Hasta ese día, habíamos tendo bastante suerte con todas nuestras visitas en Grecia, esquivando el calor y la masificación. En Cnosos, la fortuna nos abandonó. Al bajar del autobús, nos encontramos con una enorme fila en la entrada al recinto arqueológico. Ya no tenía remedio, así que nos armamos de paciencia. Por desgracia, la masificación y las colas seguían en el interior del palacio, aunque el tamaño del yacimiento hacía posible encontrar zonas tranquilas.
Se cree que Cnosos fue el centro principal de la civilización minoica durante su época de mayor esplendor, y el palacio era su edificio mas destacado. En su intrincado trazado, con mas de mil habitaciones, algunos han querido ver la ubicación del mítico palacio del rey Minos y el laberinto de Dédalo, donde habitaba el Minotauro.
Buena parte de lo que hoy podemos ver del palacio es el resultado, cuando menos discutible, de las excavaciones realizadas a principios del siglo XX por Arthur Evans. De familia acomodada, Evans pudo dedicarse a su principal pasión: la arqueología. Sus recursos económicos le permitieron triunfar donde Schliemann había fracasado, siguiendo el expeditivo método de comprar todo el terreno en el cual, en base a anteriores hallazgos, se suponía había existido un asentamiento anterior a la época griega clásica. Entre 1900 y 1903 excavó la mayor parte del yacimiento, aunque siguió trabajando en Cnosos hasta 1931.
A pesar de su indudable mérito, la intepretación que hizo Evans de los descubrimientos, así como las técnicas utilizadas en su restauración, son cada vez mas polémicas. Sus errores en la conexión del yacimiento con los mitos de la Grecia clásica se pueden considerar mas o menos inocuos. Pero, fruto de esos errores y de una visión cuando menos peculiar de su misión, Evans decidió emprender una reconstrucción del recinto que, como poco, se puede calificar de desacertada. Levantó muros y columnas de hormigón, restauró frescos y alteró el yacimiento en lo que algunos han definido como «delirante incontinencia interpretativa».
Para bien o para mal, la imagen que Evans tenía de sus hallazgos ha calado profundamente en el imaginario colectivo. Por ejemplo, hoy todos identificamos como minoicos numerosos frescos que, en realidad, fueron pintados hace poco mas de un siglo por el artista suizo Emile Gilliéron. No es de extrañar que, viendo los frescos, nos llame la atención un cierto «aire» modernista.
En general, Cnosos no cumplió nuestras expectativas. El exceso de público, el calor que aumentaba según avanzaba la mañana y, sobre todo, la poco acertada restauración del recinto, se combinaron para restar atractivo a una visita que, a priori, parecía muy interesante.
La página oficial (en inglés) se puede encontrar en: http://odysseus.culture.gr/h/3/eh355.jsp?obj_id=2369.
En http://www.civilization.org.uk/empire/sir-arthur-evans se puede encontrar un largo e interesante artículo sobre la controvertida figura de Arthur Evans (en inglés).
La figura de Arthur Evans da mucho de sí, tal como se puede comprobar en este otro artículo de New Republic (en inglés): https://newrepublic.com/article/73305/the-archaeologist-minotaur.
En https://depuertoenpuerto.com/crucero-mediterraneo-oriental/ se puede consultar el itinerario completo de nuestro viaje por el Mediterráneo Oriental.