Nos levantamos poco después de las siete. Estábamos a unas tres millas de Sarandë, navegando con rumbo sureste. Hacía tiempo que había amanecido y se empezaba a formar la calima tan característica de los veranos mediterráneos. A pesar de lo cual, la vista era muy interesante. Desde nuestro camarote, en la popa del barco, se divisaba un buen tramo de la costa meridional de Albania. Las montañas llegaban hasta el mar, cubiertas por una vegetación escasa que, desde lejos, recordaba las dehesas españolas. Lo más llamativo era la ausencia casi total de señales de presencia humana. No se veían carreteras y había que esforzarse para localizar alguna casa.
Al lado de estribor, podíamos ver claramente la costa de la isla griega de Corfú, de la que nos separaban menos de cinco millas náuticas. El paisaje de la isla era diferente. La vegetación se repartía menos regularmente, alternando zonas de bosque cerrado con otras casi desprovistas de árboles. Numerosas casas, generalmente pintadas de blanco, destacaban sobre el verde oscuro de las zonas boscosas. A lo lejos, velado por la bruma, se podía entrever el puerto de Corfú.
Poco después, el barco comenzó a detenerse. Fondeamos en el centro de la bahía, pues no había ningún muelle con calado suficiente para el Eurodam. Visto desde el barco, Sarandë podía haber pasado por alguna ciudad de la costa del sureste español en los años setenta. El mar, el clima, la vegetación y los edificios, totalmente faltos de gracia pero intentado aparentar una mal entendida modernidad, me trasladaron por un momento a mi infancia.
Poco después de la una, estábamos de vuelta en Sarandë. Teníamos algo más de dos horas para dar una vuelta por la pequeña ciudad. Al final, nos sobró tiempo. Aunque en la antigüedad tuvo su momento de esplendor, posteriormente Sarandë quedó casi despoblada. La ciudad actual surgió después de la Segunda Guerra Mundial, por lo que casi todas las construcciones son bastante recientes.
En el centro de la ciudad, en el cruce de las calles Flamurit y Skënderbeu, pudimos visitar los restos de una antigua sinagoga del siglo V. La sinagoga se reconvirtió posteriormente en basílica, que más tarde fue totalmente destruida, no está claro si por un terremoto o durante las invasiones de los pueblos eslavos. Una casa de piedra en medio de las ruinas hacía las veces de centro de interpretación, pero estaba cerrada. A continuación, intentamos visitar un pequeño museo arqueológico, en la misma calle Flamurit. No parecía gran cosa, pero más de una vez un museo aparentemente anodino me ha sorprendido. Intento fallido: nosotros no teníamos moneda local y ellos no aceptaban euros ni tarjetas de crédito.
Con esto, quedaron agotadas las posibilidades culturales del lugar, por lo que decidimos dedicar el resto del tiempo a tareas más mundanas. Dimos una vuelta por el paseo marítimo, en el que soplaba una agradable brisa, contemplando las vistas de la bahía y curioseando en las escasas tiendas del lugar. A continuación, aprovechando que en los bares cercanos al mar si aceptaban euros, decidimos tomar algo en una terraza. Se nos acababa el tiempo, por lo que emprendimos el camino de vuelta hacia el muelle, pasando junto a una pequeña playa. En general se respiraba un ambiente muy relajado. Nadie parecía tener la menor prisa, ni tan siquiera en los muelles desde los que partían los ferris hacia Corfú, la única zona en la que había algo de actividad.
Sobre las tres de la tarde, subimos en una de las lanchas para regresar al Eurodam. A pesar de lo inesperado de la escala y su relativa brevedad, fue un día muy interesante. El ambiente tranquilo de la ciudad, la amabilidad de sus habitantes y las interesantísimas ruinas de Butrint compensaron con creces el calor y los problemas por nuestra falta de moneda local. Pero el día no había terminado todavía. A las cinco de la tarde, después de que hubiéramos tenido el tiempo justo para ducharnos y reponer fuerzas, el barco zarpó. Nos esperaba una interesante navegación por el Canal de Corfú.
En el blog Acróbata del Camino hay abundante información práctica sobre Albania: http://acrobatadelcamino.com/2015/06/consejos-para-viajar-a-albania/.
En Beautiful Saranda hay numerosas entradas sobre la ciudad y sus alrededores (en inglés): https://saranda-travel.blogspot.com.es.
También en inglés, se puede consultar la página de turismo de la ciudad: http://www.visitsaranda.com.
En https://depuertoenpuerto.com/crucero-mediterraneo-oriental/ se puede consultar el itinerario completo de nuestro viaje por el Mediterráneo Oriental.
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