados a «acomodarse» en la zona interior. Finalmente, cuando ya no quedaba sitio ni en la cubierta interior y alguien exigió que le devolvieran el importe del trayecto, el encargado de cobrar se dio por satisfecho. Zarpamos a la diez y cuarto. Mientras tanto, más allá del Cuerno de Oro, los últimos rayos de un sol agonizante teñían de rojo el cielo.

Frente a la mezquita de Dolmabahçe

Frente a la mezquita de Dolmabahçe.

Dejamos atrás el embarcadero de Karaköy y la nueva terminal de cruceros, literalmente enterrada bajo un centro comercial y el museo de arte moderno de Estambul. El ocaso dio las últimas bocanadas mientras navegábamos frente a la mezquita de Dolmabahçe. Un edificio encargado por la madre de Abdülmecid I, conocida como Bezmiâlem Sultan, y diseñado por el arquitecto de origen armenio Garabet Balyan. Finalizado en 1855, muestra una curiosa mezcla de estilos e influencias, tanto orientales como occidentales.

Palacio de Dolmabahçe

Palacio de Dolmabahçe.

Apenas unos metros más allá está el palacio de Dolmabahçe, construido a mediados del siglo XIX por orden de Abdülmecid I. A pesar del delicado estado de las finanzas de su imperio, el sultán decidió que Topkapı era demasiado antiguo e incómodo. Mandó levantar un nuevo palacio sin reparar en gastos, financiándolo mediante préstamos y el siempre socorrido método de imprimir dinero. Se calcula que gastó el equivalente a 35 toneladas de oro en la construcción, que finalizó en 1856. En 1875 el Imperio Otomano se declaraba en bancarrota. Seis años más tarde, las grandes potencias europeas establecieron un organismo público, bajo su control, encargado de recaudar los fondos necesarios para devolver la enorme deuda, cuya amortización llegó a consumir más de la mitad de los ingresos imperiales.

Çırağan Sarayı

Çırağan Sarayı.

Lo que no fue óbice para que, entre 1863 y 1867, Abdülaziz I ordenara levantar un nuevo palacio. Conocido como Çırağan Sarayı, apenas fue utilizado como tal. Su decoración interior fue finalizada en 1872. En 1909 se convirtió en sede del nuevo parlamento otomano. A principios del año siguiente, lo destruiría un incendio. El palacio quedó prácticamente abandonado hasta que, en 1987, fue adquirido por una empresa japonesa. Tres años más tarde, abría sus puertas como hotel de lujo, con sus instalaciones repartidas entre el palacio y un moderno edifico anexo.

Mezquita de Ortaköy

Mezquita de Ortaköy.

Un kilómetro más y llegábamos frente a la mezquita de Ortaköy. En este caso, una mezcla entre estilos neoclásico y neobarroco con formas otomanas, también construido a medidos del siglo XIX. El barrio circundante, que antiguamente era un crisol de las distintas etnias y religiones del Imperio Otomano, perdió gran parte de su diversidad en las sucesivas persecuciones contra las minorías armenia, griega y judía que se dieron en la primera mitad del siglo XX. En la actualidad, es un lugar mucho más homogéneo, aunque sigue siendo uno de los distritos de ocio nocturno más animados de Estambul. Algo que, hasta desde el barco, resultaba sencillo comprobar.

Bajo el primer puente del Bósforo

Bajo el primer puente del Bósforo.

Superado Hatice Sultan Yalısı, uno de los yalı más llamativos en la orilla europea del estrecho, pasamos bajo el primer puente del Bósforo. Fue construido entre 1970 y 1973. Tiene una longitud total de 1.560 metros, con una luz central de 1.074 y 64 de gálibo. Se calcula que cada día es atravesado por 200.000 vehículos. Salvo la jornada en que se celebra el maratón de Estambul (generalmente el primer domingo de noviembre), cuando se corta al tráfico para celebrar la única prueba de este tipo que transcurre por dos continentes. La popularidad del maratón es tal que, en las últimas ediciones, ha sido necesario adoptar medidas para evitar que el puente acabe sufriendo problemas estructurales.

Academia miliar de Kuleli

Academia miliar de Kuleli.

Pronto llegamos al punto final de nuestro recorrido hacia el norte. Tras dejar atrás la estructura del puente, podíamos ver a lo lejos las luces del segundo puente sobre el Bósforo y, en la orilla asiática, la mole iluminada de la antigua academia miliar de Kuleli. Otro edificio del siglo XIX, que fue cerrado tras el fallido intento de golpe de estado de 2016. Aparentemente, en la actualidad aloja un museo, aunque no he logrado encontrar información adicional sobre el mismo.

Frente a Beylerbeyi Camii

Frente a Beylerbeyi Camii.

El barco comenzó a virar hacia estribor, enfilando hacia Beylerbeyi Camii. La mezquita, también conocida como Hamid-i Evvel, fue levantada entre 1777 y 1778 por orden de Abdülhamid I, aunque posteriormente sufriría una intensa reforma, en tiempos del sultán Mahmut II. Tiene la particularidad de haber sido la primera mezquita construida con su fachada principal orientada hacia el Bósforo. También destaca el pabellón de dos plantas que ocupa su fachada. Una innovación que sería posteriormente replicada en otros edificios similares. Por lo demás, su aspecto actual es principalmente fruto de las obras realizadas entre 1820 y 1821.

Regresando hacia el sur

Regresando hacia el sur.

Poco después, volvíamos a tener al frente el primer puente sobre el Bósforo, con el palacio Beylerbeyi a sus pies. Otro edificio ostentoso, levantado mientras el Imperio Otomano se adentraba entraba en su etapa final de decadencia. Diseñado en estilo Segundo Imperio, su principal función fue agasajar a los dignatarios extranjeros de visita en Estambul. Fue una lástima que, debido a los trabajos de restauración en curso, apenas encontráramos iluminada una mínima fracción de su fachada.

Llegando a Kız Kulesi

Llegando a Kız Kulesi.

Tras pasar bajo el puente y dejar atrás los abarrotados muelles de Üsküdar, nuestra atención comenzó a centrarse en la pequeña silueta de Kız Kulesi, la torre de la Doncella. Con una larga y accidentada historia, que hunde sus raíces en la antigüedad clásica, en nuestro anterior viaje por el Bósforo el ferri la había dejado de lado, pasando a bastante distancia del islote. Ahora, su silueta iluminada destacaba sobre la oscuridad del cielo nocturno. ¿Tendríamos más suerte en nuestra segunda travesía por el estrecho?

Junto a Kız Kulesi

Junto a Kız Kulesi.

Aquello no fue suerte. Aunque lo ignorábamos, todo el trayecto había estado medido para llegar junto a la torre coincidiendo con uno de los pases del espectáculo de luces láser que, todas las noches, se proyecta desde Kız Kulesi. El barco redujo su velocidad y pasamos varios minutos a escasa distancia de la torre, viendo como ésta cambiaba de color, mientras los rayos emitidos desde la isla danzaban en la oscuridad de la noche. Aquel fue el mejor broche final que podíamos haber imaginado para nuestro paseo nocturno por el Bósforo.

Regresando a los muelles de Eminönü

Regresando a los muelles de Eminönü.

Después, tan solo quedaba regresar a los muelles de Eminönü, donde las siluetas iluminadas de las mezquitas de Yeni y Süleymaniye formaban un impresionante telón de fondo. Setenta minutos después de zarpar, descendíamos de nuevo a tierra. Toda la singladura nocturna por el estrecho había sido interesante, pero su tramo final había sido un auténtico sueño, difícil de superar. Aquellos ocho euros fueron los mejor gastados de todo nuestro viaje entre Estambul y Atenas.

Para ampliar la información.

En https://depuertoenpuerto.com/un-paseo-en-barco-por-el-bosforo/ se puede ver un recorrido diurno por el estrecho, bastante más prolongado.

El blog Viajeros Callejeros tiene una buena entrada con información práctica de cruceros por el Bósforo: https://www.viajeroscallejeros.com/mejor-crucero-bosforo-estambul/.

En inglés, se puede encontrar información sobre tours por el Bósforo en Turkey Travel Planner: https://turkeytravelplanner.com/go/Istanbul/Sights/Bosphorus/BosphorusCruise.html.

La web oficial de la Torre de la Doncella está en https://kizkulesi.gov.tr/en.