A la mayor parte de aquellos que visitan Islandia, el topónimo Breiðamerkursandur no les dirá nada. En cambio, si escuchan Diamond Beach (la Playa de los Diamantes), en seguida pensarán en una enorme franja de arena negra, normalmente llena de bloques de hielo, justo al sur de Glacier Lagoon. Otro nombre «turístico», aunque en este caso al menos guarda relación con Jökulsárlón, el topónimo original islandés, que viene a significar prácticamente lo mismo.

Jökulsárlón

Jökulsárlón en invierno.

Breiðamerkursandur es un lugar complicado. A los clásicos cambios de humor que se pueden dar en cualquier parte de Islandia, aquí debemos añadir un factor adicional, muy difícil de predecir: la abundancia de hielo sobre sus negras arenas. Los témpanos que se reparten por Breiðamerkursandur proceden de la cercana Jökulsárlón. El río Jökulsá á Breiðamerkursandi, por donde desagua la laguna, tiene poca profundidad, por lo que los icebergs más grandes no pueden salir a mar abierto. Cuando pierden la mayor parte de su volumen, en ocasiones tras pasar varios años flotando en la laguna, finalmente son arrastrados por la corriente. Una vez en el mar, las olas los arrojan sobre la arena, donde quedan varados, disolviéndose lentamente por efecto del oleaje y la temperatura.

Diamantes en la arena

Diamantes en la arena.

El problema, si decides visitar la playa, es que nunca puedes estar seguro de la cantidad de hielo que vas a encontrar. Además, como tantas veces en Islandia, los factores que influyen en la abundancia de témpanos pueden ser contraintuitivos. La lógica nos puede llevar a pensar que habrá más hielo cuanto más frío haga. Error. La visita más decepcionante que he realizado a Breiðamerkursandur fue durante un invierno en el que las temperaturas eran anormalmente bajas. Tanto, que la laguna llevaba bastante tiempo completamente congelada, impidiendo el flujo normal de témpanos. El resultado fue una playa en la que apenas logré ver media docena de bloques de hielo, todos ellos de unas dimensiones ridículas.

El puente sobre el Jökulsá á Breiðamerkursandi

El puente sobre el Jökulsá á Breiðamerkursandi.

En esta ocasión decidí ser cauto. Había reservado una excursión para visitar una cueva de hielo que partía del aparcamiento principal de Jökulsárlón. Ya que estaba allí, parecía una buena idea pasar el resto de la tarde fotografiando la playa. Para evitar desengaños, aprovechando que había llegado con tiempo de sobra, di un primer paseo antes del comienzo de la excursión. La idea era comprobar la cantidad de hielo sobre la arena y, en caso necesario, poder emplear la tarde en un hipotético plan B.

Al este de Breiðamerkursandur

Al este de Breiðamerkursandur.

No fue necesario. Sin ser la vez en que más hielo he visto sobre la playa, éste resultaba razonablemente abundante. Además, la mañana era espléndida. Una de las primeras lecciones que aprendes en Islandia, sobre todo durante sus inclementes meses de invierno, es la de aprovechar las ocasiones según llegan. Sin tener la menor garantía de que, al regreso de mi excursión al Breiðamerkurjökull, la tarde siguiera siendo tan favorable, parecía una buena idea aprovechar el tiempo disponible dando un primer paseo por la playa.

Tocando el hielo

Tocando el hielo.

Encontré Breiðamerkursandur en un estado que, sin ser tan espectacular como en mi visita de dos años atrás, aún tenía un volumen razonable de hielo. Lo que sí pude ver fue el mayor témpano que jamás había podido observar varado sobre su orilla. Con el beneficio añadido de poder hacer una foto con una persona dando factor de escala, pues alguien tuvo la «magnífica» idea de acercarse a tocarlo. Tuvo suerte. La siguiente ola, que pasó literalmente por encima del hielo, llegó unos segundos después de que él se hubiera apartado.

Hielo a contraluz

Hielo a contraluz.

Por lo demás, la luz del mediodía no era la más indicada para la fotografía. Aproveché su inusual intensidad para hacer alguna foto de las texturas del hielo a contraluz. Tras dar un paseo de 40 minutos, emprendí el regreso al aparcamiento de Jökulsárlón.

Hielo sobre la arena

Hielo sobre la arena.

Regresé a la playa poco después de las cinco de la tarde. Ahora, cargaba con el trípode y el resto de la parafernalia fotográfica. Y mis únicos límites serían la caída de la tarde o algún brusco empeoramiento del clima que, al igual que en mi primera visita a la playa, me obligara a salir corriendo. Aún no había comenzado el atardecer, pero su inminencia era más que evidente. Al igual que el menor número de personas que había caminando por la playa.

Hielo y agua

Hielo y agua.

Mientras llegaba la hora dorada, me entretuve haciendo alguna toma de larga exposición. Buscaba reflejar el contraste entre la movilidad del agua y los bloques estáticos que había sobre la arena. No logré acertar con los parámetros. Además, los bloques tampoco permanecían tan inmóviles como había esperado. Los golpes de las olas, que aparentemente eran incapaces de perturbar el hielo, movían imperceptiblemente los témpanos. Muchas veces, lo suficiente para arruinar mis tomas.

Creo que tuve algo más de suerte con el video. Aquí casi buscaba lo contrario: captar como las olas, al romper contra los témpanos, lograban agitar y desplazar, aunque fuera levemente, incluso los bloques más grandes.

Formas efímeras

Formas efímeras.

También tuve tiempo para fotografiar las texturas del hielo y su contraste con la negra arena de la playa. Aquí las posibilidades era prácticamente infinitas y, generalmente, mejores en los pequeños bloques desperdigados por toda la playa.

Comienza el atardecer

Comienza el atardecer.

El tiempo pasó en un suspiro. Casi sin darme cuenta, comenzaron los primeros compases del atardecer. También aumentaba la cantidad de gente en la playa, aunque en ningún momento llegó a ser agobiante. Al fin y al cabo, estábamos en plena temporada baja y Breiðamerkursandur es enorme. Si quieres estar solo, basta con alejarte un poco de la desembocadura del Jökulsá á Breiðamerkursandi.

Fotografiando el atardecer

Fotografiando el atardecer.

Me llamó más la atención la escasa presencia de aficionados a la fotografía. Hasta en la más inhóspita de mis visitas, recordaba haber compartido Breiðamerkursandur con varios fotógrafos, profesionales o aficionados, cargados con sus lentes, cámaras y trípodes. En esta ocasión, solamente me encontré con uno, empeñado en fotografiar un conjunto de tres témpanos.

Nieva en Breiðamerkursandur

Breiðamerkursandur en febrero de 2022.

Empeño al que no tardé en unirme, pues estaban entre los más interesantes de la playa, en una zona que además era relativamente tranquila. Poco después de las seis, con las luces del ocaso apagándose en el cielo, comencé el regreso al aparcamiento. No muy contento con el resultado fotográfico de mis dos paseos, todo hay que decirlo. Sigo prefiriendo las fotos de mi breve paso por la playa, en una mañana de febrero de 2022 tan dura como arrebatadoramente hermosa.

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Para ampliar la información.

En este mismo blog, mi primera visita a Breiðamerkursandur está en https://depuertoenpuerto.com/jokulsarlon/.

Mi regreso, durante el verano de 2020, en https://depuertoenpuerto.com/regreso-a-jokulsarlon/.

La siguiente visita, en febrero de 2022, está en https://depuertoenpuerto.com/jokulsarlon-y-breidamerkursandur-en-invierno/.

En inglés, quien quiera sacar todo el partido fotográfico a la zona, debería visitar previamente las webs iceland photo tours: https://iceland-photo-tours.com/articles/photography-tutorials/tips-for-photographing-jokulsarlon-glacier-lagoon y https://iceland-photo-tours.com/articles/photography-tutorials/how-to-photograph-at-the-diamond-ice-beach.

También es interesante photogtaphylife: https://photographylife.com/landscapes/how-to-photograph-jokulsarlon.

En Photo Wonders hay algunas buenas fotos de la playa: https://www.photowonders.com/post/diamond-beach.