Cualquiera que siga el blog habrá podido apreciar mi fascinación por los jardines japoneses. Haciendo escala a menos de tres kilómetros de uno de los mejores jardines de Japón, estaba claro cual iba a ser nuestra visita prioritaria del día. En teoría lo teníamos fácil. Bastaba con salir del muelle, subir al ferrocarril en la cercana estación y bajar unos metros al norte de Ritsurin. En la práctica, fue algo más complicado. Un despiste nos hizo perder el tren. En ese momento, descubrimos que habíamos llegado a otro Japón, distinto al que habíamos conocido durante los días anteriores, en el que la frecuencia entre trenes se medía más en horas que en minutos. Ante la perspectiva de estar casi una hora esperando en la estación, optamos por ir hasta Ritsurin dando un tranquilo paseo por la amplia calle Chuo. Finalmente, con cierto retraso sobre el horario previsto, poco antes de las ocho de la mañana llegábamos a la puerta este del jardín.
Ritsurin contiene seis estanques y trece colinas, repartidas por una superficie de 75 hectáreas, de las cuales 16 están mantenidas como jardín. A pesar de que su nombre se podría traducir como el Parque de los Castaños, es famoso por sus numerosos pinos. Un millar de los aproximadamente 1.400 que hay en el recinto, algunos con 300 años de antigüedad, reciben cuidados de los jardineros. Quizá el más destacado sea Neagari Goyo-matsu. Según la tradición, el enorme pino que crece junto a Kikugetsu-tei tiene su origen en un diminuto bonsai que el shogun Tokugawa Ienari regaló en 1833 al daimio de Sanuki, Matsudaira Yorihiro.
Aun estando rodeado por la ciudad, el monte Shiun bordea todo su flanco occidental, sirviendo de fondo para la cuidada escenografía. Como en todo jardín japonés, nada está dejado al azar. El relieve de las colinas artificiales, los estanques, los puentes que los atraviesan, los árboles, los edificios, todo está pensado para inspirar sensaciones de armonía y serenidad. Es un jardín de paseo de estilo tsukiyama, o de colinas, en los que es habitual que sus formas imiten a las de la naturaleza. En ocasiones, inspirándose en lugares concretos de la geografía de Japón o China.
Por contra, el recorrido meridional superó ampliamente nuestras expectativas. En teoría, se hace en 60 minutos, pero nosotros acabamos empleando casi el doble. Mucho más cuidado que el extremo septentrional, esta parte del jardín tiene rincones asombrosamente hermosos, que justifican con creces la fama de Ritsurin.
Quizá el punto culminante sea el espléndido panorama desde el mirador de Hiraiho, situado en el extremo sureste del parque. Desde la diminuta explanada, se contempla como Engetsu-kyo, el Puente de la Luna Creciente, atraviesa las plácidas aguas de Nan-ko, el más meridional de los estanques. Más allá de éste, los tejados de Kikugetsu-tei se entremezclan con la vegetación, que forma un continuo con la densa arboleda del monte Shiun. El mirador, situado en lo alto de una pequeña colina artificial, cuya silueta se inspira en la del monte Fuji, y protegido del sol por grandes árboles, está situado en el lugar perfecto para apreciar la increíble belleza del lugar. Con razón es una de las vistas más famosas de Japón.
El jardín dispone de varias casas de té. Nosotros elegimos Kikugetsu-tei, espléndidamente integrada en el extremo occidental de Nan-ko. Nos sirvieron un té matcha frío, acompañado de unas delikatessen de gelatina. Sentados sobre el suelo de tatami, mientras tomábamos el refrescante té y disfrutábamos del paisaje que rodea el edificio, logramos olvidarnos por un rato del intenso calor que, a esa hora de la mañana, comenzaba a adueñarse del ambiente.
Entre las dos zonas del jardín se levanta Shoko Shoreikan. El edificio fue construido en 1899 como museo de la prefectura de Kagawa. Actualmente aloja diversos servicios, así como algún puesto de artesanía local y varias exhibiciones. También atesora el plano más antiguo de Ritsurin que ha llegado a nuestros días. Creado en 1700, es una pieza de gran valor histórico, pues permite estudiar la evolución del jardín prácticamente desde sus orígenes. En aquella época había un salón de arqueros y otro de jinetes, que no han llegado a nuestros días.
Finalmente, algo después de las 10:30, salimos del jardín por su puerta norte, con la intención de regresar al puerto en tren. Habíamos aprendido la lección y, en esta ocasión, llegamos a la estación con tiempo suficiente. Nuestro recorrido por Ritsurin duró prácticamente tres horas, a pesar de haber renunciado a recorrer Nan-ko en barca. Parecía una actividad muy relajante. Pero hacía demasiado calor para estar durante treinta minutos en un bote a pleno sol.
Había leído en algún lugar que Ritsurin es el mejor jardín japonés que no figura en las listas de mejores jardines japoneses. Lo cual no es cierto. Por ejemplo, en la lista de Japan Rail ocupa el décimo lugar, en la de Japan Guide el quinto y en Wander Wisdom el cuarto. Sin embargo, al estar en una ciudad poco turística, alejada de las rutas más populares, es un lugar relativamente poco visitado. Lo cual permite recorrerlo con la calma y tranquilidad que todo jardín japonés merece. Personalmente, es con diferencia el que más disfrute de todos los que visitamos en nuestro viaje por Japón. Por encima incluso del célebre Kenroku-en, en Kanazawa. Por unas horas, mientras recorríamos sus sinuosos paseos, sorprendiéndonos a cada paso con las cambiantes perspectivas, pudimos entrever las sensaciones que tendría un daimio paseando por su jardín privado.
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Viajes por Japón tiene una buena reseña sobre el jardín: https://viajesporjapon.wordpress.com/2010/12/28/ritsurin-koen-栗林公園/.
También se puede encontrar información en la web de Japan Travel (https://www.japan.travel/es/spot/833/) y algún dato práctico en Japan Experience (https://www.japan-experience.es/ciudad-takamatsu/ritsurin-koen).
En https://depuertoenpuerto.com/crucero-extremo-oriente/ se puede ver el itinerario completo de nuestro viaje por Extremo Oriente.
En inglés, la web oficial de Ritsurin está en https://www.my-kagawa.jp/en/ritsurin/.
En la misma página, se puede obtener en PDF la breve guía que entregan al adquirir la entrada: https://www.my-kagawa.jp/en/ritsurin/pdf/pamphlet.pdf.
Según parece, es posible tomar un desayuno tradicional japonés en una de sus casas de té: https://www.art-takamatsu.com/en/travel/sightseeing/entry-48.html. Una pena no haberlo descubierto antes de nuestra visita.
Por último, la web Life Takamatsu tiene un breve artículo sobre la iluminación del jardín en otoño: http://takamatsulife.com/blog/2015/11/06/autumn-illumination-ritsurin/.
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